martes, 12 de marzo de 2024
Gastarbeiter
A Nazario Santisteban le tocó la moto en la lotería. Eso es lo que decían sus compañeros en la fábrica. Nazario Santisteban protestaba y decía que de eso nada, que se la había ganado con su trabajo. Especificaba muy bien lo de 'con mi trabajo'. Pero los demás le decían que había sido la lotería. Aquel año, los patrones, en sintonía con los sindicatos, decidieron ofrecer un obsequio por la productividad y qué mejor que una de aquellas motos que se fabricaban en la propia fábrica. Cuando se dijo el modelo de motocicleta que iba a proponerse como complemento hubo una cierta decepción entre los trabajadores de la planta, porque todos fantaseaban con algún modelo utilitario que les permitiera desplazarse sin mucho trastorno de sus domicilios a las fábricas, pero aquel modelo, un señor motón, era demasiado y muchos de ellos comenzaron a hacerse un poco el ronsa a la hora de dar el callo. No querían esa moto. Solo Nazario Santisteban había considerado que a él ni moto ni mota y que él iba a seguir trabajando igual, porque ya en otra ocasión le habían enredado con nosequé y al final casi le ponen una sanción porque le dijeron que estaba convocada una huelga y luego resultó que no y un lío todo. Por eso él había seguido trabajando igual y así se encontró aquel día subido al escenario y con todos los trabajadores, los compañeros, aplaudiendo porque se habían librado de aquella moto y Nazario iba a ser conocido por todos como 'el de la moto'. Y qué moto. No sé cuántos cilindros, no sé cuanto de motor, no hacía ruido, era como un camión de grande. qué iba a hacer Nazario con tanta moto. Llegó a casa y le dijo a la mujer que le había tocado la moto del sorteo. La mujer, Rosana, que venía de un pueblo de Galicia como él y que también trabajaba en una fábrica, pero ella de frigoríficos y electrodomésticos varios, dijo que le parecía muy bien, que ya era hora que la empresa se estirara un poco y que fíjate que ellos ya tenían la lavadora y la nevera gracias a la empresa suya y que ahora también moto. Pero que ella no se iba a montar en la moto y que si él la quería aprovechar para ir al trabajo o hacer alguna excursión... pero Nazario no utilizaba la moto. A Nazario le daba vergüenza ir a trabajar con la moto y que los compañeros le dijeran, mira, ya viene Nazario el de la moto. Así pasó el tiempo y Nazario dijo de venderla. Y ahí Rosana dijo, vamos a ver. Y bajó a la calle donde tenían aparcada la moto y la miró y se subió encima de la moto y Nazario le dijo qué haces y ella le dijo, calla, y le preguntó que cómo se encendía y Nazario se lo dijo y la arrancó y la encendió varias veces y le dijo, la moto me la quedo yo. Pero qué dices. Que si tú no la utilizas me la quedo yo. Y Nazario le dijo que si era eso que entonces la utilizaba él. Pero ella le dijo que no. Que ya había tenido tiempo de pensar y de usarla y que no había manera. Y Rosana se quedó la moto. Y la conocían como Motorosana en el edificio. Y un día Nazario quiso coger la moto porque le daba mucha envidia y salió con ella por una carretera y se dio cayó y se mató y la moto siniestro total. Y Motorosana se volvió a comprar otra moto, claro.
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