Hubo una vez hace dos mil años en que dieron por el 33 un concierto entero de Sinéad O'Connor en el festival de la Vaca, el Dr. Music Festival aquel que se hacía en el Pirineo y al que nunca fui. Salía ella con el pelo un poco más largo de lo habitual y cantaba canciones de un disco que luego encontré en la Biblioteca, el Universal Mother. Aquel concierto era demoledor. Era increíble cómo cantaba, te emocionaba, te daban ganas de que volviera a repetir la canción que había cantado por miedo a que la canción siguiente no fuera tan buena. Recuerdo también emocionarme con la versión de Nothing compares to You, la versión de Prince. Recuerdo haberle perdido la pista a Sinéad O'Connor y leer con pena las noticias que hablaban de conversiones, de ordenamientos, de intentos de suicidio, etc. Recuerdo en ese tiempo también haber escuchado el disco de Reggae clásicazo que hizo en el que salía ella en la portada de niña. Una foto que aparece en el documental.
Este documental está muy bien para saber de dónde viene Sinéad O'Connor, de dónde viene todo aquello que hizo y que en el documental simplemente nos dicen que sí, que es cierto, que la apartó de los focos mediáticos y la convirtió en una apestada pero que al mismo tiempo la hizo un icono de un feminismo combativo que hoy en día nos parece normal pero que entonces, aquellos lejanos entonces de finales de los ochenta y principios de los noventa, pues no lo era. El documental nos cuenta, por boca de la propia Sinéad, aunque sin su imagen, su infancia en una Irlanda ultracatólica, donde monjas y curas controlan a la población, las escuelas, a las familias, todo, desmitificando esa Irlanda dulce y buena y alegre y cantarina de otros documentales o películas y cómo esa religión católica y su lucha contra la Iglesia la acompañará siempre. O al menos, lo que dura el documental y el tiempo que abarca.
Porque el documental trata de explicar porqué rompió la foto del Papa, porqué se negó a que sonara el himno americano, toca de pasada qué le pasó después y qué secuelas dejó en ella todo lo que pasó. Da la impresión de que es una película dedicada a proyectar una imagen de una persona sin presente, sin pasado inmediato y a la que se quiere reconocer y pedir perdón por todo lo que se dijo de ella en un momento en el que la pudieron haber mandado a la basura, provocado cualquier cosa, hundirla del todo. No se hundió, pero su vida no ha sido precisamente dulce. O es la imagen de los medios que se ha dado de ella, Sinéad O'Connor siempre metida en líos. Y es que Sinéad O'Connor es fascinante. Verla hablar, con esa contundencia, super joven, con todo super claro, actuar, reivindicar, reivindicarse, es una maravilla.
Pero falta algo. Y es el resto de su vida.
Al final, una gloriosa interpretación contemporánea de ella, ya con la indumentaria posterior a su conversión al Islam (cosa que no se nos dice, creo), de Thank You for Hearing Me, de un disco que no se comenta como el Universal Mother, despide el documental y te hace volver a recordar todo lo que fue Sinéada O'Connor, precisamente las vísperas del 8 de marzo y ese Joe Pesci diciendo tan pancho que si hubiera tenido delante a la Sinéad le hubiera dado una ostia y yo que sé qué te recorre por el cuerpo.
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