Lula ha ganado las elecciones presidenciales en Brasil. Lo ha hecho por poco, lo ha hecho de una manera más ajustada de lo que auguraban las encuestas y de lo que muchos y muchas pensábamos. Cómo no iba a ganar ampliamente si frente a él se encontraba un personaje tan deplorable como Bolsonaro. Pero nada es tan sencillo como parece y sobre todo, nada es fácil en un Brasil gobernado por una extrema derecha capaz de todo para evitar que la izquierda llegue de nuevo al gobierno. Recordemos aquí a Dilma Rousseff, presidenta electa de Brasil, también del Partido de los Trabajadores y que fue desposeída de su cargo mediante un golpe de estado 'blando', un caso más del procedimiento conocido como 'lawfare' por el cual se utilizan instrumentos supuestamente legales para apartar del cargo a quien la extrema derecha se le pone en sus santísimos. En este caso, fue con la traición de un tal Temer que se consumó la destitución, acusándola falsamente de casos de corrupción que quedaron en nada. Falsamente porque las investigaciones terminaron en nada.
Especialmente bochornoso fue el voto del entonces desconocido para el gran público Jaïr Bolsonaro, que votó por la destitución de Rousseff apelando a la memoria del torturador de la propia Rousseff durante los años de la dictadura. Este es el nivel.
Pues contra esto es contra lo que se ha enfrentado Lula y creo que hoy, que ha ganado contra viento y marea, a pesar de la violencia judicial, violencia 'legal' y violencia en las calles que se ha ejercido durante años y especialmente durante la campaña, también tenemos que acordarnos de Dilma Rosseff, la primera mujer en detentar un cargo político en Brasil. Y recordar que el enemigo no descansa, y que Lula no lo tendrá fácil. Pero lo tendrá.
Hoy es día para estar contento, feliz y orgulloso de toda la gente que ha puesto algo de su parte de la manera más comprometida que se recuerda, en un ambiente terrible creado por el fanatismo ultraderechista, para sacar adelante unas elecciones que devuelven a Brasil a un camino de justicia social, derechos y especialmente, conciencia medioambiental. Y si tengo que repetir lo de justicia social, lo repito otra vez.
Y un recuerdo especial para todos esos futbolistas de risueño semblante y ausencia total de escrúpulos que han apoyado a Bolsonaro. La gente les ha puesto en su sitio.
Chile, Argentina, Bolivia, Colombia, México... victorias democráticas de opciones de progreso que vencen al miedo y a la violencia. No es fácil, no será fácil. Son ejemplo.
PD: Recuerda también a Marielle Franco.
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