Más en torno a los textos de Danuta Wolinska, en esta ocasión sin ningún otro particular.
'Goretti Zielinska llegó a Berlín previo paso por Hamburgo, ciudad a la que llegó proveniente de Lodz. En Lodz había sido amiga de la infancia, coincidimos en la misma escuela y llegamos a jugar juntas en el equipo de balonmano del Instituto. Cuando yo decidí estudiar periodismo ella, con mejores notas, dirigió sus pasos hacia el Derecho. A los pocos meses de comenzar la carrera, Goretti ya trabajaba en un pequeño diario local haciendo crónica política. Mientras tanto yo todavía no había comenzado a trabajar en ningún medio. Al acabar la carrera pude ir poco a poco hasta que, bueno, llegué a Berlín, ya saben. No quise saber nada más de Goretti Zielinska aunque sabía todo acerca de Goretti Zielinska. Era una celebridad local. Se casó con Szimon Grotowski y ambos, destacados miembros de la sociedad de Lodz, parecían el ideal de la nueva Polonia. Pero Szimon se cansó pronto de Goretti y poco menos que la repudió. Ella se tuvo que marchar a buscarse la vida en una empresa de comunicación en Hamburgo, donde pronto destacó y de ahí la enviaron a la central en Berlín. Llevaba en principio temas legales aunque también participaba en decisiones creativas. Un día, paseando por una avenida de Berlín, no sé exactamente cual, me tropecé con ella. Sospecho que ella me estaba buscando. Fuimos a tomar un café. Me explicó su vida, Szimon, el periodismo, el vértigo de la vida en Berlín.
Nos fuimos a dar un paseo.
No sé cómo fuimos a dar a un terraplén al lado de una vía del tren a las afueras de la ciudad. Aunque el día había amanecido caluroso y en lugar de un café quizás hubiera apetecido un helado, a esa hora, en el terraplén, temí por que nos cayera una manta de agua.
En el terraplén, con las primeras gotas de lluvia cayéndonos por la cara, le confesé que me daba asco. Su vida, su éxito, sus cuitas amorosas con Szimon, el propio Szimon, que hubiera triunfado en el periodismo y que fuera abogada, que estuviera en Berlín, que estuviera allí, tumbada boca arriba, con el traje chaqueta desordenado y despeinada en ese terraplén mientras esperábamos a que pasara el tren, el mismo tren que venía de Varsovia y que me había traído a mí. Le dije que me enfermaba pensar en que ahora íbamos a coincidir durante mucho tiempo en Berlín y que no dudaba que en cuanto supiera que yo ahora era una escritora de éxito, ella iba a encaminarse hacia el mismo sitio.
Goretti se incorporó un poco y me miró a los ojos. Me dijo. 'No sabía que escribías'.
No me había estado escuchando'.
viernes, 29 de mayo de 2020
jueves, 28 de mayo de 2020
Callejuela Style
Contaba mi padre que su abuelo se llamaba Quico y que era el Chispico porque estaba casado con la Chispica, supongo que porque hemos sido siempre muy de delegar y ya nos está bien el mote del otro. Al parecer, contaba, este abuelo Quico tenía la costumbre de ir a la plaza del pueblo y allí dedicarse a contar cosas, chistes, historias, cantar cancioncillas, etc. Las piezas encajan en el puzzle. A todos nos gusta hablar. Al menos, no conozco a nadie de la familia al que no le guste hablar. Es un mecanismo de defensa. Era un mecanismo de defensa. Estar en un sitio, no conocer demasiado, empezar a situarse, escuchar, 'ver el pampaneo' y pedir la palabra.
Un mecanismo para rellenar el tiempo mientras los demás han dicho cosas que tú ya tienes oídas o que, por no tenerlas oídas, te han parecido tan fuera del mundo que necesitas expresar que no, o que sí pero que no, o que yo que sé, pero que para seguir allí como si fueras un bulto, pues mejor levantar la mano un momento porque me parece que, a ver...
Contaba mi padre que el abuelo Quico, ese abuelo Quico, porque tengo otro abuelo Quico que tenía otras habilidades sociales que no eran las anteriormente descritas, que siendo ya muy mayor, se lo llevaron a Valencia con una hija y al cabo de muy poco tiempo se murió. Como diría mi padre, 'se lo llevaron allí y pom'. Mi padre llevaba en Santa Coloma como 47 años. Estos días, de obras en el piso, no pierdo la ocasión de decirlo. Eso lleva ahí desde que mis padres vinieron aquí en el 73. Dónde voy, no lo sé.
Mi padre llevaba aquí desde el 73 y no dejaba de bajar a su pueblo. El otro día hablábamos, para no perder la costumbre, de su acento y de porqué no lo perdió. Elaboramos una teoría y pasamos el rato. Esa teoría no la vamos a compartir porque no estamos aquí para hablar siempre de lo mismo. Hablar siempre de lo mismo no es divertido. Hablar de cosas que siempre terminan con la insistencia y recalcando la misma idea. Siempre igual. Otra vez.
Las cosas se cuentan una vez y ya. Salvo si las cuentas bien. Mi padre contaba muy bien una historia que ahora no sé bien quién se la contó así que contaré otra que contaba muy bien y que se la contó a su vez Robin, que también contaba muy bien las cosas. Dice la historia que al poco de venir a Barcelona, una vez, supongo que viniendo de trabajar, atravesando un polígono que no sabemos ubicar si era el de Buen Pastor o alguno de la Zona Franca o vete a saber, Robin vio venir a uno a lo lejos. Y lo vio con mala pinta. Y se iba a cruzar con él. Y le dio miedo. Aquel venía con mala pinta y venía a por él. Así que se le ocurrió algo para que no le hiciera nada. Robin siempre llevaba el pelo más largo que mi padre o no, pero sí más lacio, y cogió y se lo relamió y se lo aplastó, se cogió la chaqueta y se subió el cuello para arriba y fue él el que se fue hacia el tipo y le preguntó '¿tienes cinco duros paisano?'.
Mi padre se meaba de risa en ese punto. Y como no podía ser de otra manera repetía la escena varias veces para que el efecto fuera mayor.
Si sabes contar bien una historia, entonces puedes. Y mi padre lo hacía muy bien, contaba cuatro, cinco, seis historias, no sé cuantas, pero las contaba muy bien.
Nos podría haber contado hoy, que era su cumpleaños, mientras nos tomábamos el cava que no le gustaba, lo que hacía el chacho José cuando venía a casa y se ponía a cantar dando golpes con el codo en la mesa 'vino tinto con sifón, pom, pom, pom, pom...'. Y sacaba el dedo corazón a pasear.
Pero no vamos a estar hablando todo el rato de lo mismo. Solo si lo contamos bien.
Un mecanismo para rellenar el tiempo mientras los demás han dicho cosas que tú ya tienes oídas o que, por no tenerlas oídas, te han parecido tan fuera del mundo que necesitas expresar que no, o que sí pero que no, o que yo que sé, pero que para seguir allí como si fueras un bulto, pues mejor levantar la mano un momento porque me parece que, a ver...
Contaba mi padre que el abuelo Quico, ese abuelo Quico, porque tengo otro abuelo Quico que tenía otras habilidades sociales que no eran las anteriormente descritas, que siendo ya muy mayor, se lo llevaron a Valencia con una hija y al cabo de muy poco tiempo se murió. Como diría mi padre, 'se lo llevaron allí y pom'. Mi padre llevaba en Santa Coloma como 47 años. Estos días, de obras en el piso, no pierdo la ocasión de decirlo. Eso lleva ahí desde que mis padres vinieron aquí en el 73. Dónde voy, no lo sé.
Mi padre llevaba aquí desde el 73 y no dejaba de bajar a su pueblo. El otro día hablábamos, para no perder la costumbre, de su acento y de porqué no lo perdió. Elaboramos una teoría y pasamos el rato. Esa teoría no la vamos a compartir porque no estamos aquí para hablar siempre de lo mismo. Hablar siempre de lo mismo no es divertido. Hablar de cosas que siempre terminan con la insistencia y recalcando la misma idea. Siempre igual. Otra vez.
Las cosas se cuentan una vez y ya. Salvo si las cuentas bien. Mi padre contaba muy bien una historia que ahora no sé bien quién se la contó así que contaré otra que contaba muy bien y que se la contó a su vez Robin, que también contaba muy bien las cosas. Dice la historia que al poco de venir a Barcelona, una vez, supongo que viniendo de trabajar, atravesando un polígono que no sabemos ubicar si era el de Buen Pastor o alguno de la Zona Franca o vete a saber, Robin vio venir a uno a lo lejos. Y lo vio con mala pinta. Y se iba a cruzar con él. Y le dio miedo. Aquel venía con mala pinta y venía a por él. Así que se le ocurrió algo para que no le hiciera nada. Robin siempre llevaba el pelo más largo que mi padre o no, pero sí más lacio, y cogió y se lo relamió y se lo aplastó, se cogió la chaqueta y se subió el cuello para arriba y fue él el que se fue hacia el tipo y le preguntó '¿tienes cinco duros paisano?'.
Mi padre se meaba de risa en ese punto. Y como no podía ser de otra manera repetía la escena varias veces para que el efecto fuera mayor.
Si sabes contar bien una historia, entonces puedes. Y mi padre lo hacía muy bien, contaba cuatro, cinco, seis historias, no sé cuantas, pero las contaba muy bien.
Nos podría haber contado hoy, que era su cumpleaños, mientras nos tomábamos el cava que no le gustaba, lo que hacía el chacho José cuando venía a casa y se ponía a cantar dando golpes con el codo en la mesa 'vino tinto con sifón, pom, pom, pom, pom...'. Y sacaba el dedo corazón a pasear.
Pero no vamos a estar hablando todo el rato de lo mismo. Solo si lo contamos bien.
miércoles, 27 de mayo de 2020
30 años más
Ayer alguien me felicitó, la Pato, deseándome 'otros 30 años más de...'. Creo que esto invita a una reflexión. O bien tengo pinta de tener 30 y eso significa que no tengo pinta de tener 45 y eso significa que no he llegado a hacer, tener, aparentar, conseguir, parecer alguien de 45 o bien se considera que con 30 años más, después de los 45, ya sería más que suficiente.
45 años. ¿Cómo os veías con 45 años? ¿Qué imagen tenemos en la cabeza de alguien con 45 años? Cuando alguien con menos edad, hablo de alguien con treinta y tantos o cuarenta y pocos, aparece en cualquier medio o se nos presenta personalmente y sabemos que es algo o simplemente está ahí y nos parece que está en un plano que es 'mejor'. Estar mejor. Eso es. El concepto de estar mejor que tú, la idea de haber llegado a algún sitio. ¿Dónde pensabais llegar con 45 años? ¿Había que llegar algún sitio? ¿Había algún tipo de objetivo que había que cumplir? Con 45 años deberíamos saberlo.
Me quedan 30 años para saberlo. Con 45 años ya no tienes todo el tiempo del mundo. Con 45 años ya no estás en la mitad del camino. Es un camino cada vez más estrecho. Dolores, impedimentos, incomodidades, manías, arroz pasado, incompetencias que se agravan, personas con más ímpetu, renuencias a cambiar, falta de adaptación, nada que aportar que no pudieras haber intentado hace ya años, vivir de rentas. Lo que no hayas probado o hecho ya, con 45 años, a partir de los 45 años, puede parecer ya un intento ridículo de reverdecer viejos laureles.
Con 45 años qué se puede pedir. Recuerdo los últimos días del colegio. Los últimos días en la EGB, los días en los que ya se habían hecho los exámenes y nos preparábamos para el viaje de fin de curso, creo que fue por esos días cuando decidimos ir todos y todas las de clase a la piscina del Olimpo. Fin de época. Fin de curso y cambio de escenario. La incertidumbre de lo que podía pasar. El cambio, comenzar a preparar el porvenir más allá de ir al colegio y hacer las chorradas de siempre. Cambiar, progresar, avanzar, decidir qué camino iba a ser el mejor. Qué camino iba a ser el más cómodo. En qué podrías tú ser válido, competente, útil.
No me equivoco si creo que esa sensación de poca definición ante lo que ha de venir ha venido acompañándome siempre. No lo tenemos claro. Ya irá viniendo. Estudiar, leer, pasar el tiempo. Estudiar sin perspectiva de que lo estudiado sirva para demasiado, sabiendo que lo importante era la práctica y evitando la práctica de manera sistemática. Trabajar, pensar en trabajar, dificultad en trabajar. El trabajo. El trabajo dignifica. El trabajo da dinero. El dinero es necesario. Trabajar por dinero. Tener habilidades para trabajar. Saber hacer cosas.
45 años y todavía dándole vueltas a las cosas. Qué hacer, a dónde nos lleva todo esto. Al menos solo tengo ya 30 años de plazo.
45 años. Tengo amigos de mi misma edad. Discutimos si otros amigos son realmente tan viejos como aparentan ser. Tengo amigos más jóvenes. Que parecen mayores que yo. Los viejos me parecen muy mayores y cada vez me parecen más cercanos. Los jóvenes no me lo parecen tanto y me preocupa parecer más joven, menos maduro que ellos.
Qué es ser joven. Dónde lo pone. Qué te hace una persona mayor, respetable, confiable. Qué se supone que es una persona de 45 años.
Supongo que lo mismo que una persona de 40, una persona de 44. Aguantaremos el corte hasta los 50 y nos empezaremos a preocupar ya entonces.
Yo creo que este va a ser un buen balance.
Lo vamos viendo.
45 años. ¿Cómo os veías con 45 años? ¿Qué imagen tenemos en la cabeza de alguien con 45 años? Cuando alguien con menos edad, hablo de alguien con treinta y tantos o cuarenta y pocos, aparece en cualquier medio o se nos presenta personalmente y sabemos que es algo o simplemente está ahí y nos parece que está en un plano que es 'mejor'. Estar mejor. Eso es. El concepto de estar mejor que tú, la idea de haber llegado a algún sitio. ¿Dónde pensabais llegar con 45 años? ¿Había que llegar algún sitio? ¿Había algún tipo de objetivo que había que cumplir? Con 45 años deberíamos saberlo.
Me quedan 30 años para saberlo. Con 45 años ya no tienes todo el tiempo del mundo. Con 45 años ya no estás en la mitad del camino. Es un camino cada vez más estrecho. Dolores, impedimentos, incomodidades, manías, arroz pasado, incompetencias que se agravan, personas con más ímpetu, renuencias a cambiar, falta de adaptación, nada que aportar que no pudieras haber intentado hace ya años, vivir de rentas. Lo que no hayas probado o hecho ya, con 45 años, a partir de los 45 años, puede parecer ya un intento ridículo de reverdecer viejos laureles.
Con 45 años qué se puede pedir. Recuerdo los últimos días del colegio. Los últimos días en la EGB, los días en los que ya se habían hecho los exámenes y nos preparábamos para el viaje de fin de curso, creo que fue por esos días cuando decidimos ir todos y todas las de clase a la piscina del Olimpo. Fin de época. Fin de curso y cambio de escenario. La incertidumbre de lo que podía pasar. El cambio, comenzar a preparar el porvenir más allá de ir al colegio y hacer las chorradas de siempre. Cambiar, progresar, avanzar, decidir qué camino iba a ser el mejor. Qué camino iba a ser el más cómodo. En qué podrías tú ser válido, competente, útil.
No me equivoco si creo que esa sensación de poca definición ante lo que ha de venir ha venido acompañándome siempre. No lo tenemos claro. Ya irá viniendo. Estudiar, leer, pasar el tiempo. Estudiar sin perspectiva de que lo estudiado sirva para demasiado, sabiendo que lo importante era la práctica y evitando la práctica de manera sistemática. Trabajar, pensar en trabajar, dificultad en trabajar. El trabajo. El trabajo dignifica. El trabajo da dinero. El dinero es necesario. Trabajar por dinero. Tener habilidades para trabajar. Saber hacer cosas.
45 años y todavía dándole vueltas a las cosas. Qué hacer, a dónde nos lleva todo esto. Al menos solo tengo ya 30 años de plazo.
45 años. Tengo amigos de mi misma edad. Discutimos si otros amigos son realmente tan viejos como aparentan ser. Tengo amigos más jóvenes. Que parecen mayores que yo. Los viejos me parecen muy mayores y cada vez me parecen más cercanos. Los jóvenes no me lo parecen tanto y me preocupa parecer más joven, menos maduro que ellos.
Qué es ser joven. Dónde lo pone. Qué te hace una persona mayor, respetable, confiable. Qué se supone que es una persona de 45 años.
Supongo que lo mismo que una persona de 40, una persona de 44. Aguantaremos el corte hasta los 50 y nos empezaremos a preocupar ya entonces.
Yo creo que este va a ser un buen balance.
Lo vamos viendo.
lunes, 25 de mayo de 2020
Confinamiento #50 Balance
Ya hemos llegado. En la radio y en la vida en redes ya están experimentando lo que es 'tomarse el café en una terraza', por lo cual ya podemos decir que todo es pasado. Las mascarillas en la cara, las camisetas naranja fluerescente, las mallas apretadas y la pasión por las terrazas y las cervezas con amigos. Hemos llegado al primer día de la fase 1 donde prácticamente todo está permitido al estar permitido, al fin, poder sentarnos en una terraza. ¿Qué hemos aprendido de todo esto?
¿Teníamos que aprender algo? ¿Alguien se planteó en serio que esto podría conllevar algún cambio?
Hemos pasado de los aplausos con el corazón que no nos cabía en el pecho hacia el personal sanitario a intentar atropellar a una de ellas en una manifestación contra el Gobierno. Hemos pasado de las pajaradas inútiles del Govern de la Generalitat al verdadero monstruo sin alma pero con cabeza de la extrema derecha. Una extrema derecha que ya va por las casas aporreando gente que tiene la republicana colgada o va a los hospitales a darle curros a los sindicalistas. Estamos ya en eso. Estamos ya en brigadas de corredores que se personan en los cuarteles para hacer guardia. Estamos ya ahí. ¿Ha servido de algo este tiempo? No nos ha servido demasiado. Tampoco son tantos, podremos pensar, pero hacen ruido. Y el ruido siempre queda. Y hay gente que solo escucha el ruido, se queda con lo que el ruido gordo deja, ese poso, queda ahí y no se va. Y no te dirán que están ahí delante del cuartel, pero sí que te dirán que es que este Gobierno...
¿Qué he aprendido? He aprendido cosas. He aprendido que la cerveza, hasta el día de hoy, me repugna como los boquerones en vinagre. He aprendido que la vida confinada no es peor que la vida normal si tienes el sustento asegurado. He aprendido que no me gustaba la vida normal y que, gracias a la paguita, puedo decir que nos sobra más de la mitad de la actividad que llevamos a cabo. Y me gustan muchas de las cosas que hago y que volveré a hacer. Pero no las he echado de menos. No he echado de menos casi nada. Como es un tema sobre el que ya he abundado en los 50 textos anteriores, no me extenderé demasiado.
