Era de aquellas personas que se hacen pesadas. Su condición de mago, en vez de resultar simpática, parecía que jugaba en su contra. Pero él era feliz. Pessimo Pessatti di Pessiaur decía descender de una familia de nobles piamonteses que habían emigrado a Argentina después de la Segunda Guerra Mundial, por motivos económicos, que no políticos. Insistía mucho en ese punto. Nació en Turín en 1939 y se crió en un acomodado barrio de la capital argentina, donde estudió en un colegio buenísimo y en una Universidad prestigiosísima de allí. Si tenía tantos problemas económicos su familia, desde luego en la Argentina se recuperaron estupendamente. Así, Pessimo Pessatti di Pessiaur, entró en dicha Universidad la mar de buena en contacto con el sicofante Don Nicolasetto Chianchiarulo, un personajazo de tres pares. Éste, en largas conversaciones de taberna, le explicó los fundamentos de la magia, los juegos de manos, la adivinación, nociones de quiromancia y cosas por el estilo. Pessimo Pessatti di Pessiaur abandonó sus estudios de Derecho y se convirtió en Mago profesional. Dejó la Argentina en 1964 y volvió a Italia, instalándose en Milán, y convirtiéndose en un habitual de los círculos conspirativos de todo tipo que por entonces se movían en la capital del norte italiano.
A los dos meses de estar allí todo el mundo le evitaba. En cuanto se formaba un corro de personas que discutían sobre el asalto al poder mediante la revolución, Pessimo se unía a ellos y comenzaba a sacar monedas de la oreja de esta chica, un huevo de la boca de aquel mozo, una paloma del bolsillo de ese catedrático que daba una charla... y que no le pusieran una baraja delante. Trucos fáciles, sencillos, pero muy constantes. Todo el rato. A cada momento. Se movía entre cuatro o cinco locales, y le daba lo mismo si eran de extrema izquierda o extrema derecha. Él llegaba a uno de estos cenáculos, localizaba el grupo más numeroso y comenzaba a sacar de quicio a los demás con sus trucos. Si un ex policía lanzaba una perorata contra los judíos se encontraba que de repente estaba haciendo su discurso con una estrella de David tatuada en la frente sin saber cómo ni porqué. Si un jovenzuelo alababa a la China de Mao, Pessimo se le acercaba y le sacaba de la oreja la consabida sucesión de pañuelos anudados. Si una chica decidía quitarse el sujetador como muestra de liberación, Pessimo le hacía aparecer otro inmediatamente, hasta unos veinte o así, y la chica se cansaba y...
Cuando le veían venir, todos renegaban de él. Sólo quería que apreciaran sus habilidades, que eran muchas, pero se hacía pesado. Intentó que le contrataran en una sala de fiestas, pero el dueño se cansó de él en cuanto este le cogió la mano y le dijo 'su mujer le engaña con su madre'. Terrorífico. No pudo trabajar en todo Milán.
Se trasladó entonces a París. Era 1968. En un discurso de un estudiante exaltadísimo que defendía la patria cristiana y blanca, Pessimo Pessatti apareció sobrevolando el escenario vestido de nativo congolés. Ante una protesta de estudiantes de la Sorbona que escarbaban bajo las tochanas buscando la arena de la playa, Pessimo se empeñó en que el líder de la misma cogiese una carta de un mazo y al salirle el as de Picas, le dijo que le aguardaba un gran futuro como directivo de la Siemens. Cómo tuvo que correr.
Los años pasaban y la asignación que le mandaba su padre se agotó, porque su padre se murió. Pessimo Pessatti di Pessiaur fue contratado por la televisión española a finales de los setenta para amenizar un programa, aprovechando el boom de los magos. En el primer programa interrumpió una entrevista a una cantante francesa para hacerle un juego de trilero que la dejó en ridículo. Ya no volvió a aparecer.
Regresó a la Argentina para hacerse cargo de las rentas familiares, lo vendió todo, y volvió a Turin, donde todavía se le puede encontrar sacando conejos de las bolsas de la compra de mujeres asustadas.
martes, 31 de julio de 2012
lunes, 30 de julio de 2012
Grandes Semblanzas I - Augustus Andreas Pedersen, botánico
El fabuloso botánico danés Augustus Andreas Pedersen tuvo la epifanía un caluroso día de julio de 1786 mientras realizaba un viaje por la Guayana holandesa. Se había adentrado junto con un grupo de cinco acompañantes europeos y doce esclavos, por entre las malezas que rodeaban la hacienda de uno de sus patrocinadores, el doctor Ernestus Van Plaaajiens y, aunque sólo se encontraban a unos dos kilómetros de distancia de la 'civilización', el doctor Pedersen se encontraba al límite de sus fuerzas.
El doctor Pedersen contaba por entonces con unos 65 años, y había pasado casi toda su vida entre los libros y legajos de la Universidad de Copenhague, así como paseando por los jardines botánicos más relumbrosos de toda Europa. Se le consideraba una gran eminencia en el campo de la ordenación de las especies, de la enumeración y recopilación de datos sobre las mismas, pero siempre se le achacó que renqueaba en el trabajo de campo. Jamás había pisado una región ultramarina, jamás se había embarcado hacia ninguna parte que no fuera un cómodo rincón europeo y su espíritu erudito adolecía de la pasión por la aventura que caracterizaba a algunos de sus colegas, capaces de ir donde hiciera falta para ver con sus propios ojos la maravilla de la Creación.
El doctor Pedersen provenía de una rica familia de comerciantes de licor, que se había hecho relativamente rica distribuyendo todo tipo de mejunjes adulterados que embarcaban luego hacia Holanda, Francia y Gran Bretaña y que servían de acompañamiento a las largas travesías de los marineros de la peor especie. Pues se habían hecho un capital, por lo que los Pedersen pudieron costearse que uno de sus hijos pudiera dedicarse a eso tan poco estimulante en lo lucrativo que era la Botánica. De los cinco hijos que tuvieron, el menor, Augustus, pasaba los días estudiando, entre libros, papeles, atento a las lecciones de profesores, instructores, sabios pagados por su padre, mientras sus hermanos ya hacían cuentas, sumas, restas, aprendían sobre derecho mercantil, estudiaban los mercados, etc.
Augustus progresó en sus estudios y se convirtió en una gran eminencia, como decimos, mas jamás había salido de Dinamarca toda vez llegada la cuarentena. Después, salidas a Brandemburgo, un par de visitas a Malmö, una estancia de dos meses en Amsterdam y un proyectado y fracasado viaje a Santiago de Compostela. Ese era el mundo que había visto Augustus Andreas Pedersen.
Llegada la vejez y con la vida expirando, se hizo la gran pregunta ¿por qué no había viajado nunca? ¿por qué jamás había pisado esos vergeles donde la naturaleza, la pasión de su vida, crecía y se desarrollaba? ¿por qué siempre había evitado ver con sus ojos lo que otros dibujaban in situ? ¿por qué en definitiva, su vida se había ido sin ver lo que más amaba?
En las estribaciones de la selva de la Guayana holandesa, con la mansión del doctor Van Plaaajiens a la vista todavía, y quitándose un mosquito de la boca, tuvo la respuesta.
Nacido en 1721, el doctor Pedersen moriría en su ciudad natal, Copenhague a la edad de 74 años. Su obra cumbre fue la más alejada de su pasión primera, la botánica, y se llamó 'La estantería perfecta. Ordenación del espacio y otras pérdidas de tiempo'.
El doctor Pedersen contaba por entonces con unos 65 años, y había pasado casi toda su vida entre los libros y legajos de la Universidad de Copenhague, así como paseando por los jardines botánicos más relumbrosos de toda Europa. Se le consideraba una gran eminencia en el campo de la ordenación de las especies, de la enumeración y recopilación de datos sobre las mismas, pero siempre se le achacó que renqueaba en el trabajo de campo. Jamás había pisado una región ultramarina, jamás se había embarcado hacia ninguna parte que no fuera un cómodo rincón europeo y su espíritu erudito adolecía de la pasión por la aventura que caracterizaba a algunos de sus colegas, capaces de ir donde hiciera falta para ver con sus propios ojos la maravilla de la Creación.
El doctor Pedersen provenía de una rica familia de comerciantes de licor, que se había hecho relativamente rica distribuyendo todo tipo de mejunjes adulterados que embarcaban luego hacia Holanda, Francia y Gran Bretaña y que servían de acompañamiento a las largas travesías de los marineros de la peor especie. Pues se habían hecho un capital, por lo que los Pedersen pudieron costearse que uno de sus hijos pudiera dedicarse a eso tan poco estimulante en lo lucrativo que era la Botánica. De los cinco hijos que tuvieron, el menor, Augustus, pasaba los días estudiando, entre libros, papeles, atento a las lecciones de profesores, instructores, sabios pagados por su padre, mientras sus hermanos ya hacían cuentas, sumas, restas, aprendían sobre derecho mercantil, estudiaban los mercados, etc.
Augustus progresó en sus estudios y se convirtió en una gran eminencia, como decimos, mas jamás había salido de Dinamarca toda vez llegada la cuarentena. Después, salidas a Brandemburgo, un par de visitas a Malmö, una estancia de dos meses en Amsterdam y un proyectado y fracasado viaje a Santiago de Compostela. Ese era el mundo que había visto Augustus Andreas Pedersen.
Llegada la vejez y con la vida expirando, se hizo la gran pregunta ¿por qué no había viajado nunca? ¿por qué jamás había pisado esos vergeles donde la naturaleza, la pasión de su vida, crecía y se desarrollaba? ¿por qué siempre había evitado ver con sus ojos lo que otros dibujaban in situ? ¿por qué en definitiva, su vida se había ido sin ver lo que más amaba?
En las estribaciones de la selva de la Guayana holandesa, con la mansión del doctor Van Plaaajiens a la vista todavía, y quitándose un mosquito de la boca, tuvo la respuesta.
Nacido en 1721, el doctor Pedersen moriría en su ciudad natal, Copenhague a la edad de 74 años. Su obra cumbre fue la más alejada de su pasión primera, la botánica, y se llamó 'La estantería perfecta. Ordenación del espacio y otras pérdidas de tiempo'.
viernes, 27 de julio de 2012
Miscelánea
http://www.youtube.com/watch?v=eRVrFXnhrSg
No podía esperar más. Una canción para el verano, casi para tenerla ahí para siempre. La escuché el otro día en la radio y pensé... deben ser, yo que sé, los Fairport Convention, los... no sé. Un grupo con una chica cantando. Y no. Agárrense. Es Demis Roussos, de cuando estaba con los Aphrodite's Child. Un grupo griego de finales de los sesenta que hacía unas canciones estupendas. Lo que pasa es lo que pasa. Que no te fías. Que escuchas una guapa y dices... ah, pues si, está muy bien, pero no te acabas de fiar de que haya más molonas. Y entonces vas y descubres esta, y se te va la pinza. Y eres capaz de mirar a ver si hay algún disco por ahí potable, porque oiga, escuchar por escuchar, podemos tirar por la calle recta y dejarnos de tonterías. El de los teclados del grupo era Vangelis. Vangelis Papathanassiou. El mismo. Qué tiempos escuchando Radio Inoxidable y aquellos programas de rock sinfónico... bueno. Such a Funny Night!!
http://www.youtube.com/watch?v=yJHZVESeq80
Pensemos en lo que vendrá después. Jack White viene a tocar el 3 de septiembre. Habrá que ir, qué menos. Yo no estaba muy convencido con el disco que había sacado, la verdad. Pero todo era cuestión de escucharlo y dejarlo sonar. Y si. Mola. El disco se llama Blunderbuss y es bueno. A mí me gusta. Lo mismo que hemos dicho antes, si estamos escuchando según que cosas, mucho mejor será esto. Y lo es. Se parece un poco a veces al Get me behind Satan. También a algunas canciones que ha hecho con los otros grupos que no son los White Stripes, como los Racconteurs o los Dead Weather. La primera canción, esta que vemos en Directo, es Missing Pieces. Se ve raro a Jack White con tanta gente alrededor. En esta primera canción habla de que las mujeres... que bueno, que mal. Por lo que se dice en los medios que entienden inglés, a Jack White le van las chicas que dominan. Carámbanos.
