Y mientras aquí nos estamos debatiendo entre pensar si Laura Borràs es o no es, si tendría que ser o no, cuando yo creo que se van a dar una soberana torta electoral, en una galaxia lejana, en Madrid, alguien ha tirado de la manta. Luis Bárcenas ha dicho que hasta aquí. Y ha cantado. Un poco. Pero ojo. ¿Esto realmente le importa ahora a alguien? Me explico. Esto de Luis Bárcenas debe ser como para que alguien declare que el PP debe desaparecer, refundarse, entregar la pistola y la placa, y marcharse a su casa y el que quiera seguir que lo haga bajo otras siglas y comenzando desde cero. ¿Pasará? No lo creo. Debería pasar, debería ser, pero simplemente la manera como se están dando las noticias que afectan a este caso, parecen causar más fastidio, hartazgo, cansancio, aburrimiento, que enojo. Y así el PP va pasando pantallas y con una judicatura más pendiente de el arte y las letras, nos metemos en las próximas elecciones generales y el PP de cuerpo presente.
Elecciones. Por aquí seguimos. Soy una persona sectaria que está decididamente decantada hacia uno de los actores en liza. Una de las actrices. Soy optimista. No de naturaleza. Pero sí en estas circunstancias. Creo que nos va a ir bien. Creo que nos va a ir mejor de lo que todos piensan. Creo que a muchos que piensan que les va a ir muy bien no les va a ir tan bien y que quizás se encuentren haciendo cosas que no esperaban. Creo que a algunos les va a ir bien y nos va a joder bastante. Creo que otros no saben si quieren que les vaya bien o quieren que les vaya mal. No sé tampoco si hay partidos que quieren que les vaya bien a ellos o a otros partidos. A veces hay partidos que dan la impresión de estar tifando para otros partidos. De haber interiorizado tanto que eso de ganar o participar es cosa de otros, que prefieren que lo ganen otros. Barça o Madrid. Elige. Me he perdido. Vuelvo.
Campaña electoral extraña. Ponemos la carpa en un sitio. Dejamos pasar el rato. Se nos acerca la gente, nos piden el voto. No tenemos papeletas. Las enviarán. No se preocupen. Es triste estar en la carpa y no poder darle la mano a la gente, hombre qué haces, hace tiempo que no te veía, esto, lo otro. La campaña electoral, encontrarte con la gente, con tu gente, incluso con la gente de otros partidos que te ve desde la distancia, te saludan y algunos incluso se atreven a venir a saludar. Qué hacéis. Cómo va. Pues aquí.
Debates virtuales, debates por pantalla. Renuniones amigables en el salón de nuestras casas departiendo sobre educación, sanidad, trabajo. Y el mundo está ahí fuera y no sabemos qué piensa realmente. Van apareciendo encuestas. Dos mundos. El de quienes estamos metidos en este follón y el de quien está preocupado por sus cosas. Nosotros nos creemos que estamos preocupados por las cosas de todo el mundo, pero la verdad, parecemos dos mundos estancos. Que no se tocan. Y a unos y a otros nos va mucho en cada elección.
Lo de Italia, por ejemplo. El presidente de la República ha convocado a Mario Draghi para que haga un gobierno sin ideología. No es la primera vez que pasa. Tiene pinta de ser el sueño dorado de más de uno por aquí. A la mierda los partidos. Menos votar y más... es mejor que te pongan el gobierno desde fuera y así ya tienes una cosa menos en la que pensar. Salvo que la lucha que estás emprendiendo desde el sofá de tu casa no distinga de si el gobierno lo elige la gente o lo eligen otros. Desde el sofá, la guerra es indistinta.
O desde la Plaza. Es una guerra atroz que no distingue. Una guerra sorda o en voz alta. Una guerra que se lleva a cabo de manera a veces continuada o a veces de manera intermitente. Una guerra que dura años, décadas. Una guerra que rompe amistades y retira saludos. Luis, sé fuerte.
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