miércoles, 30 de agosto de 2023
Ofrenda
Sucede que cuando llegaron ante el emperador, comenzaron a hablar entre ellos sobre la ofrenda que iban a entregarle. Sabían que el emperador era una persona que lo había visto todo y que todo lo tenía ya, así que era muy difícil que cualquier cosa que ellos tuvieran pudiera impresionarle. Uno de ellos dijo que, quizás algún artículo de su tierra, por muy vulgar que fuera, al emperador le llamaría la atención. Podrían engañarlo. Pero los otros convinieron en no arriesgar. Sabían que el emperador era una persona instruida y que era mejor no subestimar su conocimiento del mundo. Finalmente, decidieron que lo mejor que podían ofrecerle era su amistad y su consejo en caso de que humildemente fuera requerido. Así que llegaron ante la gran sala donde el emperador realizaba sus tareas de gobierno y recibía a los emisarios extranjeros, esperaron su turno y se acercaron hacia el trono. El emperador era un hombre cuyos mejores años ya habían pasado pero que seguía siendo temido y respetado tanto en su reino como en el extranjero. Tenía fama de astuto y se decía que durante su juventud había viajado de incógnito por diversos países para poder conocer las maravillas del mundo. En realidad, eso jamás había ocurrido y ese truco le servía para revestirse de una fama de cosmopolita que le venía muy bien. Los viajeros se presentaron, aunque el emperador ya sabía quiénes eran, le contaron cuál había sido su periplo y para rematar le dijeron que su mayor tesoro era poner sus propias personas al servicio del emperador y que por ello se ofrecían para aconsejarle en lo que pudieran, cuando les requiriese. El emperador agradeció mucho aquel ofrecimiento y les invitó a quedarse en su palacio, habitando uno de los pabellones que se acababan de reformar y que habían sido antes unos almacenes de grano. Los viajeros ocuparon aquellos aposentos recién estrenados y nada más llegar se dieron cuenta de que no podían salir de allí bajo ningún concepto, el emperador podía requerirlos en cualquier instante. Los guardias vigilaban y prohibían el acceso al pabellón y aquella estancia se convirtió en una prisión. Durante años el emperador no se acordó de ellos. Finalmente el emperador en su lecho de muerte, en pleno delirio, no dejaba de gritar París, París, París... los lacayos no sabían que hacer y sacaron de sus habitaciones a los viajeros que debían interpretar qué es lo que quería decir el emperador citando aquella ciudad lejana. El emperador al ver a los viajeros, con los ojos desorbitados, preguntó '¿Cómo es París?'. Y aquel que propuso en su día el regalo del abalorio, sacó de un bolso un llaverito con la iglesia de Notre Dame contorneada en cuyo pie se leía París-France. Y el emperador, al verlo, dibujó una sonrisa de felicidad, quizás recordando algo que nunca hizo.
