viernes, 22 de diciembre de 2023
Mikhail Bulgakov entra en un bar
La nieve está sucia, un perro desmayado no te deja entrar, empujas la puerta y en el bar solo hay tres clientes. Una chica joven bebe en la barra un líquido que no sabes qué es y los otros dos son dos tipos con monos de trabajo que beben cerveza. Te quedas en una esquina de la barra y pides algo fuerte, que hace mucho frío. Se abre la puerta y entra Mikhail Bulgakov. Entra tosiendo y con muy mal aspecto. Le haces sitio en tu esquina de la barra pero él parece preferir una mesa que hay al fondo del bar. El camarero, alguien que debería haber abandonado su profesión hace años, se acerca tambaleante al escritor y le pregunta qué quiere. Mikhail Bulgakov le contesta que quiere una mañana soleada y los pies calientes. El camarero sonríe y se va a por una botella. Se la deja en la mesa, sin vaso. Bulgakov bebe a morro. Le miro mientras bebe y pregunto, 'señor escritor, cómo le va'. Bulgakov hace un gesto con la mano diciendo que me calle. Insisto y no solo eso, me acerco a la mesa y me quiero sentar con él. Me han dicho que estás escribiendo algo. Bulgakov me mira como si no me reconociera, efectivamente no me conoce. Contesta diciéndome que un escritor siempre está escribiendo algo. Le respondo que no esperaba una respuesta tan vulgar. Bulgakov me señala con el dedo y me dice, qué habrías respondido tú. Yo le habría ladrado. Bulgakov amaga una carcajada y vuelve a mirarme. Eres tú. Claro que soy yo.
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