Los trabajos de Regina Alemán en torno a las teorías del profesor Almayr son francamente interesantes y abren un camino que puede resultar alentador para muchos que hoy todavía se ven algo remisos a la hora de defender en público la mirada ovoide como fenómeno científicamente demostrable. Regina Alemán es actualmente profesora de la Universidad Komazek de Brünau donde dirige además el departamento de Sacrificios del que hablaremos en otro momento aunque aquí se de un leve apunte.
'Recuperando las enseñanzas del profesor Almayr, así como repasando todos los trabajos a los que he podido tener acceso a través de las publicaciones especializadas, llegué a la conclusión de que era muy difícil demostrar el fenómeno de la mirada ovoide simplemente a través del caso de una sola persona. Es decir, me parecía que querer hacer demostrable un fenómeno como este simplemente a través de una persona que hubiera experimentado en su cuerpo la capacidad de la que nos habla Almayr. Siendo un poco más directa, podría decir que se me ocurrió que si la mirada ovoide se basa en un fenómeno ocular, la persona en sí no debería ser importante ya que lo que cuentan son los ojos,
Así las cosas, hice un trabajo de campo junto con un reducido grupo de colaboradores de mi departamento de Sacrificios, que se especializaba en encontrar a personas con características especiales que de por sí les empujasen al sacrificio personal, siendo este aspecto lo suficientemente peculiar como para atraer a todo tipo de elementos de la sociedad que son extraños a su normal desarrollo y funcionamiento. Así, haciendo una selección y criba con el objeto de preparar un sacrificio dedicado a la próxima llegada del solsticio, vino a nuestro departamento una campesina de la campiña morava llamada Danka Palackova que decía, entre sollozos, haber provocado la muerte de su esposo Karl ya que durante el acto amoroso, le había mirado de manera tan intensa que le había vaciado la cabeza como si fuera un huevo. El hecho, investigado tras haber tomado testimonio, fue considerado verídico aunque en el pueblo se decía que el tal Karl puede que se hubiera vaciado la tapa de los sesos con un arma por otra serie de asuntos relacionados con deudas y demás que anotamos como circunstancia valorable. Sea como sea, hicimos pruebas con Danka. Y realmente aquellos ojos poseían las características plenas expuestas en las teorías de Almayr. En un primer día, hizo estallar una sandía en la que pegamos una foto de su Karl, simplemente mirando fijamente. Al día siguiente, una misma sandía situada en una habitación contigua estalló de la misma manera. Dos días más tarde, dos sandías con sendas fotos de Karl, situadas en un edificio colindante reventaron como...
Estaba claro que Danka Palackova poseía la mirada ovoide. Una vez que tuvo claro que esto era así, hicimos más pruebas de movimiento de objetos, de alteración de la conducta ajena mediante la mirada, etc. Ahora bien, toda vez que Palackova había llegado al departamento de Sacrificios para eso mismo, sacrificarse, le hicimos saber que existía la posibilidad de llegar a un punto intermedio. Le pedimos que nos cediera sus ojos para un experimento. Ella, ahora que sabía que poseía un poder, puso cierta oposición pero finalmente accedió a cambio de... en fin, cosas nuestras.
Necesitábamos una persona que se prestase al intercambio de ojos. No creí oportuna otra salida que ofrecerme yo misma como voluntaria y efectivamente hicimos los trámites, operaciones, etc., por el bien de la ciencia y la humanidad.
Pues bien, yo, Regina Alemán, profesora de la Universidad Komazek, puedo asegurar que el fenómeno de la mirada ovoide es real y cierto. Y que mi esposo Lars Larsson descansa en paz. Y que le devolví sus ojos a Danka Palackova, que, a juzgar por lo que nos cuentan sus correos electrónicos, lleva un reguero de cadáveres que gracias a que la mirada ovoide no se le encuentra explicación, no la llevan al cadalso o a lo que la lleven en las campiñas moravas'.
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