Antes de comenzar, una previa. Camiseta o sin camiseta. Escribo este texto sin camiseta y quisiera compartir con todos y todas mis lectoras el hecho de que esta circunstancia es completamente circunstancial. No se me ocurre otra manera de expresarlo. Escribir sin camiseta es lo más así que voy a estar de la informalidad, del estado de despreocupación, de la vida sin normas. No me gusta, creo que ya lo he dejado claro alguna vez, ir sin camiseta, estar sin camiseta, le tengo una repulsión sin límites a las camisetas de tirantes, a ir enseñando el hombro peludo, a que nadie tenga que ver mi sobaco. Estoy escribiendo sin camiseta y es como si me hubiera pasado al enemigo.
Un cuento de domingo y no un cuento de Domingo. Conozco a dos personas que se llamen Domingo. Un cuento de domingo sin Domingo.
Los domingos por la mañana se resumen en levantarse lo suficientemente temprano como para tener la sensación de que el día va a ser aprovechado. Que vas a hacer cosas. Pierdes un poco el tiempo e inmediatamente te das cuenta de que el día, hoy también, se te ha ido por el desagüe. Un cuento de domingo de tostadas con aceite. De rellenar las aceiteras con el aceite del pueblo. Un cuento de domingo mientras escuchas el A vivir que son dos Días de la Ser y descubres que hay una redactora a la que han encargado un especial sobre canciones infantiles que no sabía que la canción de la Campanera de Joselito sirvió como sintonía de Manolita Gafotas en su sección en el propio A vivir que son dos Días. Uno se pregunta por qué quiere la gente ser periodista. Desconocía esto. No tenía ni idea de lo que me estabas hablando. Entonces de qué tenías idea para hacer periodismo. Quizás es una herencia del Seimar y de jamás reconocer la ignorancia sobre algún tema. Que nunca te pillen con la sonrisa de conejo, nos decían. Siempre hay que saber de todo. Te matriculas en periodismo, acabas haciendo de redactora supongo que de verano para la cadena Ser y tiene que venir la propia directora del programa a decirte en qué programa estás. Elogio de la ignorancia.
Elogio de la pereza. Hacer cosas. Mientras escribo estas líneas no estoy haciendo otra cosa. Nuevamente la reflexión acerca de las cosas que son útiles y cuánto tiempo nos queda para demostrar que podemos ser útiles. Un domingo por la mañana mientras te comes dos tostadas y un vaso de leche con Nesquick y la pastilla de Lisinopril y piensas que esto se va acabando y que el tiempo de pensar que lo que haces algún día tendrá una utilidad, se agota. A pasos agigantados.
Domingo por la mañana para escuchar música. Ante la extrema sensación de aburrimiento del programa del A vivir cuando han comenzado a hablar de la Juventud que va a Cambiar el Mundo y que tiene el título de tal me he puesto algún disco y ha caído uno de los Magnetic Fields, el de las canciones de amor. Son 69 y nunca las he escuchado enteras. Digo las 69 canciones. Creo que me gustan bastantes canciones de ese disco.
Canciones de domingo por la mañana. Me he sentado a leer por no hacer nada. Quería ponerme a ver una serie pero lo haré luego. He seguido leyendo el libro que me estoy leyendo y creo que cuando acabe el libro que me estoy leyendo no habré aprendido casi nada. Y tiene muchas cosas sobre las que aprender, pero yo tengo 45 años y no sé. No sé. No entiendo casi nada de lo que me quiere decir el libro. O sí lo entiendo pero no sé si lo encajo. O no sé si lo encajo y es que he entrado mal o es que me mezcla cosas que me gustan mucho con cosas que no sé. Y va pasando el tiempo.
Ahora toca ir a un bar.
Me he duchado y perfumado. Estoy sin camiseta. Toca ponerse un polo limpio. Ir limpio por la calle, oliendo a colonia, en un estado de casi semi perfección total, para entrar en un bar. Y ahí se pierde la magia.
Un cuento de domingo. Una persona va hacia un bar donde ha quedado con unos amigos para tomar algo. Hace mucho calor. Cuando está llegando al bar elegido algo le llama la atención en un local. Dos persianas más abajo del bar hay un local en el que tras la cristalera alguien está hablando a un grupo de gente, como una reunión de una asociación o algo. Algo te llama a entrar. Ese alguien que habla está dando un discurso sobre cosas que son de tu propio argumentario vital. Eres tú con otra cara hablando de la camiseta de tirantes y de estar limpio y de la pereza. Se está fresquito en el local. Te das cuenta de que has empezado el párrafo hablando de una persona y tres líneas más allá ya eres tú.
Cuento de Domingo. Domingo sale de casa un domingo y va al quiosco. Pide un diario deportivo. Lleva una camiseta de su equipo de fútbol. Las camisetas de equipos de fútbol dan mucho calor. No encuentra noticias que le interesen. Se quita la camiseta, se queda sin camiseta en mitad de la calle. Se encuentra conmigo. Le miro mal.
Me voy al bar.
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