Después, unas horas después de haber visto la película, te enteras que el rodaje de la misma ha estado bien cargadito de tensiones y movidas que tú en la película no has captado. Pero eso es después. Durante, tú lo que estás viendo es una película que desde el momento en el que ves esa recreación de la vida ideal de los norteamericanos de los años cincuenta, con ese musicón y esa sincronización de las entradas y salidas del trabajo, cuando lo estás viendo así, ya sabes que eso no puede ser real, porque esa misma recreación la has visto ya en otras películas y algo te dice que no. Y es una buena película, una película que, aunque esa sombra revolotea durante mucho rato, te mantiene enganchado y no es hasta su resolución cuando entiendes el porqué. Y el porqué de todo es algo tan actual como todos esos muchachos que han visto como su mundo se tambalea porque su papel en el mundo ha dejado de ser el del león para ser otra cosa y el peligro que supone estar tanto rato en casa enganchado a una pantalla y que el primero que pase te coma la olla para decirte que qué pasa contigo, que alguien te ha estado robando, que te han engañado, pero que el mundo puede ser tuyo. Como te dijeron. Ahora bien, para alcanzar ese mundo, la solución ofrecida en esta película, en esta historia, nos parece descabellada. Hasta que deje de serlo.
Buena película pues, con la actriz que hizo la de Midsommer y que un poco repite interpretación, con el cantante Harry Styles a quien tengo el gusto de conocer por primera vez en este film, con la propia directora como actriz, cosa de la que también tienes el gusto de enterarte al final de la película y una banda sonora que aprovecha el material tremendo que ofrece una discoteca más o menos bien surtida. Recomendable.
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