Creíamos que no encontraríamos ya nada más que textos que repetirían una y otra vez el mismo tema, cuando nos vino un muchacho con un libro a decirnos que si podríamos echarle un ojo. Y resultó que el libro era una colección relatos que él mismo, Ulfo Talvez, había escrito. Era muy joven. El libro, que estaba editado de una manera cuidada y con tanto gusto que no podíamos creer que lo hubiera hecho él mismo, encierra dentro una colección de estampas que demuestran que es posible cambiar de tema, que hay otros mundos y que nuevas voces vienen a decirnos que no todo es perder. Este relato, que hemos escogido por ser de los más breves, se llama 'La apasionante vida de Dieter Kammershauser'.
'Todos los días, a la hora en la que las mujeres comienzan a llenar el mercado con sus voces y conversaciones animadas, Dieter Kammershauser coloca su silla en la puerta del recinto y se sienta. Podría haberlo dicho de otra manera. Dieter Kammershauser coge su silla todos los días y se encamina hacia el mercado justo cuando las mujeres empiezan a llenarlo con sus voces y conversaciones animadas. Una vez allí, se sienta. O también de esta manera. Cuando las mujeres empiezan a llenar el mercado con sus voces y conversaciones animadas, y esto sucede todos los días, aparece Dieter Kammershauser con una silla para sentarse en la puerta. Se puede decir de muchas maneras. Pero pasa todos los días. Dieter Kammershauser ya es viejo. O podemos decir que Dieter Kammershauser es viejo. O que Dieter Kammershauser es un viejo. Sea como sea, podemos ir avanzando en el relato y en la explicación del porqué de esa vida apasionante de Kammershauser si todo lo que hace es sentarse en una silla cuando las mujeres van al mercado y lo llenan con sus voces y sus conversaciones animadas. Y es que Dieter Kammershauser sabe que sentándose en un rincón concreto de la puerta del mercado, si escucha, y esto es muy importante que se entienda a la primera, si escucha digo cómo las mujeres hablan y al hablar y comentar y reir y preguntar y responderse, si escucha en el transcurso de ese tiempo, digo, que se encadenan las palabras 'Tercero, Absoluto y Ensalada', se produce un fenómeno que nadie más que él percibe y es que de repente con la silla y todo sale volando y viaja en el tiempo y en el espacio. Y él no elige el sitio ni la época, él simplemente cae en un lugar y hoy ha peleado contra los japoneses en Okinawa y mañana lo hará contra los norteamericanos en Okinawa también. Y no hace mucho estuvo presente en la firma de un tratado de Comercio entre Chile y la República Federal Alemana y se puso muy contento porque reconoció a casi todos los miembros de la delegación alemana pero no les pudo saludar, no por nada, si no porque Dieter Kammershauser es muy tímido. Kammershauser hace una semana recibió un dardo envenenado de una amante despechada de un reyezuelo del Camerún y al principio se asustó porque pensaba que podría morir, pero algo le dijo que no iba a morir, porque debería volver a su tiempo y a su espacio, como siempre hacía. El viaje siempre dura unas cinco o seis horas, según lo que se tarde en producir la conjunción de las tres palabras y esto no siempre se da a la vez. Kammershauser ha marcado un gol de córner directo en el campo del Chacarita, pero no recuerda con qué equipo jugaba. Kammershauser ha inventado un artilugio que sirvió en la Corte del rey Khmer para medir los pasos que había entre una puerta y otra puerta. Esto era algo que ya venía pensando de otros viajes por una cosa que le pasó en las islas Feroe con un viking que se puso tonto con unas medidas que decía que no eran correctas y de ahí le quedó el runrún que acabó en el artilugio aquel que no sabe Kammershauser si se conserva o no. Hay muchas veces en las que Kammershauser no sabe dónde o en qué época está.
Pero a él le da igual. Él se lo pasa bien. Y cuando vuelve a su casa y se lo cuenta a su hermano, Arno, se lo pasa mejor. Como no se casó vive con su hermano y la mujer de éste, Julieta, que es italiana. Pero no me voy a enrollar ahora con esto, porque lo importante es lo otro. Y creo que lo he hecho mal, porque ya he creado una espectativa de algo, que no.'
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