martes, 29 de agosto de 2023
Periodismo deportivo
Volvamos al tema del periodismo. Cuando yo era chaval y no sabía qué quería hacer en la vida, me gustaba pensar que el periodismo era eso que yo veía en la tele, que escuchaba más bien, cuando escuchaba las retransmisiones deportivas. Campeonatos del mundo de atletismo, de gimnasia, de baloncesto, de natación, gente que conocía el juego, el deporte, a los deportistas, que tenía sus filias y sus fobias y que te hacían disfrutar de la retransmisión muchísimo más que si estuvieras en el campo, en el estadio, en el pabellón, donde se te escapan mil cosas. Escuchando disfrutabas y aprendías. Cuando quise ser algo, una de las cosas era ser eso. Cuando pude hacerlo, no lo hice, o no supe hacerlo, no lo sé. El caso es que esas figuras legendarias del periodismo deportivo, o de un cierto periodismo deportivo, van desapareciendo y quizás una de las últimas ha sido la icónica Paloma del Río, eterna, siempre presente en las retransmisiones de la gimnasia y representante de ese viejo estilo en el cual no primaba tanto el ardor patrio sino el espíritu crítico y divulgar lo que es el deporte más allá de dejarse llevar por el color de la bandera. El viejo estilo. Hoy el periodismo deportivo parece otra cosa. Y estos días, el periodismo deportivo está sufriendo una serie de revolcones que, esperemos, no queden en nada. Por lo pronto, el primer fin de semana post movida del mundial femenino, parece haber sido un impacto de profundidad para un cierto periodismo deportivo que pretendía dejar este tema en una anécdota y de repente han tenido que ponerse en modo Declaración Institucional. Como cuando ocurre algún hecho trascendental y de repente todo el mundo ha de acordar un mensaje de consenso para que nadie se quede atrás, esté muy o poco o demasiado de acuerdo o en contra. Se encuentra el tono común y palante. Pues un poco ha sucedido esto en estos últimos días. Se ha encontrado el tono para que posicionándose en el lado correcto, el show no deje de funcionar. Que al final es de lo que se trata. Se pone cara grave, se aplaude la decisión de los que se posicionan, pero de lo que se trata es de que la maquinaria continúe y minuto de juego y resultado y a comentar lo que el ojo no ve. Eso sí, la mácula sobre el periodismo deportivo, sobre el periodismo deportivo de máxima audiencia, va a ser difícil de quitar. A partir de ahora, cada vez que aparezca en televisión alguno de los cromañones que se pusieron bravos en las primeras horas, veremos si se mantienen o alguno tiene que pasar por la nevera. El papel de los y de las periodistas deportivas en estos tiempos será fundamental para que todo lo que ha pasado no caiga en saco roto. Perder voces como la de Paloma del Río, aunque estuvieran circunscritas a deportes minoritarios, significa perder una posición con personalidad para poder expresarla sin miedo a lo que pueda venir. Que el negocio continúe. Que la máquina no pare. Qué tiempos aquellos cuando éramos periodistas deportivos, cuando queríamos hacer una crónica del Extremeño - Arrabal como si fuéramos Segurola. No sé qué queríamos ser, no sé qué hubiéramos acabado siendo. Espero que no hubiéramos hecho todo eso que ahora estamos criticando.
domingo, 27 de agosto de 2023
Crónica de un viaje a Vilches. La última vez.
