He escrito un libro. Lo he titulado. Lo he llevado a una editorial. Me lo han publicado. He vendido unos cuantos miles de ejemplares. He salido en la tele. Soy portada de las principales revistas de cultura. Me proponen aparecer en debates de cierto renombre junto a políticos internacionales. Opino sobre diversos asuntos de la realidad. Salgo en programas de televisión de carácter más ligero. Me proponen participar en política. Doy mi apoyo a un partido. Me proponen ser un cargo público. Consigo un ministerio. Escribo más libros. Alcanzo el puesto de presidente del Gobierno. Prohíbo mis libros. Los quemo. Quemo todas las bibliotecas. Prohíbo la enseñanza universal obligatoria. Decreto el cierre de fronteras. Elimino los canales de información. Salgo en programas de la tele donde solo hablo yo. Cierro la televisión. Hay una intervención internacional. Invaden el país. Me capturan y me juzgan. Escribo un libro. Lo titulo. Lo vendo a una editorial. Me lo publican. He vendido cientos de miles de ejemplares. Os juro que he cambiado, digo en la tele.
Girolamo Percolese posee amplios conocimientos sobre Historia y Religión en la época romana. Ha escrito muchos libros sobre el tema y se le considera una eminencia. Propuesto muchas veces al Premio Nacional de Cultura en Italia, es un personaje muy conocido de la escena cultural de ese país. Es también un personaje fijo en programas de televisión, donde hace gala de un sentido del humor y de, porqué no decirlo, también cierto sentido del espectáculo. Una de sus obras fundamentales, 'El sentimiento republicano y el liderazgo buscado', ha servido como motivo de debate y de cierta inspiración en muchos círculos también políticos. Girolamo Percolese es una persona de carácter afable y sencilla. Una persona que se hace querer. Se la ve pasear por Roma entablando conversación con gentes de todo tipo, que le reconocen por ser un personaje popular. El otro día, me lo encontré y le consulté acerca de alguna cervecería que me pudiera recomendar. Dudó.
Anastasia Gigulkova ha escrito una nueva obra basada, según ella, en sus propias vivencias como heredera del trono de los Romanov. Según vuelve a insistir la Gigulkova, su abuela es la archiconocida Princesa Anastasia que se salvó de ser fusilada por los bolcheviques allá en los lejanos tiempos de la Revolución. Gigulkova asegura nuevamente en esta obra que ha dado en llamar 'Yo, fusilada', que la princesa Anastasia fue salvada por un ruso bueno que la ayudó a escapar y que vivió largos y placenteros años en Fuengirola, bajo la condición de no desvelar su identidad real y con un pequeño sueldo que le pagaba la propia embajada soviética. Anastasia Gigulkova dice ser su descendiente y que no pretende reclamar ningún trono, sino que se reconozca no se qué papel de Anastasia como un personaje que hizo mucho por mantener el orden y la paz en todo el mundo gracias a sus desvelos. La verdad es que los libros de Anastasia Gigulkova no aportan demasiada luz, pero peor es que te hagan mover una lavadora de su sitio.
Con este calor, lo más apropiado es la lectura suave y relajada. Alberta Auptmann ha publicado una serie de relatos cortos con el título de 'Pocas palabras', que está siendo sin duda la sensación de la temporada. En ellos, Auptmann cuenta vivencias como ir al supermercado, buscar una tienda de hilo, tomar una caña en una terraza, pensar en cosas, pensar en otras cosas, pensar en cosas otra vez, desayunar, ir al lavabo, ducharse, cantar en un grupo, y otro tipo de vivencias que registra en pequeños párrafos de seis o siete líneas. La obra ha sido clasificada como revolucionaria por parte del famoso crítico Jose Miguel Adebayor, que la ha situado como continuadora de una línea que inició en su tiempo XXX y que se encontraba completamente abandonada. Alberta Auptmann en un curso de verano impartido por la universidad de Fuengirola, ha declarado que no sabe quién es XXX y que porqué no se acentúa Jose Miguel. Genio y figura.
Hans Largefield ha anunciado por sorpresa que abandona la literatura para dedicarse a la poesía. El escándalo ha sido mayúsculo ya que Largefield, Premio Nobel e ilustre miembro de la Real Academia de las Letras, ha hecho un anuncio sin sentido alguno. La poesía es literatura. Y con tal de deshacer ese equívoco, según Largefield, se ha propuesto escribir un tratado de diez volúmenes en los que va a explicar porqué la Literatura es algo diferente a la poesía, en base a un relato histórico que se remonta a las primeras manifestaciones artísticas y a la oralidad que define al ser humano. Largefield incluso ha llegado a proponer rodar una película divulgativa en la que él mismo interpretaría diversos papeles. La propuesta ha sido recibida por parte de diversas autoridades con un profundo estupor. A Largefield se le ha ido la cabeza, dicen muchos. Tunante, dicen otros. Y qué más dará.
Me gusta mucho el último número de la revista Lópera. En uno de sus apartados dedicado a las entrevistas con personajes relacionados con el mundo del bel canto, el protagonista no es otro que Joana Bellberó, la famosa soprano de Vallverdú, que acaba de presentar en Bellvitge la obra del escritor de vanguardia Vallfogó, titulada Vullcagar. La cantante hace un repaso de su larga carrera y anuncia cuales son sus próximos proyectos. Entre los más destacados está la de participar en la Marcha por la Racionalidad. Un movimiento que invita a pensar. Preguntada sobre el mismo, Joana Bellberó se dedica a hacer una profunda digresión sobre la cultura, el pensamiento y las aristas de lo conocido. En total, son 45 páginas de entrevista que, de manera sorprendente, se incluyen íntegras en la revista. Por no decir que no.
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