¿Qué nos queda de todo esto? Nos queda la sensación de haber vivido un tiempo extraño. Un tiempo de bajar a la calle de estrangis a visitar a la mama porque había estado en el hospital y hacerlo con la bolsa de la compra y encontrarte por la calle otros sospechosos con carritos de la compra y mirarnos los unos a los otros con desconfianza. Desconfianza en el supemercado, desconfianza en la calle. Y de repente la gente en la calle. Qué nos queda. Ganas de estar en la calle, pasión por el ejercicio físico, devoción por la harina y la levadura. Nos queda no haber visto a nuestros familiares mientras estaban en el hospital y nos queda que las terrazas podrán abrir con una mesa más una si son impares. Nos queda que la provincia era un invento de la Guardia Civil y que ahora no podremos ir a Barcelona ni de Barcelona no podrán venir aquí porque quién iba a pensar. Nos queda el confinamiento total de Igualada y la bajada de impuestos para todos y todas y el ingreso mínimo vital. Nos queda la Reforma laboral y nos quedan los independentistas luchando contra el recorte de derechos y la recentralización. Nos queda el festival del despropósito consciente de Díaz Ayuso que no nos hará tanta gracia cuando no haya otra alternativa. Nos queda la barbarie de Brasil. Nos queda la gente movilizándose para abastecer de manera solidaria de alimentos a los que se han quedado a cero y nos queda que un futuro de cambio y transformación no debe girar en torno a la buena voluntad de la gente sino a cambios estructurales para que esas situaciones no se produzcan. Nos quedan declaraciones increíbles de la consellera Budó y el conseller Buch. Nos quedan las imágenes de los uniformes en la rueda de prensa. Nos queda que tenemos a Yolanda Díaz. Nos queda el debate sobre si nos deben tratar como adultos o nos deben dejar las cosas claritas. Caritas o el Estado. Nos queda no haber tenido deporte profesional televisado y vimos que no era malo y se podía vivir perfectamente. Nos queda la pereza a volver. Nos queda tener que pensar ya, otra vez, en qué viaje podemos y tenemos que hacer de manera urgente para las vacaciones. Que ya se puede. Nos queda que quizás podríamos replantearnos el uso del espacio público más allá de las necesidades puntuales pero entonces yo mi coche qué hago con él. Y no estarás pensando en que los grandes eventos, a ver, que los grandes eventos dan de comer a muchos amigos tuyos. No seas. Nos queda que todo lo hacemos mal y todo lo hacemos bien. Nos queda que no podemos decir que lo hacéis fatal y nos podéis decir que somos una risa. Nos queda haber perdido dos meses intentando ver todas las series, todas las películas, y nos hemos quedado sin tiempo. Nos queda habernos quedado sin tiempo para casi nada. Nos queda haber visto más rosas en el rosal que nunca. Nos queda ver que los bichos siguen acudiendo al rosal porque sigue siendo goloso. Nos queda que mi madre está bien. Nos queda que hay un alto porcentaje de posibilidades de que no pase nada raro en otoño que lo acabo de escuchar por la radio. Nos queda que no hay elecciones en Catalunya porque no hay nada que decir aquí. Nos queda que se ha retirado Aduriz y ahora a ver quién marca los goles, aunque ya te digo que tampoco es que pensar en fútbol ahora me de mucho gusto. Nos queda ver gente por la calle. Y gente por la calle. Nos queda que ya le he devuelto la carretilla al Gorka. Nos queda que hemos regalado el equipo Philips de música porque no iba el Cd desde hace por lo menos tres mundiales. Y nos queda que sé hacer cosas al horno. Y nos queda que sé hacer fricandó, aunque el otro día casi me salta el fricandó encima. Y nos queda que no bebo cerveza. Y nos queda que se nos ha ido gente, pero que también ha venido gente que ha querido nacer en estos días raros. Y nos queda que no vamos a salir de esta como entramos, vamos a salir diferentes.
No va a ir mejor la cosa. Va a ir de otra manera. Por lo pronto, en la ciudad tendremos que ver si ha cambiado algo o si solo es todo una cuestión de buenas intenciones y ya lo vamos viendo. Y no sé. Poco más.
Contar cómo ha ido la cosa desde casa, viendo la tele, la experiencia de convivir durante dos meses sin tener la expectativa de otra cosa que ir viendo día a día. Vivir la experiencia de que tu madre esté en el hospital y dejarte guiar por los médicos una vez más y aprender a confiar en quien sabe y quien maneja la situación. Aprender a vivir la experiencia con algo de calma. Acordarte del papa que a saber cómo se hubiera tomado esta historia, tanto cuando estaba bien como después. Quedar con los colegas por medios telemáticos. Vino a tope. Jugar al trivial con las compañeras hasta que te haces odioso y ya no se juega más. Más vino. La niña pequeña de delante. Las señoras mayores de delante. Los aplausos y cuando nos dijeron que ya no más aplausos.
Y como siempre. Los míos tienen razón y los tuyos no. Y desconfía del resto. Y así es como funcionamos. Peor es pensar como Santiago Segura. Peor es tener que tomarle cariño a una bandera. Peor es tirar de frases que huelen a alcanfor. Peor es todo. Menos lo mío.
De todo lo que ha pasado queda quizás esto.
Me reafirmo.
¿Teníamos que aprender algo? ¿Alguien se planteó en serio que esto podría conllevar algún cambio?
Hemos pasado de los aplausos con el corazón que no nos cabía en el pecho hacia el personal sanitario a intentar atropellar a una de ellas en una manifestación contra el Gobierno. Hemos pasado de las pajaradas inútiles del Govern de la Generalitat al verdadero monstruo sin alma pero con cabeza de la extrema derecha. Una extrema derecha que ya va por las casas aporreando gente que tiene la republicana colgada o va a los hospitales a darle curros a los sindicalistas. Estamos ya en eso. Estamos ya en brigadas de corredores que se personan en los cuarteles para hacer guardia. Estamos ya ahí. ¿Ha servido de algo este tiempo? No nos ha servido demasiado. Tampoco son tantos, podremos pensar, pero hacen ruido. Y el ruido siempre queda. Y hay gente que solo escucha el ruido, se queda con lo que el ruido gordo deja, ese poso, queda ahí y no se va. Y no te dirán que están ahí delante del cuartel, pero sí que te dirán que es que este Gobierno...
¿Qué he aprendido? He aprendido cosas. He aprendido que la cerveza, hasta el día de hoy, me repugna como los boquerones en vinagre. He aprendido que la vida confinada no es peor que la vida normal si tienes el sustento asegurado. He aprendido que no me gustaba la vida normal y que, gracias a la paguita, puedo decir que nos sobra más de la mitad de la actividad que llevamos a cabo. Y me gustan muchas de las cosas que hago y que volveré a hacer. Pero no las he echado de menos. No he echado de menos casi nada. Como es un tema sobre el que ya he abundado en los 50 textos anteriores, no me extenderé demasiado.
¿Qué nos queda de todo esto? Nos queda la sensación de haber vivido un tiempo extraño. Un tiempo de bajar a la calle de estrangis a visitar a la mama porque había estado en el hospital y hacerlo con la bolsa de la compra y encontrarte por la calle otros sospechosos con carritos de la compra y mirarnos los unos a los otros con desconfianza. Desconfianza en el supemercado, desconfianza en la calle. Y de repente la gente en la calle. Qué nos queda. Ganas de estar en la calle, pasión por el ejercicio físico, devoción por la harina y la levadura. Nos queda no haber visto a nuestros familiares mientras estaban en el hospital y nos queda que las terrazas podrán abrir con una mesa más una si son impares. Nos queda que la provincia era un invento de la Guardia Civil y que ahora no podremos ir a Barcelona ni de Barcelona no podrán venir aquí porque quién iba a pensar. Nos queda el confinamiento total de Igualada y la bajada de impuestos para todos y todas y el ingreso mínimo vital. Nos queda la Reforma laboral y nos quedan los independentistas luchando contra el recorte de derechos y la recentralización. Nos queda el festival del despropósito consciente de Díaz Ayuso que no nos hará tanta gracia cuando no haya otra alternativa. Nos queda la barbarie de Brasil. Nos queda la gente movilizándose para abastecer de manera solidaria de alimentos a los que se han quedado a cero y nos queda que un futuro de cambio y transformación no debe girar en torno a la buena voluntad de la gente sino a cambios estructurales para que esas situaciones no se produzcan. Nos quedan declaraciones increíbles de la consellera Budó y el conseller Buch. Nos quedan las imágenes de los uniformes en la rueda de prensa. Nos queda que tenemos a Yolanda Díaz. Nos queda el debate sobre si nos deben tratar como adultos o nos deben dejar las cosas claritas. Caritas o el Estado. Nos queda no haber tenido deporte profesional televisado y vimos que no era malo y se podía vivir perfectamente. Nos queda la pereza a volver. Nos queda tener que pensar ya, otra vez, en qué viaje podemos y tenemos que hacer de manera urgente para las vacaciones. Que ya se puede. Nos queda que quizás podríamos replantearnos el uso del espacio público más allá de las necesidades puntuales pero entonces yo mi coche qué hago con él. Y no estarás pensando en que los grandes eventos, a ver, que los grandes eventos dan de comer a muchos amigos tuyos. No seas. Nos queda que todo lo hacemos mal y todo lo hacemos bien. Nos queda que no podemos decir que lo hacéis fatal y nos podéis decir que somos una risa. Nos queda haber perdido dos meses intentando ver todas las series, todas las películas, y nos hemos quedado sin tiempo. Nos queda habernos quedado sin tiempo para casi nada. Nos queda haber visto más rosas en el rosal que nunca. Nos queda ver que los bichos siguen acudiendo al rosal porque sigue siendo goloso. Nos queda que mi madre está bien. Nos queda que hay un alto porcentaje de posibilidades de que no pase nada raro en otoño que lo acabo de escuchar por la radio. Nos queda que no hay elecciones en Catalunya porque no hay nada que decir aquí. Nos queda que se ha retirado Aduriz y ahora a ver quién marca los goles, aunque ya te digo que tampoco es que pensar en fútbol ahora me de mucho gusto. Nos queda ver gente por la calle. Y gente por la calle. Nos queda que ya le he devuelto la carretilla al Gorka. Nos queda que hemos regalado el equipo Philips de música porque no iba el Cd desde hace por lo menos tres mundiales. Y nos queda que sé hacer cosas al horno. Y nos queda que sé hacer fricandó, aunque el otro día casi me salta el fricandó encima. Y nos queda que no bebo cerveza. Y nos queda que se nos ha ido gente, pero que también ha venido gente que ha querido nacer en estos días raros. Y nos queda que no vamos a salir de esta como entramos, vamos a salir diferentes.
No va a ir mejor la cosa. Va a ir de otra manera. Por lo pronto, en la ciudad tendremos que ver si ha cambiado algo o si solo es todo una cuestión de buenas intenciones y ya lo vamos viendo. Y no sé. Poco más.
Contar cómo ha ido la cosa desde casa, viendo la tele, la experiencia de convivir durante dos meses sin tener la expectativa de otra cosa que ir viendo día a día. Vivir la experiencia de que tu madre esté en el hospital y dejarte guiar por los médicos una vez más y aprender a confiar en quien sabe y quien maneja la situación. Aprender a vivir la experiencia con algo de calma. Acordarte del papa que a saber cómo se hubiera tomado esta historia, tanto cuando estaba bien como después. Quedar con los colegas por medios telemáticos. Vino a tope. Jugar al trivial con las compañeras hasta que te haces odioso y ya no se juega más. Más vino. La niña pequeña de delante. Las señoras mayores de delante. Los aplausos y cuando nos dijeron que ya no más aplausos.
Y como siempre. Los míos tienen razón y los tuyos no. Y desconfía del resto. Y así es como funcionamos. Peor es pensar como Santiago Segura. Peor es tener que tomarle cariño a una bandera. Peor es tirar de frases que huelen a alcanfor. Peor es todo. Menos lo mío.
De todo lo que ha pasado queda quizás esto.
Me reafirmo.
viernes, 22 de mayo de 2020
Confinamiento #49
El otro día, antes de ayer, me leí un cuento de Sergi Pàmies que me pareció sublime. Contaba un viaje en tren, en el AVE Madrid Barcelona. El escritor estaba sentado al lado de un ex ministro. Poca cosa más. Leyéndolo, me pareció volver a leer algo que me hubiera gustado saber contar. Hace mucho tiempo que no encontraba un texto, exceptuando los textos de Guillem Martínez, claro, que me devolviera las ganas de. De qué.
Aquí vemos una obra de Yprh que conservo desde hace años, primero en el recibidor de casa y ahora en una estantería. Rayo Volador. Hace poco debe haber sido el cumpleaños de Yprh, ya no felicito los cumpleaños. Mayo es el mejor mes. Es el mes en el que más gente cumple años. O al menos, es al mes al que más presto atención. Los últimos días de mayo, los días en los que los Géminis comenzamos a asomar la cabeza y parece que todo es mejor. En serio. El mes de mayo es mejor. Los que nacemos en mayo tenemos no sé. Algo. Puedo consentir que los que lo hacen en abril o en junio tengan su parte de gracia también, es verdad, pero no se puede comparar con los nacidos en mayo.
Esto se acaba ya. Fase 1. Ya podemos hacer cálculos de cuánta gente cabe en un sitio, en otro, cuántas terrazas va a abrir nuevas, cuántas mesas caben en tantos metros, cuántas cervezas nos vamos a beber (esto pronunciado con voz así ooooooo), etc. Qué ganas tenemos de que todo sea ya como tiene que ser. Hoy, caminando por la Avinguda Francesc Macià, me he encontrado con la Conchi y mientras estábamos hablando y preguntándonos, los coches y las motos ya pasaban a todo meter, haciendo molesta la charla. Eso es la normalidad. Y eso me da pena.
Nos han anunciado que no se va a celebrar este año el Rock Fest. Me ha extrañado que lo hayan anunciado tan pronto y no hayan apurado un poco más. Como el Tomorrowland, lo han pasado para el año que viene, por lo que tenemos todo el año el parc de Can Zam con su segunda fase hecha un erial para que el festival se pueda llevar a cabo. Justo en un momento en el que necesitamos espacios, vamos a seguir hipotecando esa parte de Santa Coloma para nada. Para esperar un año. Es bien. No me voy a quejar ni voy a apuntar nada sobre el tema para que no se me eche encima la gente a la que le gusta el rock y el heavy metal. No vaya a ser.
Se acaba el confinamiento. Y se van a acabar esta serie de textos. Yprh estuvo en China muchos años. Leer sus andanzas en Shanghai era una delicia. Estuvo también en otros países y contaba sus experiencias, supongo que se cansó de contar cosas. Ese es el terror. No tener más ganas de contar cosas.
Tampoco se está contando nada en especial. Qué está pasando. Qué está haciéndose bien. Quién va a sacar rédito de lo que está pasando. Se han cortado una serie de calles al tráfico, parece que de manera en principio temporal, gracias a quién. Gracias a todos. Un aplauso.
Me pierdo en cosas y tengo ganas de escribir algo que sea como lo que escribía antes. El síndrome del que se cree que antes hacía algo. Antes no hacía nada, pero me lo pasaba bien. Y era un reto. El reto hasta ahora era contar más o menos la experiencia de estar en casa.
Antes. Se acerca el momento, si es que no vivimos ya inmersos en ello, del antes. Del recuerdo constante. De las aventis. De la evocación de un pasado que fue un truño pero que nos gusta vestir de algo.
Se acerca el momento de recordar los días de confinamiento. Qué pasó. Qué nos pasó. Qué hicimos. Hicimos muchas cosas y algunas de ellas no se pueden contar sin que se nos pongan los pelos un poco de punta. Otras nos reconfortan. Otras nos asustan porque nos ponen delante de algo que no nos gusta. No me gusta.
No me gusta que me haya gustado la desconexión, que no ha sido tal desconexión. Todos los días ha habido que cargar el móvil.
Ahora habrá que salir a dar una vuelta. Tropezarnos ya con la gente por la calle. Identificar los lugares donde se podrán poner terrazas.
No me gustaría despedir este texto de hoy sin comentar que empezamos a ver una serie que nos recomendó un simpático anarco local. En la ciénaga. Polaca. Ambientada en la Polonia de los años 80. Todo es feo, todo es decrépito. Es como un Chernobil pero en polaco. Todo mal. Qué habilidad tiene el anarco para recomendar cosas. Un episodio hemos visto. Vamos a ver si juntamos fuerzas y vemos el segundo episodio. Todo mal.
Por lo demás, el libro, el de Pàmies. L'art de portar gavardina. En el cuento donde sale lo de la gabardina, cita el libro de Semprún que leí sobre su expulsión del PCE. Y lo mismo. Envidia clamorosa de saber y poder hacer un cuento sobre algo así. Si no se lo han leído, léanlo. Aunque ahora con el desconfinamiento, como pollos sin cabeza.
Aquí vemos una obra de Yprh que conservo desde hace años, primero en el recibidor de casa y ahora en una estantería. Rayo Volador. Hace poco debe haber sido el cumpleaños de Yprh, ya no felicito los cumpleaños. Mayo es el mejor mes. Es el mes en el que más gente cumple años. O al menos, es al mes al que más presto atención. Los últimos días de mayo, los días en los que los Géminis comenzamos a asomar la cabeza y parece que todo es mejor. En serio. El mes de mayo es mejor. Los que nacemos en mayo tenemos no sé. Algo. Puedo consentir que los que lo hacen en abril o en junio tengan su parte de gracia también, es verdad, pero no se puede comparar con los nacidos en mayo.
Esto se acaba ya. Fase 1. Ya podemos hacer cálculos de cuánta gente cabe en un sitio, en otro, cuántas terrazas va a abrir nuevas, cuántas mesas caben en tantos metros, cuántas cervezas nos vamos a beber (esto pronunciado con voz así ooooooo), etc. Qué ganas tenemos de que todo sea ya como tiene que ser. Hoy, caminando por la Avinguda Francesc Macià, me he encontrado con la Conchi y mientras estábamos hablando y preguntándonos, los coches y las motos ya pasaban a todo meter, haciendo molesta la charla. Eso es la normalidad. Y eso me da pena.
Nos han anunciado que no se va a celebrar este año el Rock Fest. Me ha extrañado que lo hayan anunciado tan pronto y no hayan apurado un poco más. Como el Tomorrowland, lo han pasado para el año que viene, por lo que tenemos todo el año el parc de Can Zam con su segunda fase hecha un erial para que el festival se pueda llevar a cabo. Justo en un momento en el que necesitamos espacios, vamos a seguir hipotecando esa parte de Santa Coloma para nada. Para esperar un año. Es bien. No me voy a quejar ni voy a apuntar nada sobre el tema para que no se me eche encima la gente a la que le gusta el rock y el heavy metal. No vaya a ser.
Se acaba el confinamiento. Y se van a acabar esta serie de textos. Yprh estuvo en China muchos años. Leer sus andanzas en Shanghai era una delicia. Estuvo también en otros países y contaba sus experiencias, supongo que se cansó de contar cosas. Ese es el terror. No tener más ganas de contar cosas.
Tampoco se está contando nada en especial. Qué está pasando. Qué está haciéndose bien. Quién va a sacar rédito de lo que está pasando. Se han cortado una serie de calles al tráfico, parece que de manera en principio temporal, gracias a quién. Gracias a todos. Un aplauso.
Me pierdo en cosas y tengo ganas de escribir algo que sea como lo que escribía antes. El síndrome del que se cree que antes hacía algo. Antes no hacía nada, pero me lo pasaba bien. Y era un reto. El reto hasta ahora era contar más o menos la experiencia de estar en casa.
Antes. Se acerca el momento, si es que no vivimos ya inmersos en ello, del antes. Del recuerdo constante. De las aventis. De la evocación de un pasado que fue un truño pero que nos gusta vestir de algo.
Se acerca el momento de recordar los días de confinamiento. Qué pasó. Qué nos pasó. Qué hicimos. Hicimos muchas cosas y algunas de ellas no se pueden contar sin que se nos pongan los pelos un poco de punta. Otras nos reconfortan. Otras nos asustan porque nos ponen delante de algo que no nos gusta. No me gusta.
No me gusta que me haya gustado la desconexión, que no ha sido tal desconexión. Todos los días ha habido que cargar el móvil.