Parece que hace un año que escribí el último texto sobre un viaje a Vilches y ese año parece que se ha hecho corto. Como si hace nada que me senté a escribir sobre lo que nos pasó hace un año y en un año han pasado mil cosas y ahora que te sientas aquí te das cuenta de que realmente no ha pasado tanto porque parece que... y así un año y otro año. Este año hemos llegado de nuevo a Vilches después de haber estado en otro sitio, con lo que pudiera parecer que es el segundo plato. Claro, tenemos que ir a Vilches como si fuera una obligación. Es una obligación y es un compromiso. Un compromiso con nuestras raíces, con nuestros amigos y amigas, con una manera de entender lo que somos y lo que nos gustaría ser. Hablo en plural pero hablo por mí, principalmente. Ir al pueblo, tener pueblo, enriquece. Cuántos y cuántas no están ahora arrepintiéndose de no tener pueblo, de no tener otro punto de vista, un lugar al que pertenecer también o además. Este año, después de un año, había que ir a Vilches, como siempre, por las fiestas o sin las fiestas, pero hay que ir. Y cada año enganchar a alguien más a lo que significa el pueblo y cada año quizás conocer a alguien más con quien no tenías contacto y que fíjate o bien recuperar a alguien que hacía mil años que no y resulta que también. En definitiva, la visita al pueblo significa reconectar con todas esas cosas de tu infancia que te han marcado de manera perenne, con los recuerdos tanto de uno mismo como de tu familia y amistades, y enganchar con otras personas que están ahí y que siempre acaban aportando. Este año, por ejemplo, y por todo lo que nos ha pasado, tenía muchas ganas de conversar con Bartolo, el ex alcalde y compañero. Su visión y manera de ver las cosas siempre me aporta mucho y este año tenía ganas de hablar con él. Creo que solo pudimos hablar un día con cierta calma aunque rodeados del ruido de las chapas, pero ya me sirvió de mucho. Como siempre sirve de mucho pasar tiempo con Marina, esta vez confirmando que realmente somos familia y que tanto ella como su hermanas y hermanos, somos familia. Son mis chachas y chachos. Explorar sobre la familia me encanta. Sobre la familia de mi abuela Juliana y mi abuelo Antonio, en principio. Especialmente mi abuela Juliana, ya que mi padre nunca fue muy familiero y estoy convencido de que los Garridos y Vallejos deben ser muchos más de los que mi padre tenía ganas de localizar. Él no iba al pueblo por la familia, o al menos por la familia que fuera más allá de sus padres y su hermana. Mi madre es otra cosa. Hemos ido al pueblo y es la última vez que vamos al pueblo en estas condiciones o con este planteamiento. Nos hemos dado cuenta de que nosotros vivimos todavía las fiestas de Vilches como las vivíamos hace años y ya nadie las vive así. El posturón del 15 de agosto es un recuerdo, no existe, se acabó. Ya no lo hace nadie. Al menos en la plaza. Supongo que harán otras cosas en otros puntos, pero lo que nosotros recordamos, ya no está. Salir a mediodía y por la noche, un error. La última vez. Luego llega la noche y no aguantas porque estás cansado. Quizás ha sido la última vez que vemos el formato de fiestas en la Piscina como lo recordamos. Las orquestas ya no son orquestas para todos los públicos y todos los días. Las orquestas han dado paso a un formato de conjuntos que bailan más que cantan, que no cantan todo el rato, y que repasan los éxitos preeminentemente actuales frente a los pasodobles y demás reliquias que ya ni medio llenan la pista de baile. Es así. Puede haber quejas, pero el cambio de guardia ya ha sonado y hay que estar atentos y atentas a las tendencias. No vimos a Medina Azahara, es que no lo sabíamos, y entramos cuando ya estaban acabando y agradeciendo. Tampoco vimos el tributo a Fito, esta vez de manera consciente. pero sí que vimos tanto la actuación en la plaza de la coplera, que impresionó a mis jóvenes sobrinas, y la actuación del tributo a Rocío Jurado, que, cuando vimos que ya había tocado las canciones que medio nos sabíamos, nos fuimos. Podríamos habernos quedado más. Quizás. Creo que solo hasta el último día, no pudimos hacer todo el circuíto de las fiestas completo. Con su orquesta, sus bailes hasta el final, saludando a todo pichichi y acabando la cosa con la rosca de churros correspondiente. Como tiene que ser. Esperemos que no sea la última vez. Una vez más disfrutando de la compañía de la Marijose e Isabelita, las sevillanas que tampoco pueden faltar en las fiestas y a las que queremos con locura. Una vez más con Yolanda y Antonio. Una vez más con Montse. Una vez más sin cuadrar las agendas con Jordi y Amanda. Una vez más recibiendo la visita de mis titos, Antonio y Cati y mis primos Jesús, ya toda una persona dispuesta a volar libre por el mundo, y mi prima Ana, fenómena absoluta que ya no es que vuele, es que yo que sé mi prima Ana. Y solo he podido quedar un ratillo de nada con mi prima Juani y como siempre y viene siendo habitual en los últimos encuentros, lamentarnos de lo lejos que vivimos y lo que nos gusta un chismoseo y lo que me gusta hablar con mi prima Juani. Y si hubiera estado mi prima Juli, pues para morirse ya del todo. Y volver a ver a Fabri y su familia, y recuperar a la Mercé, la estacionera de Sabadell. Y no hemos visto al primo Manolo, no hemos visto a los Robin, no hemos visto a Manoli. Eso ha sido una falta grave. Hemos visitado quizás menos bares que nnunca. Las Olas, bastante más Buen Gusto que otras veces, una vez a los Cazadores antes de su reforma (según qué hagan veremos que pasa, porque íbamos por lo bizarro, no sé si luego...), una vez casi de chaspi al Pichi, una vez al Baesucci, una vez al Aljarafe. Pero no puntúa visita ni al Ginés, ni al Ágora, ni al Cruce, que estaba cerrado. No hemos visitado tampoco el Porrosillo ni tampoco nos ha visitado el Porrosillo a nosotros. Hemos vuelto a contemplar las vistas desde el Castillo y hemos vuelto a echarnos unas risas y aprender frases nuevas con el tito Martín, siempre en forma. Hemos estado con todos los de siempre, hemos hablado con la gente que hemos podido y hemos constatado que no es fácil, pero que hay que ponerle buena cara a esto, María. Ha hecho calor, claro, pero ya hizo calor los días previos como para fundir las piedras y el resto de días hizo calor, pero es un calor que es el calor. Vinieron la prima y las sobris al pueblo y apreciaron la idiosincrasia local. Tipismo e historia. No hemos visto ninguna procesión y tampoco hemos visto un encierro por mucho que habrá un día en el que acaben poniéndonoslo en la puerta. Hemos ido una noche a cenar a la Fernandina y nos sirvió para despedirnos pero no pudimos despedirnos de todo el mundo y eso supone un problema grave, porque nos gusta saludar y nos gusta también decir adiós y preguntar por esto y por lo otro, como me pasó con mi otra prima Ana. Que hay que preguntar. Y una noche vino la Catalina a casa. Y un día volví a ir a la piscina a bañarme y descubrí que la piscina es un sitio en el que se está bien, pero es que no encuentra uno tiempo. Encontré tiempo para dar la vuelta al mortero y para comprar magdalenas en Covirán y para ver a mi prima Laura en la farmacia, pero me sigue faltando tiempo para otras muchas cosas. A veces tiempo y ganas. Otro año más, los años van pasando y este año no hemos sido el pack indivisible como los zumillos, con mi hermano, pero el año que viene seguro que volvemos. ¿Entonces?
sábado, 26 de agosto de 2023
Crónica de un viaje a Galicia. Un canto a Galicia, jei.
Jei. Un viaje a Galicia, jei. El viaje a Galicia comienza antes, mucho antes. Un viaje que tiene su historia, una historia que físicamente transcurre en Santa Coloma y en las tiendas de discos de la calle Tallers. Un viaje que tiene que ver con la música, con tres bandas gallegas, de Vigo concretamente. Una banda sonora vital a base de canciones de Siniestro Total, Os Resentidos y Golpes Bajos, por este orden. Una relación con Galicia que viene de lejos, pero que nunca tuvo una plasmación real, una vivencia in situ. Jamás fui a Galicia. Pese a tener más discos de Os Resentidos que muchos descendientes de gallegos en la ciudad, nunca se me ocurrió ir allí, como nunca se me ocurrió ir a tantos sitios. El viaje a Galicia, pues, siempre latente, nunca fue. Pero al final, pasa. La pretensión este año era