jueves, 26 de septiembre de 2019
Karpov
No siempre me vas a pillar de buen humor. Y hoy no estoy de humor. No siempre voy a poner esa cara de simón el simpaticón que se supone que debo de tener y de todo me da igual porque soy el ajedrecista impasible, pero igual hoy no es el día. Hoy igual mira lo que te digo. Igual hoy, y encima llevando blancas, igual hoy me vuelvo loco y la formo de verdad. Con mi banderita al lado y mi cara de no me toques las pelotas más que yo creo que ya va siendo hora de ir quemando las naves. Así, con blancas. Esto no se lo esperaba nadie, con las blancas, con la manta en la cabeza, liado completamente. A lo loco. El nuevo Karpov. Se acabaron las muestras de respeto reverencial y las muestras de colonia y las muestras de cariño. Se acabaron los sesudos razonamientos y a partir de ahora entramos en una era de romanticismo y de pasionalidad. Pasionalidad me lo marca como incorrecto, pero es que a partir de ahora me da igual todo. La vanguardia del juego. Se acabó el rollo especulativo y las combinaciones seriamente trabajadas que no nos han servido de nada. No se puede jugar contra quien lo tiene todo anotado. Yo pensaba que valía con anotar alguna cosa y veo que hay que anotarlo todo y tenerlo todo cuadriculado y yo pensaba que yo lo tenía todo cuadriculado y no lo tengo todo cuadriculado. No puedo dormir por las noches porque no lo tengo todo cuadriculado, anotado, contabilizado. Es hora de saltar por los aires. Es hora de poner cara de loco y de que te tengan miedo porque ojo, porque también estás loco. Locos contra locos. Tanto tiempo pensando que los locos no podían ganar y los locos ganan. Pues entonces habrá que estar más loco. Pero sin apuntar nada. Se acabó apuntar nada. No tengo libreta. No he traído boli. Yo no apunto nada. Te estoy mirando todo el rato en plan no me intimidas. Pero es en plan, estoy pensando en lo mío mientras te miro. No sé. Es que se me ha ido mucho la pinza y ya me he cansado de estar calculando. Tanto cálculo. Biliar. Biliar se parece a billar. Voy a empezar a decir cosas así, pero no salteadas, no, ahora todas de golpe, un torrente de gilipolleces que te van a dejar con ganas de no haberme conocido jamás. De hecho no sé si me conoces. Soy el mismo de antes. Pero ya no estoy de humor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario