viernes, 30 de mayo de 2025
Sly lives! (AKA the burden of Black Genius) - Ahmir 'Questlove' Thompson
Un pedazo de documental que, aquí sí, extrae todo el contenido posible de la carrera fulgurante de un personaje fundamental de la escena musical norteamericana, padre y fundador de muchísimas cosas, saqueado hasta la extenuación, pero que, ay, sufrió un mal del que pocos se recuperan. Al final del documental, después de que la reflexión al respecto planee de manera expeditiva, aparecen toda una sucesión de estrellas de la música, afroamericanos y afroamericanas, que han tenido su momento de gloria, efectivamente, que han sido referencia, pioneros, auténticas estrellas, pero que han pagado por ello un precio altísimo y han sido colocados sin piedad en la palestra como ejemplos perniciosos. Al final, caen. Al final, son juguetes rotos. Al final no saben vivir la fama. Al final no son personas. Hace pocos días vi el documental sobre los Beach Boys y el enfoque era diferente. Al final, hay esperanza para Brian Wilson y una mirada compasiva para Dennis Wilson y su muerte. En cambio, para los artistas negros, no hay piedad. Sly Stone, Sylvester Stewart como civil, fue un artista prodigioso, alguien capaz de crear un mundo sonoro nuevo, desprejuiciado, original y con un mensaje claro, no solo en las letras sino desde la misma propuesta como banda. Una banda Sly & The Family Stone, compuesta por chicos y chicas, por afroamericanos, caucásicos, todos mezclados. Algo que ahora nos parecería común, no me imagino qué pudo ser aquello. Todos cantan, todos son grandes instrumentistas y Sly Stone es el foco y el creador. Pero la presión del creador, de avanzar, de ser no solo un artista sino un referente para una comunidad, el miedo a fallar, el miedo a no responder, el miedo a ser tú mismo el mensaje, hace mella. Y lo peor, nadie está allí para poner las cosas en su sitio, y el caos avanza y las tentaciones para que esa presión no sea tanta: las drogas. La exposición y sobreexposición y las ganas de que respondas con los clichés que se presuponen a lo que eres llevan a Sly a una espiral por la que no desaparecerá su creatividad, pero desaparecerá su efectividad. Y el autosabotaje. El documental nos cuenta ese camino hacia la autodestrucción por parte de un personaje con el que no podemos menos que empatizar, aunque sepamos que es un desastre. Desfilan testimonios no solo de sus compañeros de banda, sino de otros artistas que nos ayudan a entender qué significa ser una estrella afroamericana y cómo es aguantar sin caer. El documental nos dice que Sly vive, que vive en la música contemporánea de manera efectiva, que su catálogo es un manantial enorme, pero que el mismo personaje ha conseguido sobrevivir, que está vivo, que está. Un documental que se completa con el del mismo autor también en Disney llamado Summer of Soul en el que vemos actuaciones en directo del año 69 en un festival en NY, con el propio Sly petándolo grandiosamente. Stand!!
