miércoles, 24 de noviembre de 2021
Lola - Israel del Santo
El caso es que uno va con la mejor intención a ver esta serie sobre Lola Flores con la idea de que estamos recuperando casi todo lo recuperable de casi todas las cosas y cómo nos vamos a detener en Lola Flores y sale de la serie pensando si no nos estamos pasando con el ensalzamiento y el todo vale y lo mismo da una cosa que otra. Esta serie de cuatro episodios sobre la vida y milagros de Lola Flores es un buen trabajo para conocer la vida, o al menos la vida que interesa, de Lola Flores, la lola de España, y su pretendida huella en los artistas que se puedan llamar sus herederos. Pero lo que pasa con la serie es que está hecha de una manera que los y las artistas que salen en ella, haciendo declaraciones sobre momentos puntuales de su vida, escuchando su música, valorando sus ideas, en definitiva, opinando sobre Lola, es que quedan espantosamente retratados. Rosalía, La Mala, C Tangana, Nathy Peluso (menos), Silvia Pérez Cruz, La Shica... lanzan opiniones absolutamente infantiles, reflexiones tan escasas, todo es uuau, es que era muy grande, es que hacía lo que le daba la gana... intervenciones sobre sus ideas políticas, ay ese momento, las intervenciones que justifican el derechismo o el filofranquismo de Lola Flores se salvan diciendo que si Lola se presentara a unas elecciones ellos la votarían o que, como dice C Tangana, si Franco duró tanto es porque al menos la mitad de la gente era franquista. Tan ancho. Las opiniones de las hijas y su hermana, que es cuando menos auténtica, son las de la creación del mito de Lola más allá de Lola y que son, además, las que han puesto la pasta para la serie, así que tampoco se iba a dar una imagen de la folclórica excesivamente... pero se da. Y se da la imagen de una mujer que hizo de su vida una carrera de supervivencia, que vivió por lo que parece a mil por hora y que por eso mismo no supo cuidarse y le pasó factura. Una mujer que no se privó de nada ni de nadie y que, distancia ideológica a parte, es un símbolo de muchas cosas. Lo que no sé es si está bien justificado por parte de muchos y muchas de las que aparecen en el documental. Hay, eso sí, tres o cuatro intervenciones regulares, las de Andrés Peláez y las de su sastre así como dos personas más que ahora no sé decirte quiénes son, pero son personas ya maduras, que ponen un poco las cosas en su sitio cuando se desmadra el baboseo. Son impagables sus declaraciones, tremendos los momentos como los del 'que no se puede casar', 'si me queréis marcharse', 'si cada español diera una peseta', y bastantes más que ya forman parte del acerbo popular. Una serie que te engancha y que, si tiene la intención de mitificar en exceso la figura de la folclórica o de las folclóricas en general, lo que hace es un retrato del artisteo y del famoseo patrio, sea modernito o no, bastante lamentable. Esas imágenes reiterativas de artistas escuchando a la Lola o poniendo sus discos o viendo sus revistas, dan un retrato, creo, de que tenemos un poco lo que va saliendo y que no pidamos mucho más. No pidamos opiniones críticas, una reflexión, algo. Todo es como poner un megusta en el insta y un wapa como comentario. Dicho todo esto, que parece que la serie me haya gustado menos que nada, decir que hay que verla porque es muy interesante y lo es también, como me dijo una compañera nada más empezar a verla, la ceremonia del blanqueo que se hace de sus tropelías fiscales, sus opiniones políticas y demás. O bien, lo expresionista que es su vida, líos, amoríos, consumos varios, excesos, y lo en segundo plano que queda su relación con su hijo Antonio o con su propio marido Antonio El Pescaílla, a quién no se le escucha decir una palabra más alta que otra, como si su papel en vida se trasladara también a la muerte. Vamos, que hay que verla y criticarla a saco. Que para eso estamos.
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