Me lo dijeron cuando llegué. 'No tienes que salirte de Galveston'. No entendí a qué se referían y yo fui haciendo sin tener en cuenta que Galveston no era sólo lo que se ve en el mapa, Galveston era un estado mental. 'No puedes salirte de Galveston'. En aquel lugar Galveston era algo así como una referencia que los doctores habían impuesto para referirse a los límites del conocimiento. O algo así. Nunca lo entendí. Por eso me dijeron que me había salido de Galveston.
Un día, sin proponérmelo directamente, quise ir de una punta a otra de Galveston. No me lo propuse directamente porque no me levanté por la mañana con un plan establecido, no quise ir de una punta a otra de Galveston por algo en concreto. O sí. Ya no me acuerdo. El caso es que no llegué a la otra punta de Galveston y la tenía muy a la vista.
Hay partes de Galveston que he visitado en compañía de amigos y otras a las que únicamente me aventuro solo. Cuando voy sólo por esos lugares, me acuerdo de lo que me dijeron una vez mis padres. 'No puedes salir nunca de Galveston'. Yo pienso que lo que me decían no tiene sentido, porque yo he salido de Galveston muchas veces. He viajado por todo el mundo, he visitado lugares realmente exóticos, otros que se parecen mucho a Galveston. De hecho, ya hace años que no vivo en Galveston. No sé a qué se referían mis padres, realmente.
Hubo una vez un duelo en Galveston. Dos pistoleros se citaron en la ciudad de Galveston para poner fin a sus continuas disputas. No ha quedado constancia escrita de los nombres de ambos pistoleros, pero en la ciudad se cuenta el combate como un hecho legendario. Es curioso que no haya quedado registrado en ningún sitio el nombre de aquellos pistoleros. Cómo puede ser que en el lugar en el que todo queda escrito y registrado, en el país que ha hecho de la leyenda escrita y visual una forma de imponerse en el mundo, se les haya podido pasar esto. Los más antiguos habitantes de Galveston dicen que el combate fue épico, que duró varias horas y que emplearon diversas armas para dirimir sus cuitas. Y sin embargo, nadie sabe decir quién ganó o quién murió... nada.
Galveston es muy estrecho. Me he salido de Galveston muchas veces. Sin pretenderlo. He ido caminando distraído y en más de una ocasión, un habitante de un lugar desconocido para mí, me ha llamado la atención para advertirme que vigile mis pasos. Que ya no estoy en Galveston. Desconozco cuál es el motivo por el cual esa gente sabe que yo soy de Galveston.
Aquella pareja que vino a cantar al Teatro de Galveston, comenzó su repertorio con una canción dedicada precisamente a Galveston, pero que en su letra nombraba a otra ciudad. Siguieron cantando y la actuación fue muy entretenida, pero al final del concierto fui a ellos para preguntar porqué habían cantado una canción dedicada a Galveston sin nombrar Galveston. Me recibieron en el camerino y me dijeron que lo que contaban sobre aquella ciudad bien pudiera valer también para Galveston. Me convencieron.
Los habitantes de Galveston rara vez se aventuran a caminar hasta los confines de Galveston. Son pocos los valientes que se atreven a confrontarse con lo estrecho de su territorio, yendo más allá. Yo, alguna vez, he caminado hasta llegar un poco más lejos. Pero es que yo no soy de Galveston.
O sea, que salirse de Galveston es algo así como salirse de madre, ¿no, monsieur? Pero no creo que importe mucho, porque todos los caminos llevan a Galveston.
ResponderEliminarFeliz tarde
Bisous
Pues no sé qué le diga... Si viene una ola grande, igual hay que salir de Galveston lo antes posible...
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