Salimos de allí sin saber qué nos había querido decir. Nos había convocado de manera urgente, no podía esperar. Y una vez allí nos soltó un rollo que no parecía tener tampoco demasiado preparado acerca del futuro y de cómo este futuro estaba ya escrito en el pasado. Pero lo dijo de una manera y empleando un tiempo absolutamente innecesario. Mientras volvíamos a casa, Demianski me dijo que se sentía un poco cansado de todo, que en muchos momentos pensaba que lo que él había considerado en un principio como fundamental se había diluído tanto que no entendía qué estábamos proponiendo en este momento y sobre todo qué era lo que estábamos diciendo sobre el día de mañana. Eso era.
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