jueves, 29 de octubre de 2020

Crónica del #plegramenet de Octubre. Cinco horas con Wario.


En la oscuridad. Cuando ya nadie puede caminar por las calles. Cuando todo está apagado. Cuando ni los más osados se arriesgan a dar un paseo. Cuando ya nada se puede hacer. Cuando todo está off. Cuando las cosas ya deberían estar resueltas. Ahí les tienen, 27 regidores y regidoras, concentrados, con los cinco sentidos puestos en las pantallas de sus dispositivos, poniéndolo todo, absolutamente todo, por el bien de la ciudad, por el bien de mi Santa Coloma de mi alma, por el bien de la tierra catalana y su República y por el resto del Estado español de España. Por el bien y por que sí. Porque el pasado lunes vivimos un pleno municipal de cinco horas que parecía que no pero que luego fueron que sí. Y qué sí, amigos. Un sí en mayúsculas. Un sí con los cinco dedos de una mano. Sí, Sí y Sí. Sí porque es la política y la política municipal la que riega con sangre popular las ajadas venas de lo político y son las disputas y los consensos y el apoyo a la gente y con toda la gente y con la gente colomense de pro. Ser colomense de pro es un marchamo de calidad. Ser colomense de pro y no ser un colomense extra, por ejemplo.

A mí antes me gustaba mucho escribir sobre esto. La crónica del pleno. Era, sin duda, el mejor momento del mes. El espacio en el que me explayaba y dejaba volar con el cuento de la crónica del pleno, el torrente de cosas que tengo por decir y que aquí podía colar de una manera disfrazada. Pero noto que hoy no. Noto que hace unos cuantos plenos que no escribo inmediatamente. Que pueden pasar unos días. Que no es una prioridad. Un pleno municipal municipal de cinco horas y no tienes ganas de contar nada. Es como si todo ya hubiera sido dicho. Como si las críticas ya estuvieran gastadas, como si lo que fueras a decir ya estuviera descontado. Ya todo el mundo sabe a quién voy a tal y cómo me voy a escapar por la tangente para no decir cual. Ya todo el mundo intuye que lo que es una opinión personal sobre la política colomense está cada vez más mediatizada por otros condicionantes y no es fresca, está moderada, tamizada. Ya no es como antes. Ya nada es como antes.

Antes todo era de otra manera. La pasión por recorrer un terreno inexplorado. Un pleno municipal con todo lo que tiene de política y de costumbrismo. Un pleno municipal donde vemos las caras de nuestros responsables y de nuestros irresponsables. Y les escuchamos hablar. O no hablar. O decir cosas que no piensan o que no reconocen como suyas. Las debilidades y las fortalezas. El vestuario, la forma de comportarse, de mirar, de reír, de aburrirse. Un pleno municipal era eso y muchas otras cosas más. El rollo telemático se carga esa carga de espontaneidad que tenían las cosas antes y, aunque tengan otras virtudes, algo se pierde. De qué poco sirve describir la diversión con banderas de los regidores nacionalistas, la institucionalidad buscada, la seriedad forzada, la impostada eficiencia y eficacia, la condescendencia, la ira, la ironía, yo que sé. 

Voy saltando párrafos y escribiendo sin saber. El pleno municipal en tiempos excepcionales. Creo que fue el pleno más denso por que se trataron temas densos. Quizás por eso me veo incapaz de describirlo desde un punto de vista, desde ese punto de vista. Mociones de apoyo a sectores que lo están pasando mal. Mociones para señalar que los servicios públicos merecen ser reforzados. Declaraciones institucionales que nos invitan a pensar en un mundo mejor pero desde tan arriba que no se notan los agujeros. Ordenanzas que pretenden arreglar algo. Ordenanzas que nos harán adaptarnos a las nuevas condiciones de movilidad y que evitarán que muramos todos atropellados por los patinetes. Mociones y explicaciones y respuestas estudiadas y espacios para el lucimiento. Todos sabemos mucho, todos tenemos muchas ganas de demostrar que sabemos tanto, que somos tan serios, tan políticos, tan... (parada estudiada) y así te tiendo la mano para caminar juntos hacia el consenso y el avance común, pero en realidad ya sabes que contigo ni aquí ni enlloc. Y así va pasando el tiempo. Y vamos haciendo. 

Estamos en ese punto en el que contar las cosas puede no tener consecuencias, ninguna consecuencia. Ni nos vamos a molestar. Contar las cosas de un pleno, desgranar los puntos, ya lo pueden hacer en los medios oficiales. No nos interesa. Los bares no están abiertos. Pero te puedes tomar un café para llevar. De qué sirve contar si la cultura esto, o si el gerente lo otro, si los entornos escolares esto, Armenia como excusa, o las luchas compartidas. 

Tengo tiempo para acabar con lo de las luchas compartidas. Qué luchas compartidas. Qué luchas hemos compartido usted y yo. Qué bagaje de frentes comunes hemos compartido para unir nuestros pensamientos y nuestras acciones en un objetivo colectivo. Qué me estás contando de luchas compartidas. De dónde vienes tú que vienes a rondarme. Luchas compartidas porque tú lo digas. Compañeros porque a ti te venga bien. Dame un abrazo y únete a esa lucha que tú mitificas y que ya me viene bien para. Se me revuelve... (pausa estudiada, miro a un lado, encuentro la palabra). La política era esto. La política era enfrentarte no solo al adversario de siempre, astuto, taimado, displicente, amenazante, todopoderoso, con alegría y sin nada que perder. La política era también esto. La política de verdad es también esto. Luchas compartidas en pisos que se caen. El enfrentamiento con el compañero o la compañera que te habla de luchas compartidas y que lo que quiere es que no existas. Que dejes de existir. 

Cinco horas en guerra. Cinco horas en guerra contra todos buscando consensos y avanzar cuando lo que nadie busca es algo. Algo sobre lo que hablar. Estamos en guerra. Con un pacto como una catedral. Estamos siempre en guerra. Por las buenas o por las malas.   

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