http://www.youtube.com/watch?v=SbJmrJOIV4w
Y ahora una vieja gloria. Neil Young ha sacado otro disco, con los colegas de los Crazy Horse. Americana. El nombre del disco me da arcadas, la verdad, porque el género Americana, es que me parece un coñazo supino que solo entienden ellos o... no sé. No sé. No conozco a nadie al que le guste la Americana. Mira que a mi, cosas de Country Rock, me gustan, pero el estilillo este... nada. Pues bien, de americana nada. Son versiones de canciones de toda la vida de dios, de esas de camping, pero con el raca raca de Neil Young y los Crazy Horse. Mola que la canción empiece al cabo de un rato de estar haciendo el chorra en el estudio, hasta que parece que por fin consiguen empalmar. No sé si será buscado o no, pero chana. El punteíllo se parece al de algunas canciones del Zuma. Palabras mayores. Ah, la canción es Oh, Susanna.
http://www.youtube.com/watch?v=ei2PVpSKkF4
Nos vamos. Se acaba la broma. Venga. Con una alegría en el cuerpo comparable a la que traen los muchachos que venían de la guerra de Marruecos, pero nos vamos. ¿Dónde? En principio a ningún sitio en particular. Pero luego acabaremos donde siempre, haciendo lo de toda la vida. Delante de la tigresa de Sierra Morena, ante la Leona de la Sierra Mágina bailando como posesos el I love Rock and Roll. Que el año pasado no viniera, no significa que este año no ocurra. Ganas de hacer el yeah me, delante de ella, en las fiestas del pueblo, igualito que si estuviéramos en el CBGB. A pasar un calor del infierno, a beber cervezas como si nos fuera la vida. a siestas interminables, a embrujarnos con la estación fantasma, a hablar de música, de la guaracha, del karma, de las estrellas, de la música en el punto entre el ocho y el nueve... todo eso. I love Rock and Roll.
http://www.youtube.com/watch?v=5JuD9umfGo8&feature=related
Y nos vamos con una de las clásicas de los viajes. Kojón Prieto y los Huajolotes haciendo daño con su canción Eres un Hada. Con ese organillo que a ver dónde encuentras tú un organito así en otro grupo tan guapachoso como este. Una canción de amor a cargo de una banda de gualtrapas como no ha habido otra. Una cosa bonita, bonita, sin más. El interludio este con el organillo es mundial. Qué tiempos haciendo los viajes en coche, a doscientos grados por esas manchas... con Kojón Prieto a todo lo que da. Ajuya.
http://www.youtube.com/watch?v=ecjp2FyGKug
Actualización de las 13.25. Empresarios y secretas. Empresarios y secretas. Empresarios.
http://www.youtube.com/watch?v=sSKaQVvCywE
Pues nada. Que si eso ya nos vamos viendo por esos campos del diablo. Que pasen unos fantásticos días de asueto si pueden y quieren. Salud!!
jueves, 26 de julio de 2012
El mundo en sus manos
Cuando la Revolución puso las cosas en su sitio y ya funcionaba la cosa a toda mecha, Nazar Adosipov recorrió las estepas, subió las montañas, vadeó ríos y se pateó todo lo pateable recopilando leyendas y cuentos de los Urales hacia allá y los recogió en un apasionante mamotreto que tituló 'Cuentos y leyendas'. En uno de estos cuentos, de tradición turcomana, se habla de cómo funciona todo. El cuento se llama 'El mundo en sus manos'.
'Que el mundo sea mundo no es algo que dependa de nosotros, así que no te preocupes. Sólo lo sabe el hijo de Gük. Antes de que el río pasase por donde pasa, y de que el valle tuviese esta forma. Antes de que el paso se secase para siempre y diese paso al desierto. Cuando los lobos y nosotros no necesitábamos una lengua para entendernos. Antes de todo eso, el hijo de Gük salió a pasear. Y nadie lo hacía. Porque fue el primero en tomar la decisión de pasear. Nadie paseaba. La gente trabajaba, pastoreaba, se peleaba con quien hiciera falta, contemplaba las estrellas para descansar, comía, exprimía a su ganado... lo normal. Pero el hijo de Gük, en lugar de flirtear con las muchachas casaderas, salió a pasear. Se alejó exactamente a una distancia de cincuenta pasos de un hombre adulto de su pequeño campamento y allí encontró una cuerda tendida en el suelo. Veía el cabo de la cuerda y se fijó en que no veía el final de la misma. Se agachó para cogerla, estiró y notó que la tierra se movía bajo sus pies, como si se escapase. Tuvo que agarrar con fuerza para que no se fuera todo corriendo. Y allí sigue el hijo de Gük, con la cuerda en la mano, sin ver su final, sujetando el mundo por no se sabe dónde. Y si pasas a su lado, contento no se le ve'.
'Que el mundo sea mundo no es algo que dependa de nosotros, así que no te preocupes. Sólo lo sabe el hijo de Gük. Antes de que el río pasase por donde pasa, y de que el valle tuviese esta forma. Antes de que el paso se secase para siempre y diese paso al desierto. Cuando los lobos y nosotros no necesitábamos una lengua para entendernos. Antes de todo eso, el hijo de Gük salió a pasear. Y nadie lo hacía. Porque fue el primero en tomar la decisión de pasear. Nadie paseaba. La gente trabajaba, pastoreaba, se peleaba con quien hiciera falta, contemplaba las estrellas para descansar, comía, exprimía a su ganado... lo normal. Pero el hijo de Gük, en lugar de flirtear con las muchachas casaderas, salió a pasear. Se alejó exactamente a una distancia de cincuenta pasos de un hombre adulto de su pequeño campamento y allí encontró una cuerda tendida en el suelo. Veía el cabo de la cuerda y se fijó en que no veía el final de la misma. Se agachó para cogerla, estiró y notó que la tierra se movía bajo sus pies, como si se escapase. Tuvo que agarrar con fuerza para que no se fuera todo corriendo. Y allí sigue el hijo de Gük, con la cuerda en la mano, sin ver su final, sujetando el mundo por no se sabe dónde. Y si pasas a su lado, contento no se le ve'.
miércoles, 25 de julio de 2012
La creme de la creme
¡Madre mía, madre mía, madre mía! No habíamos puesto los pies en el restaurante y ya la estábamos formando. Llegamos con los críos, con los míos y los de mi cuñada, que no venía con nosotros porque estaba recogiendo al Catedrático de Derecho Económico que nos iba a dar la conferencia. Ay, los críos. En cuanto llegaron y vieron que en el restaurante había un coche de esos que se mueven con la musiquita, se volvieron locos. Pero locos. Qué rebujina formaron. A mi Josecarlos le tuve que dar dos chuletas para que entrase un poquito en razón. Porque se estaba poniendo un poquito insoportable y, o se le corta así, o no hay forma con él. Mi mujer me dice que soy un bestia y que no hace falta pegarle al chaval, que lo voy a traumatizar y que me va a acabar odiando. Mi mujer no les riñe casi nunca. Así están los críos, que parece que han salido de una cueva. Los míos y los de mi cuñada. Al rato llegaron también mis amigos del trabajo, la Conchi y la Reme, que vinieron con los dos chinitos que tienen, el Lluis y la Chin. Ay la Chin. Yo no sé, pero la Chin es una cría que no da un ruido. La llevan, la traen, y no se nota si está o no. Fueron llegando todos hasta que al final nos sentamos todos en la mesa.
Éramos unos treinta al final, contando con los críos. Qué críos, que bulla montaban. Y el peor de todos mi Josecarlos. Ni con las dos tortas se quedó quieto. Peor, le dio por emberrincharse y montó una que me lo tuve que llevar fuera y hablar con él muy en serio. Le dije que o se quedaba quietecito y sin formar números o le iba a dar una cuando llegásemos a casa que se iba a acordar para toda la vida. Medio entró en razón y al cabo de media hora de estar picoteando, finalmente llegó mi cuñada con el Catedrático.
El señor Ansemmo Lupiáñez llegó, se sentó y empezó a desplegar delante de él toda una serie de folios, cartapacios, carpesanos y la madre que lo parió. El señor Lupiáñez debería tener unos sesenta años o así, pero aparentaba más, se le veía realmente cansado. Pero bueno, había accedido a participar en nuestro ciclo de conferencias semanales, y aunque le dijo a mi cuñada en el coche que llevaba un tiempecito que bueno, bueno, al final no había podido decir que no, porque le contó a mi cuñada que era un enamorado de su trabajo y que la iniciativa que habíamos tenido le parecía de lo más interesante.
Le pusimos una botella de vino delante y le servimos un copazo que el señor se bebió de un traguete. Campanillón y a empezar. Y la verdad es que la conferencia que dio, sobre Derecho Patrimonial en el ámbito de las Comunidades Autónomas, fue del todo ilustrativa de muchas cosas que nosotros habíamos pensado. Mi mujer me iba dando codazos cada dos por tres. ¿Ves? ¿Ves cómo es como lo que te estaba diciendo? Y yo, vale, vale, que si, pero a ver si el diablo va a estar en los detalles. Y oye, qué rato más bueno echamos. Hasta los niños, que el día en el que vino la pintora aquella que nos habló del tránsito del figurativo a la abstracción como paso de una sociedad de valores a una sociedad perdida estuvieron bastante impertinentes, estuvieron callados. Y mira que la mujer aquella sacaba láminas y diapositivas y tal. Pero es que el señor Ansemmo era un fiera hablando. Se bajó media botellita de Cuné, el solito, mientras hablaba, pero oiga, qué bien.
Acabó, le aplaudimos, hicimos un poco de rueda de preguntas y al final con los cafés y todo, el señor Ansemmo se puso a hablar con la hermana de mi cuñada, la Rafaela, y yo no sé pero se fueron los dos juntos y ya contará ella qué pasó.
Éramos unos treinta al final, contando con los críos. Qué críos, que bulla montaban. Y el peor de todos mi Josecarlos. Ni con las dos tortas se quedó quieto. Peor, le dio por emberrincharse y montó una que me lo tuve que llevar fuera y hablar con él muy en serio. Le dije que o se quedaba quietecito y sin formar números o le iba a dar una cuando llegásemos a casa que se iba a acordar para toda la vida. Medio entró en razón y al cabo de media hora de estar picoteando, finalmente llegó mi cuñada con el Catedrático.
El señor Ansemmo Lupiáñez llegó, se sentó y empezó a desplegar delante de él toda una serie de folios, cartapacios, carpesanos y la madre que lo parió. El señor Lupiáñez debería tener unos sesenta años o así, pero aparentaba más, se le veía realmente cansado. Pero bueno, había accedido a participar en nuestro ciclo de conferencias semanales, y aunque le dijo a mi cuñada en el coche que llevaba un tiempecito que bueno, bueno, al final no había podido decir que no, porque le contó a mi cuñada que era un enamorado de su trabajo y que la iniciativa que habíamos tenido le parecía de lo más interesante.
Le pusimos una botella de vino delante y le servimos un copazo que el señor se bebió de un traguete. Campanillón y a empezar. Y la verdad es que la conferencia que dio, sobre Derecho Patrimonial en el ámbito de las Comunidades Autónomas, fue del todo ilustrativa de muchas cosas que nosotros habíamos pensado. Mi mujer me iba dando codazos cada dos por tres. ¿Ves? ¿Ves cómo es como lo que te estaba diciendo? Y yo, vale, vale, que si, pero a ver si el diablo va a estar en los detalles. Y oye, qué rato más bueno echamos. Hasta los niños, que el día en el que vino la pintora aquella que nos habló del tránsito del figurativo a la abstracción como paso de una sociedad de valores a una sociedad perdida estuvieron bastante impertinentes, estuvieron callados. Y mira que la mujer aquella sacaba láminas y diapositivas y tal. Pero es que el señor Ansemmo era un fiera hablando. Se bajó media botellita de Cuné, el solito, mientras hablaba, pero oiga, qué bien.