la de desconectar, no hacer nada, ir a un sitio perdido, desconectado, aislado, sin nada que ver, sin nada que hacer, a ser posible con dificultades para conseguir cobertura. Podría ser Galicia, pero qué Galicia. Porque no es lo mismo. La aldea de nuestro profesor Simón Pazos. Ese podría ser, metafóricamente, el destino. Allá en la aldea. Un sitio distinto, una aldea, cuatro casas, en medio de la nada. Ese era el tema. Buscamos, encontramos. No era realmente la nada, era la Ribeira Sacra, que así tiene un nombre rimbombante y que con la excusa del vino, podría colar como destino atractivo. Desconexión, lejanía, y el banderín de enganche del vino. Efectivamente, una casita más de una semana en A Torre do Mato. Allí. Viaje largo desde Santa Coloma, pero no tan pesado, quizás porque siempre cuando vas todo es mejor, nunca pesa. Entramos en Galicia por Barco de Valdeorras y todas las canciones vienen seguidas. Hubo que poner algunas en el coche. Entramos por Orense, seguimos por Lugo, realmente no sabía ni dónde íbamos. No era Orense, era Lugo. El pueblo más cercano es Escairón. La mujer de la casa nos cuenta las cosas para ver, todo detallado. Mañana hay una Feria del Pulpo en Ferreira do Pantón que está ahí al lado. Mercadillo y feria. Vamos a dar una vuelta por Escairón y el pueblo, sin tener nada del otro jueves, ya nos gusta. Vino blanco y tapita. Dieta. Vemos que el finde va a haber fiestas en el pueblo, con orquestas. Qué más podemos pedir. Cosas que hacer en la Ribeira Sacra. Cosas que te cuentan en Santa Coloma. En Santa Coloma descubrimos que estamos rodeados de personas que son de allí, pero de allí mismo. Al comentar nuestro destino vacacional, iban surgiendo voces que nos iban anunciando que ellos tienen casa allí, que son de allí, y nos hacen sugerencias mil. A ver si finalmente vamos a ir a un lugar con animación... El veredicto es que nos ha encantado y que hemos descubierto que, efectivamente, las vacaciones pueden servir para descansar. Ferias del pulpo en Chantada con Sergi y Sami, bajarte del coche en Ferreira do Pantón y cruzarte con Paco Cordero, rutas en barco, visitas a viñedos, comer en lugares auténticos, moderneo a saco en la Sala Avenida de Escairón, la falsa Praia da Cova, ir a Monforte a asarnos de calor y lavar la ropa, perdernos en Sober, bajar a la Fervenza de Auga Caida y hacerme daño en el pie, una ruta por viñedos a la orilla del Miño, todo precioso, bonito, muy bien. Pero permitidme que me quede con una sensación. El primer día, a las cinco de la tarde, estrené el libro que me llevé. Me planté una silla debajo de un arbolito y me puse a leer. De repente, allí mismo, descubrí el sentido de todo. Era eso. Solo se escuchaba el sonido de alguna mosca no impertinente, y el ruido de alguna pera cayendo al suelo desde la rama del peral de delante. Peral, melocotonero, manzano... silencio, lectura, sombrita buena. En ese momento lo supe, ese era el sitio. Un lugar donde no pasara nada y donde no se te exigiera nada. Leer, abstraerte, mirar el peral. Eso ha sido. Comer, beber, el fresquito de las noches, el frío de las noches, las orquestas, las conversaciones con los lugareños y lugareñas, Los días van pasando y tenemos que marchar. La segunda parte del viaje, cuatro días, nos lleva a la Rias Baixas, pero antes tenemos que pasar por Ourense, el día de más calor en el lugar más caluroso. Raquel de Airiños nos había hecho un trazado de lugares a los que ir, para beber y comer, de vinos, y nos había casi obligado a detenernos una noche allí para disfrutar de algo que a ella le parecía inigualable. Y realmente estaba muy bien, Ourense tiene ambientazo. Mil lugares para hacer el vinito y la tapa y una plaza dedicada a Los Suaves. Qué me dices. Tan bien estuvimos que no fuimos a las pozas. Se nos pasó. Así que después de aquello seguirmos camino de Moaña. Más recuerdos de lugares donde nunca estuviste. La canción Yo ya fui a Cangas del Morrazo de Siniestro. No somos de Monforte, Abdul, la Reclusa, Vigo 92, Hey Hey Vigo. Vigo desde lejos, el puente de Rande, Suso de Moaña, Lalín, Madagascar, tacón punta tacón. Y las tres canciones de Andrés do Barro en la cabeza, claro, O Tren, Pois Eu, y la de San Antón. Llegamos a Moaña y el lugar nos parece encantador. Qué vistas de Vigo desde lejos. El pueblo de Moaña nos dicen que no tiene nada y que es más bonito Cangas, pero finalmente nos quedamos con que nuestro pueblo es Moaña y que el chiringo A ponte da Mosqueira al lado del puerto, en el puerto, un lugar con nada pero donde cenamos tan bien que yo que sé. Fuimos a Cangas, nos quedamos en Moaña, escuchamos a la señora Gloria hablarnos de la reclusión de su padre en la isla de San Simón, buscamos sitios para comer, volvimos a Moaña. Descubrimos que dejarte llevar y aconsejar es lo mejor. Y que si falla un plan, uno mejor surje. Si falló la excursión a las Cíes (no pudimos matar hippies), no pasa nada, la Praia da Barra es mejor. Nudista, pero mejor. Y fuimos. Y tan bien que repetimos. Dos días al mismo sitio en vacaciones, sacrilegio, pero qué playa. Sí, amigos, yo lo digo, qué playa. Y qué agua tan fría. Y cómo me quemé la espalda porque pensé que el cielo nublado no. Pero sí. Y un día cruzamos con barco la ría entre bateas y llegamos a Vigo. Y tuvimos que insistirle a uno que era de Coruña que no, que no éramos de allí. Y callejeamos y compré discos, pocos, y cenamos en un sitio formidable y yo ya puedo decir que he estado en Vigo y que sí, merece la pena ir. Nos faltaba una noche y nos fuimos a A Guarda, en la frontera con Portugal. El sitio más remoto, que no era tal. Estaban también en fiestas. A Guarda es un pueblo grande con un frontal marítimo espectacular. El hotel estaba en el monte de Santa Trega. Las vistas eran alucinantes. Un vinito a la orilla del mar, con el sol cayendo, prácticamente la perfección. Y la Albita radiante durante esas dos semanas gallegas que han sido como un viaje hacia un lugar en el que sabíamos que íbamos a estar bien, pero no sabíamos que íbamos a estar mejor. Muchas.
viernes, 25 de agosto de 2023
90 minutos que cambian el mundo
El pasado domingo, después de un partido emocionante y de una no menos emocionante racha de partidos en los cuartos y semis, la selección española ganaba el Mundial de Fútbol. Femenino. Es importante esto último, porque no es simplemente un partido o un campeonato. Es femenino. Y es fútbol. El fútbol no es baloncesto, no es atletismo, no es natación. El fútbol, guste o no, es el deporte que tiene una dimensión que trasciende del mismo juego. Significa muchas cosas. Que la selección española consiga el mundial es importantísimo porque pone a las mujeres en la primera línea de la atención, el foco sobre ellas, de repente, conocemos a Putellas, Hermoso, Paredes, Coll, Bonmatí, Carmona... y lo que parecía frikismo se convierte en natural. Las mujeres jugando al fútbol. Las mujeres ganando. Y lo que ha sido más iimportante, no ha sido un triunfo por casualidad. La lucha de las mujeres futbolistas por dignificar su deporte, su trayectoria, sus luchas, sus demandas, deberían servir como indiscutible banderín de enganche para todos aquellos que, por lo que sea, nos ponemos de parte de quien lucha por sus derechos. No ha sido la típica victoria de churro, ha sido una victoria trabajada y luchada. Por todas las jugadoras que echaron al dinosaurio Quereda, por las 15 que dijeron basta, por las 3 que no se fueron pero también por las que volvieron para jugar y ganar. Una victoria que significa muchas cosas, significa tantas cosas que no verlo, no entenderlo, no calibrar que esto es un salto adelante y que estas mujeres no son solo deportistas conn una habilidad, sino que son luchadoras, y quienes llevan adelante la vanguardia de una