jueves, 10 de mayo de 2018
Karpov
Hace calor ya, pero hace frío todavía. Hace frío y hace calor. Me estoy agobiando. Y mira qué pelos. Me estoy agobiando pero mira qué pelo. Mira qué pelo por favor. Pero mira qué chaqueta. Mira a ver cuándo he llevado yo una chaqueta así y que me quede así y no me queden los bracicos como engullidos en las mangas. Mira qué camisa, roja. No llevo camisas rojas jamás, pero hoy... que me hace juego con la gloriosa bandera de la Unión Soviética. Estoy agobiado. La verdad es que estoy agobiado. Estoy agobiado porque me ha dado un golpe de calor y me he perdido. Me he perdido, tengo calor, sudo como un pollo. Y me he perdido. Hay momentos en los que estás jugando la partida en los que no sabes con qué fichas juegas. Si eres blanco o eres negro. Si estás atacando o estás defendiendo. La clave es pensar como pensaría tu enemigo. Pensar cómo pensarían las blancas, actuar como las blancas, pero sabiendo que eres de las negras. Pensar como ellos para contrarrestar lo que van a hacer. Saber qué harían y defenderte. A veces es inútil, porque sabes lo que van a hacer y lo hacen igualmente y no tienes recursos para defenderte. A veces piensas, no harán lo que se me está ocurriendo, pero lo hacen. Porque normalmente la gente suele hacer aquello que sabes que hace más daño, no se paran en mientes de considerar si una cosa es o no es, si no que se hace y se espera que el otro, en este caso yo, se agobie. Me agobio. Me agobia pensar que este sea tan mamón de hacerme creer que llevo sus fichas. Es así. Creo que el rival, que no le puedo ver la cara porque me lo impide el marco de la imagen, que está puesto así para que no vea su verdadero nombre, lo han puesto adrede para que no sepa quién es, me lo ha puesto así él, seguro, porque lo domina todo, es poderoso, es omnipotente, es todo y es más, es divino y es capaz de hacerme creer que soy yo. Y yo no soy él. Porque yo creo recordar que no llevaba las piezas que parece que quiere que mueva. Debería recordar yo quién soy. Cómo vine aquí. Porqué me puse la camisa roja. Porqué me puse la camisa roja. Me puse la camisa roja para que se me distinguiera claramente. Yo soy yo. Yo soy el de la camisa roja. Vale. Nunca me pongo camisas rojas pero hoy me la tengo que poner, para que no me confundan y no confundirme yo. Yo soy el de la camisa roja, vale. Hace frío y hace calor. Es mayo. Mayo con las flores. La chaqueta porqué me la pongo. Para que no me confundan con él. Claro. Claro, por eso me la pongo, para que no me confundan con él. Quiere hacerme creer que el es yo. Por eso se tapa la cara. Lo entiendo. Ahora. Entonces yo qué piezas estaba llevando y qué tengo que mover. Ha sido un golpe de calor. Ha sido eso. Un subidón. He pensado que alguien movía las piezas por mí. O que las movía como yo. Y era como yo. Pero no. Soy yo, el de la camisa roja. Me la he visto. Camisa roja. Como la bandera roja. La bandera roja de dónde hemos dicho que era. Qué tengo que mover. Me lo voy a apuntar. Él también apunta.
El viejo amigo Karpov... Cuánto hace que no paso por aquí, pero hay cosas que no cambian, ja, ja.
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