miércoles, 4 de diciembre de 2024

Pequeños cuentos centroeuropeos



La verdad es que todo era un poco ridículo. Éramos un grupo de cinco o seis amigos, todos éramos de la misma ciudad, todos éramos del mismo barrio, todos nos habíamos criado juntos, todos teníamos padres que jamás habían salido del país, todos teníamos familia que únicamente hablaba checo, todos teníamos abuelos que jamás habían conocido otra cosa que a checos y si habían conocido a otra gente no guardaban buen recuerdo de ello. Todos teníamos nombres checos o eslavos. Todos, sin excepción, hubiéramos sido reconocidos como perfectos hijos de la gran madre eslava. Todos hablábamos entre nosotros exclusivamente en checo. Únicamente Marek había viajado una vez a Berlín, durante un programa de su escuela, que aunque estaba en el barrio no era la misma escuela porque a esa escuela sólo iban los hijos de una empresa muy antigua. El caso es que fueron a Berlín y cuando Marek volvió, todo cambió. Fue el primero en querer ser inglés. No sé qué vio en Berlín, pero solo hablaba de Inglaterra, de su música, de su cultura, comenzó a vestir como si fuera un modelo de la Fred Perry. No sabíamos de dónde sacaba esa ropa. Nos contagió a todos. Éramos un grupo de cinco o seis amigos, todos de la misma ciudad, que nos creíamos ingleses. ¿Os ha pasado también a vosotros?

martes, 3 de diciembre de 2024

Pequeños cuentos centroeuropeos


Yo tengo más o menos las mismas vivencias que todo el mundo. Algunas cosas las he hecho, otras no, otras solo las he hecho yo o pienso que solo las he vivido yo pero estoy convencido de que son compartidas por el resto del entorno en el que me muevo. Si te cuento mi vida, verás que, aunque intente adornarla o tenga recursos que la hagan parecer más interesante, coincide con lo que ya habrás visto o escuchado en otros amigos nuestros, incluso en ti misma. Por ejemplo, aquella vez en la que saliendo de un concierto nos pilló la policía meando en la calle. A todos nos ha pasado. Yo la cuento de una manera que puede parecer graciosa, pero en realidad es la misma historia siempre.  Yo estaba meando en una esquina, no demasiado escondido de la gente, entre dos coches, y los colegas estaban allí, algunos meaban también o ya habían meado y levanté la vista y vi un coche de la policía municipal en la esquina opuesta. Estaban lejos, pensé. Me concentré en la meada y cuando levanté la vista allí otra vez, los policías estaban delante de mí y lógicamente me recriminaron, me pidieron el carnet y yo asumí la derrota y como estaba borracho intenté mostrar mi sorpresa y recuerdo que un amigo quiso salir en mi defensa pero ya daba igual. Lo cuento de una manera en la que parece excepcional, una anécdota vistosa, pintoresca, los policías no estaban y de repente estaban. Y nos fuimos de allí a otro sitio y a ese sitio no habíamos ido nunca y estuvimos bailando y creo que sentí algo especial. Ese algo especial no sabía lo que era, era algo que no sentía que me hubiera pasado antes. Ahora podría decir otra cosa, pero estoy convencido de que a todo el mundo le ha pasado que ha tenido 'esa noche' en la que parece que algo va a pasar. Naturalmente, no pasó nada. Eso también le pasa a todo el mundo. 

lunes, 2 de diciembre de 2024

Pequeños cuentos centroeuropeos


Aquellos cuentos que había escrito casi inconscientemente, sin pensarlo, como un pasatiempo simplemente, le habían dado la popularidad que siempre había ansiado y que con sus ensayos e incluso sus dos novelas no había llegado ni a imaginar. Cuentos escritos como a salto de mata, sin otro interés para él que mantener viva la cosa de la escritura. Eran cuentos en los que quería emular a sus referentes más queridos, los escritores centroeuropeos que siempre le habían entusiasmado. Incluso había escritores de su tierra que habían adoptado claramente aquellos referentes y también a él le habían influido. Así, sin proponérselo, fue escribiendo estos cuentos de manera un tanto desordenada y, cuando vio que ya había reunido un volumen suficiente, los ofreció para su publicación. El libro se publicó y fue todo un éxito. Pero no fue hasta que pasó un tiempo que, un día, revisando unos volúmenes en su casa, no se dio cuenta de algo que, quizás, tuvo que ver con el éxito de aquel volumen que él había titulado 'Pequeños cuentos centroeuropeos' y que, por algún motivo, quizás por ese poco cuidado y ligereza, había entregado como 'Pequeños centros europeos'. 

Pequeños cuentos centroeuropeos


Todos nos conocíamos pero no nos conocíamos por lo mismo. Algunos éramos y otros no, unos venían y otros no, otros se sentían y aquellos no, pero estábamos allí y hablábamos entre nosotros, nos reíamos, comentábamos y Zdenek me tocó la espalda y me preguntó si podíamos hablar un momento. Nos apartamos un poco del resto de la gente y empezó a contarme que no estaba en un buen momento, que había dejado el trabajo y que tenía un proyecto en la cabeza pero necesitaba un poco de ayuda y si yo le podía prestar al menos un poco de atención porque tenía en mucho mi opinión. Su idea era mi idea. En cuanto comenzó a decirme qué es lo que tenía pensado hice repaso de las veces que había hablado de mi deseo con el resto de colegas. Quizás a alguno de ellos, o a alguna de ellas, en alguna ocasión y con alcohol de por medio, les había dicho que en realidad, la ilusión de mi vida era... pero no tenía conciencia de haberlo hablado alguna vez con Zdenek y no creo que alguien hubiera llegado a Zdenek y le hubiera comentado eso. Aquí me acordé del cuento aquel en el que alguien descubre un hecho maravilloso y se lo comenta a una persona que cree su amiga pero que en realidad es un competidor y este, en un arranque de egoísmo, no da importancia al hecho. Pensé en hacer lo mismo. Pero no lo hice. Le dije a Zdenek que me parecía una idea muy original y que no se preocupara, que seguro que le iría bien. No le fue bien.