Son ya las doce de la noche, estamos en la Plaça Catalunya, una niña sube y baja por el tobogán, en el suelo a alguien, debe hacer unas cuantas horas, se le ha caído el contenido de un helado a pocos pasos de la papelera. Todavía están puestos los carteles electorales. En la calle Mossen Jacint Verdaguer un grupo de tres chicas y un chico van por la otra acera. El chico lanza un puñetazo al cartel con mi cara. Estamos haciendo el recuento de personas que están viviendo en la calle. Somos un grupo de cinco personas, pero somos unas 60 las que nos repartimos por toda la ciudad de Santa Coloma para participar en el cuarto recuento organizado por Ningú Sense Llar. La movida consiste en identificar cuánta gente está durmiendo en la calle, nada más. Recorrer las calles de la ciudad, todas, las bonitas y las otras, los parques, los descampados, los solares, las aceras, los portales, todo, para ver si hay alguien durmiendo en la calle. Vigilar también con los coches y las furgonetas, esas furgonetas que están ahí aparcadas y que las vemos y no las vemos. En realidad, nada de lo que vemos, lo estamos viendo realmente. Lo vemos, lo miramos, pero no está ahí. Solo está el sitio al que vamos y el ambiente que respiramos, el resto de cosas no están realmente. No nos interesan, no tenemos tiempo de verlas, no son nuestro problema. Prácticamente nada es nuestro problema. Nuestro problema es estar a la hora en el sitio indicado, cumplir con lo que tenemos que hacer y volvernos a casas, a nuestra hora. Nuestra hora, nuestro mundo, nuestras cosas, nuestra mirada sobre ellas. Lo nuestro. Un problema que no es nuestro. Unas 60 personas nos encontramos en el Rialles, cenamos un bocadillo, nos repartimos por las calles, vamos paseando, anotamos, vigilamos, comentamos si hay más gente que otros años. Yo no puedo parar de pensar en que hay algo en la vida, un momento, un error, una obsesión, un desvío, no saber o no poder, no tener o yo que sé, algo en la vida que un día te sitúa ahí y entonces qué. Y que esa persona a la que no te quieres encontrar durmiendo en el cajero de delante del Mercat Sagarra, no eres tú. No eres tú, pero un día, algo, lo que sea, puede pasar. Vamos caminando por el barrio de Can Mariner. En la plça Xavier Valls unos hombres se están fumando un cigarro en un banco y los Mossos d'Esquadra se paran para tomarles la identificación. Nosotros estamos ahí y no pasa nada. Por las calles aún hay gente disfrutando de una noche de mayo en la que ya hace calor y se está divino en las terrazas. Santa Coloma tiene ese ambiente. Gente en la calle, gente paseando, gente vigilando a la niña que no se caiga del tobogán, gente que come pizzas en los bancos de la calle, gente que cierra las cortinillas de la furgoneta para poder dormir algo. Hay 28 personas en la calle, las mismas que cuando la pandemia dejó las secuelas que dejó. Las vemos, algunas veces las vemos, algunas otras no las vemos, tomamos nota, lo denunciamos, volveremos el año que viene.
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