Bueno, bueno, bueno. Felicidades a mí mismo porque me he acabado un libro que amenazaba con convertirse en el libro del año, tanto por lo que me ha gustado, como por lo que he tardado en acabarlo. Biografía de Julio César. De Cayo Julio César. De César. Político, militar, escritor... muchas cosas. César es César. Por César los Kaiser se llaman así. Por César los Zares se llaman así. César es mucho César. Y eso que no llegó a completar su plan. O al menos a morirse tranquilamente después de haber conseguido vencer. Y aún así, César... es mucho César. ¿Por qué este libro? Pues porque lo recomendaban en la Página Definitiva, y su palabra es ley.
Para conocer algo de la historia de Roma, lo primero que tenemos que hacer es familiarizarnos con una serie de palabras, cargos, jerarquías y conceptos que nos ayudarán, al menos, a no perdernos: República, cónsul, pretor, tribuno, tribuno de la plebe, centurión, legionario, propretor, procónsul, magistrado, senador... y como esa un montón. Una vez que tenemos más o menos localizado el funcionamiento de la República romana, podemos lanzarnos a entender algo de la historia y la vida de César. Una vida y una historia que, a fin de cuentas y como nos dice el autor, no difería demasiado de otros militares y políticos de la época, como Mario (su tío), Cinna, Sila, Pompeyo, Craso... hasta el mismo Cicerón. Sólo que él, César, consiguió imponerse a todos los demás de una manera más clara y definitiva, sin intención de abandonar.
Empecemos. César viene de una familia bien. Pero no de las más ricas. Bien, pero no tanto. Su tío es Mario, que tiene un conflicto por el poder con Sila. Tira y afloja, guerra, gana Sila. Sila se convierte en Dictador y persigue a los seguidores de Mario. Aquí las guerras no son porque uno sea de izquierdas o de derechas. Pero hay matices. Sila también persigue a César, pero acaba perdonándole, aunque sea un crío, le perdona sólo porque se lo piden. Todos son familia de alguien. En esa Roma, todo el mundo era familia de alguien, estaba casado con alguien, su hija era tal, o el hijo estaba casado con el otro. O bien... se la estaba tirando alguien. César se tiraba a todo el mundo. Eso también hay que contarlo, y lo cuenta. Ahí no se perdonaba nada.
César empieza a hacer carrera. Sila no se queda con el poder y se retira. La República es un sistema pensado para que manden unos pocos, pero para que no mande uno solo. Cuando uno asoma mucho la cabeza, ñaca. Y ese es el tema, cómo sobresalir sin que vayan a por ti. Puedes ser nombrado cónsul, que era lo más, pero sólo durante un año y compartiéndolo con otro. Cuando acaba el mandato, te pueden procesar y se te cae el pelo. Casi no sale a cuenta. Pero todo el mundo pica. Y venga palos.
César y su meteórica carrera. César en Bitinia y su confuso asunto con el rey de Bitinia, donde dicen que el rey le dio tralarí. César venciendo a los piratas. Se cruzan las biografías de Pompeyo, que era un general muy bueno y muy rico, pero con poca gracia, Cicerón, que tenía mucha gracia pero no era de coger armas, Craso, que era muy rico, pero muy rico y prácticamente 'se compra' a César para favorecer su carrera....
La carrera de César va bien y acaba siendo Cónsul. Era un raro. Vestía raro, se comportaba de manera extraña, era un popularis porque apoyaba las reivindicaciones de las clases populares, y se zumbaba a las mujeres de todo el mundo. Pero su chica era Servilia. Todo el libro lo paso poniéndoles caras a la gente. Y son las caras de la serie Roma y de Espartaco. Craso es Lawrence Olivier. Cicerón es... Charles Laughton. César es el de Roma.