Ahora habrá que salir a dar una vuelta. Tropezarnos ya con la gente por la calle. Identificar los lugares donde se podrán poner terrazas.
No me gustaría despedir este texto de hoy sin comentar que empezamos a ver una serie que nos recomendó un simpático anarco local. En la ciénaga. Polaca. Ambientada en la Polonia de los años 80. Todo es feo, todo es decrépito. Es como un Chernobil pero en polaco. Todo mal. Qué habilidad tiene el anarco para recomendar cosas. Un episodio hemos visto. Vamos a ver si juntamos fuerzas y vemos el segundo episodio. Todo mal.
Por lo demás, el libro, el de Pàmies. L'art de portar gavardina. En el cuento donde sale lo de la gabardina, cita el libro de Semprún que leí sobre su expulsión del PCE. Y lo mismo. Envidia clamorosa de saber y poder hacer un cuento sobre algo así. Si no se lo han leído, léanlo. Aunque ahora con el desconfinamiento, como pollos sin cabeza.
jueves, 21 de mayo de 2020
Confinamiento #48
cOMO DICEN... perdón. Como dicen en twitter, acompáñenme en esta triste historia. En uno de esos últimos días o penúltimos días o ya no me acuerdo cuando fue, que podíamos ir a Barcelona a hacer cosas, deambulando por sus calles y sus plazas, y llegamos a una fiesta en la calle. Una suerte de verbena o algo, música en la calle, gente bebiendo cerveza. Era una fiesta de la cerveza. Nos introdujimos pensando que la diversión llamaba a nuestra puerta o quizás nosotros nos íbamos a divertir, algo así. Era algo que no entendíamos. Fiestas del barrio de Sant Antoni, quizás, no sabíamos. Una feria de la cerveza artesana, más bien. Bueno. También hay para comer. Nos quedamos. En uno de los stands diviso, sin esforzarme, un chándal del Athletic Club. Además, creo reconocer al portador, es el presidente de la Peña Lehoi Beltz de Barcelona. Vamos a tomarnos una birra allí. Por el camino me fijo en que hay gente que tiene vasos y esos vasos tienen el escudo del Barça. Qué invento es este. Vamos, ahora con más razón, a esa caseta donde este buen compañero del Athletic nos dará cerveza y nos la servirá en vasos que no están manchados por ese escudo. El compañero nos cuenta esta historia: es una feria de la cerveza organizada por una Peña Barcelonista del barri de Sant Antoni y todos los vasos son así. Incluso hay que pagarlos. Por eso lleva él el chándal del Athletic Club, para autoafirmarse en un ambiente semejante. Anonadado y estupefacto, me voy con las cervezas y con los dos vasos que, mierda, me tendré que llevar a casa 'porque ya que los hemos pagado...'.
Durante el confinamiento hemos hecho una buena purga de vasos y botellas de cristal. Esta misma semana ironizábamos con que, tras romper una botella de cristal de esas de Vichy reconvertida, los dos putos vasos del Barça no habían sufrido ningún percance y todo ello incluso habiendo sido utilizados por mí y mi compañera con fruición en mi caso, con la esperanza de que el uso los encaminase hacia el desastre.
Una mierda que me coma.
Sin embargo, antes de ayer se produjo el milagro y, en el fregadero, un golpe fortuito (nunca por mi parte, ojo), se llevó por delante uno de los vasos de la pareja. Solo queda uno y su sentencia ya está dictada.
Estamos ya en la fase en la que reconvertimos incluso los botes de mermelada en vasos, como hacen los lugares de moda y parece que el agua está más buena y que la cerveza debe saber mejor, cosa que ignoro porque ya sabemos que yo llevo sin bla bla bla...
Esto se está terminando. El confinamiento tal y como lo conocemos tiene los días contados. Los paseos matinales y los paseos vespertinos han quitado bajo mi humilde punto de vista, hierro al confinamiento. Ahora, quién más quien menos, sale a la calle. Menos quien no tiene nada por lo que salir a la calle. Menos quien no tiene calle donde salir.
Supongamos que a partir del lunes... no sé, no supongamos tanto. Va a dar lo mismo.
¿Comentamos algo de la actualidad política o ya damos por supuesto que el destino nos encontrará bailando a la luz de la luna en el patio de un viejo bar mientras un bandoneón suena y tú me miras a los ojos y yo te digo con voz queda... 'no nos vamos a querer en la vida jamás por mucho que me pongas caritas y me hagas ojuelos y me digas que nuestros corazones están destinados a latir al mismo son'? ¿Guay o no?
¿Guay o no?
Durante el confinamiento hemos hecho una buena purga de vasos y botellas de cristal. Esta misma semana ironizábamos con que, tras romper una botella de cristal de esas de Vichy reconvertida, los dos putos vasos del Barça no habían sufrido ningún percance y todo ello incluso habiendo sido utilizados por mí y mi compañera con fruición en mi caso, con la esperanza de que el uso los encaminase hacia el desastre.
Una mierda que me coma.
Sin embargo, antes de ayer se produjo el milagro y, en el fregadero, un golpe fortuito (nunca por mi parte, ojo), se llevó por delante uno de los vasos de la pareja. Solo queda uno y su sentencia ya está dictada.
Estamos ya en la fase en la que reconvertimos incluso los botes de mermelada en vasos, como hacen los lugares de moda y parece que el agua está más buena y que la cerveza debe saber mejor, cosa que ignoro porque ya sabemos que yo llevo sin bla bla bla...
Esto se está terminando. El confinamiento tal y como lo conocemos tiene los días contados. Los paseos matinales y los paseos vespertinos han quitado bajo mi humilde punto de vista, hierro al confinamiento. Ahora, quién más quien menos, sale a la calle. Menos quien no tiene nada por lo que salir a la calle. Menos quien no tiene calle donde salir.
Supongamos que a partir del lunes... no sé, no supongamos tanto. Va a dar lo mismo.
¿Comentamos algo de la actualidad política o ya damos por supuesto que el destino nos encontrará bailando a la luz de la luna en el patio de un viejo bar mientras un bandoneón suena y tú me miras a los ojos y yo te digo con voz queda... 'no nos vamos a querer en la vida jamás por mucho que me pongas caritas y me hagas ojuelos y me digas que nuestros corazones están destinados a latir al mismo son'? ¿Guay o no?
¿Guay o no?
miércoles, 20 de mayo de 2020
Aduriz, Aduriz, Aduriz!!
El último gol de Aritz Aduriz lo vimos por los pelos. Estuvimos buscando un sitio para ver el Athletic Club - Barça en Vilches. Todos los bares estaban cerrados, eran las fiestas, 16 de agosto, pero pensamos que siendo el Barça, raro iba a ser que no hubiera algún bar con el partido puesto. Finalmente casi nos perdemos la primera parte, pero llegamos a lo de Marchena y ahí sí, estaba el partido. Aritz Aduriz ya había anunciado que se retiraba al final de la temporada unos días antes y no salió de titular. El partido iba 0-0 y ya muy al final, un centro a semi voleón desde la banda.Y vemos como Artiz Aduriz, nuestro león, se levanta y se dispone a rematar de semichilena, o de tijereta como decíamos de pequeños, un centro que le llega al tuntún. Y la empala y la clava. Y marca. Y deliramos. Y mi padre, que había estado todo el partido medio a sus cosas, se levanta a celebrar el gol. Y le gritamos Athletic! Y flipamos muchísimo. No podíamos sospechar que ese iba a ser el último gol de Aritz Aduriz con el Athletic Club.
Cada vez que marcaba un gol Aduriz, mi padre con los puños levantados gritaba Aduriz, Aduriz, Aduriz. Y lo gritaba mucho porque marcaba y marcaba y marcaba.
Hoy, después de anunciar que se tiene que operar de la cadera y eso le impide reincorporarse y seguir, anuncia que se retira.
Aduriz comenzó en el Athletic Club hace un cerro de años. Cuando salió, a todos nos pareció un delantero borricote, animal, que no sabíamos si era de correr, de saltar, de pegar, de rematar o qué. Veníamos de algún delantero similar, como Uribarrena, que no cuajó, o se parecía a otro como Mario Bermejo, al que siempre vimos fuera. De tal manera que se terminó yendo a foguearse, como otros muchos, y terminó en el Burgos y en el Valladolid. Se salió.
Esos años comenzaba el periplo negro del Athletic Club, con aquel equipo que comenzaba a naufragar y que por poco nos cuesta la salud. Lo tuvimos que repescar. Urzaiz ya andaba de retirada y Llorente estaba muy tierno. Aduriz hizo lo que tenía que hacer, seguir marcando goles, pero a todos nos tenía enamorados lo que prometía Llorente. Cuando dijeron que lo vendían, al Mallorca, pensé que Llorente era la apuesta. Y la verdad es que sigo pensando que Llorente ha sido un grandioso delantero centro.
Pero hay cosas que van más allá de la calidad. Para los del Athletic Club, cuenta mucho ser del Athletic. Es decir, que el jugador sea igual o tan forofo del Athletic como nosotros. Y Llorente no sabremos nunca de qué equipo es. Aritz Aduriz, es del Athletic.
Aduriz siguió marcando goles. Primero en el Mallorca, con un traspaso que nunca me quedó claro si cobramos o no y luego en el Valencia. Siempre marcando goles. Y así, lo volvimos a fichar durante el último de Bielsa, ya que Llorente ya flirteaba con pirarse. Finalmente convivieron los dos en un año nefasto y al año siguiente ya con Llorente fugado, Aduriz se quedó como referencia en ataque.
El Aduriz que volvía había aprendido mucho. Sabía mucho. No solo era el rematador, bregoso, incordiante, de siempre. Es que además, pasaba la bola, daba asistencias, estaba en todo el frente de ataque. No regateaba ni nada de eso, pero se notaba que había ganado pausa.
Pausa, que no calma.
Aduriz siempre saltando y llevándose la hostia del defensa, o el defensa llevándose la hostia. Aduriz discutiendo con el central, empujando, encarándose, riéndose en su cara, reclamando al árbitro, tirado en el suelo, yendo a rematar con todo. Un jugador que contrastaba con la habitual nobleza de nuestros jugadores, nobleza tirando a candidez. El jugador que les pone las pilas a los demás y a los suyos. Él y Raúl García le daban al Athletic Club un aire de grupo salvaje crepuscular que a veces se da en los equipos de fútbol. Gente que ya viene de muchas guerras y a los que ya se da por acabados y zas. Al final te la clavan.
Este último año le veíamos jugar muy poco. Ya no estaba para muchos rollos. Lo veías que salía al final del partido, tuvo un penalti con el Mallorca pero lo tiró tan mal, tan mal, tan mal... que lo tiró fatal. Y ya no volvió a tener más que apariciones puntuales. Un balón al palo el día de la ida del Granada.
En la vuelta, al final del partido, feliz como una perdiz porque habíamos pasado. Y todos esperando la final contra la Real. Aritz Aduriz es del Athletic, y es de Donosti. Un partido que seguro que estaba esperando como el que más. Y mucho le ha tenido que doler para no esperar.
Se nos va un delantero centro de los que nos ganan. De los que sabemos que siempre está ahí. Que podrá tener mejor o peor día pero que está. Y un seguro para un equipo que basa buena parte de su esencia en 'tirarla arriba'. Centrar, rematar. Peinarla, seguirla, correr. Chocar, saltar, cabecear.
Queda por saber quién recoge el testigo. No será Williams que es otra cosa. Quizás Villalibre. Veremos.
Al menos, mi padre le vio marcar su último gol. Pena que no le verá ni él ni nosotros marcar el gol de la victoria contra la Real en la final de Copa. Grande Aduriz.
Cada vez que marcaba un gol Aduriz, mi padre con los puños levantados gritaba Aduriz, Aduriz, Aduriz. Y lo gritaba mucho porque marcaba y marcaba y marcaba.
Hoy, después de anunciar que se tiene que operar de la cadera y eso le impide reincorporarse y seguir, anuncia que se retira.
Aduriz comenzó en el Athletic Club hace un cerro de años. Cuando salió, a todos nos pareció un delantero borricote, animal, que no sabíamos si era de correr, de saltar, de pegar, de rematar o qué. Veníamos de algún delantero similar, como Uribarrena, que no cuajó, o se parecía a otro como Mario Bermejo, al que siempre vimos fuera. De tal manera que se terminó yendo a foguearse, como otros muchos, y terminó en el Burgos y en el Valladolid. Se salió.
Esos años comenzaba el periplo negro del Athletic Club, con aquel equipo que comenzaba a naufragar y que por poco nos cuesta la salud. Lo tuvimos que repescar. Urzaiz ya andaba de retirada y Llorente estaba muy tierno. Aduriz hizo lo que tenía que hacer, seguir marcando goles, pero a todos nos tenía enamorados lo que prometía Llorente. Cuando dijeron que lo vendían, al Mallorca, pensé que Llorente era la apuesta. Y la verdad es que sigo pensando que Llorente ha sido un grandioso delantero centro.
Pero hay cosas que van más allá de la calidad. Para los del Athletic Club, cuenta mucho ser del Athletic. Es decir, que el jugador sea igual o tan forofo del Athletic como nosotros. Y Llorente no sabremos nunca de qué equipo es. Aritz Aduriz, es del Athletic.
Aduriz siguió marcando goles. Primero en el Mallorca, con un traspaso que nunca me quedó claro si cobramos o no y luego en el Valencia. Siempre marcando goles. Y así, lo volvimos a fichar durante el último de Bielsa, ya que Llorente ya flirteaba con pirarse. Finalmente convivieron los dos en un año nefasto y al año siguiente ya con Llorente fugado, Aduriz se quedó como referencia en ataque.
El Aduriz que volvía había aprendido mucho. Sabía mucho. No solo era el rematador, bregoso, incordiante, de siempre. Es que además, pasaba la bola, daba asistencias, estaba en todo el frente de ataque. No regateaba ni nada de eso, pero se notaba que había ganado pausa.
Pausa, que no calma.
Aduriz siempre saltando y llevándose la hostia del defensa, o el defensa llevándose la hostia. Aduriz discutiendo con el central, empujando, encarándose, riéndose en su cara, reclamando al árbitro, tirado en el suelo, yendo a rematar con todo. Un jugador que contrastaba con la habitual nobleza de nuestros jugadores, nobleza tirando a candidez. El jugador que les pone las pilas a los demás y a los suyos. Él y Raúl García le daban al Athletic Club un aire de grupo salvaje crepuscular que a veces se da en los equipos de fútbol. Gente que ya viene de muchas guerras y a los que ya se da por acabados y zas. Al final te la clavan.
Este último año le veíamos jugar muy poco. Ya no estaba para muchos rollos. Lo veías que salía al final del partido, tuvo un penalti con el Mallorca pero lo tiró tan mal, tan mal, tan mal... que lo tiró fatal. Y ya no volvió a tener más que apariciones puntuales. Un balón al palo el día de la ida del Granada.
En la vuelta, al final del partido, feliz como una perdiz porque habíamos pasado. Y todos esperando la final contra la Real. Aritz Aduriz es del Athletic, y es de Donosti. Un partido que seguro que estaba esperando como el que más. Y mucho le ha tenido que doler para no esperar.
Se nos va un delantero centro de los que nos ganan. De los que sabemos que siempre está ahí. Que podrá tener mejor o peor día pero que está. Y un seguro para un equipo que basa buena parte de su esencia en 'tirarla arriba'. Centrar, rematar. Peinarla, seguirla, correr. Chocar, saltar, cabecear.
Queda por saber quién recoge el testigo. No será Williams que es otra cosa. Quizás Villalibre. Veremos.
Al menos, mi padre le vio marcar su último gol. Pena que no le verá ni él ni nosotros marcar el gol de la victoria contra la Real en la final de Copa. Grande Aduriz.
martes, 19 de mayo de 2020
Confinamiento #47
Todavía no me aclaro con el tema. ¿Hemos dejado de aplaudir o no? Ayer a las ocho, fiel a mi costumbre, esperé a escuchar los aplausos para salir a la terraza. De manera inesperada, no escuché nada. De nada. Salí, miré, los vecinos de delante no salían... qué pasa. Pregunté. No, es que no se sale. Al parecer hay una convocatoria o había una convocatoria conforme el domingo ya era el último día. Pero yo no vi esa convocatoria enlloc, y mira que tengo grupos de whatsapp varios y no me llegó o no la quise leer, yo que sé. El caso es que no salió casi nadie en el barrio. Nadie. Técnicamente. Ya hemos dejado de aplaudir porque supongo que ya que podemos ir a las tiendas y eso damos por terminado el drama. Ahora me pasan otra convocatoria para que sigamos aplaudiendo. Al parecer, en la convocatoria de desconvocatoria, para darle un tono aún más deprimente al tema había que encender una lamparita o así a las once de la noche. Ni vi lamparita ni vi nada.
Las encuestas dan un panorama en el cual a nivel catalán nos situamos en una franja entre pinto y valdemoro. Lo cual es como cuando te digo que el otro día fui a un sitio en el que había unas cosas y al lado había otras. O como esa peli que vimos ayer del Tom Hanks en la tele, sí, en la tele, y que no contaba absolutamente nada, salvo que te interese que un tipo norteamericano con problemas familiares llegue a Arabia Saudí a vender nosequé moto y se encuentre como de aquella manera y conozca a una doctora saudí y se medio molen y al final se molan. Todo eso en hora y pico de película en la que estando en Arabia Saudí y tal y él americano y la movida y eso pareciera que van a pasar muchas cosas y resulta que no pasa absolutamente nada. Pero nada. Salvo que, como repito, te parezca que esa historia de amor maduro es la pera limonera y le des mil vueltas a que esa historia de amor representa nosequé movida de liberación y tal y en el fondo estés excusando que has perdido el tiempo durante una hora y pico y que la historia que te has tragado con la expectativa de algo es en realidad un truño como una catedral. Sale también la protagonista de Borgen, haciendo el papel de danesa, ojo, que le propone en una fiesta marro al Tom Hanks y este pasa bastante. Pues es todo un poco como lo de las encuestas y nuestros resultados no y la ecuación esfuerzo, resultado, producto interior bruto y la madre que nos parió.
No me quiero poner en lo sentimental pero hoy cumplen años Joey Ramone y Pete Townshend, lógicamente conocí a Joey Ramone y los Ramones antes que a los Who, porque nos llegó primero el punk que lo que venía antes y quiero recordar una vez más los días y las tardes que nos pasábamos en casa del Edu escuchando el it's Alive de los Ramones, llegando a memorizar entero todos y cada uno de los giros, presentaciones (aunque no entendiéramos una mierda y no supiéramos qué decían ni siquiera pudiéramos interpretar la presentación inicial) y demás y poniendo una y mil veces el Surfin' Bird y luego cuando tuvimos el Ramonesmania que nos dejó el Ramón precisamente, que le dimos también un huevo de vueltas. Y nunca llegué a ver a los Ramones en vivo, pero sí que vi a los Who.
Ahora no sé recordar cuándo llegué yo a los Who, pero recuerdo que en el pueblo, un año, pusieron en Radio 3 el Live at Leeds y claro que conoces canciones de los Who sueltas, pero de repente escuchas aquella cafrada y dices, un momento. Y ahora me acuerdo del concierto de los Who en Zaragoza, que fui con el Óscar y que fue una experiencia alucinante porque el concierto fue salvaje y nos tuvimos que ir a Zaragoza verlo porque en Barcelona no sé qué pasaría, no venderían entradas o algo y se canceló y nos llevaron en autocar a Zaragoza y para volver, de madrugada, clavaron el Tommy entero y en el concierto tocaron Sparks y yo creo que me puedo morir bastante tranquilo porque vi aquello, vi a Pete Townshend hacer el molinillo y a tomar viento todo.
