lunes, 2 de diciembre de 2024
Pequeños cuentos centroeuropeos
Todos nos conocíamos pero no nos conocíamos por lo mismo. Algunos éramos y otros no, unos venían y otros no, otros se sentían y aquellos no, pero estábamos allí y hablábamos entre nosotros, nos reíamos, comentábamos y Zdenek me tocó la espalda y me preguntó si podíamos hablar un momento. Nos apartamos un poco del resto de la gente y empezó a contarme que no estaba en un buen momento, que había dejado el trabajo y que tenía un proyecto en la cabeza pero necesitaba un poco de ayuda y si yo le podía prestar al menos un poco de atención porque tenía en mucho mi opinión. Su idea era mi idea. En cuanto comenzó a decirme qué es lo que tenía pensado hice repaso de las veces que había hablado de mi deseo con el resto de colegas. Quizás a alguno de ellos, o a alguna de ellas, en alguna ocasión y con alcohol de por medio, les había dicho que en realidad, la ilusión de mi vida era... pero no tenía conciencia de haberlo hablado alguna vez con Zdenek y no creo que alguien hubiera llegado a Zdenek y le hubiera comentado eso. Aquí me acordé del cuento aquel en el que alguien descubre un hecho maravilloso y se lo comenta a una persona que cree su amiga pero que en realidad es un competidor y este, en un arranque de egoísmo, no da importancia al hecho. Pensé en hacer lo mismo. Pero no lo hice. Le dije a Zdenek que me parecía una idea muy original y que no se preocupara, que seguro que le iría bien. No le fue bien.
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