jueves, 29 de mayo de 2025
The Beach Boys, el documental - Frank Marshall & Thom Zimny
Enfrentarte a un documental sobre la historia de The Beach Boys con la pretensión de ser el documental definitivo sobre la carrera de una de las bandas con una historia más sórdida es demostrar una valentía mayúscula. Que el anuncio de tamaña faena tenga luego el resultado que prometes, es otra cosa. Porque es complicado trazar la historia de una banda que pivota en torno a la situación personal de una persona compleja y cuyo nudo y desenlace se desarrolla en torno a toda una serie de hechos entre grotescos, penosos, siniestros, tétricos, lamentables y finalmente redimido y rehabilitado como figura pública, como es Brian Wilson, sin dejar de tener en cuenta que hay un miembro de la banda llamado Mike Love que ostenta la representación de la banda y de su nombre y que, no siendo materialmente culpable de lo que le pase al otro, sí que es responsable de un cierto descrédito de la carrera e imagen de los Beach Boys. Vamos, el hombre que puso el freno a las pretensiones artísticas de Brian Wilson es quien cuenta la historia de la banda en igualdad de condiciones que el resto, un resto, desde Carl Wilson hasta Al Jardine, que presentan también una historia de la banda en la que no se quiere hacer sangre. Y así, nos encontramos con que la historia presenta visos de verosimilitud durante los años de formación y éxito del grupo, pero también de enfrentamiento con el padre de los Wilson. Bien. La obsesión por la producción y avanzar en el sonido por parte de Brian Wilson les lleva a grabar, o le lleva a grabar con músicos de sesión, el Pet Sounds. Lo que acontece durante esta grabación, las percepciones que tienen los miembros del grupo respecto a un disco, lo que dicen en el documental y lo que se comentó entonces, las tensiones dentro del grupo, la incomprensión por el camino que tomaba Brian Wilson artística y personalmente, su propio aislamiento, las maravillas absolutas que surgen de esa cabeza y que aparecen tanto en el Pet Sounds, como en el Smiley Smile, en el Friends o en el Wild Honey incluso en el 20/20, quedan totalmente opacadas. Una época en la que Brian Wilson genera un material digno de mejor suerte y entendimiento, que solo décadas después podrá ser reivindicado. Eso en el documental, no sale. Y así pasamos a unos años setenta en los que el relato es el de un grupo que ha perdido comba y que volverá a lucir cuando se encuentran que un recopilatorio de éxitos les vuelve a convertir en populares, pero populares por oldies. Todos los setenta de Brian Wilson y de Dennis Wilson se tocan de soslayo. Pero es que uno de los que aparece con voz y voto en el documental es Mike Love, el primo que creía jugar en la misma liga que Brian, que reclamó la composición, que demandó a Brian Wilson y que en el documental derrama unas lágrimas finales porque le quiere. Y eso, una vez que el documental llega a su fin y lo hace con imágenes de conciertos multitudinarios en los que una banda casi de tributo interpreta los viejos clásicos ante un público que quiere olvidar lo turbio y quedarse con la imagen blanca de una California de ensueño, te hace pensar que el documental de The Beach Boys que acabas de ver, en realidad no es el definitivo y que el definitivo está por hacerse. Aunque dolerá y habrá quien no deberá estar implicado en un relato en el que no se puede ser arte y parte.
lunes, 26 de mayo de 2025
Señor Mayor
Las bromas me las hago yo. Hoy cumplo 50 años y no es el momento de hacer una reflexión demasiado exigente del tiempo discurrido, porque si nos ponemos a valorar lo que serían éxitos, retos y demás mierdas, la verdad es que nos quedaría un texto bastante poco lucido. Fracasa, fracasa otra vez, fracasa mejor. Madurar es el fracaso. Hoy cumplo 50 años con la sensación de que al menos hemos llegado a los 50 con más o menos el mismo estado de ánimo que se supone que uno tiene con una edad menor y eso creo que es bueno. Para mí. Pero sé que es malo para casi todo lo demás. Tener 50 años ya no es tener casi 50 años y dentro de nada entrarás... no, ya no entrarás, ya estás. Pero me he guardado una bala. Amigos y amigas, justo cuando todos os comenzáis a plantear la retirada, el repliegue, comenzar a cuidar una cosa o la otra, justo cuando estamos repasando en el grupo de wasap las cosas que tenemos y que no teníamos, las presbicias, las cosas del