Y por lo demás, ahora a ver un debate sobre cómo va la movida en los barrios y luego otro paseo y ya a encontrarte gente como si esto fuera yo que sé.
Movidas.
Las encuestas dan un panorama en el cual a nivel catalán nos situamos en una franja entre pinto y valdemoro. Lo cual es como cuando te digo que el otro día fui a un sitio en el que había unas cosas y al lado había otras. O como esa peli que vimos ayer del Tom Hanks en la tele, sí, en la tele, y que no contaba absolutamente nada, salvo que te interese que un tipo norteamericano con problemas familiares llegue a Arabia Saudí a vender nosequé moto y se encuentre como de aquella manera y conozca a una doctora saudí y se medio molen y al final se molan. Todo eso en hora y pico de película en la que estando en Arabia Saudí y tal y él americano y la movida y eso pareciera que van a pasar muchas cosas y resulta que no pasa absolutamente nada. Pero nada. Salvo que, como repito, te parezca que esa historia de amor maduro es la pera limonera y le des mil vueltas a que esa historia de amor representa nosequé movida de liberación y tal y en el fondo estés excusando que has perdido el tiempo durante una hora y pico y que la historia que te has tragado con la expectativa de algo es en realidad un truño como una catedral. Sale también la protagonista de Borgen, haciendo el papel de danesa, ojo, que le propone en una fiesta marro al Tom Hanks y este pasa bastante. Pues es todo un poco como lo de las encuestas y nuestros resultados no y la ecuación esfuerzo, resultado, producto interior bruto y la madre que nos parió.
No me quiero poner en lo sentimental pero hoy cumplen años Joey Ramone y Pete Townshend, lógicamente conocí a Joey Ramone y los Ramones antes que a los Who, porque nos llegó primero el punk que lo que venía antes y quiero recordar una vez más los días y las tardes que nos pasábamos en casa del Edu escuchando el it's Alive de los Ramones, llegando a memorizar entero todos y cada uno de los giros, presentaciones (aunque no entendiéramos una mierda y no supiéramos qué decían ni siquiera pudiéramos interpretar la presentación inicial) y demás y poniendo una y mil veces el Surfin' Bird y luego cuando tuvimos el Ramonesmania que nos dejó el Ramón precisamente, que le dimos también un huevo de vueltas. Y nunca llegué a ver a los Ramones en vivo, pero sí que vi a los Who.
Ahora no sé recordar cuándo llegué yo a los Who, pero recuerdo que en el pueblo, un año, pusieron en Radio 3 el Live at Leeds y claro que conoces canciones de los Who sueltas, pero de repente escuchas aquella cafrada y dices, un momento. Y ahora me acuerdo del concierto de los Who en Zaragoza, que fui con el Óscar y que fue una experiencia alucinante porque el concierto fue salvaje y nos tuvimos que ir a Zaragoza verlo porque en Barcelona no sé qué pasaría, no venderían entradas o algo y se canceló y nos llevaron en autocar a Zaragoza y para volver, de madrugada, clavaron el Tommy entero y en el concierto tocaron Sparks y yo creo que me puedo morir bastante tranquilo porque vi aquello, vi a Pete Townshend hacer el molinillo y a tomar viento todo.
Y por lo demás, ahora a ver un debate sobre cómo va la movida en los barrios y luego otro paseo y ya a encontrarte gente como si esto fuera yo que sé.
Movidas.
lunes, 18 de mayo de 2020
Confinamiento #46
Euskal Herria. No, no es Euskal Herria. Es Torribera. Torribera tampoco está en Navarra. Está aquí. De hecho eso no es ni siquiera Torribera, es por fuera de Torribera, porque ayer no pudimos entrar en Torribera al querer entrar en Torribera por la Calle Galícia y no estaba el acceso abierto, así que no pudimos dar caza al grupo de colegas que se había perdido por el monte. Así que eso. Reculada y hacia otros pastos más apacibles y sin tantas cuestas. Qué necesidad de subir siempre y qué obsesión con la naturaleza. Como leí hace poco, y seguro que no reproduciré bien, la obsesión con la vuelta a la naturaleza es reaccionaria. El ser humano vive seguro y mejor en la ciudad, que es lo mejor que hemos hecho. Porqué esa obsesión con estar entre árboles.
El confinamiento entra en una etapa en la que ya no es confinamiento. Lleva días sin serlo ya como lo entendimos al principio. No salir de casa. Ahora lo raro es estar en casa. Cada vez más lugares abiertos, negocios que empiezan a funcionar, faltan los bares. Creo que no es necesario insistir demasiado en el tema. Los bares serán y son nuestro indicador de actividad real. Quién se interesa por los negocios, las tiendas, etc., si no tenemos los bares donde ir a. A algo. A los bares.
También vuelve ya el fútbol y esto me produce una pereza inmensa. Y soy forofo de mi equipo y disfruto en Twitter con la cuenta de El Txistu que repasa la historia del Athletic, pero ahora mismo, me interesa cero que la cosa vuelva a funcionar y tener que estar pendiente.
Ayer pedimos un durum de pollo. De regreso del paseo. Como premio. No quiero jurar en vano, pero después de comérmelo y justo antes de comérmelo pensé igual, no quiero volver al mundo durum. No. Me engorda, no es bueno para mí. No quiero volver a las pizzas, no quiero, ni creo que deba, volver a los comistrajos. Pero sé que es lo que me gusta. Que es lo que me pirra. Y no me voy a pasar al lado oscuro de las verduras y las comidas ligeras. Y tendré que entablar el duro combate contra mi mismidad. Pero lo de los durum, tanto predicar que 'no hemos aprendido nada', efectivamente, no hemos aprendido nada. No he aprendido nada.
Hemos acabado Pose. La primera temporada. No he visto el drama. Hay drama, claro, pero no una cosa terrible. La gente es buena y las cosas salen bien. De la nada llegas a triunfar aunque sea en el submundo. Si te esfuerzas, sales adelante. Y esas cosas. Y todo el mundo canta bien y tiene arte. Y reconozco que me ha gustado.
Vimos Contagio de Soderbergh, nos ahorraremos decir que, efectivamente, todo está ya en esa película salvo el tema del caos social. Somos más ordenaditos de lo que sale en la película. Pero qué película.
Quisimos ver también una peli griega, pero nos dio un bajón de intensidad enorme y no pudimos.
Y vimos por fin la tele. Un programa, el del Basté, hablando de educación y tecnología. Y como ya no puedo más con los prejuicios y con mis gafas de ver la tele con ojos aviesos, una vez más vi que el programa en Tv3 no iba destinado a todos los públicos, iba destinado a un público en concreto, a un público que es el de Tv3, el que se supone que ve y 'vota' Tv3. Un público que no se cuestiona si hay escuelas y casas donde la gente tiene tablets, espacios para estudiar, conectarse, etc, cuando hay muchas, muchas, pero muchas casas donde no hay para comer. Pero eso no parece que exista. El debate, interesante, es otro. Y ahí se queda. Y ves la tele y ves que ese programa y esa programación y todo lo que pasa al final no es para ti. Ni los paisajes que salen en El temps, ni nada. No son para ti.
Y ya me tiemblan los pelos de la cerviz pensando cómo y de qué manera nos vamos a inventar nuestras propias manis para no ser menos. Al tiempo.
Y Anguita era de todos.
Y muchos éramos de Anguita pero no todo el rato.
Y dicen que esta semana vamos a pasar calor.
El confinamiento entra en una etapa en la que ya no es confinamiento. Lleva días sin serlo ya como lo entendimos al principio. No salir de casa. Ahora lo raro es estar en casa. Cada vez más lugares abiertos, negocios que empiezan a funcionar, faltan los bares. Creo que no es necesario insistir demasiado en el tema. Los bares serán y son nuestro indicador de actividad real. Quién se interesa por los negocios, las tiendas, etc., si no tenemos los bares donde ir a. A algo. A los bares.
También vuelve ya el fútbol y esto me produce una pereza inmensa. Y soy forofo de mi equipo y disfruto en Twitter con la cuenta de El Txistu que repasa la historia del Athletic, pero ahora mismo, me interesa cero que la cosa vuelva a funcionar y tener que estar pendiente.
Ayer pedimos un durum de pollo. De regreso del paseo. Como premio. No quiero jurar en vano, pero después de comérmelo y justo antes de comérmelo pensé igual, no quiero volver al mundo durum. No. Me engorda, no es bueno para mí. No quiero volver a las pizzas, no quiero, ni creo que deba, volver a los comistrajos. Pero sé que es lo que me gusta. Que es lo que me pirra. Y no me voy a pasar al lado oscuro de las verduras y las comidas ligeras. Y tendré que entablar el duro combate contra mi mismidad. Pero lo de los durum, tanto predicar que 'no hemos aprendido nada', efectivamente, no hemos aprendido nada. No he aprendido nada.
Hemos acabado Pose. La primera temporada. No he visto el drama. Hay drama, claro, pero no una cosa terrible. La gente es buena y las cosas salen bien. De la nada llegas a triunfar aunque sea en el submundo. Si te esfuerzas, sales adelante. Y esas cosas. Y todo el mundo canta bien y tiene arte. Y reconozco que me ha gustado.
Vimos Contagio de Soderbergh, nos ahorraremos decir que, efectivamente, todo está ya en esa película salvo el tema del caos social. Somos más ordenaditos de lo que sale en la película. Pero qué película.
Quisimos ver también una peli griega, pero nos dio un bajón de intensidad enorme y no pudimos.
Y vimos por fin la tele. Un programa, el del Basté, hablando de educación y tecnología. Y como ya no puedo más con los prejuicios y con mis gafas de ver la tele con ojos aviesos, una vez más vi que el programa en Tv3 no iba destinado a todos los públicos, iba destinado a un público en concreto, a un público que es el de Tv3, el que se supone que ve y 'vota' Tv3. Un público que no se cuestiona si hay escuelas y casas donde la gente tiene tablets, espacios para estudiar, conectarse, etc, cuando hay muchas, muchas, pero muchas casas donde no hay para comer. Pero eso no parece que exista. El debate, interesante, es otro. Y ahí se queda. Y ves la tele y ves que ese programa y esa programación y todo lo que pasa al final no es para ti. Ni los paisajes que salen en El temps, ni nada. No son para ti.
Y ya me tiemblan los pelos de la cerviz pensando cómo y de qué manera nos vamos a inventar nuestras propias manis para no ser menos. Al tiempo.
Y Anguita era de todos.
Y muchos éramos de Anguita pero no todo el rato.
Y dicen que esta semana vamos a pasar calor.
domingo, 17 de mayo de 2020
Schrieben
Entre los papeles de Danuta Wolinska encontramos este descarnado texto sobre la pasión. Cualquier pasión. Enfermiza.
'Acababa de llegar a Berlín, donde pretendía residir, escribir, ser protagonista de mi propio relato. Una mujer venida de Lodz, una polaca que quería vivir en la capital de Europa, en el foco de civilización y de destrucción, ser una escritora, ser y parecer lo que en Lodz ya no podía ser de la manera que yo quería. Me instalé en un sucio piso ubicado en un edificio de un barrio a las afueras. Nunca fui buena con las ubicaciones. Compartía piso con una pareja de funcionarios del Ayuntamiento. Ellos habían viajado a Polonia con motivo de una de las visitas del Papa y yo, que había acudido a aquel encuentro de fieles como periodista, me hice amiga de ellos por motivos que no vienen al caso. Bueno, los encontré en un bar y la curiosidad por aquella pareja alemana entre fervorosos polacos me llamó la atención. Grethe y Hansi eran buenos como pan caliente. Me dejaron su tarjeta y para lo que quisiera. Quise. Los primeros días los dediqué a ubicarme, a estar, a vivir la ciudad como pensaba que debía vivirse. Contacté con amigos polacos, hice mi primer círculo de amistades. Volvía a casa con muchas ideas para escribir. Me iba a la cama y a la mañana siguiente la vida berlinesa me volvía a devorar.
El primer mes transcurrió así y trabajando. Conseguí trabajo en una papelería, quiosco, y pequeña tienda de comestibles rápidos. Cuando acababa de trabajar, bares, amigos, hablar de escribir. Escribía en mi cabeza comienzos de historias, romances tormentosos, me enamoré del amigo checo de una amiga, él nunca lo supo. Todos me preguntaban cuándo podrían ver algo de lo que estaba escribiendo.
Un día, llegó a Berlín un chico nuevo. Polaco. De Lodz. Adam Polanski. Cuando le conocí no me llamó excesivamente la atención. Quizás sí. Como todos, le preguntamos si era pariente del director de cine. Ingenioso, respondía siempre con alguna ocurrencia. Se acopló enseguida al grupo de amigos y amigas. Una de esas tardes en las que crees que la vida es sencilla y que solo se romperá cuando tú y solo tú lo decidas, llegué a la cafetería donde nos reuníamos y Adam estaba leyendo en voz alta algo que había escrito. No escuché nada.
Me volví al piso.
Lo demás está escrito.'
'Acababa de llegar a Berlín, donde pretendía residir, escribir, ser protagonista de mi propio relato. Una mujer venida de Lodz, una polaca que quería vivir en la capital de Europa, en el foco de civilización y de destrucción, ser una escritora, ser y parecer lo que en Lodz ya no podía ser de la manera que yo quería. Me instalé en un sucio piso ubicado en un edificio de un barrio a las afueras. Nunca fui buena con las ubicaciones. Compartía piso con una pareja de funcionarios del Ayuntamiento. Ellos habían viajado a Polonia con motivo de una de las visitas del Papa y yo, que había acudido a aquel encuentro de fieles como periodista, me hice amiga de ellos por motivos que no vienen al caso. Bueno, los encontré en un bar y la curiosidad por aquella pareja alemana entre fervorosos polacos me llamó la atención. Grethe y Hansi eran buenos como pan caliente. Me dejaron su tarjeta y para lo que quisiera. Quise. Los primeros días los dediqué a ubicarme, a estar, a vivir la ciudad como pensaba que debía vivirse. Contacté con amigos polacos, hice mi primer círculo de amistades. Volvía a casa con muchas ideas para escribir. Me iba a la cama y a la mañana siguiente la vida berlinesa me volvía a devorar.
El primer mes transcurrió así y trabajando. Conseguí trabajo en una papelería, quiosco, y pequeña tienda de comestibles rápidos. Cuando acababa de trabajar, bares, amigos, hablar de escribir. Escribía en mi cabeza comienzos de historias, romances tormentosos, me enamoré del amigo checo de una amiga, él nunca lo supo. Todos me preguntaban cuándo podrían ver algo de lo que estaba escribiendo.
Un día, llegó a Berlín un chico nuevo. Polaco. De Lodz. Adam Polanski. Cuando le conocí no me llamó excesivamente la atención. Quizás sí. Como todos, le preguntamos si era pariente del director de cine. Ingenioso, respondía siempre con alguna ocurrencia. Se acopló enseguida al grupo de amigos y amigas. Una de esas tardes en las que crees que la vida es sencilla y que solo se romperá cuando tú y solo tú lo decidas, llegué a la cafetería donde nos reuníamos y Adam estaba leyendo en voz alta algo que había escrito. No escuché nada.
Me volví al piso.
Lo demás está escrito.'
sábado, 16 de mayo de 2020
Julio Anguita
Yo recuerdo aquel mitin en la plaza de la Mediterrània o puede que fuera la plaça del Rellotge y no me acuerdo si fui solo o fui con mi padre. Mi padre era muy de Julio Anguita. Yo era muy de Julio Anguita. Todo el mundo era muy de Julio Anguita, todo el mundo decía y dice que era el político más honesto, el que decía las cosas más claras, el que iba de frente. Pero no le votaban, o no le votaban tanto como luego se votó a otros que, precisamente, tuvieron a Julio Anguita como su inspiración. O como una de sus inspiraciones. No recuerdo muy bien cómo fue el mitin aquel ni qué año era, puede que el 93, no lo sé. Supongo que en el 93 ya podía votar y voté a Iniciativa que en aquel tiempo era votar a Izquierda Unida. Y recuerdo ir a visitar al Jordi Guillot en la Diputació para entrevistarle en el 98, o 99, supongo, en la época del rompimiento de Iniciativa con Izquierda Unida y tener el corazón roto. Y a él se le rompió el corazón después o antes. En el 93, después, hasta que tuvo que dejar la primera línea y se convirtió en el inspirador de muchas cosas que vendrían después.
Julio Anguita representó en su momento la recuperación de la autoestima para la izquierda que no levantaba cabeza desde la gran hostia de 1982. Aquel momento de desmoronamiento, de completo reflujo, seguido de una fundación de Izquierda Unida que no parecía acabar de arrancar, lo llevó él con su teoría y su práctica a sacar la cabeza. Y no molaba entonces tanto a tantos como ahora mola. Su teoría de las dos orillas planteaba el enfrentamiento también con el PSOE, no solo con el PSOE, y eso significaba palos. Palos por todos lados. Palos y submarinos e incomprensión y aunque en un primer momento la cosa va bien, luego viene la división. Las dos orillas significaban que no podíamos ser subalternos del PSOE, que teníamos un programa, unas ideas, y que debíamos ir con ellas primero. Programa, programa, programa. Y eso no molaba. Pero para muchos significó recuperar dignidad y entereza. Aunque acusaran a Anguita de trabajar para la derecha, la pinza, todo aquello. Tiempos difíciles aquellos, supongo que la patata le petó porque soportar aquello no debía ser fácil. Ya nos conocen. El rompimiento con Iniciativa, la pena negra, la formación de Esquerra Unida i Alternativa. Y hoy, ir con la Loli al local a por fotografías y sentir pena por el que se ha ido y también pena porque uno no sabe qué ni porqué y cómo y de qué manera nunca podemos estar juntos y siempre tenemos que encontrar la manera de buscar la diferencia, la manera de expulsar al otro, de no estar con él, y yo el primero. Y sé que últimamente no he estado de acuerdo con Anguita, y que se había puesto a escribir artículos con Monereo que no me gustaban y que ponían por delante la lucha contra la Unión Europea al peligro de un ascenso de algo que da miedo, o al menos, reclamaba para la izquierda más valentía para salirse del discurso en el que parece que no tenemos discurso. Pero yo no lo veía. Y sigo sin verlo. Pero qué más da. Cuando alguien te pregunta por tus ideas o dónde rezas, siempre sale Julio Anguita. Anguitista. Anguitismo. Justo cuando el muro de Berlín cae, Anguita sacaba a pasear orgulloso su nombre de comunista y el mundo se ponía nervioso y ya estábamos con que parecía antiguo y que era soberbio y que era... y se iban al PSOE. Se muere Julio Anguita justo el 16 M, el día después del 15M, movimiento que quiso recuperar mucho de lo que él quería decir, incluso ante cierta rigidez de IU en aquel tiempo, él se situó entre pinto y valdemoro y fundó el Frente Cívico y se dijo que a lo mejor se iba al naciente Podemos y todo fue que al final todo el mundo está en su sitio y Anguita seguía sumando porque lo que decía era importante y la gente le escuchaba y lo recordaremos dando mítines como un profe que te daba la lección y no veías otra cosa que la lección era cierta porque explicada de esa manera no podía ser de otra forma. Y no sé si llegué a ver más veces a Anguita y me acuerdo que un año, ya en la Universidad, creo que vino él o no sé quién vino a la Universidad y dónde pero vino alguien que quizás era él y fuimos a verle y alguien del público hizo la pregunta dolorosa 'cómo puedo votar a Izquierda Unida en Catalunya', y esa pregunta todavía se hace hoy y es dolor. Y pena. Y pensar que no pudimos y que ahora podemos y que lo hacemos en común. No es fácil. Se va Julio Anguita y recuperamos sus imágenes y sus discursos y sus grandes frases y su prestigio cuando era el alcalde de la Córdoba comunista, el Califa rojo, y su imagen qué narices de Califa mismo y sus entrevistas y sus intervenciones en el Congreso y escucharle como si fuera la palabra. Y el hecho. Y lo difícil que es la práctica. Y ahí lo tenemos, en la foto, al lado del Cura, al lado del Lluís, nuestro alcalde. Y cada uno a su manera. Y todas las derrotas y todas las veces que pensamos que, teniendo a Anguita, cómo no nos iba a ir bien, cómo podía ser que la gente no nos votara. Y una vez, y otra. Y venceremos. Pero no nos aguanta el corazón.