Acabó, le aplaudimos, hicimos un poco de rueda de preguntas y al final con los cafés y todo, el señor Ansemmo se puso a hablar con la hermana de mi cuñada, la Rafaela, y yo no sé pero se fueron los dos juntos y ya contará ella qué pasó.
martes, 24 de julio de 2012
Javi Martínez
El capitalismo foráneo. Una nueva muestra de que lo que se tiene que hacer se tiene que hacer y no hay más. Sencillamente, no queda otra salida que Javi Martínez acabe jugando el año que viene en el F.C. Barcelona. Por el bien de todos. Si uno ve la prensa vasca, quizás esto no sea muy evidente, pero el ambiente en por aquí, es como sigue.
Javi Martínez es un jugador del Athletic de Bilbao que lo ha hecho muy bien los últimos años. Internacional. Un jugador joven y contrastado. Y con un futuro esplendoroso por delante. Que puede jugar en el centro del campo, pero que acabará de central. El Athletic lo fichó de Osasuna, cuando tenía 16 años, y le costó 9 millones de ebros. (Ya, ya os veo, que de qué os quejáis, si vosotros ya le hicisteis la pirula a Osasuna y os lo llevasteis). El caso es que el F.C. Barcelona quiere ficharlo. Estupendo. Según reza en su contrato o lo que se diga, si alguien lo quiere fichar tiene que pagar 40 millones de euros. En España, se sumaría además el Iva. Si es fuera, no. Tal y como está la cosa, parece que 40 millones de euros es una barbaridad. La cosa.
¿Qué cosa? Portadas de los periódicos. Miramos cómo están distribuidos los diarios. Los de información general, presentan panoramas apocalípticos, manifestaciones cuando tocan, portadas en negro que hablan de tinieblas, de esfuerzos, de sangre sudor y lágrimas, de bolsas que caen, de primas de riesgo, de recortes, de recortes, de subidas de Iva, de Comunidades Autónomas que dicen que cierran la persiana si no les da alguien dinerito fresco. De bosques ardiendo, de presidentes del gobierno que aparecen y desaparecen y sólo hablan delante de deportistas, de despidos, de empresas que cierran, gente que no paga, banqueros que piden perdón o diputados que dicen 'que se jodan', de sindicatos que se rasgan las vestiduras, de ex presidentes del gobierno que se promocionan como si estuvieran presentando un nuevo disco.
Y a su lado, los diarios deportivos. Aquí no pasa nada. La cosa sigue igual. Interesa Modric, vale una pasta, y lo vamos a fichar. Interesa Javi Martínez, que vale otra pasta gansa, pero se va a fichar. Aquí hay dinero. Porque los clubes de fútbol españoles
Y se va a hacer porque se tiene que hacer. Es impepinable. Para ello, el Athletic debe rebajar el precio y el jugador debe rebajar su ficha. Ni siquiera se asegura que vaya a ser titular una vez que lo fichen. Pero se considera que es un honor que el Barça, el mejor club del mundo, se fije en un jugador de tu equipo y que poco menos que es hacer un favor al mundo del deporte, transigir, vender barato, dejar salir al jugador. Y que crezca. Que siga creciendo. Que se le deje libertad. Libertad. Libertad. Libertad.
No hay miedo. El jugador sale en portadas de diarios deportivos. Se dice 'es fan de Puyol'. Es super amigo de los jugadores del Barça. Va a venir. Va a venir.
En el bar todos los días el Germán y el señor lesionado me dicen que ya está. Que ya viene. Lo dicen por hacer daño. Pero lo dan por sentado. El otro señor, el de las gafas subidas, si que lo dice 'sabiendo de qué habla'. Es lo mejor para el jugador y para el club. Hombre, por ahí no.
Y ahí está. La situación parece insostenible. Voy a ver qué dice El País. Comparecencias de banqueros. Bankeros. El editorial dice Presión insostenible.
Y mientras tanto, en el otro lado, el Barça tiene superavit. Los clubes más ricos de la tierra. Como poco causa pasmo. Que la Generalitat esté por pedir dinero y el Barça tenga superavit. Y se llevarán al jugador, y todo el mundo pensará que es lo que tiene que ser.
Y mientras tanto, en Málaga, cuatro jugadores denuncian impagos de parte del Jeque que compró el Club y al que la grada malagueña aplaudió y vitoreó como si fuera un premio Nobel de la Paz cuando el equipo se clasificó para la Champions. Por impago bajan clubes, descienden, desparecen. Veremos si el Málaga desciende y no se monta la de San Quintín. Se juega con la ilusión de la gente.
Dos realidades. Y a mi, pues mira, pero a mi padre todo esto le cuesta la salud.
Actualización 17.00: dice El País que la Generalitat de Catalunya pedirá el rescate. Se acabó la risa. Quiero ver la portada del Sport y El Mundo Deportivo mañana. A ver si siguen con la broma.
Javi Martínez es un jugador del Athletic de Bilbao que lo ha hecho muy bien los últimos años. Internacional. Un jugador joven y contrastado. Y con un futuro esplendoroso por delante. Que puede jugar en el centro del campo, pero que acabará de central. El Athletic lo fichó de Osasuna, cuando tenía 16 años, y le costó 9 millones de ebros. (Ya, ya os veo, que de qué os quejáis, si vosotros ya le hicisteis la pirula a Osasuna y os lo llevasteis). El caso es que el F.C. Barcelona quiere ficharlo. Estupendo. Según reza en su contrato o lo que se diga, si alguien lo quiere fichar tiene que pagar 40 millones de euros. En España, se sumaría además el Iva. Si es fuera, no. Tal y como está la cosa, parece que 40 millones de euros es una barbaridad. La cosa.
¿Qué cosa? Portadas de los periódicos. Miramos cómo están distribuidos los diarios. Los de información general, presentan panoramas apocalípticos, manifestaciones cuando tocan, portadas en negro que hablan de tinieblas, de esfuerzos, de sangre sudor y lágrimas, de bolsas que caen, de primas de riesgo, de recortes, de recortes, de subidas de Iva, de Comunidades Autónomas que dicen que cierran la persiana si no les da alguien dinerito fresco. De bosques ardiendo, de presidentes del gobierno que aparecen y desaparecen y sólo hablan delante de deportistas, de despidos, de empresas que cierran, gente que no paga, banqueros que piden perdón o diputados que dicen 'que se jodan', de sindicatos que se rasgan las vestiduras, de ex presidentes del gobierno que se promocionan como si estuvieran presentando un nuevo disco.
Y a su lado, los diarios deportivos. Aquí no pasa nada. La cosa sigue igual. Interesa Modric, vale una pasta, y lo vamos a fichar. Interesa Javi Martínez, que vale otra pasta gansa, pero se va a fichar. Aquí hay dinero. Porque los clubes de fútbol españoles
Y se va a hacer porque se tiene que hacer. Es impepinable. Para ello, el Athletic debe rebajar el precio y el jugador debe rebajar su ficha. Ni siquiera se asegura que vaya a ser titular una vez que lo fichen. Pero se considera que es un honor que el Barça, el mejor club del mundo, se fije en un jugador de tu equipo y que poco menos que es hacer un favor al mundo del deporte, transigir, vender barato, dejar salir al jugador. Y que crezca. Que siga creciendo. Que se le deje libertad. Libertad. Libertad. Libertad.
No hay miedo. El jugador sale en portadas de diarios deportivos. Se dice 'es fan de Puyol'. Es super amigo de los jugadores del Barça. Va a venir. Va a venir.
En el bar todos los días el Germán y el señor lesionado me dicen que ya está. Que ya viene. Lo dicen por hacer daño. Pero lo dan por sentado. El otro señor, el de las gafas subidas, si que lo dice 'sabiendo de qué habla'. Es lo mejor para el jugador y para el club. Hombre, por ahí no.
Y ahí está. La situación parece insostenible. Voy a ver qué dice El País. Comparecencias de banqueros. Bankeros. El editorial dice Presión insostenible.
Y mientras tanto, en el otro lado, el Barça tiene superavit. Los clubes más ricos de la tierra. Como poco causa pasmo. Que la Generalitat esté por pedir dinero y el Barça tenga superavit. Y se llevarán al jugador, y todo el mundo pensará que es lo que tiene que ser.
Y mientras tanto, en Málaga, cuatro jugadores denuncian impagos de parte del Jeque que compró el Club y al que la grada malagueña aplaudió y vitoreó como si fuera un premio Nobel de la Paz cuando el equipo se clasificó para la Champions. Por impago bajan clubes, descienden, desparecen. Veremos si el Málaga desciende y no se monta la de San Quintín. Se juega con la ilusión de la gente.
Dos realidades. Y a mi, pues mira, pero a mi padre todo esto le cuesta la salud.
Actualización 17.00: dice El País que la Generalitat de Catalunya pedirá el rescate. Se acabó la risa. Quiero ver la portada del Sport y El Mundo Deportivo mañana. A ver si siguen con la broma.
lunes, 23 de julio de 2012
Fuego a tope
Fue con el incendio en Valencia, aquel en el que ardió y ardió la cosa bastante, cuando apareció en antena de la radio el alcalde de uno de los pueblos y dio con la clave de todo lo que está pasando, pero así a nivel global: en estas condiciones, no hay nada que hacer. Rápidamente, esa forma de proceder y de reflexionar sobre lo que acontece en nuestro tiempo, ha sido también adoptada por nuestras autoridades más cercanas y queridas. El Conseller de la Generalitat, ante las cámaras de la televisión dijo que 'con este viento y con el ambiente tan seco, poco se puede hacer'. Es decir: lo que es, es. Cuando se dice de arder la cosa, pues arde y sanseacabó. Ya puedes pintarte de colores, emplear todos los medios de previsión que quieras, que hagas lo que hagas, si está de Dios que arda media provincia, arderá. Te pongas como te pongas.
Porque claro, la pregunta previa, la que le hicieron al alcalde de Valencia era bien sencilla '¿tiene algo que ver el recorte en personal para la prevención y mantenimiento de los bosques...?'. No. Naturalmente que no, porque 'cuando está de Dios que arda, tiene que arder'. Y hay que joderse.
Ese es el planteamiento. Esto es así, porque es así, y si se pudiera hacer de otra manera, no te creas que no lo pensaría, pero es que no hay otra manera. Y se hacen así las cosas y mira, mejor que no nos pongamos a hacer pruebas y demás, porque para qué vamos a liarla. Se hace así y es lo que hay. Si te gusta, bien, si no te gusta por el momento no te va a pasar nada, pero que sepas que:
a) estás loco
b) no quieres al niño Jesús
c) estás deseando que nos vaya peor.
Así las cosas, como las cosas son así y no las vamos a cambiar ni tú ni yo, porque esto no lo cambia nadie, y por mucho que nos pongamos a discutir, al final van a hacer lo que les de la gana, lo mejor que podemos hacer es seguir con la guaracha y echarle la culpa finalmente de todo a... otra gente. Otras personas. Incluso nosotros mismos.
Al final, la culpa es nuestra. Porque claro. Pero nuestra, nuestra. Nuestra de los que nos hemos creído que..., nuestra del todo. Nuestra. La culpa de todo lo que está pasando, es nuestra. Y al final hay que hacer lo que se tiene que hacer porque eso es así. Y total, a ver. Mirando y sopesando las cosas, tampoco es que la cosa sea para tanto.
Veamos. Funcionarios. No hay más preguntas. Todo lo que les quiten es bueno, porque a ver, ellos tienen un curro toda la vida. Y mi cuñao, que trabaja en el Ayuntamiento, entró enchufao y vive como quiere, y la mujer que también es funcionaria y de un sindicato... ni te cuento. Que se jodan, claro, que se jodan. Porque y podré defraudar y hacer todas las pirulas que se me ocurran, pero que se joda el que tiene un empleo de calidad. O al menos, no tiene la espada de damocles de que el jefe venga con dos copas de coñac, o la jefa no se haya medicado convenientemente y te mande a cagar. Eso es así. Se tiene que hacer lo que se tiene que hacer. Que se jodan los que viven de la sopa boba.
El resto de cosas. Si yo no voy al cine, no me compro un libro, todas esas cosas, a ver, qué más me da que suba el iva. Nos hemos creído que ir al cine podría ir todo el mundo, y claro. El As, en cambio, no ha subido. Ni el Marca. Ni el Sport. Vamos, los diarios.