pipi, movidas con las tensiones, esa espalda que parece que, qué has dicho que no te oigo bien, todos los dientes renqueando, las rodillas con aquello, el pelo y el poco pelo y la frente ancha y la mirada limpia y la mañana radiante. Justo cuando todo eso comienza a llegar, justo cuando todo eso nos obliga a reconsiderar objetivos y acciones, estrategias y posibilidades, los putos retos y toda esa mierda, justo cuando empezamos con todo lo que nos dice que todo esto se termina, entonces llego yo y hago lo siguiente: me voy a convertir en padre. Ahora que es el momento de recoger los frutos de una vida, cuando hay que gozar del esfuerzo de años y, todavía con cierta plenitud apurar esos fines de semana de vermut / escapadita, justo en ese momento en el que la rutina y la camiseta de ACDC nos acecha, es cuando la vida me ofrece una nueva pelota de partido. Es lo que se llama en el argot de no se qué grupo humano, pero es el argot que utilizo y que yo me entiendo, es lo que se llama digo jugar al espacio. Así, despistando la movida, moviendo los cubiletes y escondiendo la bolita, ahora que os vais, justo cuando se encienden las luces de la discoteca y nos dicen que nos tenemos que ir, justo en ese momento llego yo y me convierto en un nuevo querubín, en alguien con un propósito, justo cuando la vida apesta a fracaso, llego yo y me presento a una convocatoria que todos creían caducada. 50 años, el padre más viejo de todos. 50 años, el señor mayor que está sentado allí esperando a qué. 50 años, el señor anciano que está viendo como su hijo se descalabra en el parque y no puede reaccionar. 50 años, el señor mayor que se quedará dormido mientras su hijo hace yoquesé. 50 años y todo por descubrir. ¿No es maravilloso? ¿No os he dicho que las bromas me las hago yo? La movida va por un lado y yo me desplazo en sentido contrario, como cuando jugaba al fútbol de pequeño y evitaba por todos los medios posibles estar en el meollo, siempre fuera, solo, pidiéndola. Ahí sigo, 50 años después. Un señor mayor mirando a la vida con los mismos ojos con los que me hicieron la foto aquella en El Botijo en el bautizo de la Vanessa y monté un pollastre de mil demonios. Esa foto no ha salido, pero es la foto. Con la misma actitud de poca voluntad y menos entusiasmo. Ahí voy. Cuidado.
viernes, 23 de mayo de 2025
Omar and Cedric: If this ever gets weird
Yo no he escuchado en mi vida The Mars Volta, hulio. Ni siquiera a At The Drive In. Ni mucho menos otros proyectos como De Facto. Pero mi natural curioso y aventurero me ha empujado a ver este documental sobre una pareja creativa que se lanza a contar su historia sin demasiados tapujos y cual ha sido su proceso desde que eran unos jóvenes punkarrillas hasta ser algo así como una referencia musical que yo no controlo. Porque no lo controlo y porque además, todo sea dicho, en este documental sobre unos músicos, lo que es profundizar mucho en la música, no me parece que se profundice. Creo que se dan muchas cosas por sabidas de lo que es y de lo que son estos grupos, estas bandas, estas dos cabezas, en cuanto a qué música hace At The Drive In y qué música hace The Mars Volta y, para el neófito como es mi caso, todo queda en conciertos donde Omar se mueve espasmódicamente o tiene malos rollos con el público y movidas o bien las contorsiones de un Cedric que va cambiando de banda pero no parece que cambie de registro. Salvo en algunas imágenes de conciertos del final de la andadura de esta banda, no final, sino de los tiempos recientes, en los que las canciones parecen canciones y de algo que a veces parece ininteligible pasamos a canciones que se cantan, todo lo demás parece una masa informe de sonidos, gritos, ruido, saltos, espasmos en el suelo, cortes, cortes, cortes. Basado en las grabaciones que durante toda su vida ha ido haciendo Omar, el documental es un poco como la propia música que uno aventura a adivinar que hacen estas dos o tres bandas o cuatro de las que se habla. No parece haber una continuidad pero hay una idea. Al final, si de lo que se trataba es de que los dos cabezas se expliquen y se afirmen como motores creativos con unas vidas complejas que les han marcado en sus carreras musicales, el objetivo está cumplido. Si de lo que se trataba es de que eltoni diga 'voy a ponerme el primer disco de The Mars Volta', pues fail.
lunes, 19 de mayo de 2025
Elecciones en Portugal. Desde el desconocimiento.