Foto: Loli Gómez
Julio Anguita representó en su momento la recuperación de la autoestima para la izquierda que no levantaba cabeza desde la gran hostia de 1982. Aquel momento de desmoronamiento, de completo reflujo, seguido de una fundación de Izquierda Unida que no parecía acabar de arrancar, lo llevó él con su teoría y su práctica a sacar la cabeza. Y no molaba entonces tanto a tantos como ahora mola. Su teoría de las dos orillas planteaba el enfrentamiento también con el PSOE, no solo con el PSOE, y eso significaba palos. Palos por todos lados. Palos y submarinos e incomprensión y aunque en un primer momento la cosa va bien, luego viene la división. Las dos orillas significaban que no podíamos ser subalternos del PSOE, que teníamos un programa, unas ideas, y que debíamos ir con ellas primero. Programa, programa, programa. Y eso no molaba. Pero para muchos significó recuperar dignidad y entereza. Aunque acusaran a Anguita de trabajar para la derecha, la pinza, todo aquello. Tiempos difíciles aquellos, supongo que la patata le petó porque soportar aquello no debía ser fácil. Ya nos conocen. El rompimiento con Iniciativa, la pena negra, la formación de Esquerra Unida i Alternativa. Y hoy, ir con la Loli al local a por fotografías y sentir pena por el que se ha ido y también pena porque uno no sabe qué ni porqué y cómo y de qué manera nunca podemos estar juntos y siempre tenemos que encontrar la manera de buscar la diferencia, la manera de expulsar al otro, de no estar con él, y yo el primero. Y sé que últimamente no he estado de acuerdo con Anguita, y que se había puesto a escribir artículos con Monereo que no me gustaban y que ponían por delante la lucha contra la Unión Europea al peligro de un ascenso de algo que da miedo, o al menos, reclamaba para la izquierda más valentía para salirse del discurso en el que parece que no tenemos discurso. Pero yo no lo veía. Y sigo sin verlo. Pero qué más da. Cuando alguien te pregunta por tus ideas o dónde rezas, siempre sale Julio Anguita. Anguitista. Anguitismo. Justo cuando el muro de Berlín cae, Anguita sacaba a pasear orgulloso su nombre de comunista y el mundo se ponía nervioso y ya estábamos con que parecía antiguo y que era soberbio y que era... y se iban al PSOE. Se muere Julio Anguita justo el 16 M, el día después del 15M, movimiento que quiso recuperar mucho de lo que él quería decir, incluso ante cierta rigidez de IU en aquel tiempo, él se situó entre pinto y valdemoro y fundó el Frente Cívico y se dijo que a lo mejor se iba al naciente Podemos y todo fue que al final todo el mundo está en su sitio y Anguita seguía sumando porque lo que decía era importante y la gente le escuchaba y lo recordaremos dando mítines como un profe que te daba la lección y no veías otra cosa que la lección era cierta porque explicada de esa manera no podía ser de otra forma. Y no sé si llegué a ver más veces a Anguita y me acuerdo que un año, ya en la Universidad, creo que vino él o no sé quién vino a la Universidad y dónde pero vino alguien que quizás era él y fuimos a verle y alguien del público hizo la pregunta dolorosa 'cómo puedo votar a Izquierda Unida en Catalunya', y esa pregunta todavía se hace hoy y es dolor. Y pena. Y pensar que no pudimos y que ahora podemos y que lo hacemos en común. No es fácil. Se va Julio Anguita y recuperamos sus imágenes y sus discursos y sus grandes frases y su prestigio cuando era el alcalde de la Córdoba comunista, el Califa rojo, y su imagen qué narices de Califa mismo y sus entrevistas y sus intervenciones en el Congreso y escucharle como si fuera la palabra. Y el hecho. Y lo difícil que es la práctica. Y ahí lo tenemos, en la foto, al lado del Cura, al lado del Lluís, nuestro alcalde. Y cada uno a su manera. Y todas las derrotas y todas las veces que pensamos que, teniendo a Anguita, cómo no nos iba a ir bien, cómo podía ser que la gente no nos votara. Y una vez, y otra. Y venceremos. Pero no nos aguanta el corazón.
Foto: Loli Gómez
viernes, 15 de mayo de 2020
Confinamiento #45
La mañana ha comenzado como siempre con un buen paseo. Como siempre desde ayer. Un paseo que nos ha llevado en esta ocasión camino de la parada de metro de Can Zam, subiendo las escaleras mecánicas hasta arribotes, y de ahí caminandini hasta ir encontrando las vías del descenso. No he sacado ninguna foto. Sí, he sacado una foto de un cartel en una veterinaria en el que decían que se les había perdido una tortuga. He comprado una barra de pan y para casa. Hay que retomar las buenas costumbres y volver a caminar. El enfermero me ha llamado para decir que la tensión la llevo más o menos pero que no relaje y arrecie con los medicamentos. Caminar debe ayudar.
¿Vivimos en una dictadura? Esa es una buena pregunta. ¿Tienes ganas de vivir en una dictadura? ¿Quieres saber lo que es el fascismo? ¿Te sientes angustiado porque notas que te falta libertad? Creo que si mi abuelo Antonio hubiera ido con el carnet del PSOE en la mano por la calle en el año 1965 le hubieran caído una buena mano de hostias. Que haya presencia policial en la calle para que no haya aglomeraciones es otra cosa. Que no se permitan las manifestaciones (que seguro que las habría y muchas porque suele haber un montón de manifestaciones de cosas de izquierdas habitualmente) en una situación como esta, puede parecer un gran ataque a la libertad, pero si no parece raro que haya aglomeraciones de gente o esas manis con distancia en un momento en el que mi madre no se fía con salir a la calle después de... es que entonces estamos hablando de otra cosa. Otra cosa como poner furgonas policiales en la plaça del Rellotge cuando ya hemos sido testigos de que en la Plaça del Rellotge no hay ni perri.
Hoy ha venido un señor a mirar las nosequé del agua, conexiones, tuberías, etc. Me ha contado que la calle San Joaquín era muy famosa. Hace 50 años. Tal y como me lo contaba me parecía que se estaba equivocando. Me ha contado que se hacían unas fiestas muy buenas, que él venía cuando era un crío. La verdad es que no me sonaba de nada. He querido pensar al principio que estaba hablando del OVNI o algo así, pero no, verbenas. Verbenas para San Pedro. En la calle San Joaquín.
Hoy es 15 M y hay que decir algo del 15 M. Poco puedo decir porque no hice nada. No me acuerdo de mucho. Ir a la plaça Catalunya. La gente. Seguirlo por la tele. Rodea el Congreso. Rodea el Parlament. Las ostias de la plaça Catalunya. Mucha gente tuvo en esos días el alumbramiento, la participación, la política, todos son iguales, hay que implicarse, etc. Yo... no. No me impliqué, no estaba implicado. Me impliqué después. Muchos pensarán que da lo mismo que me implique. Y otros que a ver cuándo me desimplico porque da igual. Qué queda del 15m. Yo creo que nada. Que fue un fracaso. Que ha sido traicionado. Que se necesita otro 15m. Y que si lo hicieran ahora iba a darlo todo.
Qué más. No sé qué más. Vamos a pasar de fase. Vamos a avanzar dentro de la misma fase. Hasta que no se abran los bares y restaurantes, piedra filosofal de nuestra actividad como seres humanos, no podremos dar por finalizado este tormento. Van diciendo cosas y nos van dando árnica, pero no será nada como tiene que ser hasta que no nos dejen ir a los bares. Pero a los bares de verdad. El placer de beberte una cerveza y unas bravas en una terraza y hablar con los amigos. No me imagino una entrada mejor en la nueva normalidad que hacer exactamente lo mismo que antes.
La nueva normalidad ojalá sea igual exactamente que la antigua.
Ojalá sea todo igual.
Reuniones con amigos, hasta el número de 10. Reúne 10 amigos en un piso, dales dos metros de distancia entre unos y otros.
Soy una persona que cada vez que esto, tal. No sé.
El 15 M. Traidores. Todo mal. Dictadura. Libertad. No nos representan. Legislatura. Bien común. Anarquía. Acampada. Indignados.
Los indignados. El banco (o era balcón) de los indignados. Las ostias de los mossos.
Seran sempre nostres. Los indignados. Qué tiempos.
¿Vivimos en una dictadura? Esa es una buena pregunta. ¿Tienes ganas de vivir en una dictadura? ¿Quieres saber lo que es el fascismo? ¿Te sientes angustiado porque notas que te falta libertad? Creo que si mi abuelo Antonio hubiera ido con el carnet del PSOE en la mano por la calle en el año 1965 le hubieran caído una buena mano de hostias. Que haya presencia policial en la calle para que no haya aglomeraciones es otra cosa. Que no se permitan las manifestaciones (que seguro que las habría y muchas porque suele haber un montón de manifestaciones de cosas de izquierdas habitualmente) en una situación como esta, puede parecer un gran ataque a la libertad, pero si no parece raro que haya aglomeraciones de gente o esas manis con distancia en un momento en el que mi madre no se fía con salir a la calle después de... es que entonces estamos hablando de otra cosa. Otra cosa como poner furgonas policiales en la plaça del Rellotge cuando ya hemos sido testigos de que en la Plaça del Rellotge no hay ni perri.
Hoy ha venido un señor a mirar las nosequé del agua, conexiones, tuberías, etc. Me ha contado que la calle San Joaquín era muy famosa. Hace 50 años. Tal y como me lo contaba me parecía que se estaba equivocando. Me ha contado que se hacían unas fiestas muy buenas, que él venía cuando era un crío. La verdad es que no me sonaba de nada. He querido pensar al principio que estaba hablando del OVNI o algo así, pero no, verbenas. Verbenas para San Pedro. En la calle San Joaquín.
Hoy es 15 M y hay que decir algo del 15 M. Poco puedo decir porque no hice nada. No me acuerdo de mucho. Ir a la plaça Catalunya. La gente. Seguirlo por la tele. Rodea el Congreso. Rodea el Parlament. Las ostias de la plaça Catalunya. Mucha gente tuvo en esos días el alumbramiento, la participación, la política, todos son iguales, hay que implicarse, etc. Yo... no. No me impliqué, no estaba implicado. Me impliqué después. Muchos pensarán que da lo mismo que me implique. Y otros que a ver cuándo me desimplico porque da igual. Qué queda del 15m. Yo creo que nada. Que fue un fracaso. Que ha sido traicionado. Que se necesita otro 15m. Y que si lo hicieran ahora iba a darlo todo.
Qué más. No sé qué más. Vamos a pasar de fase. Vamos a avanzar dentro de la misma fase. Hasta que no se abran los bares y restaurantes, piedra filosofal de nuestra actividad como seres humanos, no podremos dar por finalizado este tormento. Van diciendo cosas y nos van dando árnica, pero no será nada como tiene que ser hasta que no nos dejen ir a los bares. Pero a los bares de verdad. El placer de beberte una cerveza y unas bravas en una terraza y hablar con los amigos. No me imagino una entrada mejor en la nueva normalidad que hacer exactamente lo mismo que antes.
La nueva normalidad ojalá sea igual exactamente que la antigua.
Ojalá sea todo igual.
Reuniones con amigos, hasta el número de 10. Reúne 10 amigos en un piso, dales dos metros de distancia entre unos y otros.
Soy una persona que cada vez que esto, tal. No sé.
El 15 M. Traidores. Todo mal. Dictadura. Libertad. No nos representan. Legislatura. Bien común. Anarquía. Acampada. Indignados.
Los indignados. El banco (o era balcón) de los indignados. Las ostias de los mossos.
Seran sempre nostres. Los indignados. Qué tiempos.
jueves, 14 de mayo de 2020
Confinamiento #44 real
Yo pensaba que al poner una foto similar el Aitor, si la ponía yo, pues iba a quedar como que mira, fíjate, ahora él también la pone. Pero cuando he visto que también la ha puesto el diputado Raúl Moreno, he pensado, oye, prejuicios fuera. La equidistancia. Yo también he subido a la Letra A, para hacer la foto de la letra A y no la puse el primer día porque me daba como cosa por lo que ya he contado, pero ahora ya me da igual.
Ayer no salí. Ayer no sé qué se me puso ayer por delante pero estaba como no sé. La niña del balcón de enfrente me llamó otra vez para salir a aplaudir. Nene. Y salí sí, pero ya no té que no sale la misma gente, sale menos y hacía frío y no sé. Que me volví a meter en casa y ya no fui a dar un paseo.
Esta mañana sí que he salido a caminar. Paseo urbano. Un reconocimiento de Santa Coloma sobre el terreno, alejado de la posibilidad de encontrarme con personas en chándal. Una paseo por las calles de la Santa Coloma que quiero más que a mi propia alma. Qué me paso ayer para no querer dar una vuelta por esas calles de mi corazón.
La letra A. Estar en casa leyendo a Rosa Luxemburgo. Las vicisitudes del confinamiento. Preparar un pollo al horno en lo que canta un gallo. Dejar los platos fin fregar. Mirar al suelo y ponerte a pensar cuánto hace que no coges la escoba. Hoy se ha puesto a llover otra vez. El clima está raro. Tú estás raro.
Madrid está raro. No Madrid, Madrid, sino esa parte de Madrid que no visitas cuando vas a Madrid a tomarte unas birras con los colegas de Madrid. Esa parte de Madrid que solo ves en reportajes, en programas de la tele que tampoco ves. Fachalecos, pelos largos peinados o despeinados, rubios y chalecos, banderas nacionales. Banderas. Canta himnos. Son solo los habitantes de un barrio concreto de Madrid, están en una calle, pero les tenemos que dar la importancia que tienen. Son los mismos que cuando ven en peligro real su confort, su vida, o ni siquiera eso, ven que tú puedes vivir algo mejor, salen a la calle a protestar. Ellos son España ya que ellos se han quedado con la idea de España. España debe ser eso. Como Catalunya debe ser lo que quieren los que más banderas tienen. Estoy en fase Rosa Luxemburgo. Fase peligrosa, por otra parte.
Está todo como raro. No estoy contento. No nos ha servido de nada. No me ha servido de nada el confinamiento. La experiencia nos ha servido para alguna cosa, para cambiar nuestros hábitos, para redirigir el tiro, para eliminar lo superfluo. No. No nos ha servido.
Alguien ha dicho que estamos más preocupados de que abran los bares y que se pueda volar en avión que de que abran las escuelas y en qué condiciones puedan abrir. No hay memes sobre las escuelas. Todos queremos ir al bar. Y a correr.
Al bar y a correr.
La letra A, pintada y repintada, señalando a los que miran hacia arriba que todavía queda algo, algo que parece que se sale un poco, algo que parece que no concuerda. Algo que parece que todavía. Pero qué significa.
Volvamos pronto a la normalidad. Hagamos que el dinero fluya, que circule, que se mueva. Que para eso estamos.
Ayer no salí. Ayer no sé qué se me puso ayer por delante pero estaba como no sé. La niña del balcón de enfrente me llamó otra vez para salir a aplaudir. Nene. Y salí sí, pero ya no té que no sale la misma gente, sale menos y hacía frío y no sé. Que me volví a meter en casa y ya no fui a dar un paseo.
Esta mañana sí que he salido a caminar. Paseo urbano. Un reconocimiento de Santa Coloma sobre el terreno, alejado de la posibilidad de encontrarme con personas en chándal. Una paseo por las calles de la Santa Coloma que quiero más que a mi propia alma. Qué me paso ayer para no querer dar una vuelta por esas calles de mi corazón.
La letra A. Estar en casa leyendo a Rosa Luxemburgo. Las vicisitudes del confinamiento. Preparar un pollo al horno en lo que canta un gallo. Dejar los platos fin fregar. Mirar al suelo y ponerte a pensar cuánto hace que no coges la escoba. Hoy se ha puesto a llover otra vez. El clima está raro. Tú estás raro.
Madrid está raro. No Madrid, Madrid, sino esa parte de Madrid que no visitas cuando vas a Madrid a tomarte unas birras con los colegas de Madrid. Esa parte de Madrid que solo ves en reportajes, en programas de la tele que tampoco ves. Fachalecos, pelos largos peinados o despeinados, rubios y chalecos, banderas nacionales. Banderas. Canta himnos. Son solo los habitantes de un barrio concreto de Madrid, están en una calle, pero les tenemos que dar la importancia que tienen. Son los mismos que cuando ven en peligro real su confort, su vida, o ni siquiera eso, ven que tú puedes vivir algo mejor, salen a la calle a protestar. Ellos son España ya que ellos se han quedado con la idea de España. España debe ser eso. Como Catalunya debe ser lo que quieren los que más banderas tienen. Estoy en fase Rosa Luxemburgo. Fase peligrosa, por otra parte.
Está todo como raro. No estoy contento. No nos ha servido de nada. No me ha servido de nada el confinamiento. La experiencia nos ha servido para alguna cosa, para cambiar nuestros hábitos, para redirigir el tiro, para eliminar lo superfluo. No. No nos ha servido.
Alguien ha dicho que estamos más preocupados de que abran los bares y que se pueda volar en avión que de que abran las escuelas y en qué condiciones puedan abrir. No hay memes sobre las escuelas. Todos queremos ir al bar. Y a correr.
Al bar y a correr.
La letra A, pintada y repintada, señalando a los que miran hacia arriba que todavía queda algo, algo que parece que se sale un poco, algo que parece que no concuerda. Algo que parece que todavía. Pero qué significa.
Volvamos pronto a la normalidad. Hagamos que el dinero fluya, que circule, que se mueva. Que para eso estamos.
martes, 12 de mayo de 2020
Badalona
Tan claro como eso. Soy de Santa Coloma y vivo con la certeza de las mayorías absolutas que nos evitan estos quebraderos de cabeza y veo lo de Badalona desde la distancia y la confusión. Una vista de Badalona desde la lejanía. ¿Qué ha pasado en Badalona? ¿Qué pasa en esa ciudad para que, en primer lugar el PP tenga 11 regidores y no solo en este momento sino que ya lleva años siendo la fuerza más votada? El PP. ¿Qué ocurre para que el PP tenga esa representación en una ciudad así y no la tenga en Santa Coloma, en Sant Adrià, en Montcada, en Hospitalet? ¿Qué hace la izquierda, qué hacemos y qué decimos? ¿Qué hacemos y qué proponemos? ¿Qué es Badalona?
Esa es otra pregunta.
Los de Santa Coloma sabemos, más o menos, lo que es Santa Coloma. Que no es lo mismo el Centro que el Río, que no es lo mismo el Raval que la Serra de Marina, Les Oliveres que Santa Rosa. Vamos, que no son lo mismo el centro que el resto de barrios y dentro del resto de barrios los barrios y otros barrios. ¿Pero Badalona? Por lo poco que sé hay una Badalona y otra Badalona. Una Badalona que es extensión del Carrer del Mar y los barrios. Si eso es así, cómo puede ser lo del PP. Cómo puede ser que el PP se lleve los barrios, cómo puede ser que la izquierda no sea capaz de...
