Hoy, 27 de enero, se celebra el día internacional de las Víctimas del Holocausto. Hoy, 27 de enero, también se recuerda el aniversario de la entrada de las tropas franquistas en Santa Coloma.
Un libro para explicar el auge de la extrema derecha, un libro para entender porqué parece que una ola de algo extraño que definimos con la brocha gorda como extrema derecha, como neofascismo, pero que son todo eso y muchas cosas diferentes, está suponiendo que, por ejemplo, por primera vez en la historia democrática haya un Gobierno de coalición de izquierdas en nuestro país. Un libro que nos cuenta la génesis y el porqué de una forma de entender la política que nos viene del Este y que cada vez más nos está llegando hasta el cuello.
El libro nos explica en primer lugar cómo la descomposición de los regímenes socialistas, de los partidos comunistas que los gobernaban, se intenta paliar con dosis de nacionalismo que, una vez ya se han disuelto, queda como elemento vertebrador de la política de esos países. Nacionalismo a ultranza, capitalismo salvaje, anticomunismo que siempre es bien visto por los países occidentales que aplauden que todo lo socialista se vaya al carajo. Desde la Yugoslavia previa a las guerras, a Hungría, a Polonia y cómo el régimen socialista también se sustenta en el nacionalismo, a la propia Unión Soviética y su proceso de descomposición y aparición de grupúsculos abiertamente ultranacionalistas, todo ello, se hereda en el futuro. El paso del liberalismo cafre de Yeltisn a esa otra cosa extraña de Putin que todavía encandila a las izquierdas extrañas porque mantiene su enfrentamiento con los norteamericanos en la continua guerra eterna, supone que se instale una forma de gobernar que parece democrática, porque tiene elecciones y esas cosas, pero que, en realidad no lo es.
Que esos países ex soviéticos, se vayan situando en el marco de la Unión Europea y que en sus gobiernos aparezcan y se establezcan fuerzas poco o nada respetuosas con la propia democracia, pero eso sí, siempre con el aplauso de los medios occidentales que siguen pensando que todo lo anticomunista es bueno, va provocando un efecto contagio que, al paso por parlamentos y comisiones europeas, les va legitimando.
Así, si tú puedes ser un neofascista, un ultranacionalista, en Polonia, Hungría, Croacia, Eslovenia, Rumanía, sin mayores complejos, porqué no lo vas a ser en Italia, Alemania, Francia, Reino Unido, España, Catalunya.
Y si no me he equivocado demasiado, creo que de esto va todo. De cómo los complejos, las vergüenzas, por promover, por ejecutar políticas discriminatorias que se pasen por el forro los derechos humanos, los derechos civiles, a cambio de una supuesta seguridad y defensa de los intereses de los nacionales, van perdiéndose y cada vez son más los partidos que aparecen como 'la verdadera voz del pueblo', que 'hablan sin complejos'.
Un dato que llama la atención de libro es la ausencia de la izquierda. Es decir, la desaparición de la izquierda, de las alternativas de izquierda en esos países. El caso de Italia, país occidental donde más se detiene el libro, es palmario. De repente, de tener un Partido Comunista enorme, se pasa a la nada. A no tener respuesta. Y si uno mira en el resto de países occidentales, no parece haber respuesta. Por eso resulta paradójico que en este país, la necesidad, supongo, de un líder político ha hecho que se monte por una vez un frente que intente parar lo que parece inevitable.
Nos contentamos a día de hoy con ganar unas elecciones regionales, pero no sabemos para qué.
Especialmente interesante es el tratamiento que se da al Procés, encuadrado según el libro, en los movimientos populistas que ya se han dado en otros lugares de Europa y que aquí todavía nos cuesta ver como propuestas de ruptura reaccionaria tal y como se han dado en esos países. Y también, como forma de vigorizar propuestas de izquierda mediante el nacionalismo o como formas de anularlas o de reconducirlas.
Un libro que tiene entre sus autores al Veiga, del que servidor es fan y que dibuja un presente no demasiado esperanzador si no es desde la voluntad de las organizaciones de izquierda (y de las personas que son de izquierda) de presentar a la gente una alternativa real, creíble, efectiva, con políticas en las que se aprecie que la izquierda no hace lo mismo que la derecha. Si no, estamos a expensas de que todo fracase y que cuando venga una nueva hostia, si es que va a venir, que tiene que venir, la única respuesta posible sea la de esos países que prometen orden y progreso. Pero sobre todo, orden.
Soberanistas, eurasianistas, iliberales, ultras, y el pernicioso fenómeno de los nazbols que todavía hay papanatas que consideran asimilable, el riesgo de que 'enfrentarse a la UE' sea visto como loable por parte de una izquierda que no sabe dónde meterse ni a quién seguir como referente, desgranados en un manual para manejarse y saber quién te la quiere colar y por dónde nos va a venir el gol.
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