miércoles, 18 de septiembre de 2024

Pequeños cuentos centroeuropeos


No nos dejemos llevar por el negativismo ni nos pongamos tremendistas porque no conduce a nada. Porque te voy a contar lo que nos pasó aquella vez que lo intentamos y no nos salió como queríamos. No nos salió bien, eso es absolutamente cierto, pero aprendimos. Y aprender ya es algo. Kozelek siempre ha sido muy pesimista, siempre nos ha dicho que no en cuanto escuchaba una idea. Yo no lo veo, a mí no me parece que vaya a salir bien, ahora es pronto, ya es tarde, siempre le ha encontrado los inconvenientes a todo y sin embargo siempre hay que escucharle. No hacerle caso, pero sí escucharle. Kozelek aquella vez dijo exactamente lo mismo que estás diciendo tú. Que le parecía que estábamos tirándolo todo por la borda porque no estábamos preparados. Pero es que había que tirarlo todo por la borda y habíamos llegado a un punto en el que o empezábamos de nuevo de alguna manera o nos iríamos pudriendo sin saber qué estábamos haciendo. Kozelek fue de los primeros en caer, porque Kozelek tendría sus cosas pero no se escondía tampoco. Y eso es algo que aprendimos. Esconderse. Aprendimos a ocultarnos, a no decir, a esquivar, a no ser claros. A difuminarlo todo, a ser menos directos, a deshacernos de lo concreto. Kozelek nos decía que tenía que ser blanco o negro, pero siempre lo veía todo negro. Después de aquello, aprendimos a no decir. No nos ha ido mal, pero todo se agota. Así que ahora, cuando nos encontramos en un momento similar a aquel, en el que nos conviene hacer algo, ponernos en cuestión y saltar por los aires si fuera necesario, que tú nos digas ahora, tú precisamente, que no crees necesario ponernos en riesgo por que el riesgo nos aniquilará. Bueno y qué. 

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