En fin. Valencia cierra la persiana. Es culpa de los socialistas, evidentemente. Murcia también. Lo mismo. Porque claro, si les hubieran dejado construir todos los campos de golf que quería... esto no habría pasado. Ahora también dicen que la patria que queda más cerca de Europa, está también con una mano detrás y otra delante. Claro, culpa de Madrid. Y de Mourinho.
Pero el Barça va bien. Tiene un superavit de nosecuantos. El Madrid también. Pues que manden ellos.
Fuego a tope.
Porque claro, la pregunta previa, la que le hicieron al alcalde de Valencia era bien sencilla '¿tiene algo que ver el recorte en personal para la prevención y mantenimiento de los bosques...?'. No. Naturalmente que no, porque 'cuando está de Dios que arda, tiene que arder'. Y hay que joderse.
Ese es el planteamiento. Esto es así, porque es así, y si se pudiera hacer de otra manera, no te creas que no lo pensaría, pero es que no hay otra manera. Y se hacen así las cosas y mira, mejor que no nos pongamos a hacer pruebas y demás, porque para qué vamos a liarla. Se hace así y es lo que hay. Si te gusta, bien, si no te gusta por el momento no te va a pasar nada, pero que sepas que:
a) estás loco
b) no quieres al niño Jesús
c) estás deseando que nos vaya peor.
Así las cosas, como las cosas son así y no las vamos a cambiar ni tú ni yo, porque esto no lo cambia nadie, y por mucho que nos pongamos a discutir, al final van a hacer lo que les de la gana, lo mejor que podemos hacer es seguir con la guaracha y echarle la culpa finalmente de todo a... otra gente. Otras personas. Incluso nosotros mismos.
Al final, la culpa es nuestra. Porque claro. Pero nuestra, nuestra. Nuestra de los que nos hemos creído que..., nuestra del todo. Nuestra. La culpa de todo lo que está pasando, es nuestra. Y al final hay que hacer lo que se tiene que hacer porque eso es así. Y total, a ver. Mirando y sopesando las cosas, tampoco es que la cosa sea para tanto.
Veamos. Funcionarios. No hay más preguntas. Todo lo que les quiten es bueno, porque a ver, ellos tienen un curro toda la vida. Y mi cuñao, que trabaja en el Ayuntamiento, entró enchufao y vive como quiere, y la mujer que también es funcionaria y de un sindicato... ni te cuento. Que se jodan, claro, que se jodan. Porque y podré defraudar y hacer todas las pirulas que se me ocurran, pero que se joda el que tiene un empleo de calidad. O al menos, no tiene la espada de damocles de que el jefe venga con dos copas de coñac, o la jefa no se haya medicado convenientemente y te mande a cagar. Eso es así. Se tiene que hacer lo que se tiene que hacer. Que se jodan los que viven de la sopa boba.
El resto de cosas. Si yo no voy al cine, no me compro un libro, todas esas cosas, a ver, qué más me da que suba el iva. Nos hemos creído que ir al cine podría ir todo el mundo, y claro. El As, en cambio, no ha subido. Ni el Marca. Ni el Sport. Vamos, los diarios.
En fin. Valencia cierra la persiana. Es culpa de los socialistas, evidentemente. Murcia también. Lo mismo. Porque claro, si les hubieran dejado construir todos los campos de golf que quería... esto no habría pasado. Ahora también dicen que la patria que queda más cerca de Europa, está también con una mano detrás y otra delante. Claro, culpa de Madrid. Y de Mourinho.
Pero el Barça va bien. Tiene un superavit de nosecuantos. El Madrid también. Pues que manden ellos.
Fuego a tope.
viernes, 20 de julio de 2012
Miscelánea
Se ha muerto el Jon Lord, que fuera teclista de Deep Purple. Uno lo veía ahí con su bigotón y sus melenas y pensaba, este debe ser el jefe. Pero no, parece que no era el jefe. ¿Era el jefe o no lo era? Ritchie Blackmore a la guitarra, Ian Gillan a la voz. Estos parece que no se llevaban bien. Jon Lord parecía en un segundo plano. Pues otro que palma. Van quedándonos cada vez menos. 71 años. Aquí les tenemos en flor, y ya llevaban unos cuantos años dándole, interpretando Highway Star. Van un poco por libre en esta canción, la verdad, sobre todo el Gillan, que parece que está más chillón de lo habitual, y el Blackmore con ese gorro de pionero o de... yo que sé. Deep Purple. Creces escuchando el Made in Japan y te vas metiendo poco a poco, con prevención en su mundo. Que si el Machine Head, que si el In rock... yo fui por lo alto y me compré lo primero de todo la cinta del Concierto para grupo y orquesta. Casi nada. Bueno, pues otro que se va.
http://www.youtube.com/watch?v=LRt3PIDER94
Una bonita canción de una gente a la que no soporto, pero dada la situación, me hizo gracia. El asunto está en que la cosa está mal y no hay nada que hacer. No sólo aquí, claro, hay sitios en donde está la cosa peor. No quisiera ser sirio, ni libio, ni malí. Naturalmente. Ni trabajar en una maquila en la frontera mejicana. Claro que no. Pero precisamente por eso, hay que prevenirse, porque como nos dejemos llevar, acabaremos como un cristo. No pasa nada. Esto es lo que hay. Etc. Ayer manifestaciones. Por una vez y sin que pasara nada, todos juntos. Los buenos, los muy buenos, los malos, los mejores, los listos, los tontos, los vendidos, los insobornables. Todos unidos. Los que vigilan y los vigilados. Todos a la vez. Cuando nos tocan la cresta de verdad, la cosa cambia, claro. En fin. Una canción de Love of Lesbian, perdón a los afectados y espero que no vuelva a ocurrir.
http://www.youtube.com/watch?v=L21LtIyoA0Q
Una canción larga y antigua. Bien. Menos mal. Que nos estábamos reblandeciendo. Una canción de un grupo que se llamaba Chambers Brothers. Eran todos afroamericanos menos el batería. Un cancionón que se llama Time. Y que dura todo el tiempo del mundo. El tirorín ese que hacen con la guitarra es mundial. Bueno. Esta canción la escuché en un programa de Radio 3. El pesado de Radio 3. En el programa del Charlie Faber. Pues bien, cambios en Radio 3, entra Tomás Fernando Flores, el de Siglo XXI para dirigir el cotarro. ¿De qué irá el tema? ¿Qué cambios habrá? No sé. Dice que quiere que Radio 3 refleje el mundo juvenil... malamente. Dejaremos de escuchar cancionazas como este Time ¿entonces? Porque programas como el del Guirigay, Discópolis, Mundo Babel, la madeja... para jóvenes juveniles no son... ay. Quina por.
http://www.youtube.com/watch?v=CsBwBct0_5U
Una terrible canción escuché el otro día precisamente en el programa del Tomás Fernando Flores. Una de uno de los Portishead que tiene un grupo que se llama Beak. Y la canción se llama Eggdog. Oigan, si tienen un amigo que toque la batería y tienen a mano un casio medio apañadete, ya lo tienen todo. Ni cantar ni entonar, ni nada de nada. A lo pelón. Y ¿saben? a mi me gusta. Está la cosa tan así, que cuando uno llega con todo el morro y hace nada con nada, te sorprende. Estupendo, tu. Fue oírla y decir... esta canción tiene que ser para mi. Es que no sé. Te metes ahí en el mundo de la batería tontuna esa que suena y ya todo parece más sencillo.
http://www.youtube.com/watch?v=rqiw97z13bg
Mi hermano ha entrado en ebullición con el Skanish. Un disco que han sacado los de Vampisoul y que recoge canciones 'ajamaicanadas' producidas en el ámbito de decisión hispano durante los sesenta. Los mismos. Vean 'Qué tiempo tan feliz'. Suele salir una mujer vivaracha recordando canciones del ayer. Es la cantante de los Mismos. Pues ahí la tienen cantando Scaba badi bidu. Hay otras canciones muy molonas, como la de la familia tan original y tal. Pero llama la atención esta, porque es de esos grupos que no te acuerdas de ellos ni queriendo y llegan unos fulanos y los colocan ahí y ya los ves de otra manera. Con simpatía, si. ¿Qué hacemos con los dos de al lado? Nos lo pensamos.
http://www.youtube.com/watch?v=AnrRKKntZuA
Y cuando parecía que el galardón de 'disco del verano' podría quedar desierto, un par de escuchas detenidas del Tres Hombes de ZZ Top, coloca las cosas en su sitio. Es muy posible, y creo no equivocarme, que este sea el disco. Si. Sin duda. A mi, que el llamado rock sureño me ha dado siempre cien patadas en las pelotas, este disco me mola, porque no le veo el sureño por ningún lado. Otra cosa, hace tiempo dije que este disco, de chaval, se me pasó sin pena ni gloria. Y ahora no dejo de escucharlo. Qué. Que los tiempos cambian no? Qué van a cambiar ni cambiar... a que me dejo barba!! Beerdrinkers!!! y Hellraisers!!!
http://www.youtube.com/watch?v=Rq7z3j-8L04
Pues listo calisto. Nos vamos no sin antes recordar que mañana Perlita toca en El Seco. Ya fuimos a las fiestas de Poble Sec el sábado pasado, pero podemos reincidir en el error. A las nueve y media. Habrá que ir.
Buen finde para todos y amunt les atxes!!!
jueves, 19 de julio de 2012
Repetición
Un día, Michelen me dijo, de forma completamente inesperada, que quería hacerme una prueba de expresión. Fuimos a su consulta, un despacho destartalado que olía a pimientos fritos y nunca supe porqué y me hizo pasar a su despachito. Me dijo que ahora volvía. Me senté en un pequeño butacón donde se sentaban los pacientes, y al cabo de un rato se abrió la puerta. Y entró. Pero no era él. Era una figura delgada, con un pelo negro estropajoso, espeso, denso. Una cara alargada.... no era él. Estoy convencido de que no era él. Era una chica. No parecía estar muy en sus cabales. Entró, con su vestido rojo, y se quedó delante de mí. Me miraba sonriendo. Una sonrisa de esas sonrisas que sabes que se están riendo pero están buscando incomodarte. Y me estaba incomodando. Era una chica que pese a todo me resultaba atractiva. Yo soy así. Cinco minutos que me miren y ya estoy pensando en un futuro en común, sea tortuoso o no, eso me da igual. Me miraba y mantenía su mirada fija en mi. Al principio intenté escrutar en su fisonomía algo que me recordase a Michelen, por si era un disfraz o algo así. Pero no. No. Y no. Y no. Y no. Y me puse a llorar.
Ella seguía delante de mí. Y yo empecé primero haciendo un puchero. Luego el sollozo. Seguidamente entré en barrena y el llanto era incontenible. Delante de mí, aquella chica, aquella mujer, quien quiera que fuese, seguía delante de mí, enigmática, imperturbable, sonriéndome. Así estuvimos yo no sé cuánto tiempo. De repente, la puerta volvió a abrirse y Michelen entró en la sala. Era él. Con su vestuario de siempre, su sombrero de copa, su capa... y se situó detrás de la chica. Me empezó a mirar y a sonreír casi de la misma manera que la chica. Eran idénticos en la expresión. Del llanto pasé al miedo. Sentí un miedo atroz y no sabía cómo levantarme de la silla. Estaba aterrorizado. Qué pasaba allí, qué mierdas era aquello. ¿Porqué me había metido de esa manera en un mundo de zumbados que hablaban de la mente, de cambiar conductas, de joderse la vida unos a otros con historias chungas? ¿Por qué?
La chica se levantó y se fue. Michelen se quedó allí, manteniendo su mirada y sonrisa durante un rato más y finalmente se fue.
Me dejaron solo en la salita. Esperé durante un buen rato a que volviese a entrar Michelen, el Expresivo Michelen, pero allí no vino nadie. Salí a la sala, busqué en el piso, no había nadie. Se habían marchado. Nunca más volví a ver a Michelén.
