jueves, 16 de julio de 2015
Gorteza (fin)
Algo se muere en el alma, cuando un amigo se va. Pero Gorteza no es nuestro amigo. Gorteza es amigo de una gente concreta, tuvo amigos una vez, los perdió porque se quedó frito por una mujer, esa mujer existe pero no y así es todo lo que ocurre en la vida. Parece que hay cosas que son y que en realidad no son. Que pasan y que parece que le estén pasando a otro. Gorteza tiene ya cuatro dedos de la faca de Rípodas en la cabeza y podemos considerar que está muerto. Gorteza se ha quedado vacío, porque los muertos ya no tienen nada. Estevita Darién, en el momento en el que Gorteza ha dejado de vivir, ha notado algo. Ha notado que le duele todo, que los años se le han venido encima, que no tiene ganas de nada. Gorteza ha muerto. Pero esto no puede quedar así. Esto debería acabar de otra manera y además tenemos que ver qué hacemos con Rípodas, que está con la faca en la mano, apretando para abajo y sin intención de parar. Porque sabe que si para, si termina de matar a Gorteza, debe matarse él mismo. Podemos considerar algunas opciones para terminar. Una, denostada y completamente fuera de sitio no tanto por extraña sino por manida y poco original podría consistir en introducir a ese niño impertinente que juega la pelota en la plaza del pueblo y que arrea un balonazo a Gorteza mientras este está soñando adormilado en un banco. Todo era un sueño. Más visto que el tebeo, pero efectivo, la verdad. Gorteza entonces no estaría muerto. Otra posibilidad, ligeramente emparentada con la anterior, es la de que Gorteza está terminando de expirar (¿?) y, ay, resulta que el mismo Rípodas no es más que otro personaje de otra ensoñación de Gorteza y que, realmente, lo que ocurre es que a Gorteza le ha dado un yeyo y se ha quedado en coma y lo de la historia de Rípodas es, pues eso, parte de la convalecencia y lo que pasa es que cuando Rípodas termina, sale a la calle y está en la calle con todos los demás y ya se muere Gorteza y tachán. Y otra posibilidad es la siguiente, que quizás y por la premura de tiempo y la escasez de espacio, sea la que consideremos definitiva. Poner bien las comas, qué misterio. Una solución que conjugue elementos varios de la narración. Veamos. Rípodas está matando a Gorteza y su cabeza está destrozada. La de Rípodas. Porque sabe que debe morir él también. Que ahora es su turno. Gorteza está en el suelo, muerto, y Rípodas sale a la calle. Pero la calle está llena de gente. Y, el cielo se ha puesto de un color extraño. Unos colores y unas tonalidades realmente asombrosas. Rípoda está en la calle pero no puede avanzar. Quiere coger el tren, marcharse a su casa y pegarse un tiro en la sien. O cualquier otra cosa que le ayude a irse. El cielo está feo. O bonito, según la subjetividad de cada uno. En un pueblo vecino, una mujer en una zapatería está trasteando cajas. Las mueve de un lado a otro. Canta una canción. Tiene una voz preciosa esa mujer. What a wonderful world. Una de las cajas se cae. De dentro de la caja salen dos zapatos como los que Gorteza compra, compraba, cuando iba allí a comprar zapatos. La mujer mira los zapatos en el suelo y se acuerda de algo. Sin dejar de cantar, Mirta Darién va al teléfono y llama a su hermana, Estevita. Estevita se encuentra muy mal, le duele todo. Mirta le dice que 'acaba de ver una cosa que le ha recordado a ella, a los tiempos en los que vivían en el cortijo, cuando niñas, y se imaginaban cosas, de cuando su madre las llevaba a ver la Aurora Boreal que se formaba en el pueblo, de cuando imaginaban que eran brujas, de cuando a Estevita alguien le encargó gobernar aquella parte del universo, de cuando Estevita se enfadó con ella porque a ella no le encargaron nada más que regentar una zapatería porque pensaban que era mala, de cuando Gorteza vino a su zapatería, de cuando, jugando, se metió en la cabeza de aquel militarote y lo enloqueció, de la envidia que le dio que Estevita besara a Gorteza, de los celos que le tenía desde siempre, de lo mucho que la odiaba. Cada día la misma historia. Mirta Darién llamaba a Estevita todos los días para contarle lo mismo. Aquel día, sin embargo, con la caja de zapatos en el suelo, a Mirta le pasó algo por la cabeza. Gorteza acababa de morir, Rípodas había cumplido su objetivo, pero no podía moverse de donde estaba porque la calle estaba llena de gente. Mirta Darién se quedó con el teléfono en la mano, quería decirle algo a Estevita, algo más. Y empezó a cantarle What a Wonderful World. Y Estevita, que de repente sintió que no escuchaba bien y que nunca había tenido problemas de oído, se emocionó y le pidió a Mirta que viniera a verla, que nunca iba a verla. Que podían volver a ver una Aurora juntas. Que lo pasado pasado. Y Gorteza, en el bar del Frederico, está contándole a una agente de policía que ha ido a investigar la muerte de una compañera llamada Carina Ocáriz que él tiene un vago recuerdo de todo lo que pasó. Se pasa la mano por la cabeza y aún le sangra. Rípodas, en su casa, se pone un chándal y sale a correr todas las mañanas. Todo el mundo es feliz. Gorteza pide un bocadillo en el bar de Frederico para llevárselo a casa. Nunca tiene nada en casa para comer. Se sienta en el butacón y se come el bocadillo. Pero ha cogido la costumbre de tomar café después de medio comer. Tanto dormir no es bueno.
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