Hacer un análisis sobre las recientísimas elecciones en Portugal requiere unos conocimientos y unas virtudes que no poseo. Ya está dicho. Hablaré, eso sí, desde el desconocimiento. El desconocimiento me hace creer que, por ejemplo, cuando visitamos Portugal en verano la vemos forrada de carteles de la Festa do Avante. La fiesta del Partido Comunista de Portugal, digamos eje vertebrador de la CDU. Podríamos pensar, viendo todos los carteles que anuncian esta fiesta en septiembre, que medio Portugal debe ser comunista. Y sin embargo, en las elecciones del pasado domingo vemos cómo la CDU ha sacado un 2,5% de los votos. Desconozco el motivo. Desconozco también porqué hay tres candidaturas que comparten un espacio a la izquierda del Partido Socialista. Reconozco a la perfección las diferencias supongo que absolutamente absolutas, diametrales, totales, entre la candidatura de Livre (ecologista de izquierdas), CDU (Comunistas y ecologistas) y Bloco (izquierda pongamos anticapitalista). Entre las tres no suman un 10%, cada una de ellas ha tenido un 2,7, un 2,5 y un 1,65% de los votos. Que´10... ni un 7,5% de los votos. Voy a ser sincero, desconozco el motivo por el cual la gente no vota en mayor número a alguna de esas tres candidaturas. No lo sé. Porque se supone que cada segmento está representado, cada espacio tiene su lugar, cada referencia su motivo. Y no sé porqué les va mal. Supongo que si todos fueran juntos habría gente decepcionada porque su sentir se viera diluido y sería peor. Peor aún. Sea como sea, el Partido socialista ha cosechado su peor resultado electoral. Desconozco si ha sido el peor en años, peor en últimos tiempos, o peor de toda la vida. El caso es que la izquierda en Portugal se convierte desde este domingo en algo que ya no está. Yo ya no me atrevo a pedir ni reclamar ni a nada, porque no sé, no tengo los resortes necesarios. Así que bueno, que tengáis un buen día.
miércoles, 14 de mayo de 2025
Todos somos Pepe Mújica
En la muerte de Pepe Mújica se pueden decir muchas cosas y muchas de esas cosas ya se han dicho, se han dicho tantas cosas y todas tan bellas que yo no me siento capaz de empatar de ninguna manera todo ese caudal de emoción tan sentida que, personas que serían capaces de sacarte los ojos con una cucharilla de café, personas que siguen exactamente el credo contrario del que propugnó el Pepe Mújica (si es que el uruguayo hizo doctrina de algo que no fuera un poco de sentido común) le agradecen el ejemplo y se emplazan a seguir su camino, en definitiva, todos somos Pepe Mújica y da igual como seamos. El riesgo de convertir a Pepe Mújica en referente de taza de café, de 'las mejores frases de Pepe Mújica', ya hace tiempo que no es riesgo, que es una realidad. Durante años nos hemos ido compartiendo vídeos de Mújica en los que el viejo expresidente hablaba de la vida y de muchas más cosas con aquella misma devoción con los que los espiritualistas new age se comparten mantras, música para relajarse, el ruido del chorrito del agua cayendo. Hoy mismo, en el día después de su deceso, la Televisió catalana ha dedicado unos segundos a frases célebres. Frases que naturalmente eran blancas, inocuas, de contenido casi de autoayuda, sin colmillo. Frases obtenidas en alguna de las muchas entrevistas que dio el expresidente en su pequeño ranchito uruguayo, a periodistas que iban en peregrinación a escuchar y sobre todo ser vistos escuchando. Estar con Mújica era ya ser un poco Mújica. Hoy recordamos al ex guerrillero que hizo un cambio y evolucionó hasta ser el impulsor de un artefacto político por el cual se encontraban respuesta a las diferencias interminables entre familias políticas de asesinas querellas internas y consiguió lo impensable, que era alcanzar la presidencia de Uruguay imponiéndose a los blancos y colorados. Un ejemplo que de diversas maneras se siguieron en otros países con otros personajes con otros acentos, pero Pepe Mújica abrió un camino. Y lo hizo sin ser ese líder de liderazgo carismático y brillante e impetuoso y arrollador e incontestable, sino con una suerte de venerable sencillez que le daba la vuelta al líder izquierdista que aquí lo que hace falta es lucha y camisetas guapas y revolucionarios y vamos a ir y vais. Pepe Mújica ya había ido y había estado en la cárcel muchos años. Estar en la cárcel de estar en la cárcel, en una dictadura. Si no han visto La noche de 12 años, véanla, con Antonio de la Torre haciendo de Pepe