Un segundo. Ahora. Ahora mismo. Este segundo. Para. Descomponlo. Es difícil. Yo no lo he logrado hacer más que una o dos veces. Para el tiempo. Parar el tiempo no es fácil. No lo conseguirás a la primera, ni a la segunda. Lo conseguirás y no te darás cuenta. Para el tiempo. Una vez parado el tiempo, sé consciente de que tienes un segundo. Un segundo que es un espacio de tiempo a descomponer en unidades mucho más pequeñas. En miles de unidades de millones de unidades de cientos de millones de unidades. Un segundo eterno. Un segundo para siempre. Una especie de momento en el que tú eres tú en ese segundo y después haya otro tú que no se haya quedado en ese segundo. Sé que estoy contando algo complejo. Es que tampoco tiene mucho que contar. Es un segundo que tiene más dentro de sí que todo el resto del tiempo que tú creas que vas a vivir o hayas vivido.
Qué flipada, verdad.
Ya te digo.
Ahora se cuenta muy bien. Pero un segundo. Un segundo descompuesto en muchos miles de millones de segundos, el segundo, ese segundo, ese momento en el que paras el tiempo. El momento en el que el tiempo se abre en dos. Ese momento de dos tiempos. Lo puedes hacer.
Para el tiempo.
Lo has parado. Ahora lo has parado y tienes un poco de miedo. O no. Igual eres de ese tipo de personas que no tienen nada de miedo. Que son valientes y arrojadas y hacen las cosas por el placer de hacerlas sin plantearte qué significa parar el tiempo. Igual eres de ese tipo de personas. Parando el tiempo y quedántode en ese segundo y separando el segundo en miles de millones de unidades temporales lo suficientemente estables como para vivir en ellas.
El tiempo. Un segundo. Muchos segundos. Dónde estás ahora. Has parado el tiempo y tienes la posibilidad de decidir cuándo arrancas de nuevo. Cuándo arrancas de nuevo. De qué manera vas a arrancar de nuevo. Un segundo y un nuevo segundo. Un nuevo segundo que va naciendo justo en la otra línea del tiempo que se va formando porque el tiempo no espera a nadie. El tiempo, el tiempo general por decirlo de alguna manera, no se para. Ese segundo en el que estás viviendo tú, ese tú crees que es el importante.
Pero en realidad, no.
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