lunes, 30 de julio de 2012

Grandes Semblanzas I - Augustus Andreas Pedersen, botánico

El fabuloso botánico danés Augustus Andreas Pedersen tuvo la epifanía un caluroso día de julio de 1786 mientras realizaba un viaje por la Guayana holandesa. Se había adentrado junto con un grupo de cinco acompañantes europeos y doce esclavos, por entre las malezas que rodeaban la hacienda de uno de sus patrocinadores, el doctor Ernestus Van Plaaajiens y, aunque sólo se encontraban a unos dos kilómetros de distancia de la 'civilización', el doctor Pedersen se encontraba al límite de sus fuerzas.
El doctor Pedersen contaba por entonces con unos 65 años, y había pasado casi toda su vida entre los libros y legajos de la Universidad de Copenhague, así como paseando por los jardines botánicos más relumbrosos de toda Europa. Se le consideraba una gran eminencia en el campo de la ordenación de las especies, de la enumeración y recopilación de datos sobre las mismas, pero siempre se le achacó que renqueaba en el trabajo de campo. Jamás había pisado una región ultramarina, jamás se había embarcado hacia ninguna parte que no fuera un cómodo rincón europeo y su espíritu erudito adolecía de la pasión por la aventura que caracterizaba a algunos de sus colegas, capaces de ir donde hiciera falta para ver con sus propios ojos la maravilla de la Creación.
El doctor Pedersen provenía de una rica familia de comerciantes de licor, que se había hecho relativamente rica distribuyendo todo tipo de mejunjes adulterados que embarcaban luego hacia Holanda, Francia y Gran Bretaña y que servían de acompañamiento a las largas travesías de los marineros de la peor especie. Pues se habían hecho un capital, por lo que los Pedersen pudieron costearse que uno de sus hijos pudiera dedicarse a eso tan poco estimulante en lo lucrativo que era la Botánica. De los cinco hijos que tuvieron, el menor, Augustus, pasaba los días estudiando, entre libros, papeles, atento a las lecciones de profesores, instructores, sabios pagados por su padre, mientras sus hermanos ya hacían cuentas, sumas, restas, aprendían sobre derecho mercantil, estudiaban los mercados, etc.
Augustus progresó en sus estudios y se convirtió en una gran eminencia, como decimos, mas jamás había salido de Dinamarca toda vez llegada la cuarentena. Después, salidas a Brandemburgo, un par de visitas a Malmö, una estancia de dos meses en Amsterdam y un proyectado y fracasado viaje a Santiago de Compostela. Ese era el mundo que había visto Augustus Andreas Pedersen.
Llegada la vejez y con la vida expirando, se hizo la gran pregunta ¿por qué no había viajado nunca? ¿por qué jamás había pisado esos vergeles donde la naturaleza, la pasión de su vida, crecía y se desarrollaba? ¿por qué siempre había evitado ver con sus ojos lo que otros dibujaban in situ? ¿por qué en definitiva, su vida se había ido sin ver lo que más amaba?
En las estribaciones de la selva de la Guayana holandesa, con la mansión del doctor Van Plaaajiens a la vista todavía, y quitándose un mosquito de la boca, tuvo la respuesta.
Nacido en 1721, el doctor Pedersen moriría en su ciudad natal, Copenhague a la edad de 74 años. Su obra cumbre fue la más alejada de su pasión primera, la botánica, y se llamó 'La estantería perfecta. Ordenación del espacio y otras pérdidas de tiempo'.

1 comentario:

  1. Un libro que usted nunca escribiría, por cierto. Y yo tampoco, qué diantres.

    Vaya por dios, qué mal sabor dejan las historias que terminan en funeral, monsieur.

    Feliz comienzo de semana

    Bisous

    ResponderEliminar