lunes, 4 de noviembre de 2024
Elecciones en los Estados Unidos. ¿Da lo mismo?
Mi padre era (es) un proveedor de frases, refranes y dichos que me sirven para ilustrar infinidad de momentos de mi vida o de situaciones varias de la política, cultura o lo que se ponga por delante. Uno de ellos decía que 'lo mismo me da que me cague un perro que una perra'. Y ese dicho, precisamente, es lo contrario de lo que pienso que se dirime en estas elecciones a la presidencia de los Estados Unidos que se dirimen mañana mismo. Así que, con urgencia y a riesgo de ser considerado un iluso, algo naif e incluso un desnortado liberal, me posiciono y digo que no, que no es lo mismo que gane Kamala Harris que lo haga Trump. No da lo mismo. Incluso personas a las que tengo estima en lo profesional e intelectual me argumentan que, a fin de cuentas, que gane Trump no cambia demasiado el escenario político y que, a fin de cuentas, incluso es mejor para la política global que gane el señor naranja porque 'Estados Unidos no se mete en guerras'. Este argumento, que la Administración Trump no se ha metido en conflictos en el extranjero, no inicia guerras, etc., mientras que los demócratas están obsesionados con esa idea de expandir la libertad por el mundo pisando todos los charcos, creo que no se ajusta a la realidad, ya que la maquinaria bélico-diplomática-económica de los norteamericanos no descansa y ahí sí que da lo mismo que una u otra opción esté al mando. El mando quiere proteger los intereses de quienes tienen intereses y los norteamericanos los defienden como sea y dónde sea. Les ha importado un comino siempre y les seguirá importando el tema de la libertad, la democracia y los derechos humanos siempre y cuando su negocio lo demande. Ese no es el problema. El problema lo tenemos con que Trump y lo que representa y lo que está manifestando y promoviendo y fomentando durante estos años y lo que va a promover, significa una regresión absoluta en lo que hemos considerado un consenso sobre ciertos derechos que parecían extenderse a amplias capas de la población. Que Trump gane las elecciones significará el ascenso de una ideología ultraconservadora, pero no simplemente de derechas, no, algo diferente, algo peor, algo que ya habla de que la democracia está acabada y no sirve y sí, puede que a la izquierda más fuera de órbita le parezca genial que la democracia 'ya no sirve', pero no lo va a sustituir un régimen de soviets de campesinos y soldados, sino un consejo de administración, algoritmos, CEOs y fundamentalistas religiosos. Y tú no vas a poder hacer absolutamente nada. No en los Estados Unidos únicamente. El influjo que este resultado electoral en la consolidación y normalización de partidos que ya no tienen en el sistema democrático una vía de juego, sino que piden otra cosa. Y esa cosa es el horror. Un horror que toma las calles, que invade el debate público, que contamina las opiniones, que se normaliza y que incluso alcanza el poder en países con democracias, culturas, clases ilustradas, festivales de cine y ferias del libro. Todo eso, que ya está aquí y que ya se vive, será corregido y aumentado de nuevo porque nada menos que un presidente de los Estados Unidos está en esa locura. Si la presidencia de Reagan supuso un antes y un después para el ascenso y consolidación del neoliberalismo en todo el mundo, las presidencias de Trump pueden ser demoledoras para todo lo que signifique diversidad, pluralidad, libertad, dignidad, y sí, democracia, aunque los comunistas y los marxistas leninistas tuerzan el morro y piensen que bueno, que cuanto peor mejor y que de ahí saldrá algo positivo. Vivir en Rusia, vivir en China, vivir en los países del Golfo, vivir en lugares donde puedes comprar y divertirte pero no opinar. Ese sería el futuro. Y sí, una victoria de Kamala Harris puede que no signifique otra cosa que prolongar la agonía, y que la matanza en Gaza se extienda a más lugares, y que haya una guerra en China. Pero creo que el abismo al que nos enfrentamos, comenzando por los propios Estados Unidos y llegando a la propia Santa Coloma es lo suficientemente grave como para tomarnos esto en serio. Trump no representa lo antisistema, y si el sistema es algo parecido al régimen de libertades controladas que tenemos hoy día, efectivamente apuesto por el sistema antes que por una puta mierda de dictadura fundamentalista, racista, terraplanista, turbocapitalista y salvaje. Prefiero que no gane Trump, no quiero que gane Trump. Tengo miedo de que gane Trump. No es lo mismo.
Pequeños cuentos centroeuropeos
Me decía, es que soy pintor. Y yo siempre le miraba como quien mira a un niño al que le preguntan qué quiere ser de mayor y te dice que quiere ser astronauta. Soy pintor. Jarek vivía con su pareja en un pequeño piso y había dedicado una habitación minúscula a lo que él consideraba su estudio de pintura. Allí se pasaba las horas. No pensaba en buscar trabajo, simplemente pintaba o hacía cosas relacionadas con la pintura. Es que soy pintor. Por las mañanas se dedicaba a buscar inspiración, se sentaba en los bancos y contemplaba el cielo, o el cauce del río, o cómo los pájaros sobrevolaban el barrio. Comía algo, poco y se encerraba en la habitación a pintar durante toda la tarde hasta que a las nueve salía a la taberna, también a coger inspiración. A eso de las once volvía a casa y seguía pintando. No pintaba lo mismo por la mañana que por la tarde. Pero era malísimo. Quizás él lo sabía y, mientras estaba pintando mal no estaba haciendo mal otra cosa.