Hace muchos años, pero no tantos porque ya existía Internet, me dio por la música alemana, por el Krautrock. Me bajé todos los discos de Kraftwerk, incluídos los de los conos y el Ralf und Florian, así como los discos de Neu!. Estaba abducido por esos discos. Tanto que me apunté a hacer alemán en la Escuela Oficial de Idiomas de Santa Coloma. Como siempre que me apunto a uno de esos cursos, encuentro un curro que me obliga a no poder asistir a las clases y se fastidia el invento. Pasé primero pero en segundo fui aplastado. Eso no fue obstáculo para que con mayor conocimiento y medios técnicos (conexión a internet en condiciones), profundizara en una música que en realidad no es una música, ni un movimiento, ni un estilo, y que si lo es, en este libro que le regalé a mi hermano para su cumpleaños y que me he leído yo casi un año después, nos aclaran que ni el Krautrock es Krautrock, ni lo contrario.
Amon Düül II, Can, Kraftwerk, Faust, Neu!, Cluster, Harmonia. Estos cinco o seis nombres de grupos forman para mí la alineación titular de un conjunto de grupos que nacieron en la Alemania occidental de principios de los setenta y que, sin tener especial relación entre sí y con un éxito más bien escasísimo y nulo reconocimiento en su propio país, han pasado a ser los creadores de sonido más influyentes de los últimos 40 años y uno de los motivos por los que, si te gusta la música y tienes la capacidad de hacer música y te sientes limitado porque no sabes o no puedes o no tienes elementos o no tienes... se te quiten los miedos. Sí se puede.
Future Days, que es también el nombre de uno de los discos de Can, relata en principio un escenario de una Alemania Occidental que después de la II Guerra Mundial y el nazismo ha decidido olvidar y abrazar el modo de vida americano con los ojos cerrados. A mediados de los sesenta, unos jóvenes hijos de aquellos antiguos padres callados, empiezan a cuestionarse las cosas. Todas las cosas. Algunos desde la lucha callejera, contra sus padres, contra Estados Unidos, contra todo. Otros con la música, contra los Estados Unidos, contra sus padres, contra todo.
Música contra los Estados Unidos. Contra el rock, contra el rock and roll, contra el Blues. Otra cosa. Grupos que nacen con la vocación de hacer otra cosa, propia, alemana, o de ninguna parte, o de todas partes. Pero que no sea copiar a los americanos y a los ingleses.
El libro se divide en capítulos que hablan de la trayectoria de cada grupo, en algunos casos de una escena o escuela determinada como la de Berlin o la de Düsseldorf. O de grupos que no llegaron a unos mínimos de éxito. O del rollo Kosmische. O de cabecitas como la de Conrad Schnitzler. O la influencia en movimientos posteriores. O la presencia de Bowie en Alemania.
Un libro entretenido y que abre la puerta a miles de sonidos que te llevan desde la audacia y el salvajismo de los Amon Düul II, que parecían unos hippies y que eran de todo menos hippies; o de los complejos y fascinantes Can que lo mismo te ponen a bailar que te hacen venir ganas de quemar cosas; o unos Kraftwerk empeñados en dejar de ser personas y escapar de la vida real, o quizás vivir la vida real de otra manera; unos Neu! que demuestran que un zumbado y un tipo tranquilo pueden hacer una música a la vez sosegada y criminal; o los Faust y cómo sin tener claro qué se quiere hacer se puede hacer de todo y que ya se verá si eso es o no es, pero por lo pronto está hecho y puede ser todo bucólico y bonito o atroz y dantesco a la vez; o los Cluster, primero Kluster, luego Harmonia, antes Cluster con Eno... y ese sonido que niega el ritmo pero que tiene la capacidad de moverte y hacerte hervir la sangre solo girando una perilla del cacharrete que tengan a mano.
Es una música diversa y divertida. Una música a veces pretendidamente monótona y seria. Música para investigar en muchas músicas, para perder el miedo.
Sobre todo eso. Se habla en el propio libro del Krautrock de una música que sirve de puente entre la psicodelia y el punk. Puede valer la definición. Pero parece que es una música de la que nacen muchas cosas y en la que mueren muchas cosas también. Puedes copiar, puedes simular hacer lo mismo, pero no vale de nada.
Porque el espíritu original, el de mandar a la mierda la tradición anterior, la realidad que tienes al lado, con gente feliz simulando que todo va bien, que no ha pasado nada, que todo es correcto, que vivimos en el mejor de los mundos posibles y lo que dicen las autoridades es lo que cuenta y no queremos problemas... eso se ha perdido. Ahora preferimos otra cosa. O no.
Todavía debe haber por ahí alguien como los Faust que empiecen un concierto, se bajen a tomar un té, hablen con la peña y les tengan que echar porque ni han tocado ni se sabe si habían tocado ya. Ese es el rollo.
La historia es hacer lo que uno pueda contra lo que parece que se puede hacer.
A veces es usted un poco raro para la música, pero como ya nos ha enseñado alguna joya por aquí, investigaré un poco.
ResponderEliminarOiga, su última frase es simplemente genial. Me la apunto.
Feliz día
Bisous