Hay un cierto tipo de gente. Una gente que tiene una habilidad muy concreta. En los grupos humanos hay personas que compartimos una cierta idea del mundo. No diré una idea concreta, una misma ideología, un pensamiento único. Hay un grupo de personas que, con el trazo grueso, compartimos un algo. A veces ese algo es mínimo. A veces ese algo es tan pequeño que no existe. A veces no compartimos nada. Ni siquiera compartimos la necesidad de pertenecer al mismo grupo humano. A veces no compartimos el mismo grupo humano. Pero creemos que sí. En un margen. En un aparte. El caso es que hay gente que tiene la habilidad de ponerte en contra. Es algo que no tiene que ver con la lógica, con lo racional. Tiene que ver con algo que no sé explicar. Tiene que ver con las maneras. Con las palabras, con los gestos, con las expresiones, con la forma de decir, con la forma de ser, con algo que no tiene que ver con el contenido. Lo que dices es lo que es, pero lo que dices no me gusta. Porque lo dices tú. Y como lo dices tú, yo ya no puedo. No puedo y no puedo y no puedo y no puedo y no puedo y no puedo. Y a veces, hay personas que, diciendo las cosas, exponiéndolas, argumentándolas, razonándolas, son capaces de convencerte de lo contrario a lo que piensas. O al menos, son capaces de hacerlo tolerable. Esas personas. Son también personas. Pero las otras personas, esas que te ponen en contra, son capaces de ponerte en contra ya no de lo que piensas. Son capaces de ponerte incluso en contra de cosas que no piensas. Son capaces de ponerte en contra de todo. De lo contrario, de lo a favor, de lo intermedio. Si te lo dicen, si te lo explican, no concibes cómo has podido tener un pensamiento transigente hacia alguna propuesta suya. Te lo explican, te lo argumentan, y no entiendes porqué has podido en algún momento que, quizás, no estaría mal darle la razón. Y lo hacen. Y ponen en riesgo tu capacidad de transigir.
El pleno extraordinario de hoy tenía únicamente un punto. Modificación puntual del PGM para la obtención de vivienda asequible. Oiga, pues uno se lo lee, uno lo valora y aunque ya entiende y asume que las cosas, viniendo de donde vienen, tienen una fiabilidad más o menos pues la que es y no nos vamos a sorprender ahora si decimos que bueno, que ya no con lupa, es que con el copón santo y no te lo acabas de tal. Pero dices, va, parece que bueno, que al menos parece que están haciendo el esfuerzo, parece que están intentando hacer algo que más o menos se puede parecer a lo que hacen en la otra orilla del Besòs. Lo parece. Va, venga.
Hasta que llega el momento de argumentar el qué y entonces te dan ganas de decir, sabes qué, que no. Que no porque no. Porque no y porque no, porque esto que nos está contando el Tinent d'Alcaldessa del tema de la vivienda en Santa Coloma y ya lleva algún pleno más con el mismo 'taranná', pues es que no hay manera de que pueda convencer a nadie de que lo que está diciendo tenga la más mínima posibilidad de resultar al menos digerible por parte de la oposición. Es que ya ni siquiera escuchas las cifras, los datos, las medidas. Estás escuchando algo que parece que te están lanzando a la cara, que te lo están enseñando para que lo veas, que veas que es suyo, que no es tuyo, que tú no eres, que tú no sabes, que tú qué vas a decir de todo esto si no tienes ni idea. Y así hemos estado media hora, con el voto a favor ya decidido pero con esas ganitas que tiene uno de decir, dame el botón que la lío. Y así estamos. Que hemos votado a favor pero que uno no está ya, y nos queda media legislatura, para que le sigan ahí metiendo la cuñita de que nosotros sabemos y vosotros pues bueno, estáis aquí porque tiene que haber de todo.
Y eso. Que poca cosa más. Que el pleno ha sido a las dos menos cuarto y te coge con un poco de desconsuelo en el estómago y a poco que la cosa se pone pesada pues sacas un poco lo peor de ti mismo. Y es que hay gente, pues que si se me pone a explicar el Capital mismo, pues qué quieres que te diga. Viva el mal, viva el capital.
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