martes, 3 de mayo de 2022
Polonia
Ese minuto y medio o dos minutos o treinta segundos o yo que sé que ayer perpetró Ayuso. Ese pequeño discurso, esa calculada manifestación de desprecio hacia la historia, hacia toda la historia, hacia la gente, hacia toda la gente. Esa calculada parrafada de absoluta extrema derecha nacional, ese nacionalismo absolutamente invent. Esa españolidad que ya creíamos que nunca más porque éramos modernos con Almodóvar y la movida madrileña y los juegos olímpicos y la Expo y Barceló y Freddy Mercury cantando Barcelona. Todo eso que habíamos dejado atrás, se nos viene encima como si fuera un juego, como una puta broma de la que tenemos que sacar un comentario ingenioso para que se note que estamos por encima. Polonia. Nos vamos a convertir en Polonia. No sé si dentro de dos años. Dentro de cinco o dentro de diez. Pero o de verdad hay un polo mínimamente progresista que pueda plantar cara a lo que se viene encima en forma de barbaridad y desacomplejamiento o seremos los polacos. Un país occidental mucho occidental, extremadamente católico y ritualmente católico y genéticamente católico sea eso lo que sea, tradicional, conservador, orgulloso de su tradicionalidad, de su conservadurismo, de su catetismo disfrazado de iconoclastia, de su espíritu reaccionario disfrazado de ir a la contra de los tiempos. Polonia. Hungría. Esos países que han decidido reescribir su historia una vez más para que les encaje en un relato donde sean los muy mejores, los más mejores. Esos dos minutos de la Ayuso ayer despachando toda la historia de España, del estado español, de lo que quieran ustedes, con toda una suerte de barbaridades que dejarían temblando al historiador más ecuánime. Y ahí la tenemos, diciendo eso para que digamos que dice eso y mañana dirá otra y mientras tanto, parece que hay algo que se está pudriendo en la cabeza del pescado. Los espían. Se están espiando unos a otros. Alguien está espiándonos a todos. El partido mayoritario de la coalición de gobierno está siendo espiado en la figura del presidente del gobierno y no hacen nada por investigarlo. No pasa nada. Se investiga, se espía, no pasa nada. Hay quién sale al estrado parlamentario para decir que se espía poco y que cuando ellos gobiernen se espiará más. Porque sí. Porque España va a ser eso. Y parece que no es posible, vemos los vídeos de Macarena Olona y nos parece imposible que semejante odio con piernas pueda llegar un día a tener influencia en la vida material de nadie. Pero puede que dentro de dos meses, las vidas de mis familiares en Andalucía dependan de lo que se le antoje a tamaña ultra, capaz de justificar torturas y reírse de ellas. De repente, pienso en qué deben andar haciendo los polacos que no sean como nos dicen que votan los polacos. Si habrá polacos que sean progresistas, si quedará alguien. O se limitarán a quejarse amargamente, o a disfrutar de la vida sin que les importe ya de qué color es el gobierno porque total, ya está bien. Nosotros somos los polacos ahora.
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