Por aquello de que todo el mundo con capacidad o no para contar algo nos parece que estamos en la obligación moral, profesional o personal de reflejar algo de lo que se está viviendo en estos días, a raíz de los atentados de Barcelona y Cambrils, por fin he conseguido tener algo que añadir a todo lo dicho. Algo que no dice nada, pero al menos es mío.
Como quiera que la ocasión la pintan calva, me fui ayer a cortar el pelo acompañado por mi padre. Él me hizo gestos para decirme que no lo necesitaba, que tenía el pelo corto, pero le dije que daba igual, que ya me había hecho a la idea y que venga, zumbando. Mientras caminábamos hacia la peluquería, mi padre me contaba que antes se ganaba dinero, que los sueldos eran mejores, que la vida era mejor, que podías pagar un piso en pocos años, siempre que tuvieras un buen trabajo, cosa que ya no... llegamos. El peluquero, uno de los de la avenida Generalitat, me fue recomendado hace unos pocos años. 5 euros el corte. Me gustaría que el peluquero se esmerase más, que dedicase más tiempo. Ya he hablado otras veces de lo que me gusta ir al peluquero. Mi padre no había venido nunca. Se sentó y me miraba mientras el joven peluquero procedía a preguntarme como siempre qué quería. Pelo corto. Como él de corto. No. Un poco más largo, pero corto muy corto. Vale. Elige el peine y procede.
Tarda muy poco en acabar el corte de pelo, el grueso del corte.
Cuando se pone a peinarme, con una más que discutible raya al lado que peina y repeina, le digo que no, que pare. Que no lo quiero tan así. Me pregunta si tengo mujer. De manera inmediata. Le digo que no. Viene a decir que si tuviera mujer me peinaría. Que si me marca un poco la patilla para que me quite la barba. Le digo que no. No sé si recordarán otro infausto episodio de falta de comunicación en el que me dejó una marca en la cara que me costó recomponer. Vuelve a insistirme en preguntar si tengo novia o si tengo amiga. Me dice que él tiene amiga. Que no quiere novia. Que amiga está bien. Mi padre se ríe. Dice entonces que mi padre es más mayor y que debe saber más de esas cosas. Mi padre se ríe cuando yo digo nosequé sobre la pareja y la vida y nosequé mierdas.
Entonces el joven peluquero me pregunta por lo de la Rambla. Le digo que vaya susto, que vaya... él empieza a hablar. Me dice que eran unos críos... que él estaba allí. En la Rambla.
Coño.
Estaba en la Rambla con una amiga cuando la furgoneta empezó a bajar. Él salió detrás e iba viendo a los que la furgoneta iba despanzurrando. Dice que les ponía las manos en el cuello y iba viendo si estaban muertos o no. Que ayudó a meter a mucha gente en la ambulancia. Que ayudó a mucha gente. Le pregunto que de qué país es, porque ahora con toda esta movida seguro que les dirán que... dice que es de Pakistan y nos cuenta lo que opina que hay que hacer con los terroristas, lo que hacen en su país... me dice que aquel día en las Ramblas mucha gente ayudaba y que no sale en los medios. Su relato es muy parecido al que una colega me cuenta que vivió un familiar. Que no se dice nada de la gente que estuvo allí en el primer momento sin saber qué ni cómo, ayudando nada más.
Me cuenta algo que vivió en Pakistán cuando era pequeño ante un presidente calvo. Me cobra y no sé cómo despedirle. Le digo adiós y ya está.
Han pasado ya seis días, casi una semana desde el jueves. No sé la cantidad de barbaridades que pueden aparecer por las redes, en la tele, escucharse por la radio, leerse, pensarse. No sé cuántas barbaridades habré pensado yo mismo, para contestar otras cuantas barbaridades.
En total han sido 15 muertos, si no me equivoco, sin contar los propios terroristas abatidos y los dos que murieron en la explosión de Alcanar, donde empezó todo.
Solo una reflexión final. Qué poco pesan esos muertos. El sábado hay una manifestación. Desde el primer segundo han habido valoraciones y movimientos por los que cada 'bando' contingente en nuestro país ha intentado hacer sangre con algún elemento. Nada es inocente. Un artículo en Vilaweb hablando de que no podemos hacer el ridículo hablando de ataques de bandera falsa, pero poniendo todo el imaginario conspiranoico a funcionar. Bolardos, curas de mierda, mossos santos, policías miserables, periodistas almendrados, periodistas molotov, Colau comunista radical, catalanes hablando en catalán, responsables indirectos de la masacre,... bombonas de butano que daban para reventar media Santa Coloma y que nadie vio. ¿Ven?
Digo y sé no me explico demasiado bien, que unos chavales con el cerebro vacío montan un pollo que se les va de las manos, tiran por la calle de en medio y deciden montar una masacre e inmolarse de todas formas. Efectivamente se les elimina. Saldo de muertos, muchísimos heridos. Una comunidad justificándose a cada paso.
Pero nuestra vida y nuestra batalla es siempre otra. Contra otro. El resultado nos da igual.
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