Regresé a mi habitación y durante el trayecto de la consulta de Michelen a mi casa, recuerdo haber estado realmente asustado al cruzarme con la gente, al mirar los escaparates, al ver a la gente en los cafés, mucho miedo. Ganas de llegar a casa y encerrarme. No salí de casa durante una semana. Me había trastornado completamente. Un día, vino a verme Tresmonti y no le abrí la puerta. Volvió una segunda vez y superando un pavor absoluto a moverme, a ver gente, a saber qué pasaba fuera, conseguí dejarle entrar. Tresmonti me habló, y hasta que conseguí escucharle, pasaron horas. No le entendía. Estaba completamente bloqueado. Tresmonti consiguió espabilarme.
Al cabo de unas semanas parecía que me había recuperado del todo. Tresmonti me dijo que esperaba que me pusiera a trabajar, que hiciera algo, que escribiera. Le dije que me pondría a ello. Quise, en otro alarde de maestría observadora por mi parte, reflejar mi experiencia como Psicólogo Expresivo junto a Michelen, y revivir en las páginas aquella aterradora experiencia expresiva con la chica de rojo. Escribí durante semanas y finalmente le entregué el libro a Tresmonti.
Tresmonti me citó en un café al día siguiente. Me preguntó que qué tomadura de pelo era esa. Había vuelto a escribir 'Involución'. Palabra por palabra. Pero en esta ocasión el personaje de la señorita Wilkowski no hacía sino mirarme y sonreír durante toda la trama. Juro que no era consciente, lo juro.
Ella seguía delante de mí. Y yo empecé primero haciendo un puchero. Luego el sollozo. Seguidamente entré en barrena y el llanto era incontenible. Delante de mí, aquella chica, aquella mujer, quien quiera que fuese, seguía delante de mí, enigmática, imperturbable, sonriéndome. Así estuvimos yo no sé cuánto tiempo. De repente, la puerta volvió a abrirse y Michelen entró en la sala. Era él. Con su vestuario de siempre, su sombrero de copa, su capa... y se situó detrás de la chica. Me empezó a mirar y a sonreír casi de la misma manera que la chica. Eran idénticos en la expresión. Del llanto pasé al miedo. Sentí un miedo atroz y no sabía cómo levantarme de la silla. Estaba aterrorizado. Qué pasaba allí, qué mierdas era aquello. ¿Porqué me había metido de esa manera en un mundo de zumbados que hablaban de la mente, de cambiar conductas, de joderse la vida unos a otros con historias chungas? ¿Por qué?
La chica se levantó y se fue. Michelen se quedó allí, manteniendo su mirada y sonrisa durante un rato más y finalmente se fue.
Me dejaron solo en la salita. Esperé durante un buen rato a que volviese a entrar Michelen, el Expresivo Michelen, pero allí no vino nadie. Salí a la sala, busqué en el piso, no había nadie. Se habían marchado. Nunca más volví a ver a Michelén.
Regresé a mi habitación y durante el trayecto de la consulta de Michelen a mi casa, recuerdo haber estado realmente asustado al cruzarme con la gente, al mirar los escaparates, al ver a la gente en los cafés, mucho miedo. Ganas de llegar a casa y encerrarme. No salí de casa durante una semana. Me había trastornado completamente. Un día, vino a verme Tresmonti y no le abrí la puerta. Volvió una segunda vez y superando un pavor absoluto a moverme, a ver gente, a saber qué pasaba fuera, conseguí dejarle entrar. Tresmonti me habló, y hasta que conseguí escucharle, pasaron horas. No le entendía. Estaba completamente bloqueado. Tresmonti consiguió espabilarme.
Al cabo de unas semanas parecía que me había recuperado del todo. Tresmonti me dijo que esperaba que me pusiera a trabajar, que hiciera algo, que escribiera. Le dije que me pondría a ello. Quise, en otro alarde de maestría observadora por mi parte, reflejar mi experiencia como Psicólogo Expresivo junto a Michelen, y revivir en las páginas aquella aterradora experiencia expresiva con la chica de rojo. Escribí durante semanas y finalmente le entregué el libro a Tresmonti.
Tresmonti me citó en un café al día siguiente. Me preguntó que qué tomadura de pelo era esa. Había vuelto a escribir 'Involución'. Palabra por palabra. Pero en esta ocasión el personaje de la señorita Wilkowski no hacía sino mirarme y sonreír durante toda la trama. Juro que no era consciente, lo juro.
miércoles, 18 de julio de 2012
Expresión
Tengo un amigo que vaya amigo que tengo. Después la gente está esperando a que alguien haga algo, que alguien se invente cosas, que le animen la vida. El libro sobre los bogomilos... pues que al final no lo terminé. Entre la historia de Grigoriev y que me encontré con un amigo, la cosa se torció de tal manera que tuve que dedicarme a la psicología de salón. Mi amigo. El Expresivo Michelen le llamábamos. Cuando llegué aquí perdí el contacto con todos los amigos de mi infancia. Entré en el Círculo de escritores aquellos, me metí en la movida intelectual, comencé mi carrera como escritor... y me olvidé de los míos. Y los míos estaban allí. Esperándome. Un día, mientras paseaba por la orillita de río pensando en cómo decirle a Tresmonti que me parecía que lo iba a dejar... vi a un hombre que estaba en la baranda del río con ánimo de tirarse. Vestía una capa negra y un sombrero de copa negro, pero no parecía venir de ningún baile de alcurnia. Tenía la cara demacrada y unos pelos blanquecinos sobresalían por debajo del sombrero. Me acerqué apretando el paso porque pensaba que el buen señor se iba a tirar y cuando estaba a dos pasos como aquel que dice, vi que era mi amigo Michelenne. Un chavalito que desde la infancia había sido el niño con más imaginación de la escuela, pero que luego, de repente, quizás como consecuencia de la pérdida de su hermana Julienne, -que era más guapa que el mismo demonio-, dejó de ser gracioso y se convirtió en un jovenzuelo huraño y tenebroso. Aún así, era mi amigo y juntos paseábamos por los caminos y veredas imaginando historias y fabulando sobre esto y lo otro. Qué bonito.
Pues se iba a tirar al río. Eso pensaba yo. Le llamé Michelen, Michelen... y me miró sin sorpresa. 'Ya he perdido el hilo, estaba a punto de desviar el curso del río y por tu culpa...'. Su mirada, como digo, no expresaba sorpresa, pero sí que era de asustar. Una cara blanca, con el contorno de los ojos oscurecido no sé si con maquillaje o con qué.
Me dijo lo siguiente: 'He desarrollado la técnica de la expresión. Mediante la técnica de la expresión, aplicando con toda mi fuerza una mueca, un gesto, un algo de la cara, sobre otro cuerpo, se pueden conseguir grandes cosas. ¿Acaso si yo hago esto? (y me miró con la boca abierta) ¿no provoco en ti algo? Pues si. Claro. Muy bien visto. Provocar, provocaba, es cierto.
Me comunicó que había abierto una consulta de Psicología Expresiva y que no le iba mal, pero que buscaba retos mayores. Se había propuesto alterar la naturaleza.
Por aquel entonces causaban mucho revuelo las teorías del profesor Almayr y sus ideas sobre la mirada ovoide, y pensé que Michelenne se había inspirado en ellas. Michelenne me dijo que no conocía a Almayr, y que su teoría era suya, había sido revelada por un aparato fotográfico que le había hablado directamente a él y que en un cuadro expuesto en el Louvre, de un tal nosequé (se me escapó el nombre), le había hecho a él mismo alterar su conducta. Y ahí se encontraba.
Le acompañé a su consulta y durante unos meses vi cómo sus pacientes, casi tan pirados como él, se dejaban influenciar por miradas intensas, por bocas torcidas, por aspavientos, por guiños, por lenguas retorcidas, por giros de cabeza, por asentimientos frenéticos, por todo un registro de muecas que provocaban risa hasta que daban miedo. Y lo peor fue que yo mismo comprobé en mis nervios míos, lo que el propio Michelenne teorizaba.
La hora de comer y yo aquí todavía.
Pues se iba a tirar al río. Eso pensaba yo. Le llamé Michelen, Michelen... y me miró sin sorpresa. 'Ya he perdido el hilo, estaba a punto de desviar el curso del río y por tu culpa...'. Su mirada, como digo, no expresaba sorpresa, pero sí que era de asustar. Una cara blanca, con el contorno de los ojos oscurecido no sé si con maquillaje o con qué.
Me dijo lo siguiente: 'He desarrollado la técnica de la expresión. Mediante la técnica de la expresión, aplicando con toda mi fuerza una mueca, un gesto, un algo de la cara, sobre otro cuerpo, se pueden conseguir grandes cosas. ¿Acaso si yo hago esto? (y me miró con la boca abierta) ¿no provoco en ti algo? Pues si. Claro. Muy bien visto. Provocar, provocaba, es cierto.
Me comunicó que había abierto una consulta de Psicología Expresiva y que no le iba mal, pero que buscaba retos mayores. Se había propuesto alterar la naturaleza.
Por aquel entonces causaban mucho revuelo las teorías del profesor Almayr y sus ideas sobre la mirada ovoide, y pensé que Michelenne se había inspirado en ellas. Michelenne me dijo que no conocía a Almayr, y que su teoría era suya, había sido revelada por un aparato fotográfico que le había hablado directamente a él y que en un cuadro expuesto en el Louvre, de un tal nosequé (se me escapó el nombre), le había hecho a él mismo alterar su conducta. Y ahí se encontraba.
Le acompañé a su consulta y durante unos meses vi cómo sus pacientes, casi tan pirados como él, se dejaban influenciar por miradas intensas, por bocas torcidas, por aspavientos, por guiños, por lenguas retorcidas, por giros de cabeza, por asentimientos frenéticos, por todo un registro de muecas que provocaban risa hasta que daban miedo. Y lo peor fue que yo mismo comprobé en mis nervios míos, lo que el propio Michelenne teorizaba.
La hora de comer y yo aquí todavía.
martes, 17 de julio de 2012
Diálogo
- Hola ¿eres chico o eres chica?
- Una chica, so tonto. Si ya lo sabes, para qué preguntas...
- Es que me apetecía hacerte la pregunta. Aunque sepa la respuesta. Desde que te vi en Orlando. Qué película, Orlando. Pero más que la película, el libro. Qué divertido el libro. Cómo me reí.
- Claro, la traducción de Borges...
- No, no. Yo me lo leí en una traducción en catalán. Me hizo mucha gracia, de verdad. Oye, otra pregunta ¿tú has venido a este mundo a trabajar?
- No, yo soy actriz. Bueno, se supone que los actores y actrices trabajamos también claro, pero bueno, es otra cosa. Yo soy actriz pero hago más cosas en la vida...
- Osea, que tú no has venido a este mundo a trabajar. A ganar dinero, vamos.
- No. Bueno, no sé. A tener algo de sustento, supongo ¿por qué?
- Porque me parece que nos están empurando de manera que entendamos que nosotros hemos venido a este mundo a trabajar. A trabajar y a ganar dinero. A tener dinero. A esforzarnos y hacer lo que sea necesario por tener dinero. Por crecer y progresar.
- Bueno, se supone que el ser humano busca eso. El sustento. Y a poco que pueda, intenta mejorar, progresar, porque si no estaríamos todavía en...
- No sé dónde estaríamos. Si a mí me dejaran... así en plan 'si esto me lo dejan a mí'... no sé, desde luego, no obligaría a nadie a esforzarse, a cambiar, a tener que replantearse su vida para seguir subsistiendo.
- ¿Qué pasa, que lo de la crisis te está tocando la pera?
- Uf. Si. Y que el otro día me encontré con una antigua compañera del insti en el metro. No sé porqué salió el tema de los mineros. Y me soltó el rollo del cambio, de no vivir de la subvención, de reinventarse, de atreverse, de no tener miedo a hacer cosas nuevas, de no estancarse... no. No pude estar de acuerdo. No aquí. No yo.
- Hombre, pero si estás mal, algo tendrás que hacer para solucionarlo.
