Lo que se ve en la foto es un Juanfelipe. Un Juanfelipe es un postre del pueblo de mis padres. El pueblo de mis padres es Vilches. Vilches, Jaén. El Juanfelipe es un postre que, como se ve en la foto, tiene natillas, chocolate y galleta. Está peor. Fresquito es una barbaridad. Mis padres son de Jaén. Yo, cuando tengo que decir cuál es mi pueblo, mi pueblo es Vilches. Yo soy de Santa Coloma, claro. Soy de aquí. Claro. Pero cuando hablo de 'el pueblo', automáticamente me voy a Vilches. Es lo que hay. Hace ya un tiempo que no bajo a Vilches y no sé cuándo volveré a ir. A ver cómo cuento esto. Ayer mismo, saliendo de clase, vi a una chica de Santa Coloma. La ví el día anterior en el San Carlos Park, es una chica que no es de Santa Coloma, creo, que es de Cádiz, me parece, pero que ha sido camarera en bares del pueblo. Me hizo gracia verla por Barna. Una de Santa Coloma por Barna. No la saludé, porque no la conozco. Sólo de vista. Antes de entrar en el metro, ví a otra chica. Creo que es prima de alguien que conozco también de Santa Coloma. Estaba a punto de entrar en el metro y la vi. Tampoco le dije nada. Es eso que tenemos los de Santa Coloma, que vemos a alguien del pueblo (de este pueblo, digo) en cualquier parte y nos hace ilusión. Aunque no le hayamos saludado en la vida, incluso si nos cae como el ojete. Bueno. Somos así. Y a mí me pasa lo mismo con la gente de Jaén. Jaén provincia. Ojo. No hace mucho, en una cena, uno de los concurrentes, con el que no tenía nada en común, al que no conocía de nada, que no había visto jamás y que era un personaje más bien tangencial en la cena en cuestión, hablando y comentando, resultó ser oriundo de Puente Génave. O de Arroyo del Ojanco, no recuerdo. Ya no había nadie más en la cena. Ya me cambia el acento y ya no hago más que preguntar por y qué y cómo y sabes y mira y se dice y ya ves y no veas. Es lo que hay. Me tira la sangre. Empatizo con la gente por motivos tan peregrinos como 'es que es de Jaén'. Así soy yo.
El caso Fermín. Yo soy de Santa Coloma, pero no conozco a ese señor. Esta fue mi carta de presentación con Fermín. Con la escopeta al horno. Digo, al hombro. Un Fermín de Jaén. En Jaén yo no conozco a ningún Fermín, pero miento, porque creo que un taxista amigo de mi abuelo se llamaba Fermín. Lo tendría que contrastar. Fermín es de Lopera. Nunca he estado en Lopera. Sí que he estado en La Carolina, por ejemplo, de donde es el marido de Teresa Franco. Es que La Carolina está al lado de Vilches. De Jaén conozco lo que está al lado de Vilches, si no, mal. Casi no conozco La Carolina, de hecho. Lo dicho. No conozco a Fermín. Más que nada porque Lopera no está al lado de Vilches. Y sin embargo, me sorprende que alguien al que no conozco, me conozca a mí. O tenga interés por lo que digo o lo que hago. Claro, que a mí también me pasa, seguro, con gente con la que no tengo trato y... en fin. Fermín no es de Vilches, pero es de Jaén. A los de Jaén nos gusta discutir. No tengo ninguna estadística fiable, pero si quieren ustedes una charla que se prolongue durante miles de siglos sin que de ninguna manera se llegue a un acuerdo o a una entente o a un bueno pues lo dejamos así, pongan a uno de Jaén en la sala. Muchos dirán, pues si conocieras a los de... si casi no conozco a los de Jaén, menos aún a los de fuera. A Fermín le gusta discutir. Es lo poco que sé. Le gusta, digo, porque lo he visto y porque lo he leído. Es discutidor. Como yo. Ya no les digo como mi hermano. O la epítome de la controversia que es mi padre. Sueño con un encuentro en la cumbre entre Fermín y mi padre. Pero no sería peor que un encuentro entre Fermín y mi tito Basilio. O Fermín y Berna. O Fermín y mi tito Bibiano. O Fermín y la Manoli. O Fermín y la Marijose. Pero con mi padre sería el apocalipsis. Gente a la que le gusta llevar la contraria. No por nada, es porque es así.
Yo no conozco a Fermín Chueco. Fermín Lopera Jaén. Pero me permito el lujo de escribir sobre él. Para que se sienta aludido de verdad. Fermín nos da mucha caña. En sus artículos dedica buena parte de su espacio a ir a por nosotros. A señalar nuestras infinitas faltas. A considerar que hemos perdido el mojo. Y yo no me lo tomo a mal. Porque es de Jaén. Yo, que soy de segunda generación, tengo un tanto mustio lo de discutir. Ojo, no me hagan palmas, porque ya les digo que mi hermano es también segunda generación y no hay quien resuelle. Yo no conozco a Fermín Lopera. No me he tomado ni una cerveza con él. Ni hemos hablado más allá de tres palabras. Un viaje en el metro. A la salida de un concierto. Algún comentario en el Facebook. Y sin embargo, él habla de mí como 'mi amigo Antonio de EUiA', dejándome completamente anonadado. Y me hace gracia. Gente a la que no conozco y que se considera mi amiga. Si mis amigos, los que me conocen, me viesen ahora. Un tuso. Un hurón. Una persona corta que no habla con nadie. Y resulta que un torbellino como Fermín me dice 'mi amigo'. Este mundo se termina cualquier día y no le vamos a encontrar el qué.
Fermín está estos días, por lo que le puedo leer, algo así. Está sin estar en él. Cree que es Baal. O el otro Baal. Y no sabe que Baal, el Gran Baal, el Magnífico Baal, no puede ser nadie porque Baal no quiere que nadie pase por lo que él está pasando. Que ser Baal, el Gran Baal, no es tampoco una bicoca. Aunque sea Magnífico.
- Fermín ¿qué te pasa?
- Que me parece que soy Baal.
- Pero eso cómo va a ser, hombre...
- Que sí. Que lo he leído. Que igual no me he dado cuenta y soy yo. Ya es lo que me faltaba.
- Anda, siéntate y...
- No me puedo sentar. ¿Y la unidad?
- Déjalo ya, Fermín. Si fueras Baal de verdad, no te preocuparía la unidad.
- Pues también es verdad.
No conozco a Fermín. No me he tomado ni un botellín con él. Quizás no me lo tome nunca. Pero oye, para uno que te lee, pues mira.
Ostras, ¿qué vomitona es esa?
ResponderEliminarQué buena pinta tiene el juanfelipe!! yo me comía dos!!
ResponderEliminarYo en época universitaria conocí a un Fermín, pero de Jaén capital.
Antonio,ahora no te perdono si no me saludas.leerte me divierte. Chin pún
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