De qué.
Hoy se ha producido el enésimo caso de desunión de la izquierda. Y solo por decir esta frase ya habrá quién me diga que qué izquierda. Que para empezar, el PSC no es de izquierda. Por el otro lado habrá quien diga que Guanyem, la CUP, no es de izquierdas. Y a nosotros nos dirán que somos unos pagafantas tanto de unos como de otros. Y entonces, con esos mimbres, nos tenemos que poner de acuerdo.
La izquierda alternativa, entre la que me gusta contarme, la izquierda real, entre la que me gusta contarme también, tuvo la oportunidad hace cinco años de darle la vuelta como un calcetín a muchas cosas. Por ir con el lirio, por no ser buenos, por no ser malos, por revanchas históricas, por miedos atávicos, las cosas no salieron bien, las cosas salieron perfectas para unos y desaprovecharon el tiro completamente, las cosas no volverán a ser. Guanyem Badalona no era lo que dijo ser. No lo vuelve a ser ahora. No es la plataforma de una izquierda plural y diversa. Es otra cosa y tiene todo el derecho a serlo. Y los demás siempre seremos otra cosa y no querrán otra cosa que vernos haciéndoles palmas a cosas que no queremos aplaudir y nosotros no querremos que nos digan que eso que ellos dicen invalida absolutamente todo lo nuestro porque somos nada.
El PSC juega a otra cosa. Juega en su liga, en otras coordenadas, sabiendo que esa gente que vota al Partido Popular, en realidad está buscando algo que el PSC le ofreció en su día y por h o por b, en Badalona lo ha perdido. Pero no en otros sitios. Hola, en Santa Coloma el PSC tiene 17 regidores. Si alguien me quiere decir que el votante del PP y el votante del PSC en ambas ciudades es muy diferente, que lo diga. Somos los mismos indios, algo tiene que estar fallando. Ciudadanos en Badalona no existe, en Santa Coloma sí. Quizás es una diferencia. Me estoy liando.
PSC y Guanyem está claro que juegan a cosas diferentes. Y en medio están los ciudadanos que en mitad de una crisis que no sabemos ni dónde nos hemos metido, van a gobernar los representantes de una derecha infame, por no saber anteponer otra cosa, superior, al cálculo.
Nosotros tenemos especial habilidad de ofrecer la cara y la otra mejilla y todo y así nos va. Criticando a Guanyem y les hemos dado apoyo hasta el final. Incluso cuando sabíamos que no iba a pasar nada. Tenemos habilidad para ver cuándo tenemos que inmolarnos. Era el momento como lo fue antes.
Porque no estamos en tiempo de andarnos con muchas hostias, pero vemos que a otros niveles, la cosa no va por otro camino. Mola más confrontar y calcular. Cuánto me cuesta que este o aquel se desgaste y caiga.
Lo vemos en la Generalitat de Catalunya, lo vemos en el gobierno del Estado. Qué tengo que hacer para que este, que en teoría va a ser compañero de trinchera, no mejore.
¿Qué tenemos? ¿Qué nos viene? la perspectiva de una moción de censura. Que alguien o algo haga ver la luz a PSC y que considere que un gobierno de Guanyem no es proclamar la independencia. Que alguien o algo haga ver la luz a la CUP y Guanyem que gobernar con el PSC no es ser un carcelero ni apoyar al 155.
Que alguien tenga alguna vez la perspectiva de que hay que hacer políticas de izquierda.
También en Badalona.
Esa es otra pregunta.
Los de Santa Coloma sabemos, más o menos, lo que es Santa Coloma. Que no es lo mismo el Centro que el Río, que no es lo mismo el Raval que la Serra de Marina, Les Oliveres que Santa Rosa. Vamos, que no son lo mismo el centro que el resto de barrios y dentro del resto de barrios los barrios y otros barrios. ¿Pero Badalona? Por lo poco que sé hay una Badalona y otra Badalona. Una Badalona que es extensión del Carrer del Mar y los barrios. Si eso es así, cómo puede ser lo del PP. Cómo puede ser que el PP se lleve los barrios, cómo puede ser que la izquierda no sea capaz de...
De qué.
Hoy se ha producido el enésimo caso de desunión de la izquierda. Y solo por decir esta frase ya habrá quién me diga que qué izquierda. Que para empezar, el PSC no es de izquierda. Por el otro lado habrá quien diga que Guanyem, la CUP, no es de izquierdas. Y a nosotros nos dirán que somos unos pagafantas tanto de unos como de otros. Y entonces, con esos mimbres, nos tenemos que poner de acuerdo.
La izquierda alternativa, entre la que me gusta contarme, la izquierda real, entre la que me gusta contarme también, tuvo la oportunidad hace cinco años de darle la vuelta como un calcetín a muchas cosas. Por ir con el lirio, por no ser buenos, por no ser malos, por revanchas históricas, por miedos atávicos, las cosas no salieron bien, las cosas salieron perfectas para unos y desaprovecharon el tiro completamente, las cosas no volverán a ser. Guanyem Badalona no era lo que dijo ser. No lo vuelve a ser ahora. No es la plataforma de una izquierda plural y diversa. Es otra cosa y tiene todo el derecho a serlo. Y los demás siempre seremos otra cosa y no querrán otra cosa que vernos haciéndoles palmas a cosas que no queremos aplaudir y nosotros no querremos que nos digan que eso que ellos dicen invalida absolutamente todo lo nuestro porque somos nada.
El PSC juega a otra cosa. Juega en su liga, en otras coordenadas, sabiendo que esa gente que vota al Partido Popular, en realidad está buscando algo que el PSC le ofreció en su día y por h o por b, en Badalona lo ha perdido. Pero no en otros sitios. Hola, en Santa Coloma el PSC tiene 17 regidores. Si alguien me quiere decir que el votante del PP y el votante del PSC en ambas ciudades es muy diferente, que lo diga. Somos los mismos indios, algo tiene que estar fallando. Ciudadanos en Badalona no existe, en Santa Coloma sí. Quizás es una diferencia. Me estoy liando.
PSC y Guanyem está claro que juegan a cosas diferentes. Y en medio están los ciudadanos que en mitad de una crisis que no sabemos ni dónde nos hemos metido, van a gobernar los representantes de una derecha infame, por no saber anteponer otra cosa, superior, al cálculo.
Nosotros tenemos especial habilidad de ofrecer la cara y la otra mejilla y todo y así nos va. Criticando a Guanyem y les hemos dado apoyo hasta el final. Incluso cuando sabíamos que no iba a pasar nada. Tenemos habilidad para ver cuándo tenemos que inmolarnos. Era el momento como lo fue antes.
Porque no estamos en tiempo de andarnos con muchas hostias, pero vemos que a otros niveles, la cosa no va por otro camino. Mola más confrontar y calcular. Cuánto me cuesta que este o aquel se desgaste y caiga.
Lo vemos en la Generalitat de Catalunya, lo vemos en el gobierno del Estado. Qué tengo que hacer para que este, que en teoría va a ser compañero de trinchera, no mejore.
¿Qué tenemos? ¿Qué nos viene? la perspectiva de una moción de censura. Que alguien o algo haga ver la luz a PSC y que considere que un gobierno de Guanyem no es proclamar la independencia. Que alguien o algo haga ver la luz a la CUP y Guanyem que gobernar con el PSC no es ser un carcelero ni apoyar al 155.
Que alguien tenga alguna vez la perspectiva de que hay que hacer políticas de izquierda.
También en Badalona.
lunes, 11 de mayo de 2020
Confinamiento #44
Me imagino la cara de la pobre chica que repartía en Amazon esta tarde al comprobar que en el paquete sonaba dentro una pandereta. 'Quien debe ser el payaso que se compra una pandereta ahora'. Es que somos así de graciosos, perdona. El otro día los colegas consideraron que no valía con hacer simplemente el payaso durante el concierto y que qué pasaba, si no tenía una pandereta o qué pasaba.Y aquí está la pandereta. Es que tenemos que haber de todo en el mundo. De todo. Ahora que hago yo con la pandereta si tampoco la puedo utilizar. Otro bulto.
Como yo. Un bulto.
Trozo de carne con ojos. Hoy ha venido a casa un técnico del seguro a ver mi ducha. Se le sale el agua o no se le sale el agua. Es un problema de que se cala o es un problema de la instalación. En menos de diez segundos lo ha clavado. No es la instalación. A otra cosa. Pero ya he ido al lavabo al menos cuatro veces durante la mañana esperando al técnico que me ha llamado a las ocho y cuarto y ya me ha tenido descompuesto toda la mañana.
Para remontar el vuelo, esta tarde hemos ido de paseo hasta la plaza del Reloj. Así como el cruce de la Generalitat con Rambla Sant Sebastià era un hormiguero de gente, llegar a la Plaza del Reloj y no encontrar prácticamente nada de gente, así como por la Jacinto Verdaguer que suele ser una calle con una vida y un colorido que ríete tú de las calles con vida y con colorido de por ahí. Hubo un año que vino la Rocío y la Amanda y comimos creo que no me acuerdo dónde comimos y luego nos dimos una vuelta por el centro y les dije, espera, que ahora vamos a cambiar y bajamos a la Jacinto Verdaguer.
La eterna discusión con Rocío. Mi madre dijo el otro día que ella en su vida ha visto a nadie vestida de rociera, ni de sevillana, ni de flamenca, en nuestro pueblo. Jaén norteño. Que eso fue cosa de Felipe González que puso de moda las sevillanas y Canal Sur hizo un trabajo intensivo de culturización andalucista. Que para San Gregorio no se ha vestido nadie de eso. Nunca. Al menos mientras ella vivió allí. Ahora, decir esto, es como faltar el respeto muy gravemente. Y claro, no dejamos pasar la oportunidad.
Ayer empezamos a ver una serie nueva, Pose. No es nueva, pero no la habíamos visto. Está bien. Sobre el mundo Trans en el NY de los años ochenta. El Vogue, los balls, las casas. Es un mundo. Pero es un mundo de mierda. Porque esa gente sufre como no sufre casi nadie. Pero no quiero iniciar ahora un debate porque ya bastante tenemos.
Y bueno. Que un día más. La señorita Je ya ha decidido que deja de contar cosas del confinamiento. 60 días.
Yo ya no sé si estoy contando cosas del confinamiento o de la vida o de la nada. Pero lo importante es participar.
Y tengo una pandereta. Ojo.
Como yo. Un bulto.
Trozo de carne con ojos. Hoy ha venido a casa un técnico del seguro a ver mi ducha. Se le sale el agua o no se le sale el agua. Es un problema de que se cala o es un problema de la instalación. En menos de diez segundos lo ha clavado. No es la instalación. A otra cosa. Pero ya he ido al lavabo al menos cuatro veces durante la mañana esperando al técnico que me ha llamado a las ocho y cuarto y ya me ha tenido descompuesto toda la mañana.
Para remontar el vuelo, esta tarde hemos ido de paseo hasta la plaza del Reloj. Así como el cruce de la Generalitat con Rambla Sant Sebastià era un hormiguero de gente, llegar a la Plaza del Reloj y no encontrar prácticamente nada de gente, así como por la Jacinto Verdaguer que suele ser una calle con una vida y un colorido que ríete tú de las calles con vida y con colorido de por ahí. Hubo un año que vino la Rocío y la Amanda y comimos creo que no me acuerdo dónde comimos y luego nos dimos una vuelta por el centro y les dije, espera, que ahora vamos a cambiar y bajamos a la Jacinto Verdaguer.
La eterna discusión con Rocío. Mi madre dijo el otro día que ella en su vida ha visto a nadie vestida de rociera, ni de sevillana, ni de flamenca, en nuestro pueblo. Jaén norteño. Que eso fue cosa de Felipe González que puso de moda las sevillanas y Canal Sur hizo un trabajo intensivo de culturización andalucista. Que para San Gregorio no se ha vestido nadie de eso. Nunca. Al menos mientras ella vivió allí. Ahora, decir esto, es como faltar el respeto muy gravemente. Y claro, no dejamos pasar la oportunidad.
Ayer empezamos a ver una serie nueva, Pose. No es nueva, pero no la habíamos visto. Está bien. Sobre el mundo Trans en el NY de los años ochenta. El Vogue, los balls, las casas. Es un mundo. Pero es un mundo de mierda. Porque esa gente sufre como no sufre casi nadie. Pero no quiero iniciar ahora un debate porque ya bastante tenemos.
Y bueno. Que un día más. La señorita Je ya ha decidido que deja de contar cosas del confinamiento. 60 días.
Yo ya no sé si estoy contando cosas del confinamiento o de la vida o de la nada. Pero lo importante es participar.
Y tengo una pandereta. Ojo.
domingo, 10 de mayo de 2020
Confinamiento #42
Ahora es que la política es esto. La política ya es esto desde hace años, pero cada día nos sorprende con una cosa nueva que nos llama a pensar que, ahora sí, esto ya es lo más. No hay límite. La presidenta de la Comunidad de Madrid va camino de convertirse sin duda en el nuevo referente de la derecha española por el mero hecho de que está ahí y hace las cosas así y a los suyos, siempre los suyos, les basta. Y los demás, los que no somos de los suyos, nos apresuramos a echarnos unas risas con las fotos, con las caras, con todas y cada una de las modificaciones y memes, como nos hemos reído de sus decisiones, como nos reímos de cada cosa que dice y piensa. Y ahí está, de presidenta de la Comunidad. De vez en cuando, vemos aparecer a Rita Maestre o al propio Ángel Gabilondo y pensamos, con lo listos que son, que somos, cómo pueden estar ahí.
Porque da igual lo que piensan y cómo lo dicen. Hoy Gabriel Rufián ha hecho un tweet muy bueno e interesante sobre esa izquierda que se ríe de la Ayuso por estas cosas y que no reflexiona sobre porqué pasan estas cosas. Lo ha hecho Gabriel Rufián y no han tardado en recordarle que él, precisamente él y los suyos y la causa que soporta, ya llevan años apelando a una política basada en el símbolo, el gesto, la proclama fácil, el anuncio ditirámbico, la gesticulación, ya he dicho lo del gesto y la gesticulación, y no sé cuántas cosas más. Aquí. Aquí mismo. Es mucha risa lo de Ayuso y nos pone delante de lo que es una amenaza real y de cómo este tipo de gente gana elecciones. Las ganan aquí, las ganan en Madrid, las ganan en todas partes. Política con la foto, con la pose.
Política con vídeos haciendo cosas. Políticas con gente diciéndote lo que es y lo que no es. Política con publicaciones en el Instagram con fotos como si fueras Bob Geldof. Y no eres Bob Geldof, eres un cargo público y tienes que gestionar. No hacer de Virgen de la Dolorosa, o hacer de Bob Geldof.
Bob Geldof no era un cargo público, no gestionaba, no detentaba una responsabilidad institucional, era un cantante que tuvo una canción buena. Dos si nos ponemos poco estupendos. Pero si eres presidenta de la comunidad de Madrid, President de la Generalitat, portavoz de un grupo Parlamentario o alcaldesa de Santa Coloma... pues no. Populismo. Clientelismo. Etc. Con lenguaje rancio o con pinta de enrollada. Clientelismo igual.
Por dónde íbamos.
Ha refrescado. Bastante. Por un lado bien, porque esto en mayo parecía finales de junio y no era plan. La cosa tiene que ir por su lado. Ayer no salí a ninguna parte y hoy tampoco. ¿Ayer salí? Sí, salí a ver a mi madre. Ya está. Eso es todo.
Cosas que hemos visto. Nos hemos enganchado a la serie de Michael Jordan. Mola. Mola no por Michael Jordan, que es un tipo que es que no te puede caer bien jamás, es que el mundo del deporte es la cosa más entretenida del mundo si la cuentas con un poco de gracia. Michael Jordan no me molaba nunca. Solo creo que muy al final me molaba, porque su rival eran los Utah Jazz de Karl Malone que ese sí que caía mal. Y bueno. Pues muy interesante.
Y ya para rematar, un documental sobre Taylor Swift, Miss Americana. Que toma conciencia política y se empieza a cagar en Trump.
Y leyendo un poquillo y esas cosas.
Y dos o tres días sin ver las noticias.
Cocina. Ayer pizza. En lugar de levadura Royal que se ve que no hay que ponerle, puse bicarbonato porque oigo pero no escucho. Y la pizza quedó regular. Poco más.
Y así estamos. Riéndonos con la Ayuso y pensando que son cosas que no pasan.
Porque da igual lo que piensan y cómo lo dicen. Hoy Gabriel Rufián ha hecho un tweet muy bueno e interesante sobre esa izquierda que se ríe de la Ayuso por estas cosas y que no reflexiona sobre porqué pasan estas cosas. Lo ha hecho Gabriel Rufián y no han tardado en recordarle que él, precisamente él y los suyos y la causa que soporta, ya llevan años apelando a una política basada en el símbolo, el gesto, la proclama fácil, el anuncio ditirámbico, la gesticulación, ya he dicho lo del gesto y la gesticulación, y no sé cuántas cosas más. Aquí. Aquí mismo. Es mucha risa lo de Ayuso y nos pone delante de lo que es una amenaza real y de cómo este tipo de gente gana elecciones. Las ganan aquí, las ganan en Madrid, las ganan en todas partes. Política con la foto, con la pose.
Política con vídeos haciendo cosas. Políticas con gente diciéndote lo que es y lo que no es. Política con publicaciones en el Instagram con fotos como si fueras Bob Geldof. Y no eres Bob Geldof, eres un cargo público y tienes que gestionar. No hacer de Virgen de la Dolorosa, o hacer de Bob Geldof.
Bob Geldof no era un cargo público, no gestionaba, no detentaba una responsabilidad institucional, era un cantante que tuvo una canción buena. Dos si nos ponemos poco estupendos. Pero si eres presidenta de la comunidad de Madrid, President de la Generalitat, portavoz de un grupo Parlamentario o alcaldesa de Santa Coloma... pues no. Populismo. Clientelismo. Etc. Con lenguaje rancio o con pinta de enrollada. Clientelismo igual.
Por dónde íbamos.
Ha refrescado. Bastante. Por un lado bien, porque esto en mayo parecía finales de junio y no era plan. La cosa tiene que ir por su lado. Ayer no salí a ninguna parte y hoy tampoco. ¿Ayer salí? Sí, salí a ver a mi madre. Ya está. Eso es todo.
Cosas que hemos visto. Nos hemos enganchado a la serie de Michael Jordan. Mola. Mola no por Michael Jordan, que es un tipo que es que no te puede caer bien jamás, es que el mundo del deporte es la cosa más entretenida del mundo si la cuentas con un poco de gracia. Michael Jordan no me molaba nunca. Solo creo que muy al final me molaba, porque su rival eran los Utah Jazz de Karl Malone que ese sí que caía mal. Y bueno. Pues muy interesante.
Y ya para rematar, un documental sobre Taylor Swift, Miss Americana. Que toma conciencia política y se empieza a cagar en Trump.
Y leyendo un poquillo y esas cosas.
Y dos o tres días sin ver las noticias.
Cocina. Ayer pizza. En lugar de levadura Royal que se ve que no hay que ponerle, puse bicarbonato porque oigo pero no escucho. Y la pizza quedó regular. Poco más.