- Haré lo que tenga que hacer, pero no haré lo que se me obligue. Y menos aún, haré lo que tenga que hacer, pero no lo que sea beneficioso para otro, no para mí. Que se me diga que lo que tengo que hacer es esto, y readaptarme, porque tengo que hacer el trabajo que antes hacían tres... no me parece reinventarse, me parece comerme una polla enorme.
- Ala.
- Claro. Que digas, antes no sabía hacer esto y ahora lo sé hacer porque hemos tenido que readaptarnos... pues estupendo. Haces el trabajo de otro. No es ser valiente y tal. Es que te jodes y punto. No es ningún acto de crecimiento personal. Es agachar la cabeza y seguir para delante y que no te toque a ti la peladera.
- Venga, ya estamos con el discursito. ¿A las barricadas entonces?
- Yo que sé. Para qué. ¿Cuántos vamos a ser?
- Pues bien empiezas. Si te preguntas cuántos vais a ser... debería ser más importante el qué más que el cuántos.
- Ya bueno. Mira, que no. Que no me enredes. Que yo que sé. Por ejemplo, ahora una chica acaba de largarse de un portazo de la empresa. Ahora mismo. Ahora mismito. De un portazo. Aquí te quedas. Con la reinvención. Mientras yo me leo el marca, tú haces la limpieza. Reinvéntate. Pues se ha largado.
- Joder.
- Pues si. Cambiando de tema, porque si sigo igual... aléjame las tijeras. Oye, qué. Que el otro día te vi en una peli. Estupenda. En la de Moonrise Kingdom. Muy bonita la película. Ahí tú haciendo de Servicios Sociales. Una peli que da gusto ver. De verdad.
- Bueno, no salgo mucho. La verdad es que no salgo mucho en casi ninguna película. Salir, salgo, y la gente se queda con mi cara, claro. Pero así como que de protagonista, no hago mucho. Una peli para mi sola.
- No ¿verdad? Es raro.
- ¿Y el verano qué? ¿Cómo pinta?
- Pues mira, mejor ni hablar. Mucho ruido y pocas nueces. Mucho verano y poco verano a la vez.
- Pues vaya, al menos las vacaciones...
- Ni me las comentes.
- Y a las manis del 19 irás, claro.
- Pues claro. Dicen que van a venir los picoletos y los maderos y todo. Pero no enfrente, si no con nosotros. Ea, te tocan la cartera y compañeros todos. Qué cosas.
- Pues bueno. Que no sea nada. Oye, a pasarlo con salud.
- Nada, hasta luego.
- Venga.
- Una chica, so tonto. Si ya lo sabes, para qué preguntas...
- Es que me apetecía hacerte la pregunta. Aunque sepa la respuesta. Desde que te vi en Orlando. Qué película, Orlando. Pero más que la película, el libro. Qué divertido el libro. Cómo me reí.
- Claro, la traducción de Borges...
- No, no. Yo me lo leí en una traducción en catalán. Me hizo mucha gracia, de verdad. Oye, otra pregunta ¿tú has venido a este mundo a trabajar?
- No, yo soy actriz. Bueno, se supone que los actores y actrices trabajamos también claro, pero bueno, es otra cosa. Yo soy actriz pero hago más cosas en la vida...
- Osea, que tú no has venido a este mundo a trabajar. A ganar dinero, vamos.
- No. Bueno, no sé. A tener algo de sustento, supongo ¿por qué?
- Porque me parece que nos están empurando de manera que entendamos que nosotros hemos venido a este mundo a trabajar. A trabajar y a ganar dinero. A tener dinero. A esforzarnos y hacer lo que sea necesario por tener dinero. Por crecer y progresar.
- Bueno, se supone que el ser humano busca eso. El sustento. Y a poco que pueda, intenta mejorar, progresar, porque si no estaríamos todavía en...
- No sé dónde estaríamos. Si a mí me dejaran... así en plan 'si esto me lo dejan a mí'... no sé, desde luego, no obligaría a nadie a esforzarse, a cambiar, a tener que replantearse su vida para seguir subsistiendo.
- ¿Qué pasa, que lo de la crisis te está tocando la pera?
- Uf. Si. Y que el otro día me encontré con una antigua compañera del insti en el metro. No sé porqué salió el tema de los mineros. Y me soltó el rollo del cambio, de no vivir de la subvención, de reinventarse, de atreverse, de no tener miedo a hacer cosas nuevas, de no estancarse... no. No pude estar de acuerdo. No aquí. No yo.
- Hombre, pero si estás mal, algo tendrás que hacer para solucionarlo.
- Haré lo que tenga que hacer, pero no haré lo que se me obligue. Y menos aún, haré lo que tenga que hacer, pero no lo que sea beneficioso para otro, no para mí. Que se me diga que lo que tengo que hacer es esto, y readaptarme, porque tengo que hacer el trabajo que antes hacían tres... no me parece reinventarse, me parece comerme una polla enorme.
- Ala.
- Claro. Que digas, antes no sabía hacer esto y ahora lo sé hacer porque hemos tenido que readaptarnos... pues estupendo. Haces el trabajo de otro. No es ser valiente y tal. Es que te jodes y punto. No es ningún acto de crecimiento personal. Es agachar la cabeza y seguir para delante y que no te toque a ti la peladera.
- Venga, ya estamos con el discursito. ¿A las barricadas entonces?
- Yo que sé. Para qué. ¿Cuántos vamos a ser?
- Pues bien empiezas. Si te preguntas cuántos vais a ser... debería ser más importante el qué más que el cuántos.
- Ya bueno. Mira, que no. Que no me enredes. Que yo que sé. Por ejemplo, ahora una chica acaba de largarse de un portazo de la empresa. Ahora mismo. Ahora mismito. De un portazo. Aquí te quedas. Con la reinvención. Mientras yo me leo el marca, tú haces la limpieza. Reinvéntate. Pues se ha largado.
- Joder.
- Pues si. Cambiando de tema, porque si sigo igual... aléjame las tijeras. Oye, qué. Que el otro día te vi en una peli. Estupenda. En la de Moonrise Kingdom. Muy bonita la película. Ahí tú haciendo de Servicios Sociales. Una peli que da gusto ver. De verdad.
- Bueno, no salgo mucho. La verdad es que no salgo mucho en casi ninguna película. Salir, salgo, y la gente se queda con mi cara, claro. Pero así como que de protagonista, no hago mucho. Una peli para mi sola.
- No ¿verdad? Es raro.
- ¿Y el verano qué? ¿Cómo pinta?
- Pues mira, mejor ni hablar. Mucho ruido y pocas nueces. Mucho verano y poco verano a la vez.
- Pues vaya, al menos las vacaciones...
- Ni me las comentes.
- Y a las manis del 19 irás, claro.
- Pues claro. Dicen que van a venir los picoletos y los maderos y todo. Pero no enfrente, si no con nosotros. Ea, te tocan la cartera y compañeros todos. Qué cosas.
- Pues bueno. Que no sea nada. Oye, a pasarlo con salud.
- Nada, hasta luego.
- Venga.
lunes, 16 de julio de 2012
Una crítica un poco así de Los Jueves Milagro de Berlanga
La crítica social. Una tarde en la Filmoteca. Programan un ciclo sobre Berlanga este mes y ayer dieron una corta 'Se vende un tranvía' y 'Los jueves milagro'. Bueno. Era la primera vez que iba a la nueva Filmoteca, he tardado un montón en ir. Domingo por la tarde, nada que hacer. Llego, sin calcular el tiempo, con un cuarto de hora de adelanto. Crítica social.
Tres fulanos detrás. Deben ser de mi edad, o algo más mayores. Hablan de mudanzas. Uno de ellos se muda y no va a hacer la mudanza él. Claro que no. Ni mucho menos. Que se lo hagan empresas que hacen estas cosas. No hombre. Hay que externalizar. Me pone de mal humor este tío. Me recuerda a alguien. No me giro para verle la cara porque sería demasiado descarado, pero dan ganas de mirarle de arriba abajo. Al parecer se va a vivir con su novia. Su novia tiene amigos marroquís que le podrían hacer la mudanza. Ni mucho menos. Esos marroquís que pueden darle golpes a las cosas. No. No y no. Los amigos. Uno de ellos le ve pegas a todo. Todo lo que el otro da por sentado, el amigo se lo discute. El amigo le discute el piso, le discute que se vaya a vivir a esa zona, en la que hay tantos bares. Que hay ascensor y hará ruido. Que haga la mudanza él, que no le costará tanto. El jefe de la banda le dice que no, que él no sabe ni sacar un clavo. Que lo hagan otros. Finalmente, a punto de empezar la película, el líder de la banda dice que el proceso de la mudanza 'ha creado corrientes de opinión', sobre todo. Que todo el mundo se siente con derecho a opinar. El tercer amigo, que es sudamericano, se ríe. El líder dice que esto es muy mediterráneo, meterse en las cosas de los demás, hablar sin saber, que esto pasa en Finlandia y a nadie le importa una mierda lo que hagas. Que por eso, él no es mediterráneo. Y no quiere hablar más del tema.
Cuando dice esto, me dan ganas de levantarme y cambiarme de sitio. Pero ha venido mucha gente al final y tampoco es cuestión de arriesgarse a ver la peli de pie.
Hemos venido a ver una peli de Berlanga, dos pelis de Berlanga (aunque una no la dirija él personalmente, pero la supervisa, la del tranvía), hechas en los años cincuenta. En la del tranvía, unos estafadores le quieren vender un tranvía a un rico de provincias. Y se lo venden. Y al amigo de este, otro. Un negociazo, pero van al talego igual, porque el crimen no sale bien, claro. Pero esto se cuenta de aquella manera, lo que cuenta es contar la jeta de unos, la avaricia de otros, la miseria en general.
La segunda es más o menos lo mismo. Unos ricachos de pueblo quieren hacer crecer el turismo. En lugar de abrir las tiendas durante todo el día, como sería lo normal hoy en día, se inventan un milagro. San Dimas se aparece en el pueblo. San Dimas es José Isbert. Se aparece a Manuel Alexandre, que está un poquito ido. Y a una beata que hace mucha risa. En la tercera aparición, José Isbert deserta. Luego viene un prófugo, que parece mago, que enreda y descubre a los ricachos, les pone enfrente de lo que supone realmente hacer milagros y despertar la fe en los demás y finalmente desaparece.
Reconozco que hubo tramos, cuando aparece el mago prófugo, en los que me dormí. Así lo digo. Se me cerraban los ojos. Esta segunda parte de la peli me pareció menos divertida. Y me quedaba frito. Menos mal que al final se descubre todo y así puede uno adivinar de qué iba el tema.
Se da uno cuenta de que en las dos películas, Berlanga mete unas cuñas que dan bastante susto para la época. Pero las mete igual. En la de Los Jueves Milagro dicen que la censura lo ató en corto y que le puso a un dominico para supervisar. Se nota en la parte final. Pero bueno, el palo a los ricachos está dado.
Emprendedores. Según Arturo Fernández, o Joan Rosell, da igual, lo que hay que hacer es revalorizar la imagen del emprendedor, del empresario, que es el que se juega el dinero y el artífice de la riqueza. Y Berlanga, ya en aquellos tiempos, se encarga de retratar a los emprendedores, a los que tienen las ideas. Magnífico. Cuando encendieron las luces no pude ver la cara de los tres de atrás. La crítica social. Ver películas de crítica social manifiesta desde arriba. Desde el peldaño. Sin mancharnos.
Marroquís que dan golpes. Milagros para desdentados.
