Hablar con eslóganes, repetir frases que has leído en otros sitios, confirmar el ritual, olvidar qué es realmente lo que es ser comunista. No es lo mismo olvidar qué es ser comunista que confundir lo que es ser comunista. A vueltas con ser comunista o con lo que significa pertenecer a un partido comunista. Ayer vi la película La confesión, del director franco-griego Costa-Gavras. Y la verdad que esa y otras muchas reflexiones asaltaron mi cabeza. Pero no son reflexiones nuevas, ni mucho menos. Ni que nos lleven a nada. Pero están ahí. Y regularmente le vienen a uno. No todos los días, ni mucho menos. Hablar con citas, aprenderse el himno, ir donde tienes que ir, estar donde tienes que estar.
La Confesión es una película del año 1970, protagonizada por Yves Montand, que fue militante del Partido Comunista Francés hasta finales de los 50 y por Simone Signoret, su compañera, que no fue militante pero siempre estuvo ahí. La película se basa en una obra del checo Arthur London, con aportaciones del español Jorge Semprún, que fue expulsado del partido comunista español a mediados de los sesenta. La película es sencilla. Un día, un alto cargo del gobierno, el gobierno checoslovaco, empieza a ver cómo le van siguiendo. Tanto a él como a un grupo de ex combatientes en la Guerra Civil española. Un día, le detienen. Le acusan de traición. De burgués, de cosmopolita, de titista, de nacionalista, de sionista, de espía. Le acusan y le someten a diversos tipos de interrogatorio. Tiene que confesar. No solo le detienen a él. Detienen también al redactor jefe del periódico del partido, detienen hasta al propio secretario general del partido. Detienen y detienen. Nadie sabe bien por qué les detienen.
Uno de los interrogadores resulta ser un antiguo represor de comunistas. Este, decide ir poquito a poquito minando la resistencia del detenido. Poco a poco va teniendo que admitir una serie de culpas que acaban sumando para la gran culpa. Casi todos los detenidos son condenados a muerte. Y otros condenados a cadena perpetua.
El protagonista aparece durante la película ya en Francia, como exiliado, y explicando que él se sigue sintiendo comunista pese a todo, quizás precisamente por el propio proceso. Se supone que con los cambios en la URSS le liberan y puede salir del país. Decide volver y...
Llama la atención que el personaje de la mujer del detenido, Arthur Ludvik, ella es 'la francesa', por convicción o por salvar los muebles, en ningún momento discute lo que le está pasando a su marido y considera que si eso está pasando es porque tiene que pasar. Si el Partido lo ha dicho, si así lo ha decidido, será lo mejor. Mejor equivocarse con el partido que acertar en su contra.
Una película dura, que en 1970 tuvo que sentar como lo que te dije. Una película para reflexionar.
Qué va. No vean la película. Total, todo esto ya no pasa ni pasará, son cosas del estalinismo, ni se detiene a nadie, ni nada. Eran otros tiempos. Otras gentes.
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