martes, 23 de julio de 2024

Un año que parecen mal


Hace un año, justamente, un 23 de julio, pusimos todas nuestras esperanzas, la ilusión política que nos quedaba, en torno a la figura de Yolanda Díaz. Contra viento y La Base, se consiguió armar un artefacto en principio electoral que aglutinaba a la práctica totalidad de la izquierda a la izquierda del PSOE, sin contar naturalmente con las propuestas nacionalistas que vieron inmediatamente (ya lo habían visto y habían trabajado contra ello) que aquello no podía prosperar. El artefacto electoral, Sumar, conseguía unos resultados que solo un mes antes, en las municipales, parecían imposibles. La campaña electoral nos demostraba que Yolanda Díaz generaba algo que no se había conseguido en años. No era un seguimiento cuasi religioso como el que despertó Pablo Iglesias, era otra cosa. Para armar el artefacto se tuvo que dejar a un lado lo que resultaba pernicioso y se había contrastado que trabajaba en contra, claro. Por ahora, a esa gente no parecía que hubiera nadie que les volviera a dar cancha. Se montaron su plataforma, mostraron su rencor, preparaban la puñalada. Finalmente, ante la amenaza de que PP y VOX repitiesen en el gobierno central lo que ya estaban perpetrando en autonomías y gobiernos municipales, se movilizó un voto redentor que consiguió salvar el tiro. A partir de ahí, de la misma manera que nos dijeron que Yolanda Díaz era la esperanza, desde el día siguiente se comenzó a trabajar para rebajar la efervescencia de Díaz, de Sumar, y nosotros mismos nos hemos acabado creyendo lo que nos dicen. La izquierda a la izquierda, tan crítica y tan formada, pero cae en los errores del seguidismo de lo que nos quieren hacer llegar. Si antes molaba, nos molaba, si ahora no mola, no nos mola. Y todo lo demás lo olvidamos. Y nos enredamos en buscar de nuevo la ilusión, en rincón en el que sentirnos cómodos, el espacio de confort, y el mensaje que nos asegura estar de acuerdo con nuestro grupúsculo. Ya no funciona. Hay que ir a otra cosa. Esa otra cosa huele igual de antigua que el after shave Floïd que con buen criterio me he empezado a aplicar. Antigua, nostálgica, agradable. Hemos convenido en que ya está y que quienes hace un año estaban muertos ahora marcan el ritmo, vuelven a parecer más agresivos, más despiertos, y de esta manera aparecen de nuevo en esos medios que antes ellos decían, decían, que no les querían porque eran. Y no son. Así que un año después de la victoria electoral, de haber salvado no los muebles, sino al país, nos encontramos queriendo cumplir la profecía. No funciona, no vale, hay que volver a empezar. Nuestro propio ejemplo no vale, queremos el ejemplo francés, el ejemplo... no hay más. Y mientras, resurgen las victorias socialdemócratas porque es eso o no es nada. Y nosotros, un año después, con todo por hacer. Gobernando y sin hacer ruido, y con esa sensación de que el tiro ya está dado. Yo, al menos, creo que no debería ser  así, que no puede ser así. Y ya está. 

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