Tres fulanos detrás. Deben ser de mi edad, o algo más mayores. Hablan de mudanzas. Uno de ellos se muda y no va a hacer la mudanza él. Claro que no. Ni mucho menos. Que se lo hagan empresas que hacen estas cosas. No hombre. Hay que externalizar. Me pone de mal humor este tío. Me recuerda a alguien. No me giro para verle la cara porque sería demasiado descarado, pero dan ganas de mirarle de arriba abajo. Al parecer se va a vivir con su novia. Su novia tiene amigos marroquís que le podrían hacer la mudanza. Ni mucho menos. Esos marroquís que pueden darle golpes a las cosas. No. No y no. Los amigos. Uno de ellos le ve pegas a todo. Todo lo que el otro da por sentado, el amigo se lo discute. El amigo le discute el piso, le discute que se vaya a vivir a esa zona, en la que hay tantos bares. Que hay ascensor y hará ruido. Que haga la mudanza él, que no le costará tanto. El jefe de la banda le dice que no, que él no sabe ni sacar un clavo. Que lo hagan otros. Finalmente, a punto de empezar la película, el líder de la banda dice que el proceso de la mudanza 'ha creado corrientes de opinión', sobre todo. Que todo el mundo se siente con derecho a opinar. El tercer amigo, que es sudamericano, se ríe. El líder dice que esto es muy mediterráneo, meterse en las cosas de los demás, hablar sin saber, que esto pasa en Finlandia y a nadie le importa una mierda lo que hagas. Que por eso, él no es mediterráneo. Y no quiere hablar más del tema.
Cuando dice esto, me dan ganas de levantarme y cambiarme de sitio. Pero ha venido mucha gente al final y tampoco es cuestión de arriesgarse a ver la peli de pie.
Hemos venido a ver una peli de Berlanga, dos pelis de Berlanga (aunque una no la dirija él personalmente, pero la supervisa, la del tranvía), hechas en los años cincuenta. En la del tranvía, unos estafadores le quieren vender un tranvía a un rico de provincias. Y se lo venden. Y al amigo de este, otro. Un negociazo, pero van al talego igual, porque el crimen no sale bien, claro. Pero esto se cuenta de aquella manera, lo que cuenta es contar la jeta de unos, la avaricia de otros, la miseria en general.
La segunda es más o menos lo mismo. Unos ricachos de pueblo quieren hacer crecer el turismo. En lugar de abrir las tiendas durante todo el día, como sería lo normal hoy en día, se inventan un milagro. San Dimas se aparece en el pueblo. San Dimas es José Isbert. Se aparece a Manuel Alexandre, que está un poquito ido. Y a una beata que hace mucha risa. En la tercera aparición, José Isbert deserta. Luego viene un prófugo, que parece mago, que enreda y descubre a los ricachos, les pone enfrente de lo que supone realmente hacer milagros y despertar la fe en los demás y finalmente desaparece.
Reconozco que hubo tramos, cuando aparece el mago prófugo, en los que me dormí. Así lo digo. Se me cerraban los ojos. Esta segunda parte de la peli me pareció menos divertida. Y me quedaba frito. Menos mal que al final se descubre todo y así puede uno adivinar de qué iba el tema.
Se da uno cuenta de que en las dos películas, Berlanga mete unas cuñas que dan bastante susto para la época. Pero las mete igual. En la de Los Jueves Milagro dicen que la censura lo ató en corto y que le puso a un dominico para supervisar. Se nota en la parte final. Pero bueno, el palo a los ricachos está dado.
Emprendedores. Según Arturo Fernández, o Joan Rosell, da igual, lo que hay que hacer es revalorizar la imagen del emprendedor, del empresario, que es el que se juega el dinero y el artífice de la riqueza. Y Berlanga, ya en aquellos tiempos, se encarga de retratar a los emprendedores, a los que tienen las ideas. Magnífico. Cuando encendieron las luces no pude ver la cara de los tres de atrás. La crítica social. Ver películas de crítica social manifiesta desde arriba. Desde el peldaño. Sin mancharnos.
Marroquís que dan golpes. Milagros para desdentados.
viernes, 13 de julio de 2012
Miscelánea - Los Rolling
En un alarde de originalidad que deja patas arriba las normas y las convenciones, aprovechando que los Rolling Stones cumplen 50 años, meteremos unas cuantas canciones que nos hagan pasar la mañana al menos de aquella manera.
No empezaremos por una cualquiera. Vamos a ver Satisfaction. I can't get no. No me siento satisfecho. Una versión en televisión, en directo, cuidado. Mick Jagger todavía tiene la cara de Jagger y los demás exactamente igual. Su cara, no la de Jagger. Satisfaction es la canción. Diatriba. ¿Son mejores los Rolling con Brian Jones o sin Brian Jones? No sé. Los discos con Mick Jones son muy buenos, claro, pero si tuviera que elegir... entre las 20 mejores de canciones raro sería que al menos 15 no fueran de aquella época. Que habían canciones de los Rolling que no sonaban a Rolling... pues oiga, no sé qué decirle, pero a mi me parecen fantásticas. Esta, Satisfaction, por ejemplo, nunca falla. Y habrá gente que no soporte a los Rolling, su rollo de súper estrellas, Jagger cae mal, el batería pasa, los otros son unos bolingas que parece que toquen sin ganas... pero véanlos aquí, y reflexionen. Pobre Brian Jones.
http://www.youtube.com/watch?v=7i7YGPgT_Ug&feature=related
Otra de las clásicas clasiquísimas. Es una canción pop. Let's Spend The night Together. Se puede decir más alto o más claro o en otro idioma, pero te entenderán igual. Aquí Jagger está demasiado saltarín, pero qué menos. Se cuenta que les tocó tocar después de James Brown una vez, a mediados de los sesenta, y que Brown se cabreó. De tal manera que hizo un concierto y una actuación en la que se movió aún más de lo que acostumbraba, para dejar en ridículo a los blanquitos aquellos. Y los blanquitos aprendieron la lección. Desde entonces Jagger empezó con las contorsiones. En fin. Cada uno es como es. De la época del 66, 67... me gustan un montón de canciones. Una época rara de los Rolling, o excelente. No sé. Me estoy liando un poquitín.
http://www.youtube.com/watch?v=l61MFiIeuVM
¿Rolling o Stones? ¿Cómo se llaman? Dicen que fueraspaña se les llama los Stones. El Carles Tardà aquel les llamaba también Stones. En la canción aquella los Burning decían que sintonizaban a los Stones. Pero a mi no me sale llamarles Stones. Yo los veo más Rolling. Un concierto de los Rolling. No sé. Me suena mejor. Menos pretencioso. Los Rolling y sus versiones. En los primeros discos, pero también en los discos llamados clásicos metían muchas versiones. Una de las que más me gusta es Mona (i need you baby), un clasicón de Bo Diddley que los Rolling no retocan demasiado. Manteniendo el ritmillo, contínuo, y el cantante desgañitándose gritando Mona. Me encanta. Lástima que no haya visto ninguna versión en vivo, con ellos interpretándola, o que no la habré encontrado.
http://www.youtube.com/watch?v=asCbsK-tH1M
Esta canción es también una versión. Sólo la encontré en una caja de cintas que tenía nuestro amigo Ramón, y que era la Biblia de los Rolling. Unas cintas con todos los singles, llamada London Years o algo así. Conseguí bajármela de Internet, naturalmente. Pero molaría tenerla en plan, tenerla de verdad. Pero bueno todo se andará. Esta canción es I don't Know How i Love you baby Aka I don't Know Why. Me encantaba. Era de las que estaba al final, con lo que supongo que aquí no sé si tocaría ya Mick Taylor o no. Creo que si. Es una canción muy bonita. Con el poco inglés que sabía y que se, aquellas frases de 'with another guy...'. Uf....
http://www.youtube.com/watch?v=ydHupXGnzPU
De toda la época de los llamados Discos buenos de los Rolling (Beggar's banquet, Sticky fingers, Let it Bleed, Exile on main street), hay un cerro de canciones alucinantes. Pero una de las que más me molan sin duda es Midgnight Rambler. No sé si es una versión o no, es del Let it Bleed, que es un discazo que te pasas. El Exile on main street se me hace largo, si quieren, pero el Let it Bleed, no hay ni una floja. Bueno, aquí los tenemos en directo en el 71, con Mick Taylor ya demostrando el porqué de su fichaje. Son casi diez minutazos en los que se les va un poquito la piza y ya. En el libro sobre Syd Barrett se habla de los Rolling como ejemplo de grupo que se echa a perder y se repite o que 'hace improvisaciones', o algo así dice. No sé, me parece una crítica muy severa. No inventan la sopa de ajo, pero le dan un qué.
http://www.youtube.com/watch?v=MxK4j5u-KC8&feature=fvsr
Vamos a ver que no nos esté quedando largo esto. Del disco Some Girls es difícil quedarse con una sola. Hay muchas, When the whip comes down, Lies, I miss you... claro. Pero yo me quedaré con Respectable. Porque si buena es la canción, tremendo es el vídeo, que no te cansas de ver nunca. Jagger tocando la guitarra eléctrica! Como si no fueran suficiente los dos que tienen, con Ron Wood ya haciendo el ganso, se mete también. Y cuando cogen y se meten en la otra habitación rompiendo el tabique, con las guitarras. En fin. Se decía que esta canción era como una respuesta al punk, como una demostración de que ellos todavía eran cañeros, aunque estuvieran metidos en la jet. Y la canción, cañera, es. Y mucho. Con el raka raka de la batería que parece que no haga nada, pero oiga, las canciones no suenan igual.
http://www.youtube.com/watch?v=Qn5q_qrl2N0
Y nos podríamos despedir con I miss you, mismo. O con Emotional Rescue. Pero no. Mucho mejor el despedirse con una movida, con la de She's so Cold. Digamos que esta la descubrí bastante reciéntemente, y no sé porqué. Estoy tan caliente y ella es tan fría. Ella es tan fría, tan fría. En el vídeo ya se ve el nivel de los años ochenta. Jagger haciendo aspavientos y los demás como si estuvieran por puro compromiso. Pero simplemente estando allí, ya le dan más brillo a la cosa que otros poniendo cara de malosos. Ella es tan fría, tan fría. Charles, caja, bombo. Y los otros punteando por encima como el que no hace nada. Qué cancionón por dios.
http://www.youtube.com/watch?v=Xrx_55SgwAY
Y ya nos vamos. Los Rolling Stones, cincuenta años. Casi nada. A ver si vienen otra vez, tiramos el dinero y que nos quiten lo bailao. La última de todas, ya está. Start me up. Ya está. Nos vamos. Ya está. Ninguna más. La última. De verdad. Es la última. No busco ninguna más. Apago el youtube. Ninguna más. En serio. De verdad. Con el Jagger con la cara de recién levantado.
http://www.youtube.com/watch?v=Cf8tHzeekbQ&feature=related
Venga, buen fin de semana a todos los seres humanos menos a Andrea Fabra. Por focalizar el asunto en alguien. Salud.
No empezaremos por una cualquiera. Vamos a ver Satisfaction. I can't get no. No me siento satisfecho. Una versión en televisión, en directo, cuidado. Mick Jagger todavía tiene la cara de Jagger y los demás exactamente igual. Su cara, no la de Jagger. Satisfaction es la canción. Diatriba. ¿Son mejores los Rolling con Brian Jones o sin Brian Jones? No sé. Los discos con Mick Jones son muy buenos, claro, pero si tuviera que elegir... entre las 20 mejores de canciones raro sería que al menos 15 no fueran de aquella época. Que habían canciones de los Rolling que no sonaban a Rolling... pues oiga, no sé qué decirle, pero a mi me parecen fantásticas. Esta, Satisfaction, por ejemplo, nunca falla. Y habrá gente que no soporte a los Rolling, su rollo de súper estrellas, Jagger cae mal, el batería pasa, los otros son unos bolingas que parece que toquen sin ganas... pero véanlos aquí, y reflexionen. Pobre Brian Jones.
http://www.youtube.com/watch?v=7i7YGPgT_Ug&feature=related
Otra de las clásicas clasiquísimas. Es una canción pop. Let's Spend The night Together. Se puede decir más alto o más claro o en otro idioma, pero te entenderán igual. Aquí Jagger está demasiado saltarín, pero qué menos. Se cuenta que les tocó tocar después de James Brown una vez, a mediados de los sesenta, y que Brown se cabreó. De tal manera que hizo un concierto y una actuación en la que se movió aún más de lo que acostumbraba, para dejar en ridículo a los blanquitos aquellos. Y los blanquitos aprendieron la lección. Desde entonces Jagger empezó con las contorsiones. En fin. Cada uno es como es. De la época del 66, 67... me gustan un montón de canciones. Una época rara de los Rolling, o excelente. No sé. Me estoy liando un poquitín.
