domingo, 21 de marzo de 2021

No - Pablo Larraín


En el año 1988 tiene lugar en Chile un plebiscito por el cual el general Augusto Pinochet Ugarte, después de 15 años en el poder después de haber dado un golpe de Estado contra el gobierno democrático del presidente Salvador Allende, pretende legitimar su dictadura preguntando a la población, tras muchas presiones internacionales, si aplicar una serie de disposiciones por las cuales se prolongaría su estancia en el poder.

Teniendo en cuenta la ferocísima represión ejercida sobre la oposición desde 1973, el poder absoluto, el control de los medios, ya he dicho lo de la represión y la dictadura y muchos más condicionantes, el hecho de que Pinochet se aventurase a un plebiscito no era más que una estratagema para blanquear su poder. Sin embargo, se concedió, por las presiones internacionales, un espacio televisivo a los partidarios del NO para que pudieran hacer diariamente durante 27 días campaña por su posición. 

Y la película No, de Pablo Larraín, habla de las vicisitudes del creativo publicitario en que los partidarios del NO confiaron para llevar a cabo la campaña. Un creativo publicitario, interpretado por Gael García Bernal, que pondrá patas arriba los conceptos con los que se moverán los opositores al régimen asesino de Pinochet y que les llevará a la victoria. 

La película nos cuenta cómo este creativo publicitario tiene que hacer frente a una campaña en absoluta inferioridad de condiciones pero sabiendo que su mensaje es el correcto y que no se puede hacer una campaña basándose únicamente al menos, en la violencia, en la tristeza, en el dolor, en la crueldad, en el agravio, en algo que puede ser utilizado en contra por parte de los propios partidarios del SI, para atemorizar a la gente. Es decir, como nos ocurre muchas veces con la reivindicación de una República, no podemos pasarnos la vida añorando una Segunda República y lo que sucedió, el Golpe de Estado, la Guerra Civil, la muerte, la tragedia, y proponer algo diferente, nuevo, con alegría. Sin olvidar lo que pasó, pero apostando por algo nuevo.

Así, el creativo arma una serie de conceptos, desde la bandera y el logo de la campaña hasta una línea de anuncios que presentan una imagen de los partidarios del NO que se aleja de lo que los partidarios del SI esperan. Y así, sin olvidar y sin dejar atrás el dolor, se consigue una campaña que va sumando gente y adeptos, también críticas e incomprensiones para ir poco a poco poniendo nerviosos a los partidarios del SI. El propio jefe del creativo publicitario se pondrá al mando de la campaña del SI, para frenar lo que ya ve que es una sangría. 

La película nos cuenta esto, nos cuenta cómo el creativo tiene que enfrentarse al régimen, por lo bajini, tiene que enfrentarse al hecho de tener a una pareja o ex pareja, activista contra la dictadura, que le sirve de inspiración y de contrapunto, a unos políticos de la oposición que no entienden por dónde va la cosa y que consideran a veces una traición al pasado toda esa gente riendo y bailando. Es una película que, aunque presenta dificultades tremendas para seguir su transcurso porque la forma en la que está rodada no permite escuchar los diálogos de una manera correcta, el castellano chileno no es cosa fácil si además no se escucha correctamente, con todo esto, resulta una idea genial. 

Para los que nos dedicamos a intentar compaginar comunicación y política, todo un reto. Compaginar el mensaje con el contenido. La publicidad en política. Cómo no olvidar el mensaje y el pasado, el legado, y avanzar hacia el futuro. Otros lo hacen de narices y les sale solo. A otros aunque tengamos la idea en la cabeza, nos cuesta. 

Vemos como avanza la campaña, cómo va aprendiéndose de aquí y de allí, cómo la dictadura es implacable, pero se tambalea. Y cómo llega el fin con la victoria. Una victoria que nunca es completa. 

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