lunes, 7 de octubre de 2024

Un año bárbaro


Mientras escojo el título del artículo y selecciono una foto, es posible que hayan muerto 10, 50 o 100 o 200 personas en Beirut, o en Gaza, o en Cisjordania. Qué más da. Hoy hace un año, un atentado de Hamas contra un país cuyo servicio de inteligencia es capaz de infiltrarse y asesinar a la cúpula de la seguridad de Irán, de Hezbollah y de cualquier otro de sus enemigos y acabar con ellos a su antojo. Murieron más de mil personas, asesinadas muchas de ellas a sangre fría. La sensación de poder vengar años, décadas, lustros de opresión, asesinatos selectivos, humillación constante, ocupación de casas, terrenos, vidas, bombardeos sobre población civil, un infierno en la tierra, durante unas horas en las que el enemigo parecía haber desaparecido, tuvo que ser apabullante. Israel lo estaba esperando. Desde ese día, se ha alterado tanto el orden de las cosas que estamos ante un cambio del orden internacional en el que se nos está diciendo alto y claro que cualquiera de nosotros, países, comunidades, naciones, localidades, clases, podemos ser aplastados, masacrados y eliminados, exterminados y ridiculizados ante las cámaras, sin que pase absolutamente nada. Supongo que antes de los nazis, nadie llamó nazi a nadie. Existirían otros apelativos. Hoy, llamar nazis a los responsables del Estado de Israel no me parece correcto. Esto es otra cosa. Un país se considera legitimado a perpetuidad a tomarse la justicia por su mano, a no respetar ni resolución internacional, ni legalidad, ni principios, ni humanidad. No es una guerra, no pelean contra seres humanos, sino contra bestias a las que no se les puede ya otorgar el beneficio de ninguna duda. Todos los palestinos son culpables. Todos los que discutan sus procedimientos, somos culpables. Arrasar Gaza, exterminar Cisjordania, bombardear Beirut, atacar a Irán. Es posible y probable que yo no simpatice con Hamas, que no lo haga con Hezbollah, que el régimen de los ayatollahs me parezca penoso. Pero esto es diferente. Aquí hay otra cosa que parece que se esté utilizando como laboratorio. Hasta dónde podemos llegar. Cientos, miles de muertes, cientos de miles de muertes provocadas por enfermedades derivadas de los bombardeos, vídeos de soldados riéndose, vídeos cantando. La barbarie en nombre de la civilización. En nombre de la paz, un genocidio. En nombre de la seguridad, el caos. Todo por que son de los nuestros, todo por una culpa ancestral, todo por el dinero, todo por alianzas y tácticas y estrategias y movimientos y órdenes que cambian y que cuestan miles, cientos de miles de vidas. En Palestina y en otras partes del mundo. Pero el caso palestino es tan doloroso y lo es porque los victimarios son un pueblo que ha sido la gran víctima siempre. No todos, ni siquiera deben ser la mayoría, solo los que comparten la idea sionista. No todos los judíos. Siempre he admirado a tantos judíos que no me lo explico. Cómo puede ser. Es. Y hacemos manifestaciones y nuestro gobierno hace gestos simbólicos, pero no parece que se pueda ir más allá. Quizás cuando vuelvas a estar en el gobierno tú, que no hiciste nada, cambie la cosa. Quizás tantas cosas cambien. Lo que no cambia es que esa gente está condenada a ser masacrada y no sabemos qué puede pasar para que la cosa cambie. Y llevamos un año y pueden ser más. Una masacre sin fin. Pero es en nuestro nombre, porque somos nosotros, porque son como nosotros. Es una barbaridad. 

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