El otro día, en una reunión que derivó en discusión sobre las elecciones y el tema, alguien a quien le tengo un respeto cierto recomendó un artículo de Xavier Diez, llamado 'El discret encant del proletariat', que enlazo para que lo lea quien quiera. Según nos dijo, explicaba el resultado de Ciutadans en las elecciones del 21-D. Al día siguiente, lo leí. Y sirva este texto para comentar este artículo específicamente y lo que en mí ha despertado.
Para dar una primera idea contundente de lo que quiere explicar en su artículo, Xavier Diez nos remite a un pasaje de un libro del sudafricano y Premio Nobel J.M. Coetzee, en el que una mujer explica un episodio de su juventud, cuando ella era una activista que tenía idealizada al proletariado. De paseo por los barrios portuarios de Melbourne, conoce a un treintañero que trabaja allí. Se siente atraída por él y van a su casa, él quiere tema, ella no, él la va a forzar, la agrede, la golpea, la maltrata. Ella consigue escabullirse. El autor equipara la experiencia del personaje femenino con el de cierta izquierda que se sorprende por el resultado de las elecciones, por el golpe de brutalidad que significa ver a la clase que quieres salvar votando a Ciutadans.
¿Qué viene a decirnos el autor? Que quienes 'santifican' al proletariado no conocen al proletariado. El autor conoce el proletariado porque ha nacido en Nou Barris, se crió allí, trabajó en una fábrica, fue profe. Bien. Los barrios. Según el autor, de los barrios, del proletariado, puede surgir desde Antoni Baños, Màrius Serra o el Mag Fèlix, a personajes poco recomendables que van del Padre Apel.les a toda una suerte de yonkis y lumpen variado. Y a partir de aquí se dedica a argumentar que la gente puede elegir, y la gente elige ser estúpida, elige opciones políticas que le hacen daño. El resentimiento y el desprecio con el que habla y con el que trata a la gente que ha votado a Ciutadans, no sé si lo sitúa en la izquierda. No conozco al autor, no sé si quiero saber de dónde viene o a qué corriente adscribirlo. Sin encomendarse a Dios ni al diablo, considera que Ciutadans tiene que ver con el franquismo sociológico, soterrado en sectores de la sociedad catalana y va destripando los prejuicios existentes habidos y por haber sobre 'esa gente que vota a Ciutadans'.
Uno de los momentos más hirientes es aquel en el que reclama que todo el mundo elige. De la misma manera que cuando él era chaval iba a la biblioteca y otros iban al bar, o unos como él leían a Dylan, Lorca, etc., y otros despreciaban y agredían a los que leían, ahora eso se reproduce. Es decir, ¿los listos son indepes y los ignorantes son...?
Por si alguien no lo sabe, no tengo ninguna simpatía por Ciutadans. No me interesa lo que dicen y lo que proponen, es, para mí, la ventana abierta a un tipo de derecha que desconocemos en este país y mira que en este país hemos conocido a muchos tipos de derecha. Una derecha estrictamente liberal, en principio poco apegada al estatalismo y con un discurso básicamente basado en el orgullo patrio. Sin complejos. Mal. Me interesa el orgullo patrio tanto como cero y el liberalismo económico es la peste que nos envilece nos condena a vidas de mierda. Que Ciutadans sea la primera opción de quienes reaccionan contra 'el procés', me parece un error, me parece fatal, pero no me parece que los que lo votan sean estúpidos, ignorantes, peores que yo. Hay que preguntarse porqué la única cosa que se preguntaba en esas elecciones era si Unidad o Independencia y qué opciones se presentaban al respecto. Y a dónde se llevaba el debate. Y en ese caso, qué prefiere la gente. Si lo que prefiere es Ciutadans, tenemos que hacérnoslo mirar todos, como dice una compañera.
Lo que concluye diciendo el autor es que pretender salvar al proletariado es una idea absurda, porque el proletariado no merece ni quiere que le salven. Elige látigo. Y látigo tendrá, se supone.
Salva, eso sí, el crecimiento del independentismo que crece en los barrios populares, como una evangelización entre los negros y los indios a los que la cultura les llega y la abrazan como una luz nueva.