y comprenderán qué significa. Y qué significa el cambio, qué significa entender a la gente, comprender cómo es la gente, tu gente, su vida, las cosas. No es fácil. No es nada sencillo bajarte de la nube. Dos cosas llevamos ya que son importantes, construir el instrumento para llegar al poder porque somos más si nos organizamos bien y entender un poco a la gente, no imponerle nuestros rollos, qué difícil. Así, una izquierda que quería dejar atrás la camiseta del Ché, el modelo cubano sin renunciar a Cuba, el insurreccionalismo, la inmediatez, la calenturez y todo eso, halló en ese Uruguay lejano, un modelo. Tan fuerte fue el impacto que de repente se convirtió en anatema, unánime, hablar mal del Pepe Mújica. Que no hay ningún motivo para hacerlo. Pero todos somos Pepe Mújica habría que darle una vuelta porque no todos somos Pepe Mújica y no todos lo estamos demostrando. Me vengo a referir.
martes, 13 de mayo de 2025
El Eternauta - Bruno Stagnaro
Últimamente me he aficionado a los reels de instagram en el que aparecen cortes de programas de fútbol argentinos en los que leyendas de los años setenta, ochenta y noventa, explican anécdotas más o menos graciosas sobre sus carreras. El protagonista casi absoluto es Ruggieri, que fue central del Madrid y campeón del Mundo en el 86, pero también aparecen Basile, Caniggia, Valdanito Crespo, grabaciones de Bilardo, etc. Se escuchan y se mueren de risa a veces con situaciones grotescas, otras que son simplemente lances del juego, es hipnótico. Esas mismas anécdotas, en una conversación entre futbolistas o entrenadores españoles, no tiene ni la mitad de gracia. Viendo esta serie, esta primera temporada de El Eternauta, uno tiene la sensación de que los argentinos, o al menos una parte de los argentinos, necesitan urgentemente recuperar el orgullo de ser argentinos. La llegada al poder de alguien tan grotesco como Milei y la aplicación de unas políticas salvajes debe ser un golpe duro para toda una generación de argentinos que creían que, aunque sus gobiernos fueran más o menos, habían superado el esperpento y el saqueo constante, que habían conseguido una democracia con avances progresistas. Esta serie creo que es una respuesta a ese golpe, a base de una producción de una gran calidad y con un mensaje que se remacha mucho, eso de que 'la solución a los problemas es colectiva'. El Eternauta se basa en un cómic de finales de los años cincuenta que tuvo diversas secuelas. Se da la circunstancia de que el guionista Héctor Germán Oesterheld fue una víctima de la dictadura argentina instaurada en 1976, la del general Videla. Víctima significa que se lo pelaron, que desapareció. Un detalle a tener muy en cuenta en tiempos en que el nuevo gobierno argentino 'discute' lo que parecía ya superado y aceptado respecto a la dictadura. Así pues, nos encontramos con una adaptación de un cómic a los tiempos actuales y la verdad es que la serie te atrapa desde el principio, bien sea por el factor hipnótico de lo argentino, por la presencia de un Ricardo Darín que aunque salga haciendo anuncios sin hablar está bien y es interesante y no sé qué tiene que yo que sé, y porque la historia tiene muchas aristas y muchos ángulos. Ángulos en los que queremos ver la crítica a las dictaduras aunque en esta primera temporada la referencia no es demasiado explícita, al valor que tiene la colaboración entre todos y todas para salir de situaciones difíciles, las secuelas de las guerras, las consecuencias de la alienación, entre otras que uno ha intentado entender. Insistiré en que la serie está muy bien hecha, la serie, la producción, es absolutamente competente y en ningún momento el pensamiento 'esto va a ser una cutrada' se acerca a nuestra pervertida mente por lo que todo lo que no sea anglosajón es peor. Pues no, esta serie, orgullosamente argentina, en la que el argentinismo es el plasma en el que se mueve todo, desde los juegos de cartas, a la música que suena siempre rock nacional, a las comidas, a los giros idiomáticos para nada suavizados, y cada vez más explícitamente orgullosamente argentina a medida que avanza la misma serie, demuestra que con medios y talento, las cosas se pueden hacer estupendamente. A la espera de una segunda temporada en la que se aclaren los misterios que nos llevan a presenciar lo que parece un desastre ecológico y luego resulta ser otra cosa, lo que nos queda claro es que en este caso es evidente que el medio es el mensaje.