Y así estamos. Riéndonos con la Ayuso y pensando que son cosas que no pasan.
viernes, 8 de mayo de 2020
Confinamiento #41
Este blog, cuando nació en su anterior forma y ubicación, este blog digo, nació como un espacio para demostrar mi enorme capacidad para desarrollar la historia corta, el comentario anecdótico, la imaginación desbordante, el comentario jocoso, el esto y lo otro. ¿Y en qué se ha convertido? En un espacio para macetas y plantas. En casa y jardín. En una tontorronería clasemediera de pallús que considera noticiable que esta rosa, que lleva ahí siendo la misma rosa desde hace la friolera de por lo menos 13 años o así, no deje de dar rosas ni un solo año. A su ritmo, cuando nadie da un duro por ella, zas, da una rosa. Una o dos rosas, tres, no más. Pero las da. Ya comenté que no daba un penique este año por el rosal porque veía que las hojas se las estaban comiendo los bichos. Pero ahí está, un año más.
Un año más. Los platos de las macetas que no se han puesto, las macetas que tienen plantas que no sabes lo que son, una planta de esas invasoras que echa unas flores amarillas muy bonitas que por la tarde se cierran. Cosas. Plantas. Años.
Este blog, cuando nació, lo hizo con la pretensión de hacer de cada día un reto para el autor, no para el lector que, naturalmente, daba igual, porque lo importante soy yo. Este blog, cuando nació, lo hizo para demostrar que era capaz de forzarme a tener algo que contar, siempre original. Este blog, cuando nació, lo hizo para no tener nunca que llegar a este punto.
Este blog no nació para poner fotos de plantas. Y sin embargo, son muchas las flores y las plantas y las rosas, y las flores de cactus y los cactus y las plantas de yaya que han ido apareciendo.
Hoy después de los aplausos hemos ido a dar un paseo. La caminata nos ha llevado a la Bastida. Yo, cuando iba al Mixto 3, le llamaba también la Bastida y resulta que no, que yo no iba a la Bastida, que iba al Mixto 3, que la Bastida era para quien hacía la FP. Justo en el túnel me he encontrado a la compañera Clari. Nos hemos ido encontrando, casualmente, mucha gente y hemos formado una muchedumbre. No recordaba cómo era la puerta de la Bastida, del Mixto 3, antes no estaba pintada con murales. De qué me acordaba yo de ir al mixto 3. Ahora no sé si se llamaba Mixto 3 tampoco. Torrent de les Bruixes. Qué nombre tan así. Me acordaba de ir subiendo por la calle que subía, viendo a la gente que subía, charlando, charlando al subir, charlando al bajar, era entretenido irte uniendo a la gente que subía, o subir solo. Me acuerdo de un profe de filosofía, de la profe de Historia, del profe de Historia del Arte, de la profe de Latín, de los compañeros y compañeras que ya veníamos del Berenguer. De los partidillos de fútbol, de una vez que creo que hicimos huelga. No me acuerdo de mucho más.
Luego hemos bajado por el parquecillo de la Bastida y no he visto el pinillo de la San, porque no sé dónde está el pinillo de la San. No estaría por allí. Y hemos bajado y nos hemos comido un frankfurt para cenar.
Un día más. Un año más. El tiempo que pasa todos los días un poco más y el tiempo siempre pone las cosas en su sitio. Frases de canciones de Alejandro Sanz, por lo menos. Hoy ya se me ha pasado lo de Kraftwerk y no he sabido qué escuchar. Esto va por oleadas.
No había mucha gente por la calle hoy.
Es broma. Como lo de Ayuso. Una broma todo.
Un año más. Los platos de las macetas que no se han puesto, las macetas que tienen plantas que no sabes lo que son, una planta de esas invasoras que echa unas flores amarillas muy bonitas que por la tarde se cierran. Cosas. Plantas. Años.
Este blog, cuando nació, lo hizo con la pretensión de hacer de cada día un reto para el autor, no para el lector que, naturalmente, daba igual, porque lo importante soy yo. Este blog, cuando nació, lo hizo para demostrar que era capaz de forzarme a tener algo que contar, siempre original. Este blog, cuando nació, lo hizo para no tener nunca que llegar a este punto.
Este blog no nació para poner fotos de plantas. Y sin embargo, son muchas las flores y las plantas y las rosas, y las flores de cactus y los cactus y las plantas de yaya que han ido apareciendo.
Hoy después de los aplausos hemos ido a dar un paseo. La caminata nos ha llevado a la Bastida. Yo, cuando iba al Mixto 3, le llamaba también la Bastida y resulta que no, que yo no iba a la Bastida, que iba al Mixto 3, que la Bastida era para quien hacía la FP. Justo en el túnel me he encontrado a la compañera Clari. Nos hemos ido encontrando, casualmente, mucha gente y hemos formado una muchedumbre. No recordaba cómo era la puerta de la Bastida, del Mixto 3, antes no estaba pintada con murales. De qué me acordaba yo de ir al mixto 3. Ahora no sé si se llamaba Mixto 3 tampoco. Torrent de les Bruixes. Qué nombre tan así. Me acordaba de ir subiendo por la calle que subía, viendo a la gente que subía, charlando, charlando al subir, charlando al bajar, era entretenido irte uniendo a la gente que subía, o subir solo. Me acuerdo de un profe de filosofía, de la profe de Historia, del profe de Historia del Arte, de la profe de Latín, de los compañeros y compañeras que ya veníamos del Berenguer. De los partidillos de fútbol, de una vez que creo que hicimos huelga. No me acuerdo de mucho más.
Luego hemos bajado por el parquecillo de la Bastida y no he visto el pinillo de la San, porque no sé dónde está el pinillo de la San. No estaría por allí. Y hemos bajado y nos hemos comido un frankfurt para cenar.
Un día más. Un año más. El tiempo que pasa todos los días un poco más y el tiempo siempre pone las cosas en su sitio. Frases de canciones de Alejandro Sanz, por lo menos. Hoy ya se me ha pasado lo de Kraftwerk y no he sabido qué escuchar. Esto va por oleadas.
No había mucha gente por la calle hoy.
Es broma. Como lo de Ayuso. Una broma todo.
jueves, 7 de mayo de 2020
Confinamiento #40
Este disco de Kaftwerk me lo compré en el aeropuerto de Londres. ¿Por qué? Por que supongo que en aquella época que no se fechar yo estaba en fase alemana. A base de Neu! y Kraftwerk y me compré este disco, el Trans Europe Express en... inglés. Incluso me apunté a hacer alemán solo porque escuchaba discos en alemán. Aguanté un año y medio o así. Todo esto es porque se ha muerto Florian Schneider, fundador de Kraftwerk junto a Ralf Hutter y coautor de una música alucinante que estuve a punto de perderme por los prejuicios y que, finalmente, es ya un referente para mí. En muchos sentidos, en el musical, claro, pero en el estético y en la actitud. Fíjense qué portada, y no han visto la contraportada. Lo menos rock del mundo. Lo menos nada del mundo. Gente de traje, pero no de traje en plan guay, no, en plan de traje aburridos. Kraftwerk. Hay un disco, de antes de que fueran famosos, el Ralf und Florian en el que en la portada aparecen ellos dos, Ralf y Florian, de antes incluso de idear este rollo funcionarial o el rollo robótico y ya aparecen como 'pasando muchísimo de parecer algo'. Los dos, incluso un Ralf Hutter con gafitas y pelo largo pero de peinado raro, posando como si fuera para una comunión. Pues Florian (floguian) Schneider ha muerto de cáncer. Murió hace una semana pero no se comunicó a nadie. Pasando. Florian Schneider es el segundo por la derecha, el que aparece más arriba en la foto. Comenzó tocando la flauta, una flauta que duró en Kraftwerk hasta el Autobahn. No sé, me gusta Kraftwerk. Dos canciones por comentar. Radioland, que es del Radioactivitat (en alemán), que es como un recitado breve culminado por un vocoder que nos dice que la música electrónica vuela por Radioland, casi como una marcha fúnebre. Y Neonlicht (también en alemán) una canción de nueve minutazos que aparece en el Die Mensch Maschine. Una canción que se encalla durante muchos minutos en repetir un mismo bucle y que te hipnotiza. Me gusta mucho y tanto que muchas veces la pongo varias veces. Como si me estuviera perdiendo algo. Los vi en directo por primera vez yo solo en la sala Razzmatazz. No recuerdo porqué fui yo solo. A mi hermano todavía no le molarían. La música electrónica. Estaba conmocionado yo. Ver a Kraftwerk, que sonaron no sé si bien o mal pero me sorprendió que todo fuera tan frío. Tan absolutamente impersonal. Que es lo que buscaban ellos. Que es lo que me gustaba a mí, pero no. Me acuerdo que me compré la camiseta del Autobahn que ya no me puedo ni poner de lo currada que está. Fui con ella, creo, al festival portugués donde los vimos con Pepa. Ver a Kraftwerk en un festiva portugués en mitad del campo. Y no los he vuelto a ver.
Durante buena parte de la tarde he estado escuchando a una vecina del edificio de delante llamar a alguien como 'toni'. Ha estado bastante rato diciendo 'toni'. Y me ha tenido casi todo el rato como un suricato, como el ratón ese que sale en el APM?.
Hay también una niña pequeña en el edificio de enfrente que ha cogido la costumbre de, cuando son las ocho, avisarme de balcón a balcón con un 'nene', para que salga a aplaudir. Salgo, la aplaudo y me hace así con la mano y ya va a sus cosas. Pero se está convirtiendo en una tradición. 'Nene', me ve por la ventana sentado en el sofá o con el portátil y me llama. Que salga.
Hemos puesto una bombilla nueva o vieja en la terraza. Alumbra tan poco que nos la hemos dejado encendida y no nos hemos enterado. Otra vecina del edificio de enfrente nos ha avisado.
Estamos preparando una en la terraza con las plantas y las flores que para qué. Estamos. Si no me he acercado a una maceta en mi vida Hulio.
Durante buena parte de la tarde he estado escuchando a una vecina del edificio de delante llamar a alguien como 'toni'. Ha estado bastante rato diciendo 'toni'. Y me ha tenido casi todo el rato como un suricato, como el ratón ese que sale en el APM?.
Hay también una niña pequeña en el edificio de enfrente que ha cogido la costumbre de, cuando son las ocho, avisarme de balcón a balcón con un 'nene', para que salga a aplaudir. Salgo, la aplaudo y me hace así con la mano y ya va a sus cosas. Pero se está convirtiendo en una tradición. 'Nene', me ve por la ventana sentado en el sofá o con el portátil y me llama. Que salga.
Hemos puesto una bombilla nueva o vieja en la terraza. Alumbra tan poco que nos la hemos dejado encendida y no nos hemos enterado. Otra vecina del edificio de enfrente nos ha avisado.
Estamos preparando una en la terraza con las plantas y las flores que para qué. Estamos. Si no me he acercado a una maceta en mi vida Hulio.
miércoles, 6 de mayo de 2020
Confinamiento #38 o #39
Qué bonito es todo. Hoy han llegado a casa un cerro de Surfinias que iban a tirar y no yo pero mi compañera sí, las ha comprado y llevamos todo el día distribuyéndolas por la terraza y buscando su sitio. Dicen que les tiene que dar mucho el sol, o la luz. Y en ese tema llevamos entretenidos pues desde las once o así. Todo ello trabajando a la vez y escuchando el debate.
El debate. Qué bien traído y qué bien hilado todo. Qué bonito es todo. El debate en el Congreso sobre el tema de la prórroga del Estado de Alarma. Durante el debate ha planeado el virus. Pero no el virus que nos tiene en casa desde hace ni me acuerdo, pero me acuerdo, sino otro virus. El virus de la política partidista. Lo cual no es malo. Lo cual nos recuerda que cuando esto acabe volveremos a lo mismo. No habremos sacado nada en claro o ninguna certeza y volveremos al mismo pozo en el que nos encontrábamos. Ni hay solidaridad, ni hay simpatía, ni hay nada. Unos buscan hundirnos, otros miramos perplejos cómo nos quieren hundir y nos rebotamos. Y otros asoman la cabeza. Y otros asoman otras cosas.
Ha sido un auténtico desastre. De hecho, creo que hacía mucho tiempo, creo que desde escuchaba Kortatu, que no me sentía tan cómodo escuchando a la representante de EH Bildu, que ha dado un baño de realidad a la peña. A toda la peña. Por lo demás, el de VOX hoy se ha metido en tal historia que no sabe todavía él ahora mismo de qué ha hablado ni quién le ha preparado lo que ha escrito. Una historia rocambolesca de ahora sí y ahora no, que ha terminado con Ciudadanos rehabilitado, eliminando grasa neofascista y hablando de cosas de centro y tal que ellos se creerán que se las creen y con ERC. ERC.
Y ya está.
Los días entonces seguirán más o menos como ahora. Con confinados que no podrán ir a trabajar en sus trabajos que tengan que ir y otros que no porque no les dejarán ir. Los criterios serán un poco así pero cuanta menos gente vaya a trabajar a los sitios o más despacio o con más garantías mejor. Pero es igual, porque luego vas al super y el típico deportista que necesita coger inmediatamente la bolsa de queso fundido te pone el sobaco en la cara y toda la negociación de mierda para la mierda de estado de alarma no vale para nada. Y se equivoca de puto queso fundido e insiste. Y tan contento. Porque viene de correr y tendrá hambre.
Claro.
Y ya son las ocho y media pasadas y viene olor a plantas, a flores, pero no sé si es un olor como agradable. Huelen y ya está.
Llegué a este estado de confinamiento con el pelo recién cortado y poco a poco se me va poniendo la cara de netol con el pelo que ni fu ni fa y una especia de sobredimensión de todo que no sé a dónde me conduce. Pero no pienso claudicar.
No llevo una bambas de andar pero ahora que podré andar no sé si me las cambiaré o caminaré sufriendo.
Voy a terminar escribiendo haikus.
Estamos viendo una serie. Dietland. Los dos primeros episodios fueron una tortura. No entendía nada. Con uno me fui a dormir. Pero poco a poco le voy pillando el tranquillo. Va de una chica que está amargada con su físico y... mejor verla. La cosa va aclarándose y finalemente tiene sentido. Estoy a un episodio de terminar la de Justo antes de Cristo. Me pasa con esta serie que la veo y me siento bien. Es como un bálsamo. Y no creo que fuera planteada con esa intención. Gente hablando normal, diciendo cosas normales. No sé.
Bueno. Que se va a ir todo el mundo. Mira, ya hay un coche abajo con la música a toda hostia. Qué ganas de que vuelva todo ¿no?
El debate. Qué bien traído y qué bien hilado todo. Qué bonito es todo. El debate en el Congreso sobre el tema de la prórroga del Estado de Alarma. Durante el debate ha planeado el virus. Pero no el virus que nos tiene en casa desde hace ni me acuerdo, pero me acuerdo, sino otro virus. El virus de la política partidista. Lo cual no es malo. Lo cual nos recuerda que cuando esto acabe volveremos a lo mismo. No habremos sacado nada en claro o ninguna certeza y volveremos al mismo pozo en el que nos encontrábamos. Ni hay solidaridad, ni hay simpatía, ni hay nada. Unos buscan hundirnos, otros miramos perplejos cómo nos quieren hundir y nos rebotamos. Y otros asoman la cabeza. Y otros asoman otras cosas.
Ha sido un auténtico desastre. De hecho, creo que hacía mucho tiempo, creo que desde escuchaba Kortatu, que no me sentía tan cómodo escuchando a la representante de EH Bildu, que ha dado un baño de realidad a la peña. A toda la peña. Por lo demás, el de VOX hoy se ha metido en tal historia que no sabe todavía él ahora mismo de qué ha hablado ni quién le ha preparado lo que ha escrito. Una historia rocambolesca de ahora sí y ahora no, que ha terminado con Ciudadanos rehabilitado, eliminando grasa neofascista y hablando de cosas de centro y tal que ellos se creerán que se las creen y con ERC. ERC.
Y ya está.
Los días entonces seguirán más o menos como ahora. Con confinados que no podrán ir a trabajar en sus trabajos que tengan que ir y otros que no porque no les dejarán ir. Los criterios serán un poco así pero cuanta menos gente vaya a trabajar a los sitios o más despacio o con más garantías mejor. Pero es igual, porque luego vas al super y el típico deportista que necesita coger inmediatamente la bolsa de queso fundido te pone el sobaco en la cara y toda la negociación de mierda para la mierda de estado de alarma no vale para nada. Y se equivoca de puto queso fundido e insiste. Y tan contento. Porque viene de correr y tendrá hambre.
Claro.
Y ya son las ocho y media pasadas y viene olor a plantas, a flores, pero no sé si es un olor como agradable. Huelen y ya está.
Llegué a este estado de confinamiento con el pelo recién cortado y poco a poco se me va poniendo la cara de netol con el pelo que ni fu ni fa y una especia de sobredimensión de todo que no sé a dónde me conduce. Pero no pienso claudicar.
No llevo una bambas de andar pero ahora que podré andar no sé si me las cambiaré o caminaré sufriendo.
Voy a terminar escribiendo haikus.
Estamos viendo una serie. Dietland. Los dos primeros episodios fueron una tortura. No entendía nada. Con uno me fui a dormir. Pero poco a poco le voy pillando el tranquillo. Va de una chica que está amargada con su físico y... mejor verla. La cosa va aclarándose y finalemente tiene sentido. Estoy a un episodio de terminar la de Justo antes de Cristo. Me pasa con esta serie que la veo y me siento bien. Es como un bálsamo. Y no creo que fuera planteada con esa intención. Gente hablando normal, diciendo cosas normales. No sé.
Bueno. Que se va a ir todo el mundo. Mira, ya hay un coche abajo con la música a toda hostia. Qué ganas de que vuelva todo ¿no?
martes, 5 de mayo de 2020
Crónica del #plegramenet del confinamiento. Cada uno en su casa y Dios en la de todos.
Ayer, después de concluir el Pleno telemático, me fui a dar una vuelta por el margen del río camino de Montcada i Reixach. Me hicieron caminar por el césped sin tener yo calzado para eso. No bajé al río, fui por la ruta del colesterol y antes de llegar al final del carrilito para las bicis dimos la vuelta. Luego volvimos por Can Zam. Precioso de gente y sus vallas. Y ya en casa, reflexioné.
Y esa reflexión me la guardo para mí. Porque no tiene nada que ver con el tema de esta crónica y simplemente tiene que ver con el propósito de la cena si iba a ser esto o lo otro.
La política colomense entra en una nueva dimensión, desconocida, en la que los grupos políticos han de trabajar por la unidad de acción, la responsabilidad y el bien común. PSC, Ciutadans, ECP y ERC guiados por un único propósito que es el de no entrar en batallas y colaborar ya que la situación de miles de personas en la ciudad era, es y va a ser espeluznante. Dicho esto, que es simplemente informativo y no tienen ningún toque de ironía ni nada de eso, está dicho todo. Y como está dicho todo, no hay mucho más que aportar a la crónica de un pleno que fue telemático como ya he dicho también y si voy repitiendo las cosas es porque todo está ya más o menos resumido y enunciado.
Quizás, añadir si acaso que el pleno constó de dos puntos y uno previo consistente en el nombramiento de un nuevo gerente para Gramepark y nos abstuvimos porque ni entramos ni salimos en las decisiones del Ajuntament. Ni entramos, ni salimos. Eso ya es antiguo.
Ahora lo que se lleva es entrar. Es, y eso no sé si admirarlo o desconfiar, sentirte con la autoridad de enmendar lo que está escrito y, aunque sea el más infausto de los textos, poderlo enmendar, enmendar, porque porque porque lo que está escrito no me gusta. Arréglalo y déjalo mejor así. Porque no nos vamos a hacer daño y si de verdad nos creemos que vamos a ser buenos demostrémoslo. Todo el mundo es bueno. Y se abre una puerta. Una puerta a que cualquier informe, documento, lo que sea, que se presente, se tenga la autoridad para decir, enmiéndese que esto no me gusta y póngalo usted a mi gusto, no fuera que lo critique como usted me lo critica a mí. Y entonces no hará falta la crítica, sino la osadía para decir que alto ahí caballeretes y enmienden ese documento que no nos gusta. Y qué puerta se abre. O a quién se le abre. Y porqué.