No sé qué párrafo me ha puesto de peor humor. Siempre he pensado, y a veces soy muy pesado con eso, que para ser de izquierdas debes querer a la gente. No considerarla estúpida. Si no siguen tu propuesta, algo estarás haciendo mal. Algo pasa.
Esa misma gente, ese proletariado que, es cierto, no vota lo que queremos, no vota lo que quiero yo, no por eso no deja de ser una clase. Mi clase. Y le podemos llamar proletariado, clase trabajadora, clases populares, precariado y estaremos hablando de lo mismo (si no nos ponemos muy tikismikis). Una clase trabajadora que casi nunca ha votado lo que me gusta a mí, pero que sabe que puede hacerlo y lo ha hecho. Y muy recientemente.
Y mira que a mí me ha sentado mal eso de buscar en la falta de 'obrerismo' de nuestras organizaciones el fracaso de las mismas, pero sí que me parece que a veces no conocemos a quién le hablamos. O no les queremos conocer. Y estamos ahí. Somos nosotros y nosotras. Hola.
El autor se olvida que, entre Antoni Baños y los yonkis hay mucha gente. ¿Somos de Santa Coloma casi todos no? ¿Conocerán a alguien que haya votado Ciutadans, supongo? Supongo que conocerán a gente, a personas, irán al supermercado, se tomarán un café en un bar, se suben al metro, tendrán familia, primos, hermanos. Supongo que una vez que pensar de una manera no te hace obviar el resto del mundo. Gente, con su sueldo, sin paro, buscando algo, llevando al crío al cole, en el Crack, en el Caprabo, en el mercadillo.
¿Qué hace una causa justa? Ante la perspectiva de votar Independencia o España, mucha gente ha preferido España. Sobre cualquier otra consideración. Su causa justa primero es España. Luego ya veremos. Desgraciadamente, para mí. Pero ¿qué ha elegido la gente del otro bando? Dentro de las Catalunyas posibles, ¿Cuál ha elegido? ¿Es lo mismo, JxCat, que ERC, que la CUP? ¿Piensan lo mismo? Yo creo que no y si es que sí, glups.
Es un poco cansino, hasta penoso, el típico argumento de 'yo tengo a toda la familia de fuera, pero soy indepe', 'yo, aunque nací en Sevilla, llevo tiempo viviendo aquí y soy...'. La apelación al origen. Yo, que no soy todo lo catalán que debiera, sin embargo, al estudiar y leer y haberme convertido en un homo superior, soy... Supongo que los discursos de Ciutadans, que ni me esfuerzo en leer por otra parte, apelan al atraso que supone el nacionalismo catalán respecto al universalismo europeo y español. Como dicen en mi pueblo (glups, me he descubierto, he hablado de mi pueblo y es el pueblo de mis padres), dicen digo que 'lo mismo me da que me cague un perro que una perra'.
Me pierdo y coloco mi rollo.
Quiero decir que el artículo en cuestión no explica nada del porqué, simplemente muestra un desprecio profundo hacia quienes no comparten una idea de país, peor, una elección de país, más allá de entender qué pasa con esa gente y qué pasa con la gente propia. Yo, que pertenezco al tercer bloque, a los que no comprendemos ni a unos ni a otros, no se me ocurre pensar que unos son mejores que otros, o que todos son menos listos que yo. Cada uno es como es y, efectivamente, todos elegimos. Todos.
Incluso cuando, leyendo mucho y eso, eliges despreciar a tus hermanos y hermanas.
Incluso cuando, en una línea antológica del artículo, evita llamar a los catalanes de los barrios 'catalanes', para llamarles 'residentes'. Incluso cuando les niega la 'ciudadanía'. Eso es elegir, y es elegir un bando.
Un bando que, para mi, poco tiene que ver con la izquierda. Y un artículo que da que pensar. Igual es que quien lo escribe tampoco es de izquierdas. Que puede ser. Espera, que se presentó por la CUP por Girona en el 2015. Ojo. Me acabo de morir.
El artículo finaliza con un canto a una Catalunya postnacional que identifica con la República y eso ya es progreso. Lo otro es reaccionario. Yo no veo en su artículo nada progresista, veo lo que ha salido, involución. Y sí veo mucho resentimiento y desprecio.
No sé si es clasismo. Pero tiene una pintaza... como esas migas.
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