¿A que se te van los ojos al amarillo? Se te van los ojos al amarillo. La campaña electoral llega a los dos debates decisivos, los traspasa y concluye con el debate televisivo de la tv3 en el que se demuestra que los tiempos han cambiado y que a) aquí ya no hemos venido a explicar nada y b) los tiempos están cambiando. El debate ya no va de escuchar lo que dice el otro y cagarse en ello, sino cagarse en ello mientras el otro intenta cagarse en ti. Y para eso se necesita gente que sepa hacerlo. O bien esfinges que estén programadas para no decir nada y adormecer a las fieras. El resto, amarillo. Ojo, Laura Borràs, frasea. Frasea, dice frases, oraciones completas, construye argumentos, aunque sean absolutamente falsos y quieran colar goles como los de Mágico González, que también iba de amarillo. Laura Borràs es la candidata de Junts per Catalunya, que presenta su partido como un partido nuevo. Un partido de izquierdas es lo que pretende Gabriel Rufián que nos creamos que es ERC. Y lo hace mirando así por encima del hombro a todo el mundo y con cara de 'yo inventé esta mierda'.
Gritos, aspavientos. Leo en un tweet que Cayetana se ha comido a Arrimadas. Que la ha convertido en algo inútil. Nos hartamos de reir con Cayetana. A ver qué dice ahora. A ver qué cara de asco pone ahora. No nos interesa ni lo que dice el nuestro. El nuestro lucha por decir algo, lucha por colar su mensaje, pero se nos van los ojos al amarillo. Rufián queda como antiguo y destila maneras de prepotencia tales que me obliga a irme a la cama sin ver los minutos de oro.
No he dicho todavía lo que me parece el discurso de la candidata Batet. Pero ya lo he dicho. Y Arrimadas es eso, algo que ocurrió. Y las encuestas dicen lo siguiente: ganará ERC, segundo PSC y tercero seremos nosotros. Teniendo en cuenta que Front Republicà entrará y que jxC ya es también de izquierdas o progresista o como se quiera llamar, Catalunya debe ser algo así como la Unión Soviética. Un país de izquierdas. Con los recortes sanitarios y educativos y, y, y, más así de la península.
La última semana de campaña electoral y no ha habido campaña electoral. Hemos confiado en que sea Pablo Iglesias quien nos haga la campaña, arreglando en un par de debates lo que no hemos sabido defender. Veremos. La amenaza del vacío se siente en cada mirada. El vacío, el dolor de estómago de votar algo que sabes que es una llufa pero que parece inevitable. Al otro lado, el amarillo. Un amarillo hasta las uñas. Una manera de decir las cosas. Un tono. Y los otros amarillos que no se lo acaban de creer. Hemos terminado la campaña electoral como si no hubiera habido campaña electoral, mirando embobados los posteres en blanco y negro y pensando que si te dicen tres veces presidente, es que eres presidente, y si te dicen ministra, eres ministra.
Angustia y rabia. Me fui a la cama sin ver acabar el debate. El de TV3. me angustian siempre nuestros candidatos. Me angustia que todo el mundo diga que Pablo Iglesias lo ha hecho muy bien cuando yo creo que lo ha hecho tan bien como lo han hecho todos los que ancestralmente lo han hecho bien y se han comido el mojón o finalmente han entregado el gol al rival y luego nos preguntamos qué ha pasado. Insistir tanto en el gobierno, en formar gobierno, en que nos haga casito, el PSOE, cuando el peor momento del PSOE ha sido cuando íbamos a comérnoslos, creo que se están relamiendo. Veremos. Y espero equivocarme.
Alguien me dice que ahora lo que tocará será resistir. Con satisfacción. Resistir. Lo que más nos gusta. Resistir, aguantar. Que no dejen resistir. Con una concejalía, por ejemplo.
Todo el mundo se equivoca.
Todo el mundo tiene derecho a equivocarse.
Quedan pocos días para acabar la campaña electoral. No acabará nunca. Porque luego vendrán las municipales e inventaremos posturas nuevas con el amor que nos sobre.
Se nos van los ojos al amarillo. Y de tanto írsenos al amarillo nos vamos a quedar al Vacío.
Y se reía la gente de Pablo Iglesias con lo de despertar al fascismo.
Qué risa.
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