Y los dos únicos puntos fueron una Declaración Institucional en la que quedó claro que lo hemos pasado mal, que la cosa no pinta fácil y que va a hacer falta algo nuevo en cuanto a la política local para poder salir adelante. Sobre el papel es un propósito excelente. A qué nos vamos a dedicar cuando hagamos política. Si no somos gobierno, somos oposición. Si somos ahora todos gobierno y oposición parte del mismo barco, en qué consiste esa colaboración. Colaborar significa acaso ausencia de crítica. Me dejo las interrogaciones. Los signos de interrogación. Paso a los signos de exclamación.
Criticar, como ayer criticamos, que hay cosas que el Ajuntament no ha acabado de afinar, así como hay cosas y bastantes que la Generalitat ha demostrado una vez más que no tiene bien perfiladas, ¿puede hacerse? ¿O mejor arreglamos y limamos las asperezas y así parecerá que todo está bien y que no hay problema? Y si nos sentimos atacados, atacamos, aunque sabemos que no toca. Pero cuando hay una pulsión, esa pulsión nos arrastra.
Estamos acostumbrados en los plenos municipales a sentir que cuando esa pulsión existe, estalla. Y hemos tenido ejemplos sonoros y notorios y en el actual pleno municipal hemos añadido un activo más. Y es bienvenido ese activo porque estamos aprendiendo mucho.
Ha muerto gente. Ha muerto mucha gente. Y otra gente, mucha gente lo ha pasado muy mal en sus casas y en sus hospitales. Y todos hemos visto que esto iba en serio. Pero también es serio no tomarse lo serio y el dolor que produce como un corsé.
La Declaración Institucional se aprobó y se dio paso al informe de gestión de las medidas tomadas por el Consistorio y también, porqué no decirlo, por la Generalitat. Se ha hecho lo que se tenía que hacer. Interrogantes. Exclamación.
Era raro ver el pleno por la pantalla de casa y era raro ver las caras de la gente quieta, inanimada, algunos con unas condiciones de iluminación y puesta en escena bastante mejorables, otros con la sempiterna mano en la cara que si te pones la mano en la cara sales todo el rato con la mano en la cara y no hay dios que haga un pantallazo así para poder publicarlo luego en las redes. Libros de fondo, cuadros del Poum, invitados e invitadas especiales en plano, desapariciones, la pared monda y lironda, el clásico contraluz que te tapa todo, caras de aquí sin hablar ni decir nada ya verás tú qué rato estamos echando y así pasó el pleno.
Se dijeron cosas, se apuntaron temas. Pelillos a la mar, lo pasado pasado está y ahora será el tiempo en el que nos encontremos y yo el primero por la senda del diálogo y el trabajo en común.
Si digo tres veces seguidas en común, en común, en común, qué pasará.
Mejor no lo pruebo.
Y se va acercando la hora de cenar y nosotros qué dijimos, dijimos que aquí estamos pero que tenemos unas cuantas ideas de cómo podría ir la cosa. Que tampoco estamos pidiendo nada que tenga que ver con la revolución china pero que estamos por la labor. Vamos, que estamos ahí, pero que tenemos unos papeles que nos sirven de guía y que los querremos tener en cuenta. Un poco como todos.
Todas las intervenciones estuvieron muy bien y muy medidas. Todos dando bien a cámara y como si no fuera la primera vez.
Y al final, como al principio, cada uno en su casa y Dios en la de todos.
Me fui a dar una vuelta por el río y me crucé con gente que conozco. No saludé a algunos de ellos porque no me vieron, pero es que no llevaba chandal ni nada y estaba dando el cante. Lo bueno es que ellos tampoco lo llevaban.
Y esa reflexión me la guardo para mí. Porque no tiene nada que ver con el tema de esta crónica y simplemente tiene que ver con el propósito de la cena si iba a ser esto o lo otro.
La política colomense entra en una nueva dimensión, desconocida, en la que los grupos políticos han de trabajar por la unidad de acción, la responsabilidad y el bien común. PSC, Ciutadans, ECP y ERC guiados por un único propósito que es el de no entrar en batallas y colaborar ya que la situación de miles de personas en la ciudad era, es y va a ser espeluznante. Dicho esto, que es simplemente informativo y no tienen ningún toque de ironía ni nada de eso, está dicho todo. Y como está dicho todo, no hay mucho más que aportar a la crónica de un pleno que fue telemático como ya he dicho también y si voy repitiendo las cosas es porque todo está ya más o menos resumido y enunciado.
Quizás, añadir si acaso que el pleno constó de dos puntos y uno previo consistente en el nombramiento de un nuevo gerente para Gramepark y nos abstuvimos porque ni entramos ni salimos en las decisiones del Ajuntament. Ni entramos, ni salimos. Eso ya es antiguo.
Ahora lo que se lleva es entrar. Es, y eso no sé si admirarlo o desconfiar, sentirte con la autoridad de enmendar lo que está escrito y, aunque sea el más infausto de los textos, poderlo enmendar, enmendar, porque porque porque lo que está escrito no me gusta. Arréglalo y déjalo mejor así. Porque no nos vamos a hacer daño y si de verdad nos creemos que vamos a ser buenos demostrémoslo. Todo el mundo es bueno. Y se abre una puerta. Una puerta a que cualquier informe, documento, lo que sea, que se presente, se tenga la autoridad para decir, enmiéndese que esto no me gusta y póngalo usted a mi gusto, no fuera que lo critique como usted me lo critica a mí. Y entonces no hará falta la crítica, sino la osadía para decir que alto ahí caballeretes y enmienden ese documento que no nos gusta. Y qué puerta se abre. O a quién se le abre. Y porqué.
Y los dos únicos puntos fueron una Declaración Institucional en la que quedó claro que lo hemos pasado mal, que la cosa no pinta fácil y que va a hacer falta algo nuevo en cuanto a la política local para poder salir adelante. Sobre el papel es un propósito excelente. A qué nos vamos a dedicar cuando hagamos política. Si no somos gobierno, somos oposición. Si somos ahora todos gobierno y oposición parte del mismo barco, en qué consiste esa colaboración. Colaborar significa acaso ausencia de crítica. Me dejo las interrogaciones. Los signos de interrogación. Paso a los signos de exclamación.
Criticar, como ayer criticamos, que hay cosas que el Ajuntament no ha acabado de afinar, así como hay cosas y bastantes que la Generalitat ha demostrado una vez más que no tiene bien perfiladas, ¿puede hacerse? ¿O mejor arreglamos y limamos las asperezas y así parecerá que todo está bien y que no hay problema? Y si nos sentimos atacados, atacamos, aunque sabemos que no toca. Pero cuando hay una pulsión, esa pulsión nos arrastra.
Estamos acostumbrados en los plenos municipales a sentir que cuando esa pulsión existe, estalla. Y hemos tenido ejemplos sonoros y notorios y en el actual pleno municipal hemos añadido un activo más. Y es bienvenido ese activo porque estamos aprendiendo mucho.
Ha muerto gente. Ha muerto mucha gente. Y otra gente, mucha gente lo ha pasado muy mal en sus casas y en sus hospitales. Y todos hemos visto que esto iba en serio. Pero también es serio no tomarse lo serio y el dolor que produce como un corsé.
La Declaración Institucional se aprobó y se dio paso al informe de gestión de las medidas tomadas por el Consistorio y también, porqué no decirlo, por la Generalitat. Se ha hecho lo que se tenía que hacer. Interrogantes. Exclamación.
Era raro ver el pleno por la pantalla de casa y era raro ver las caras de la gente quieta, inanimada, algunos con unas condiciones de iluminación y puesta en escena bastante mejorables, otros con la sempiterna mano en la cara que si te pones la mano en la cara sales todo el rato con la mano en la cara y no hay dios que haga un pantallazo así para poder publicarlo luego en las redes. Libros de fondo, cuadros del Poum, invitados e invitadas especiales en plano, desapariciones, la pared monda y lironda, el clásico contraluz que te tapa todo, caras de aquí sin hablar ni decir nada ya verás tú qué rato estamos echando y así pasó el pleno.
Se dijeron cosas, se apuntaron temas. Pelillos a la mar, lo pasado pasado está y ahora será el tiempo en el que nos encontremos y yo el primero por la senda del diálogo y el trabajo en común.
Si digo tres veces seguidas en común, en común, en común, qué pasará.
Mejor no lo pruebo.
Y se va acercando la hora de cenar y nosotros qué dijimos, dijimos que aquí estamos pero que tenemos unas cuantas ideas de cómo podría ir la cosa. Que tampoco estamos pidiendo nada que tenga que ver con la revolución china pero que estamos por la labor. Vamos, que estamos ahí, pero que tenemos unos papeles que nos sirven de guía y que los querremos tener en cuenta. Un poco como todos.
Todas las intervenciones estuvieron muy bien y muy medidas. Todos dando bien a cámara y como si no fuera la primera vez.
Y al final, como al principio, cada uno en su casa y Dios en la de todos.
Me fui a dar una vuelta por el río y me crucé con gente que conozco. No saludé a algunos de ellos porque no me vieron, pero es que no llevaba chandal ni nada y estaba dando el cante. Lo bueno es que ellos tampoco lo llevaban.
lunes, 4 de mayo de 2020
Confinamiento #37. Adiós #Rockdelux
Cuando he escuchado esta mañana la noticia, ha sido como un terremoto. El día venía cargado, pese al confinamiento hoy iba a salir a la calle muchas veces, un día intenso, con muchas cosas. Y de repente, en la radio dicen que cierra Rockdelux. Un motivo más que justificado para romper este diario (ni pequeño ni cuaderno ni...) de Confinamiento. Y es que Rockdelux cierra, dejará de publicarse, debido principalmente a los efectos del confinamiento, de la crisis de un sector, el cultural en general que tendrá consecuencias devastadoras sobre cómo entendemos el consumo cultural en el presente y en el futuro.
Rockdelux es una revista en principio musical, pero cuyas prescripciones llegaban al cine, la literatura, las series, los cómics y todo aquello que te hiciera sentir bien. Bien pensando, bailando, escuchando, hojeando, descubriendo, ampliando la mente, reafirmándote en tus prejuicios... Rockdelux es esa revista que, aunque hiciera tiempo que no la compraras (quizás deberíamos haberla comprado más), siempre había un click en la cabeza que, debido a la perenne vida bibliotecaria a la que me he visto condenado tanto tiempo, te recordaba que 'quizás haya salido el Rockdelux). El ritual siempre era el mismo. Primero, ver las reediciones de discos antiguos, luego quizás las críticas de discos por si reconocías alguna banda, ir al apartado de revisión y diseccionar las entrevistas a las bandas siempre con este pensamiento en la cabeza: me caen mal todos.
Rockdelux no era una revista de rock, de pop, de música especializada en un género, podía salir desde el punkarrismo a la ñoñez, desde el afectado clasemedianismo de pop barbudo y triste hasta la devoción por los raperos y la música electrónica y lo más así que tú pudieras sentir como ajeno. Cuando ellos dijeron que Rosalía molaba yo pensé que qué pollas decían. Ahora a todos nos gusta Rosalía. Y así con muchos y muchas cosas más.
Quizás mi momento de máxima pasión con Rockdelux fue con la edición de su Especial 200. La Biblia, sin duda, de la música. Los 200 mejores discos de rock, pop, soul, jazz, etc. El número 1 el del plátano de la Velvet y luego... Todo. La Biblia. Cuántas veces habré ido al lavabo con esa revista, cuántos repasos, cuántas consultas. Reciéntemente lo volví a mirar para ver qué decían sobre My Bloody Valentine. Aquel número, le dí mil vueltas, creo que se lo llegué a dejar al Abel. Le sigo dando mil vueltas. Tengo el de lo mejor de la década de los 2000, el de los mejores discos españoles (la otra Biblia sin duda), hasta el último que sacaron en noviembre de resumen de la pasada década.
O aquellos cds que editaban con recopilaciones de sellos, impagables y que todavía conservo, o aquellos 'lo mejor del año', donde siempre pensábamos lo mismo 'no conocemos a la mitad' y cada vez conocíamos a menos hasta ahora donde ya no sabemos qué es qué. Destacar aquel cd de la Trojan que hizo Ibon Errazkin y que fue otra epifanía. Y, otra vez, aquel concierto de la Rockdelux Experience que editaron en cd y que, bufff. Del 2002. Hace 18 años ya. Qué viejos.
Su criterio no coincide con el mío. O coincide en que no coincide. En Rockdelux siempre han sido modernos. Modernos a veces en el sentido más caricaturesco del término para quien ha querido ser moderno pero no ha podido serlo nunca del todo. Tuve mi momento. Pero ahora ya no. Ahora soy un cuarentón que ha perdido la vergüenza de decir que le gusta tal o cual grupo gracias quizás a que en Rockdelux aprendí a verle las virtudes a cosas que yo detestaba.
Yo soy periodista, estudié para ello pero ya saben que nunca me creo capacitado para. Muchas veces habré soñado (es una manera de hablar...) con que el cenit de un periodista al que le gusta la música, el cine y todo eso que ya sabemos todos, debía ser escribir en Rockdelux. Nunca se me pasó por la cabeza ni intentar enviar nada. Jamás. Dónde iba yo. Los que escribían eran dioses y diosas. Incluso cuando los conocía y las conocía personalmente. El hecho de escribir en Rockdelux justificaba que.
Hay más revistas. Mondosonoro, Ruta 66,... no sé cómo aguantarán.
En este último número, claman contra el amateurismo, el voluntarismo y abogan por la profesionalidad del periodismo. Que lo digital nos lleva a la precarización constante y un par de páginas más allá se despiden con un 'venceremos'. Ellos lo han intentado.
Como muestra de qué iba la revista y a lo que aspiraba, en este último número han pedido a sus colaboradores (sin avisarles de que iba a ser el último número), que hicieran sugerencias para el confinamiento. En definitiva, lo de siempre. Qué es lo que puede molar, qué es lo que nos llega a la patata, qué puede hacernos sentir bien.
Hoy, nos hemos juntado mi hermano y yo para comprar el último número en el kiosco de la Avenida Santa Coloma y hemos comprado otro más para el Abel que no está aquí y le hemos quitado el último a un chaval que también venía a por él.
Es la hora de agradecer a Rockdelux y quienes lo han conducido hasta ahora por habernos descubierto bandas, grupos, solistas, habernos confirmado lo que ya sabíamos, habernos dado una rabia infinita, habernos enseñado esas fotos tan afectadas de grupos tan repelentes, por habernos recuperado artistas que creíamos estigmatizados, por habernos, en definitiva, entretenido, informado y abierto la mente.
Un día triste para el periodismo, pero un día definitivamente triste para la cultura en general.
Rockdelux es una revista en principio musical, pero cuyas prescripciones llegaban al cine, la literatura, las series, los cómics y todo aquello que te hiciera sentir bien. Bien pensando, bailando, escuchando, hojeando, descubriendo, ampliando la mente, reafirmándote en tus prejuicios... Rockdelux es esa revista que, aunque hiciera tiempo que no la compraras (quizás deberíamos haberla comprado más), siempre había un click en la cabeza que, debido a la perenne vida bibliotecaria a la que me he visto condenado tanto tiempo, te recordaba que 'quizás haya salido el Rockdelux). El ritual siempre era el mismo. Primero, ver las reediciones de discos antiguos, luego quizás las críticas de discos por si reconocías alguna banda, ir al apartado de revisión y diseccionar las entrevistas a las bandas siempre con este pensamiento en la cabeza: me caen mal todos.
Rockdelux no era una revista de rock, de pop, de música especializada en un género, podía salir desde el punkarrismo a la ñoñez, desde el afectado clasemedianismo de pop barbudo y triste hasta la devoción por los raperos y la música electrónica y lo más así que tú pudieras sentir como ajeno. Cuando ellos dijeron que Rosalía molaba yo pensé que qué pollas decían. Ahora a todos nos gusta Rosalía. Y así con muchos y muchas cosas más.
Quizás mi momento de máxima pasión con Rockdelux fue con la edición de su Especial 200. La Biblia, sin duda, de la música. Los 200 mejores discos de rock, pop, soul, jazz, etc. El número 1 el del plátano de la Velvet y luego... Todo. La Biblia. Cuántas veces habré ido al lavabo con esa revista, cuántos repasos, cuántas consultas. Reciéntemente lo volví a mirar para ver qué decían sobre My Bloody Valentine. Aquel número, le dí mil vueltas, creo que se lo llegué a dejar al Abel. Le sigo dando mil vueltas. Tengo el de lo mejor de la década de los 2000, el de los mejores discos españoles (la otra Biblia sin duda), hasta el último que sacaron en noviembre de resumen de la pasada década.
O aquellos cds que editaban con recopilaciones de sellos, impagables y que todavía conservo, o aquellos 'lo mejor del año', donde siempre pensábamos lo mismo 'no conocemos a la mitad' y cada vez conocíamos a menos hasta ahora donde ya no sabemos qué es qué. Destacar aquel cd de la Trojan que hizo Ibon Errazkin y que fue otra epifanía. Y, otra vez, aquel concierto de la Rockdelux Experience que editaron en cd y que, bufff. Del 2002. Hace 18 años ya. Qué viejos.
Su criterio no coincide con el mío. O coincide en que no coincide. En Rockdelux siempre han sido modernos. Modernos a veces en el sentido más caricaturesco del término para quien ha querido ser moderno pero no ha podido serlo nunca del todo. Tuve mi momento. Pero ahora ya no. Ahora soy un cuarentón que ha perdido la vergüenza de decir que le gusta tal o cual grupo gracias quizás a que en Rockdelux aprendí a verle las virtudes a cosas que yo detestaba.
Yo soy periodista, estudié para ello pero ya saben que nunca me creo capacitado para. Muchas veces habré soñado (es una manera de hablar...) con que el cenit de un periodista al que le gusta la música, el cine y todo eso que ya sabemos todos, debía ser escribir en Rockdelux. Nunca se me pasó por la cabeza ni intentar enviar nada. Jamás. Dónde iba yo. Los que escribían eran dioses y diosas. Incluso cuando los conocía y las conocía personalmente. El hecho de escribir en Rockdelux justificaba que.
Hay más revistas. Mondosonoro, Ruta 66,... no sé cómo aguantarán.
En este último número, claman contra el amateurismo, el voluntarismo y abogan por la profesionalidad del periodismo. Que lo digital nos lleva a la precarización constante y un par de páginas más allá se despiden con un 'venceremos'. Ellos lo han intentado.
Como muestra de qué iba la revista y a lo que aspiraba, en este último número han pedido a sus colaboradores (sin avisarles de que iba a ser el último número), que hicieran sugerencias para el confinamiento. En definitiva, lo de siempre. Qué es lo que puede molar, qué es lo que nos llega a la patata, qué puede hacernos sentir bien.
Hoy, nos hemos juntado mi hermano y yo para comprar el último número en el kiosco de la Avenida Santa Coloma y hemos comprado otro más para el Abel que no está aquí y le hemos quitado el último a un chaval que también venía a por él.
Es la hora de agradecer a Rockdelux y quienes lo han conducido hasta ahora por habernos descubierto bandas, grupos, solistas, habernos confirmado lo que ya sabíamos, habernos dado una rabia infinita, habernos enseñado esas fotos tan afectadas de grupos tan repelentes, por habernos recuperado artistas que creíamos estigmatizados, por habernos, en definitiva, entretenido, informado y abierto la mente.
Un día triste para el periodismo, pero un día definitivamente triste para la cultura en general.