Incontinencia, pocas ganas de hacer lo que realmente tengo que hacer, llámenlo como quieran. Pere Riera es el director de esta obra teatral que emitieron ayer por la tele. Una obra que en su momento tuvo mucho tirón mediático por aquí y que, adivinen, no fui a ver. La oferta televisiva ayer la hacía competir con Underground de Kusturica, El Método Gronholm... pero no sé porqué me enganché a ver esta obra. Y eso que no tenía yo muchas ganas de teatro y menos de teatro con Guerra Civil de por medio. Normalmente el tema Guerra Civil me pone de mal humor, así que prefiero ahorrármelo. Pero amigo, sale Emma Vilarasau y contra eso no se puede luchar.
La obra va de lo siguiente. En la Barcelona de la Guerra Civil, bajo los bombardeos alemanes e italianos que ayudan a Franco a machacar a la población civil para mermar la moral y sobre todo, hacer carnicerías sin cuento y sin responsabilidad jamás nunca, una familia intenta sobrevivir. Una familia digamos bien. Nos enteramos que al pater familias lo han matado al inicio de la guerra al quemar la fábrica que dirigía, todo y que era una persona progresista y tal. Así que los designios de la casa los rige Núria, inconmensurable Miriam Iscla, actriz a la que conocemos de series como Jet Lag, por ejemplo. Pedazo de actriz. Ella, como decimos, es una mujer dura, poco dada a las alegrías y que intenta que su hijo adolescente, su hija, su suegro y lo que venga no se desmanden demasiado. No se hacen demasiadas preguntas ideológicas. En la casa vive también un pintor, que no sé porqué vive allí, la verdad, debe estar realquilado o algo, que sí que es republicano y tiene ideales y tal. El resto de la familia, pues sí, los franquistas son unos cabrones, pero los otros también han hecho mucho daño. Hay un personaje que lo tiene más claro, el novio de la hija, Simó, interpretado por Joan Carreras, que tiene un hermano que va a perder una pierna por los bombardeos y se muestra ya cansado de guerra y pensando que los republicanos son unos inútiles y han provocado todo este ruido y que la guerra tiene que acabarse ya y que ganen los otros y se acabe esto de una vez. Todo este follón.
En estas llega Elena, personaje de Emma Vilarasau, que fue muy amiga de Núria hace un tiempo pero que se las tiran a matar. Elena quiere ser cariñosa con Núria, pero esta no se deja. A Elena la quiere todo el mundo, porque se hace querer. Es actriz, viene de triunfar en Francia, y canta y baila y tiene a la familia contenta. Anima a la hija de Núria a que toque el piano y cante. Anima al hijo a que escriba. Anima a la gente a que haga cosas. No es fácil encontrar a gente así. Durante toda la obra hace esfuerzos para animar el cotarro y, al mismo tiempo, para convencer a Núria de que deben irse de la ciudad, que así no se puede vivir, bajo los bombardeos, con la escasez del racionamiento, con el miedo en el cuerpo. Pero Núria no quiere irse.
La obra está muy bien. Porque las dos actrices principales, junto con Nati, interpretada por Pepa López, lo bordan. El resto de actores y actrices muy bien también. Joan Carreras no sé cómo lo hace que tiene la virtud de caerme mal en todos los papeles que interpreta sea donde sea. Es una cosa a tener en cuenta. Como decimos la obra avanza y los bombardeos se suceden. El suegro, el Senyor Vila, tiene un amago de infarto, el hijo se quiere alistar, la hija tiene movidas con el novio que está cada vez más desequilibrado. Al final el hermano de éste se suicida y lo acaba de chalar del todo. Cuidado.
Elena y Núria siguen con el tira y afloja. No sabemos qué pasa entre ellas, qué tienen, porqué se fue una, porqué le tiene tanta tirria la otra. Más o menos vamos desentrañando las cosas, pero no queda claro. Se quieren, se nota, se tienen aprecio, pero la una no puede entender que la otra no haga lo que debe hacer. Una, haberse quedado en Barcelona con ella, la otra, que no se vaya con ella.
El bombardeo final. Ambas bailan un tango y se nota que se quieren mucho pero que una no puede convencer a la otra de nada. El chalado del yerno se zumba del todo, como decimos y en un arrebato aplasta los dedos de la novia mientras toca el piano, agrede al hijo, quiere mandarlos a todos a la mierda y que ganen ya los franquistas y que... antes, mucho antes, Elena da una clave. Ella había sido republicana, lo sigue siendo, muy activa y luego se tuvo que ir. Dice la frase 'riure és una altra forma d'ensenyar les dents'. Reír es otra forma de enseñar los dientes. Lo dice porque no sólo se combate con las armas y dando mítines, si no también con la risa y haciendo feliz a la gente. No es mala. De hecho es la mejor. Es la idea. No es otra cosa.
Al chalado no le sirve, como digo, la arma de tal manera que se vuelven todos tarumba, justo en un momento en el que estaban todos felices intentando pasarlo bien. Bombardeo de nuevo. Recio. Elena hace la última advertencia, vámonos, vámonos todos. Sí, no, no nos vamos, yo me quedo, yo no me puedo ir, vente conmigo, etc.
Elena se confiesa. Mi casa eres tú.
Y las dos esperan abrazadas la llegada de la última bomba.
Qué final más bonito.
Merece la pena quedarse tres horas viendo la tele. Merece la pena aplicarse el cuento.
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