lucha que tiene muchos frentes, quedarse en que no te gusta el fútbol o que la selección española es 'española', es reaccionario. ¿Conocen ustedes algún futbolista de la liga española que haya hablado de su sexualidad? El fútbol femenino lleva miles de años de ventaja en esto. Y en tantas cosas. Y entonces, cuando pese a todo, pese a absolutamente todo, se consigue ganar un mundial, llega el presidente de la RFEF y se pone valiente. Valiente para el besuqueo, para tocarse los cojones, para tirar de cojones para celebrar un triunfo donde los cojones precisamente no han sido el fundamento, besuquea y encima chantajea, mafiosea, insultay hace todo lo posible por convertirse en protagonista de algo que no le tocaba. Y de golpe, el triunfo de la selección femenina convierte a todo el fútbol español, a todo, periodistas, jugadores, clubes, en una cosa antigua, carca, machuna, ceporra, antigua, tan antigua que parece mentira que hayamos sido seguidores de algo tan cavernario, tan rancio, tan mugriento. Periodistas que en el primer minuto se reían de las cosas que estaban pasando de repente se dan cuenta de que la ola que ha llegado les ha cogido por sorpresa y tienen que rectificar, pero no lo entienden, pero tienen que variar su discurso y siguen sin entenderlo. Y pasan los días y todo se vuelve oscuro y al mismo tiempo luminoso. El gol de la jugadora Olga Carmona ha desencadenado un marasmo de cambios en la sociedad que han ido, por desgracia porque se ven acompañados por la reacción tanto del presidente como del entrenador Jorge Vilda, infame, en cascada hasta que... llega la comparecencia del presidente Rubiales en la que iba a presentar su dimisión. Y entonces, todo ha sido grotesco, todo, desde sus acusaciones al falso feminismo, a la reivindicación del Campeones en masculino, al pico y no beso, a la narración de los hechos, a pedir perdón a la casa real pero no al resto del mundo, a todo, absolutamente todo, todo ha sido tan increíblemente absurdo, machista, sensiblero, cobarde, rancio, acusica, faltón, derrochador del dinero público anunciando una renovación de medio millón de euros por la puta cara a alguien a quien las jugadoras NO Quieren...., alguien a quien le ha atribuído los méritos, ignorando a las 15 jugadoras que se plantaron.
Todavía es por la tarde y mi club, el club de mis amores, el Athletic Club, no ha dicho palabra. Hace 20 años el Athletic Club puso las bases para montar una sección de fútbol femenina ejemplar. Hoy el Athletic calla. El Jose, un compañero de la Peña del Athletic de Santa Coloma. siguiendo al femenino por esos campos, se terminó convirtiendo en un divulgador fotográfico amateur, por la cara, voluntario, ya que nadie había reparado en que esos partidos necesitarían una ficha técnica, fotografías, las cosas que habitualmente se hacen en los partidos del masculino. Esa precariedad de medios. Esa dejadez. Hace cuatro años, en casa ya vimos el Mundial femenino. Pensamos, oh, este mundial servirá para que cada vez más gente siga el fútbol femenino y... bueno, pasaron cuatro años y la rebelión de esas 15 jugadoras tuvo que darse para que las mejoras llegaran.
Lo de hoy del presidente de la Federación ha sido dantesco, un escándalo que debería teneer consecuencias inmediatas, dimisiones, ceses, etc. El silencio de los futbolistas está siendo palmario. Y el cambio de paradigma que se está viviendo está siendo tan grande que en una semana se le ha dado la vuelta a todo como un calcetín. Lo que parecía únicamente reservado para machotes sin mancha, ahora ya no lo es. Y cuando el negocio peligre, todo saltará.
90 minutos de un partido de fútbol en Australia que para algunos no era nada, ni significaba nada, no tenía importancia o era 'español' y nada más, resulta que está poniendo patas arriba tantas cosas a tantos niveles que el gol que se está marcando, se recordará por décadas.