lunes, 12 de mayo de 2025
El Caso Waldheim - Ruth Beckermann
Tenía este documental guardado para ver y finalmente, eso. ¿Os acordáis de Kurt Waldheim? Hace años, algunos años, todos teníamos en la cabeza a Kurt Waldheim. Iba a presentarse a la presidencia de Austria y resulta ser que le sacaron fotos con el uniforme nazi y se montó una buena. ¿Cómo fue de buena la que se montó? Seguramente no te acordarás de cómo acabó, pero en el documental nos cuentan cómo este buen señor, que había llegado a ser nada más y nada menos que secretario general de las Naciones Unidas y una suerte de ejemplo de paz y concordia de los pueblos, superó la polémica por su pasado nazi y fue presidente de Austria durante un mandato y chimpum. Es decir, se montó una buena, pero no suficientemente buena como para que el pueblo austriaco considerara que haber sido un nazi fuera motivo suficiente como para que no pudiera ser su presidente. Porque a ver, quién no... El documental está contado desde la perspectiva, sobre todo, de quienes en aquel tiempo protagonizaron la campaña que pretendía, desde Austria, pero también desde los Estados Unidos y principalmente desde el Congreso Mundial Judío, llamar la atención sobre el pasado nazi, sobre su participación en las deportaciones de judíos, sobre cómo revisamos nuestra memoria y sobre qué queda en nosotros de ese pasado. Viendo el documental nos preguntamos o mejor dicho, encontramos respuesta a algunas preguntas que nos hacemos ahora sobre el ascenso de la extrema derecha. Viendo el documental nos preguntamos, ahora sí, si lo que estamos viviendo es un ascenso o es una visibilización e algo que había estado oculto. Porque lo que vemos es cómo ese pasado oculto, ese pasado ignominioso, cruel, bestial, brutal, fue ocultado pero no olvidado, fue justificado y utilizado pero no se pagaron ni se pasaron todas las cuentas, no se desnazificó, no se desfasticizó, sino que se reconvirtió todo aquello en otra cosa que, llegado el caso, rascando un poco, sale de nuevo a la superficie. Las justificaciones de Waldheim, pero sobre todo los argumentos de sus partidarios dentro del Partido Popular austriaco, la gente de la calle, son espeluznantes. Porque todo eso que ahí nos parece bárbaro, en realidad hoy en día estamos viendo que es 'mainstream', que hay partidos que incluso en Alemania discuten que ese pasado 'democrático' con el que se enterraron otros pasados menos nobles, sea ya el pasado que hay que reivindicar o del que pedir perdón. Uno sigue el documental desde la desmemoria del que no recuerda qué pasó finalmente, y cree recordar que Waldheim finalmente no llegó a presidente, pero no es así. Fue presidente. Eso pasó a mediados de los ochenta, cuando eso de la extrema derecha era solo una cosa grupuscular. Y entonces ya pasó esto. Estaban ahí ya. Dentro. Ahora ya no tienen necesidad de camuflar o de ocultar. Llama la atención que uno de los argumentos que se utilizan para encontrar explicación por la campaña contra Waldheim fuera que, como secretario general de las Naciones Unidas, dio voz a los palestinos y que durante su mandato se aprobaran resoluciones condenando el sionismo. El famoso discurso de Arafat del fusil y la rama de olivo. Y que esa campaña fue una venganza conta Waldheim por parte del Congreso Mundial Judío. Escuchen las opiniones luego en las calles de Viena contra los judíos y luego armen ese discurso otra vez. No se habían ido nunca.
