No negaré que me encuentro un tanto colapsado por diversas circunstancias que ahora mismo no me apetece comentar así que recurro de nuevo a un autor como Vladislas Stormiezwski, para expresar ese sentimiento y esa emoción. Recojo un fragmento de su novela 'Pasillos, escaleras, salones, ventanas, jardín, tierra', que espero que sirva para lo que pretendo. O que pretendo para lo que sirva.
" Y la cogió del brazo y se la llevó de ahí diciendo Anita, te lo dije". Salgo de la sala saltando y escucho las carcajadas atropelladas de los comensales. Se están muriendo de risa mientras yo me alejo de la sala y me escondo por una puerta para entrar en una sala donde me paro a descansar. Y a pensar. Tengo que salir de nuevo a hacer el número del jarrón y la pera y me da por pensar en lo inútil de mi esfuerzo. Es un pensamiento tan trillado y tan falto de originalidad que salto a otra cosa. Pienso en la juventud. Pienso en lo que yo quise ser en aquellos años callejeros cuando me ganaba la vida con Anita y el burro Tomislav por las calles de las ciudades y los pueblos. Entonces, cuando era casi un chiquillo, todo lo que quería lo tenía allí. Dos monedas, una jarra de vino y una salchicha, la compañía de Anita, las risas de la gente, la indiferencia de los muertos. Es un pensamiento que también es antiguo. Quiero otro, rebusco entre mis pensamientos para encontrar alguno que me divierta, que me distraiga, que me haga zambullirme en algo diferente. Tengo la cabeza embotada y solo pienso en el jarrón y en la pera. Pienso en el momento en el que se me ocurrió este número. Estaba yo con Anita en una ciudad de la costa, el público tenía mucho dinero. Escucho cómo empiezan a llamarme desde la sala grande. Quieren que salga inmediatamente. Y pienso. Y me encierro en mi mismo buscando otra cosa. Quiero y sé que soy capaz de encontrar otra cosa. Anita siempre me decía que pensara en otra cosa. Cuando había un número que no funcionaba me decía, piensa en otra cosa mientras lo estás haciendo, mientras lo dices, así parece que lo está diciendo otro y al público le genera una sensación extraña, se ríen de lo extraño. Se ríen de lo extraño. Es eso. No hacer el número para hacerlo bien, sino para hacerlo extraño. Para que parezca que lo haga otro. Anita se murió. Siempre acabo pensando en eso. Anita se murió y ahora estoy aquí intentando pensar en otra cosa. El jarrón y la pera. Salgo a la sala grande, algunos ya se están carcajeando y no he empezado, otros me están tirando monedas, algunos aplauden, hay quien me tira comida. Saco del bolsillo la pera. Y pienso en otra cosa."
No hay comentarios:
Publicar un comentario