miércoles, 15 de julio de 2015
Gorteza
Villastanza de Llorera no es un pueblo italiano al pie de la montaña. Villastanza de Llorera tampoco tiene detrás una ciudad. Villastanza de Llorera no limita al norte con Francia, al sur con el Estrecho de Gibraltar, al este con el Mediterráneo y al Oeste con Portugal. Villastanza de Llorera tiene un tamaño acorde con sus características como pueblo. En ese pueblo cabe la gente que cabe. Pero Villastanza de Llorera no es un pueblo normal. Incluso, hay veces que los expendedores de billetes de tren no saben que hay una estación de tren en Villastanza de Llorera. Es un pueblo capaz de acoger a todas las personas que Gorteza ha soñado y pensado durante toda su vida. Personajes en busca de un autor. Gorteza está empezando a morirse porque la navaja ya ha penetrado un centímetro en su cráneo y nadie en su sano juicio es capaz de afirmar que 'eso no es nada' y que después de un centímetro venga otro. Lo que nadie puede preveer es que a medida que la navaja que empuña Rípodas va introduciéndose en la cabeza de Gorteza, las gentes diversas y plurales que han sido los protagonistas de sus sueños y pensamientos durante todos estos años, ocupen de esa manera las calles de Villastanza de Llorera, llegando incluso a originar por su propia cantidad y tamaño, nuevas calles al instante. Como si el propio Gorteza estuviera acomodando en Villastanza, ya que no estarán más en su cabeza, todo lo que en ella se encontraba. No es una solución demasiado mala. Preocuparse por las personas a las que uno quiere y dejarlas más o menos colocaditas antes de pasar a la otra vida, es algo más que loable. Hacerlo con aquello que más tiempo te ha ocupado, tus pensamientos y todo lo que en ellos se encontraba, parece algo más que normal. Villastanza va creciendo a medida que van apareciendo personas y personajes. Creo que esto ha quedado ya claro y no voy a repetirme mucho más. Simplemente decir que está ocurriendo mientras Gorteza va muriendo. Porque Gorteza va a morir. Parece que Gorteza no debiera morir, porque mientras escribía 'Gorteza va a morir', me he equivocado dos o tres veces y he tenido que rectificar. De hecho, escribiendo la rectificación, incluso ahora mismo, estoy fallando al teclear. Normalmente soy una bala, un rayo escribiendo. De golpe, sin dudar, y en cambio, parece que la muerte de Gorteza no la tenga del todo clara. Me equivoco cuando escribo y eso debe significar algo. Pero tiene que morir. Gorteza ya tiene casi dos centímetros de navaja clavada en la cabeza. Hay gente, casos de gente, que aparecen en diarios o en programas de televisión, que cuentan que les ocurren cosas extrañas, se clavan cosas, se introducen elementos y no mueren. Gorteza ya tiene dos centímetros de navaja clavada en la cabeza. La calle llena de gente. He escrito cabesa. No voy a cejar en el empeño. Rípodas no está pensando en nada, por si alguien lo está preguntando. Estevita Darién cree, confiada, que todo va bien por ahí fuera. Como todos los que dominan una parte del Universo, nos creemos lo que nos creemos creer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario