Cuando he escuchado esta mañana la noticia, ha sido como un terremoto. El día venía cargado, pese al confinamiento hoy iba a salir a la calle muchas veces, un día intenso, con muchas cosas. Y de repente, en la radio dicen que cierra Rockdelux. Un motivo más que justificado para romper este diario (ni pequeño ni cuaderno ni...) de Confinamiento. Y es que Rockdelux cierra, dejará de publicarse, debido principalmente a los efectos del confinamiento, de la crisis de un sector, el cultural en general que tendrá consecuencias devastadoras sobre cómo entendemos el consumo cultural en el presente y en el futuro.
Rockdelux es una revista en principio musical, pero cuyas prescripciones llegaban al cine, la literatura, las series, los cómics y todo aquello que te hiciera sentir bien. Bien pensando, bailando, escuchando, hojeando, descubriendo, ampliando la mente, reafirmándote en tus prejuicios... Rockdelux es esa revista que, aunque hiciera tiempo que no la compraras (quizás deberíamos haberla comprado más), siempre había un click en la cabeza que, debido a la perenne vida bibliotecaria a la que me he visto condenado tanto tiempo, te recordaba que 'quizás haya salido el Rockdelux). El ritual siempre era el mismo. Primero, ver las reediciones de discos antiguos, luego quizás las críticas de discos por si reconocías alguna banda, ir al apartado de revisión y diseccionar las entrevistas a las bandas siempre con este pensamiento en la cabeza: me caen mal todos.
Rockdelux no era una revista de rock, de pop, de música especializada en un género, podía salir desde el punkarrismo a la ñoñez, desde el afectado clasemedianismo de pop barbudo y triste hasta la devoción por los raperos y la música electrónica y lo más así que tú pudieras sentir como ajeno. Cuando ellos dijeron que Rosalía molaba yo pensé que qué pollas decían. Ahora a todos nos gusta Rosalía. Y así con muchos y muchas cosas más.
Quizás mi momento de máxima pasión con Rockdelux fue con la edición de su Especial 200. La Biblia, sin duda, de la música. Los 200 mejores discos de rock, pop, soul, jazz, etc. El número 1 el del plátano de la Velvet y luego... Todo. La Biblia. Cuántas veces habré ido al lavabo con esa revista, cuántos repasos, cuántas consultas. Reciéntemente lo volví a mirar para ver qué decían sobre My Bloody Valentine. Aquel número, le dí mil vueltas, creo que se lo llegué a dejar al Abel. Le sigo dando mil vueltas. Tengo el de lo mejor de la década de los 2000, el de los mejores discos españoles (la otra Biblia sin duda), hasta el último que sacaron en noviembre de resumen de la pasada década.
O aquellos cds que editaban con recopilaciones de sellos, impagables y que todavía conservo, o aquellos 'lo mejor del año', donde siempre pensábamos lo mismo 'no conocemos a la mitad' y cada vez conocíamos a menos hasta ahora donde ya no sabemos qué es qué. Destacar aquel cd de la Trojan que hizo Ibon Errazkin y que fue otra epifanía. Y, otra vez, aquel concierto de la Rockdelux Experience que editaron en cd y que, bufff. Del 2002. Hace 18 años ya. Qué viejos.
Su criterio no coincide con el mío. O coincide en que no coincide. En Rockdelux siempre han sido modernos. Modernos a veces en el sentido más caricaturesco del término para quien ha querido ser moderno pero no ha podido serlo nunca del todo. Tuve mi momento. Pero ahora ya no. Ahora soy un cuarentón que ha perdido la vergüenza de decir que le gusta tal o cual grupo gracias quizás a que en Rockdelux aprendí a verle las virtudes a cosas que yo detestaba.
Yo soy periodista, estudié para ello pero ya saben que nunca me creo capacitado para. Muchas veces habré soñado (es una manera de hablar...) con que el cenit de un periodista al que le gusta la música, el cine y todo eso que ya sabemos todos, debía ser escribir en Rockdelux. Nunca se me pasó por la cabeza ni intentar enviar nada. Jamás. Dónde iba yo. Los que escribían eran dioses y diosas. Incluso cuando los conocía y las conocía personalmente. El hecho de escribir en Rockdelux justificaba que.
Hay más revistas. Mondosonoro, Ruta 66,... no sé cómo aguantarán.
En este último número, claman contra el amateurismo, el voluntarismo y abogan por la profesionalidad del periodismo. Que lo digital nos lleva a la precarización constante y un par de páginas más allá se despiden con un 'venceremos'. Ellos lo han intentado.
Como muestra de qué iba la revista y a lo que aspiraba, en este último número han pedido a sus colaboradores (sin avisarles de que iba a ser el último número), que hicieran sugerencias para el confinamiento. En definitiva, lo de siempre. Qué es lo que puede molar, qué es lo que nos llega a la patata, qué puede hacernos sentir bien.
Hoy, nos hemos juntado mi hermano y yo para comprar el último número en el kiosco de la Avenida Santa Coloma y hemos comprado otro más para el Abel que no está aquí y le hemos quitado el último a un chaval que también venía a por él.
Es la hora de agradecer a Rockdelux y quienes lo han conducido hasta ahora por habernos descubierto bandas, grupos, solistas, habernos confirmado lo que ya sabíamos, habernos dado una rabia infinita, habernos enseñado esas fotos tan afectadas de grupos tan repelentes, por habernos recuperado artistas que creíamos estigmatizados, por habernos, en definitiva, entretenido, informado y abierto la mente.
Un día triste para el periodismo, pero un día definitivamente triste para la cultura en general.
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