viernes, 9 de mayo de 2025
Crónica del #PleGramenet de abril. Basura.
lunes, 5 de mayo de 2025
Los últimos días de Quisling - Erik Poppe
Esta serie me vino recomendada y con la idea de que fuera corta y con el señuelo de un personaje polémico y del que sabes pero no sabes, me lancé. Cinco episodios, a ver. Una serie noruega sobre un político que debe remover muchísimas cosas en ese país, Vidkun Quisling, personaje que se convirtió en presidente de su país al aceptar la invasión nazi y que aplicó el mismo, con alegría y entusiasmo, las políticas que desde Alemania le dictaban y que a él no hacía falta que se las dictara nadie porque ya venía siendo un fascista desde bastante antes. Lo que cuenta la serie son sus últimos días, una vez que acaba la guerra, los alemanes se rinden y se van, Quisling es detenido por los nuevos gobernantes noruegos y será juzgado y condenado a muerte. De hecho, 'Quisling' será y es sinónimo de traidor. El relato se basa en los diarios de Peder Olsen, un pastor protestante y su mujer, Heidi. Peder Olsen será el encargado de ocuparse de la asistencia espiritual de Quisling. ¿Qué tal está la serie? Pues a mí me ha dejado un regustillo un tanto extraño. El propósito de Olsen era que Quisling pidiera perdón por sus errores. Sus errores eran crímenes políticos que el tal Quisling cometía a sabiendas, convencido, porque su pensamiento era ese. Un pensamiento basado en proteger Noruega de los bolcheviques, a cualquier precio. Un pensamiento basado en que él encarnaba al hombre fuerte, capaz de liderar su país aunque su país no le quisiera seguir. A su lado, su compañera Maria, enfebrecida seguidora del personaje, una ucraniana que cree en él y alienta sus delirios aunque reciba a cambio únicamente palabras escritas y ni un sentimiento de viva voz. Quisling es incapaz de decirle que la quiere incluso en el último momento, pocas horas antes de ser fusilado. A ella le acaba dando igual. Lo que me molesta de la serie es que hay muchos momentos en los que se sentimentaliza la figura de Quisling. No se habla de manera clara, precisa, explícita de qué hizo, qué promovió, qué fue tan grave como para que lo fusilaran. Solo parece un hombre de carácter duro, intransigente, mesiánico, que no reconoce sus errores, al que se le deja dar discursos políticos que para el espectador contemporáneo no suenan ni mucho menos a pasados de moda. Ahí veo el peligro de la serie y ahí veo que hay algo que no está bien. En estos días no podemos dejar un resquicio a la sentimentalización del nazismo. Si se cometen crímenes no deben darse por sabidos, deben relatarse. Únicamente en el tema del exterminio judío se toca el tema, pero sin aportar cifras, sin aclarar qué pasó realmente. Pinceladas. Es como si se diera por descontado que el espectador noruego ya se lo sabe y que hablamos de otra cosa, hablamos de un hombre incapaz de pedir perdón. Porque pensaba hasta el final que tenía razón. Y pienso que no se trata de hacer un retrato de Don erre que erre y del sufrimiento del pobre pastor que no consigue dar con la tecla. Ya no es tiempo de estar a eso. No sé qué nos han querido contar estos noruegos con esta serie, pero es una bala perdida. A no ser que el final, con la mujer en 1959 con sus cenizas, diciendo que no dejaremos de hablar de Quisling, sean premonitorias. A no ser que nos estén queriendo anunciar algo. Vuelve Quisling.