Yo tenía un grupo de rock que no sonaba ni muy bien ni muy mal, pero era mi grupo de rock. Ahora puedo decir -puedo, en tanto que yo soy una persona que patatín y patatán- que tenía un grupo de rock, pero en aquellos tiempos debía decir más bien 'era parte de' un grupo de rock. Nos llamábamos Commie and the Uniteds. Commie era uno que cantó en su tiempo, pero que había perdido buena parte de su voz atronante y decidimos entre todos que tocase la batería. Que pasase a tocar la batería. La base rítmica. Nuestro grupo no era demasiado estable. De vez en cuando un guitarra se piraba, el cantante se subía a la parra y decidía ir por libre... aún nos acordamos de cómo más de uno que nos llamaba flojos por haber abandonado el rock en algún tema y haber abrazado un rollo algo más pop, nos decía de todo, se cabreaba en mitad de una gira, se piraba y al cabo de unos años lo veías con una Big Band cantando standards. You make me feel so young... El grupo, la verdad, a lo tonto a lo tonto, tenía ya unos años y, aunque nunca teníamos éxito masivo, sí que notábamos que nos tenían en cuenta. Sobre todo para lo malo. Era curioso. Si sacábamos un disco de versiones, nos ponían a parir. Si sacábamos un disco de rock bestia, nos decían de todo. Si sacábamos un disco blandito, de baladas, por que a uno de nosotros le habían roto el corazón, más leña sobre nosotros. Éramos el grupo con peor prensa de la escena musical. Los medios se hacían eco inmediatamente en cuanto uno de la banda decidía pirarse. Que si están acabados, que si su sonido es rancio, que si esto que tocan lleva pasado de moda más tiempo que la polka, que si con esas pintas no les va a hacer caso nadie... Y sin embargo, pese a todo, teníamos nuestro público. Un público que iba oscilando de lo poco a lo más o menos, pero que nunca era bastante. Eso, la verdad, nos tenía en un sinvivir. Daba igual el giro estilístico, que tuviéramos un guitarra bueno, que el cantante fuera guapo, que consiguiésemos cierta estabilidad en la banda... no acabábamos de despegar. En fin. Ahí estábamos. De repente, la escena se movió.
A nuestros conciertos empezaba a venir algo más de gente. Notábamos que había un tipo de gente que hasta entonces no se había acercado a nuestros conciertos y que, determinados medios, nos preguntaban por nuestros proyectos. Sin haberlo pretendido, habíamos conectado con una gente que había descubierto en nosotros, en toda nuestra discografía, un sentido a su ansia de escuchar una música diferente. Es que teníamos nuestro punto, todo hay que decirlo, aunque nosotros no nos lo creyéramos demasiado. Podíamos tocar muchos palos y al mismo tiempo, sonar siempre reconocibles. Estábamos en un momento cojonudo para hacer algo bonito. Nos metíamos en el estudio y nos salían unos cancionazos de narices. Commie and the Uniteds estaba preparado para dar el salto, nos decían las revistas especializadas.
A nuestros conciertos venía una gente que, a veces, del club de fans que sin saberlo se había montado a nuestro alrededor, también se colaba en nuestros ensayos. Eran una gente muy maja, que nos caía de puta madre, la verdad. Un día, nos enteramos que habían montado un grupo y que estaban ahí buscando unos bolos para empezar a tocar. Hombre, dijimos, pues ya que son así de nuestro rollo y eso, pues, qué coño, pues vamos todos juntos a hacer una gira, que mola que haya gente con ideas nuevas y que le dé otro rollo a la música y así la gente ve que estamos por la labor. Pues nos dijeron que no. Que querían ir por su cuenta, que estaban empezando, que esto, que lo otro. Paul & the Pigtails. Bueno. Pues nada.
Sacamos el disco al mismo tiempo. Los dos discos eran iguales. Exactos. Habían captado todas nuestras ideas, en un tiempo en el que estábamos sembrados, y habían hecho un disco clavadito. Mejor producido, eso sí. Nosotros, como siempre, autoproducidos y con buena parte de los medios dándonos la matraca y ellos, sin que nosotros supiéramos por qué, todo el día en todas partes sonando a tope. Todo el rato. Continuamente. Y ya digo, igual, igual. Los ademanes del cantante eran algo más sobreactuados que el del nuestro, que ya llevaba unos años y tenía otros modos, pero... los medios empezaron a ignorarnos. A decir que éramos el pasado. Y yo no paraba de oír su disco y el nuestro y pensar... pero si suena igual... cómo puede ser que el suyo sea...
Y bueno, como somos así, queremos tocar con ellos en una gira, a ver si somos capaces entre ellos y nosotros de petarlo. Pero no sé. El batería dice que no. El bajista que sí. El cantante que ya antes les habíamos dicho de tocar y que ahora... Y ellos venga a petarlo y a nosotros me da la impresión de que nos quieren enterrar. No sé. Pues vamos a sacar otro disco que se va a cagar la perra, que nosotros ideas tontas tenemos para dar y recibir y para lo que nos queda en el convento...
Perdona por la errata. Felicidades por tu cumpleaños.Me acabo de enterar por el blog de madame Diana. No sabia yo que el el Baron Yanayev y monsieur Tolya eran la misma persona:-) Me he alegrado con la noticia. Que la felicidad y suerte sean compañeras de camino.
ResponderEliminarUn abrazo
muchas gracias!!!
Eliminarque así sea!!
Como Picasso y Braque... Pues sí, hay que diferenciarse, claro. ¿Son esos los Turtles?
ResponderEliminarDice Katy que hoy es cumple??? Muchas felicidades Tolya!!!! Ha cumplido el número grande?
mi cumple fue el lunes yprh!!! pero muchas gracias igualmente.
Eliminarno, no... estoy a punto a punto. pero a punto. este es mi último año de... de qué?
de juventuss...o no lo sabe?
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