La crónica que coincide con el final de curso y la llegada del episodio 2222 de este blog. 2222 entradas de un blog que inicié en fotolog y que no sabría cuántas entradas más tenía. Pero hoy llego a las 2222 entradas y no sabría decir qué se ha concluido con tantas entradas, tantas cosas escritas que habrán llegado o no a algún sitio si es que tenían que llegar. 2222 entradas de las cuales las crónicas de los plenos municipales se iniciaron teniendo un sentido y ahora tienen otro. Si antes tenían un sentido estrictamente tal ahora quedan diluidas las interpretaciones y todo se convierte en un divagar sobre esto y aquello, entrando de vez en cuando en materia, pero sin acabar de coger el tono que alguna vez tuvo todo esto. Llegamos pues al episodio 2222 con cierta sensación de desfondamiento que, esperemos, solo sea aparente, aunque de todos es sabido que las sensaciones que uno transmite son las que finalmente se confirman. O algo así.
Fin de curso. Pleno municipal de fin de curso político y de fin de una época. La muerte de Pedro Cano sobrevoló sin duda todo el pleno y el tono no fue para nada el que merecía haber llegado al final de un curso duro, muy duro, en el que la pandemia parecía que tenía que habernos abandonado (he escrito habandonado y lo he rectificado pero me da que pensar en esa sensación de que ya no sabe uno ni dónde tiene la cara), y no lo ha hecho. El virus y todo lo que conlleva, después de un año en el que nos las prometíamos muy felices, sigue ahí. La muerte de Pedro Cano es la prueba más terrible de que todo lo que presumíamos cuando hace un año nos despedíamos con ganas de irnos de vacaciones y de disfrutar de la posibilidad que nos parecía mentira de largarnos por ahí, todo eso, no ha sido nada. Y que nos encontramos en un lugar confuso, difuso, donde no sabemos qué pasará.
Así que el Pleno Municipal, pese a contar con muchos puntos y algunos de ellos bastante importantes, careció de interés, de debate y de discusión. La intención del Grup Socialista no era la de entrar en ningún tipo de debate y aunque había posicionamientos que hubieran merecido una respuesta, se decidió acudir a la vía rápida y dar por terminado el curso y ya si eso en septiembre encarar las cosas de otra manera.
Pla Local d'habitatge, nombramientos de cargos directivos, el tema de l'Escola Bressol, asuntos sobre los que se podría hablar y comentar, pero que por h o por b, no se dio y se supone que se retomarán en otro momento. No creo que ocurra con el Pla Local, pero con otras cosas sí.
Fin de curso y fin de temporada de una serie que ha tenido un poco la pinta de El Cuento de la Criada. Después de unas temporadas donde la tensión era excitante y donde pasaban cosas, nos hemos acostumbrado un poco al dolor. No creo que este sea el mejor símil, al dolor no se acostumbra uno nunca. O quizás sí. Si no vives otra cosa que el dolor, quizás no veas más allá y pienses que esto es lo normal. Quizás a lo que me refiero, si lo sé, es que nos hemos acostumbrado a una cierta sensación de excepcionalidad constante, de alteración de la norma perenne, de salto de la realidad, que nos tiene como acostumbrados a lo que es extraño. Y en la política municipal nos hemos acostumbrado a tantas cosas que ya uno no sabe si vive en la realidad o es la ficción. Una realidad tan ficcionada en esta temporada que ha dejado tan altas cotas de perfección en lo excepcional que no sabemos si para la próxima temporada estaremos a la altura.
Esta ciudad se merece a gente que esté a la altura de lo que es. Una ciudad como la nuestra debería contar para la discusión de sus asuntos cotidianos y los que no lo son tanto con persona que estuvieran a la altura de las temporadas pretéritas. Los remakes no valen. No nos sirven tampoco las secuelas ni las precuelas. En la siguiente temporada, la ciudad se juega muchas cosas. Cuando decimos y repetimos que la ciudad se juega muchas cosas hablamos de un intangible, pero se juega, realmente un futuro que puede que ya no sea el nuestro.
Un futuro que podemos contemplar desde una esquina, siendo los monos de atracciones de quien dirige los hilos de la ciudad o bien actores centrales en la ardua tarea de sobrevivir.
Yo no quiero estar en una esquina.
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