miércoles, 26 de febrero de 2014

Villastanza de Llorera XXV

Vamos, vamos, que a poco que nos pongamos igual acabamos con esto pronto. Más sobre 'Espantosas escenas en la vida de Quirino Barrantes' de Benito Perojo Ostiz. La cosa se pone que no veamos cómo se pone.
'El cuerpo de Jonás se había separado de su cabeza, debido a que Quirino Barrantes había arrancado la misma sin compasión del tronco. Es decir, había cogido la cabeza del señor Jonás y la había arrancado sin más. Estirando hacia fuera. Estirando. Estirando. Había conseguido sacarla del tronco. El señor Jonás no había opuesto resistencia. Simplemente dijo 'es el escudo, qué fallo, es el escudo', y se dejó hacer. Quirino Barrantes había sentido cómo al formarse la Aurora Boreal justo detrás de la cabeza del señor Jonás, la voz que le acompañaba y que no le dejaba vivir le había gritado 'lo ves, lo ves, es ahora cuando las cosas están siendo de verdad extrañas y sólo tú puedes hacer que terminen... coge su cabeza y arráncasela, cógela y arráncasela, es fácil, sólo tienes que estirar y estirar. Es lo que tienes que hacer. Este viejo es raro, si este viejo que es tan raro y que parece saber tanto y que parece ser tan extraño y que parece que tiene en sí mismo la clave para que con su desaparición todo vuelva a ser normal y estés tranquilo y te puedas preparar algo de comer porque ya empiezas a tener hambre, si este viejo desaparece, si le arrancas la cabeza a este viejo, es posible que todo funcione con normalidad. No escuches lo que he dicho, no pienses que es posible, seguro que es real, si le arrancas la cabeza las cosas volverán a ser normales. No volverán a ser normales, serán normales como lo son siempre, pero es culpa de este viejo que no lo sean. Arráncasela, arráncale la cabeza, tú solo, sin armas ni nada, que sepa que puedes arrancarle la cabeza con tus propias manos. Vamos, empuja, empuja, empuja, mira cómo va saliendo...'.
Cuando quiso darse cuenta, Quirino Barrantes ya había arrancado la cabeza y estaba en la cocina buscando un cuchillo para cortar un poco de pan y queso que había sacado de la nevera. El cuerpo de Jonás estaba en el suelo y la cabeza estaba encima del sofá. La nevera era la de su prima Poli. Claro, ahora que ya no estaba el señor Jonás con vida, la casa había recuperado la forma y complementos de la casa de Poli. Claro. Era evidente que eso tenía que pasar así.
La prima Poli entró en casa y lloró en cuanto dejó las llaves en la mesita. Empezó a llorar porque ya sabía que Quirino había matado a Jonás. Lo había notado. Se acercó al cuerpo de Jonás y también a la cabeza de Jonás. Todo se había destruido. Había muerto su enemigo y su amado. Habían matado a su criatura y a su perdición. Jonás era su invento. Su creación. Jonás había sido su nieto angelical. Jonás había sido también su amigo. Su primer novio. Su creación. Jonás podía hacerse viejo o ser un niño según su criterio. Pero había tomado vida propia. Si como niño era dulce y cariñoso, como adulto era un picaflor extravagante y como viejo, un elemento peligroso, descuidado, terrible, que sabía muchas cosas y desconocía su propia naturaleza.
Algo había contado, algo había contado que había trastornado a Quirino Barrantes. 'Quirino, primo, ven un momento, que me parece que has matado a Jonás'.

2 comentarios:

  1. Madre mía, monsieur. Esto lo coge Tarantino y ni le cuento. La que está armando usted!

    Feliz día

    Bisous

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