César tiene muchas deudas. Cuando acaba su mandato tiene que ir a las Galias, a la Galia Transalpina a hacer de procónsul. Y busca follón. Guerra en las Galias. Los helvecios quieren irse de Suiza y pirarse a hacer el indio por la Galia. César dice que nones. Cuando dejabas de ser cónsul, te daban una provincia, y ahí te las apañes y te las rapiñes, ojo. Esta parte, la de la Guerra de las Galias, es un poco coñazo. Parece que los galos son tontos. Que juntan mucha gente y que al final no les vale de nada, porque César, con un poco de vista, gana siempre. Pero cuando acaba, pasa lo siguiente: perdona a la gente y les deja que vivan su vida. Le sale mal. Los galos se reorganizan y se rebelan. Vercingetórix y todo eso. César vuelve a ganar y entonces la lía parda.
Ya ha ganado, hasta intenta conquistar Britania, pero es una movida muy complicada con los barcos y al final no llega a ningún sitio.
Movidas buenas, en Roma. Pompeyo, Craso y él son los más poderosos. Craso, queriéndose hacer el hombretón, va a guerrear con los partos y se lo fumigan. Ya quedan sólo Pompeyo y él. Se llevan bien, se tienen afecto, pero hay una serie de gente, con Cicerón, Catón, Bruto, Ahenobarbo... que malmeten y malmeten y al final estalla la guerra Civil por un quítame allá esas legiones. César dice que a él no le pueden meter mano y que en todo caso que Pompeyo también se baje los pantalones. Nada.
Esta parte del libro, la final, es la más llevadera y movida. Guerra civil que gana César casi contra todo pronóstico, porque sus fuerzas eran menores, pero su política era mejor. O no. Porque César gana en Hispania, termina con Pompeyo en Farsalia, tiene su momento 'vine por una tontería y por poco me cuesta la pellica' en Egipto, se lía con Cleopatra, acaba con los pompeyanos en África, vuelve otra vez a Hispania a por lo que queda... pero perdona.
Perdona a sus enemigos. Como le pasara en la Galia, prefiere perdonar y ser clemente. Así la gente no le querrá por su crueldad, si no por bueno. Pero dejar a tanto enemigo con la conciencia de que le estás perdonando la vida, cuando muchos de ellos sólo sabían ir a por algo o morir... Al final un grupo de pompeyanos y otros antiguos partidarios suyos, conspiran contra él. Bien porque su dominio era demasiado parecido a una monarquía, bien porque empezaba a resultar fastidioso estar tanto tiempo al lado de alguien tan poderoso, bien porque... por lo que fuera, se lo cargan en el Senado. Bruto, el hijo de Servilia, su amante, es uno de los que más se implican en el complot. El ejemplo de Catón, que se quita la vida antes que ser perdonado por César, les duele a todos. Hay que pelear hasta el final.
Pues todo pasa por perdonar. Porque a lo mejor quitándose de en medio a toda esa gente que le tenía un odio africano... en fin.
Luego vendrán Octavio, Marco Antonio... pero de eso ya no habla. Solo de la trascendencia de un personaje que fue haciendo carrera y se encontró con que podía ir a por el mundo conocido... simplemente yendo a por él. Anticipándose. No respetando las normas. Como un anuncio de Hugo Boss. Pero siempre con las normas bien aprendidas y en nombre de la ley. Dentro y fuera. Un crack. Y un motivador, que tenía a su gente siempre en un puño. Que decía 'ah, os ponéis farrucos los de la décima legión y os amotináis, no pasa nada, no voy a hacer aquí un drama... pero no venís a África a la guerra'. Y los de la décima 'no, no, César, llévanos, llévanos'. Y así.
Pues oigan, un librazo. Salvo algunos tramo de batallas en los que uno se pierde un poco, y el tema de la nomenclatura... lo demás es fascinante. Qué mundo, qué peleas, qué intrigas... y como siempre, si queremos, qué parecido a cosas que vemos en nuestro día a día, pero sin elefantes saliendo en estampida, claro.
Muy bueno, si señor.