http://www.youtube.com/watch?v=l61MFiIeuVM
¿Rolling o Stones? ¿Cómo se llaman? Dicen que fueraspaña se les llama los Stones. El Carles Tardà aquel les llamaba también Stones. En la canción aquella los Burning decían que sintonizaban a los Stones. Pero a mi no me sale llamarles Stones. Yo los veo más Rolling. Un concierto de los Rolling. No sé. Me suena mejor. Menos pretencioso. Los Rolling y sus versiones. En los primeros discos, pero también en los discos llamados clásicos metían muchas versiones. Una de las que más me gusta es Mona (i need you baby), un clasicón de Bo Diddley que los Rolling no retocan demasiado. Manteniendo el ritmillo, contínuo, y el cantante desgañitándose gritando Mona. Me encanta. Lástima que no haya visto ninguna versión en vivo, con ellos interpretándola, o que no la habré encontrado.
http://www.youtube.com/watch?v=asCbsK-tH1M
Esta canción es también una versión. Sólo la encontré en una caja de cintas que tenía nuestro amigo Ramón, y que era la Biblia de los Rolling. Unas cintas con todos los singles, llamada London Years o algo así. Conseguí bajármela de Internet, naturalmente. Pero molaría tenerla en plan, tenerla de verdad. Pero bueno todo se andará. Esta canción es I don't Know How i Love you baby Aka I don't Know Why. Me encantaba. Era de las que estaba al final, con lo que supongo que aquí no sé si tocaría ya Mick Taylor o no. Creo que si. Es una canción muy bonita. Con el poco inglés que sabía y que se, aquellas frases de 'with another guy...'. Uf....
http://www.youtube.com/watch?v=ydHupXGnzPU
De toda la época de los llamados Discos buenos de los Rolling (Beggar's banquet, Sticky fingers, Let it Bleed, Exile on main street), hay un cerro de canciones alucinantes. Pero una de las que más me molan sin duda es Midgnight Rambler. No sé si es una versión o no, es del Let it Bleed, que es un discazo que te pasas. El Exile on main street se me hace largo, si quieren, pero el Let it Bleed, no hay ni una floja. Bueno, aquí los tenemos en directo en el 71, con Mick Taylor ya demostrando el porqué de su fichaje. Son casi diez minutazos en los que se les va un poquito la piza y ya. En el libro sobre Syd Barrett se habla de los Rolling como ejemplo de grupo que se echa a perder y se repite o que 'hace improvisaciones', o algo así dice. No sé, me parece una crítica muy severa. No inventan la sopa de ajo, pero le dan un qué.
http://www.youtube.com/watch?v=MxK4j5u-KC8&feature=fvsr
Vamos a ver que no nos esté quedando largo esto. Del disco Some Girls es difícil quedarse con una sola. Hay muchas, When the whip comes down, Lies, I miss you... claro. Pero yo me quedaré con Respectable. Porque si buena es la canción, tremendo es el vídeo, que no te cansas de ver nunca. Jagger tocando la guitarra eléctrica! Como si no fueran suficiente los dos que tienen, con Ron Wood ya haciendo el ganso, se mete también. Y cuando cogen y se meten en la otra habitación rompiendo el tabique, con las guitarras. En fin. Se decía que esta canción era como una respuesta al punk, como una demostración de que ellos todavía eran cañeros, aunque estuvieran metidos en la jet. Y la canción, cañera, es. Y mucho. Con el raka raka de la batería que parece que no haga nada, pero oiga, las canciones no suenan igual.
http://www.youtube.com/watch?v=Qn5q_qrl2N0
Y nos podríamos despedir con I miss you, mismo. O con Emotional Rescue. Pero no. Mucho mejor el despedirse con una movida, con la de She's so Cold. Digamos que esta la descubrí bastante reciéntemente, y no sé porqué. Estoy tan caliente y ella es tan fría. Ella es tan fría, tan fría. En el vídeo ya se ve el nivel de los años ochenta. Jagger haciendo aspavientos y los demás como si estuvieran por puro compromiso. Pero simplemente estando allí, ya le dan más brillo a la cosa que otros poniendo cara de malosos. Ella es tan fría, tan fría. Charles, caja, bombo. Y los otros punteando por encima como el que no hace nada. Qué cancionón por dios.
http://www.youtube.com/watch?v=Xrx_55SgwAY
Y ya nos vamos. Los Rolling Stones, cincuenta años. Casi nada. A ver si vienen otra vez, tiramos el dinero y que nos quiten lo bailao. La última de todas, ya está. Start me up. Ya está. Nos vamos. Ya está. Ninguna más. La última. De verdad. Es la última. No busco ninguna más. Apago el youtube. Ninguna más. En serio. De verdad. Con el Jagger con la cara de recién levantado.
http://www.youtube.com/watch?v=Cf8tHzeekbQ&feature=related
Venga, buen fin de semana a todos los seres humanos menos a Andrea Fabra. Por focalizar el asunto en alguien. Salud.
jueves, 12 de julio de 2012
Relovución
Mi libro sobre los bogomilos no avanzaba. No sé de dónde me vino la idea. Creo que fue una sugerencia del Señor Tresmonti, que me habló de hacer un libro que se saliera momentáneamente de mi temática para que mis lectores respiraran un poco y así diversificar y ampliar el espectro de mi público. Los bogomilos me interesaban como me interesan todas las cosas. Saber por saber. Por poder contar algo cuando la gente apuntase el tema. Yo que sé. Para documentarme, contacté con un profesor búlgaro que impartía clases en la Universidad, Vitali Grigoriev. Al parecer, el Doctor Grigoriev había realizado algunos trabajos sobre la secta bogomila, que se había desarrollado en los Balcanes allá por la Alta Edad Media, y durante unos días estuve consultando con él diversos asuntos referentes al argumento de mi novela. Era un señor muy simpático y a la quinta visita, puedo decir que ya éramos amigos.
Era una persona apasionada por la historia y con una grandísima capacidad para fabular. Contaba las historias con gracia, con teatralidad, y haciendo honor a su nombre, con vitalidad. Seguimos viéndonos algunas veces más y un día le pregunté porqué no había escrito él alguna vez alguna novela. Y me contó su caso. Al parecer, en su juventud, el Doctor Grigoriev se había mezclado con diversos grupúsculos anarquizantes de su país. Redactaban pasquines, panfletos, diarios clandestinos, repartían su ideario clandestinamente en la Universidad de Sofia y alguno de ellos había dado con sus huesos en la cárcel. Para sorpresa y regocijo mío, el Doctor Grigoriev decidió que la historia de aquellos revolucionarios, algo alocados y chapuceros, que encontró en su célula debía ser contada. Así, se basó en personajes que conocía de primera mano, incluso en él mismo, para hacer un fresco sobre la situación de la juventud revolucionaria e ilustrada de su tiempo y país. Búlgaros que iban a cambiar el mundo.
Cuando ya tuvo el libro listo, lo entregó a un editor dispuesto a jugarse el tipo por la causa. El libro iba a llamarse 'La Revolución entre nosotros', y pasó lo que nadie quiere que pase. El libro se imprimió no en Sofia, si no en Kiev, ya que lo que las autoridades rusas prohibían en su suelo, lo fomentaban para los demás, y así sucedió que al entrar en imprenta, el encargado de titular e imprimir la tapa del libro, se equivocó y el volumen apareció con el título de 'La Relovución entre nosotros'.
Aquello ya no tenía marcha atrás, se decidió que a nadie le importaría un error de esas características, y que por la causa, todos los revolucionarios tendrían el buen espíritu de leer el libro con el mismo interés. Efectivamente, el libro se leyó. Muchísimo. La tapa sobre todo. Sin quererlo, se corrió la voz del libro imperfecto ya desde el comienzo. El libro que ya al principio anunciaba todos los dislates posibles. Paradójicamente, sin Grigoriev proponérselo, el libro se vendió muchísimo como un libro de humor, como una sátira de la revolución y los revolucionarios. Los burgueses imprimían copias industriales con el error tipográfico incluido, los popes daban el libro a leer a sus feligreses. El tiro por la culata.
Sus antiguos camaradas le expulsaron de la organización, por haber hecho burla y befa y haber colaborado con el enemigo. Dio igual cualquier explicación. Grigoriev tuvo que salir del país, avergonzado.
La vida es que no sabe uno por dónde le va a dar el estacazo, la verdad.
Era una persona apasionada por la historia y con una grandísima capacidad para fabular. Contaba las historias con gracia, con teatralidad, y haciendo honor a su nombre, con vitalidad. Seguimos viéndonos algunas veces más y un día le pregunté porqué no había escrito él alguna vez alguna novela. Y me contó su caso. Al parecer, en su juventud, el Doctor Grigoriev se había mezclado con diversos grupúsculos anarquizantes de su país. Redactaban pasquines, panfletos, diarios clandestinos, repartían su ideario clandestinamente en la Universidad de Sofia y alguno de ellos había dado con sus huesos en la cárcel. Para sorpresa y regocijo mío, el Doctor Grigoriev decidió que la historia de aquellos revolucionarios, algo alocados y chapuceros, que encontró en su célula debía ser contada. Así, se basó en personajes que conocía de primera mano, incluso en él mismo, para hacer un fresco sobre la situación de la juventud revolucionaria e ilustrada de su tiempo y país. Búlgaros que iban a cambiar el mundo.
Cuando ya tuvo el libro listo, lo entregó a un editor dispuesto a jugarse el tipo por la causa. El libro iba a llamarse 'La Revolución entre nosotros', y pasó lo que nadie quiere que pase. El libro se imprimió no en Sofia, si no en Kiev, ya que lo que las autoridades rusas prohibían en su suelo, lo fomentaban para los demás, y así sucedió que al entrar en imprenta, el encargado de titular e imprimir la tapa del libro, se equivocó y el volumen apareció con el título de 'La Relovución entre nosotros'.
Aquello ya no tenía marcha atrás, se decidió que a nadie le importaría un error de esas características, y que por la causa, todos los revolucionarios tendrían el buen espíritu de leer el libro con el mismo interés. Efectivamente, el libro se leyó. Muchísimo. La tapa sobre todo. Sin quererlo, se corrió la voz del libro imperfecto ya desde el comienzo. El libro que ya al principio anunciaba todos los dislates posibles. Paradójicamente, sin Grigoriev proponérselo, el libro se vendió muchísimo como un libro de humor, como una sátira de la revolución y los revolucionarios. Los burgueses imprimían copias industriales con el error tipográfico incluido, los popes daban el libro a leer a sus feligreses. El tiro por la culata.
Sus antiguos camaradas le expulsaron de la organización, por haber hecho burla y befa y haber colaborado con el enemigo. Dio igual cualquier explicación. Grigoriev tuvo que salir del país, avergonzado.
La vida es que no sabe uno por dónde le va a dar el estacazo, la verdad.
miércoles, 11 de julio de 2012
Aburrición
No me había dado cuenta de que eso la pudo molestar. No caí en que ella también era parte del grupo. La señorita Wilkowski había llegado de Polonia hacía unos años y enseguida se había ganado la admiración del círculo por sus poemas algo abstractos, que dejaban un poso ciertamente amargo. Había llegado incluso a lograr un tercer puesto en los Juegos Florales convocados por el Ayuntamiento y era de las pocas personas a las que yo miraba con simpatía en aquel grupo. Me gustaba, ciertamente. Pero no se lo dije. Ni ella me dijo tampoco nada a mí hasta que fue demasiado tarde. Tampoco me lo dijo, realmente. En fin. Tras la aparición de Involución, y mientras todos me trataban con respeto y admiración, ella dejó de dirigirse a mí. Lo noté. Noté su distancia. Sus silencios. Sabía que se había sentido herida por el libro.
Yo no sabía hacia donde podría tirar, cuál podría ser el próximo libro. Empezaba a vivir algo más holgadamente y el dinero del primer libro me había servido para saldar deudas. El señor Tresmondi me instaba a que escribiera un nuevo libro ahora que el público estaba caliente. Así que decidí tirar por la calle de en medio y fabulé acerca de mi posible e imposible relación con la señorita Wilkowski. Como era algo que no había ocurrido, pero que en cierto modo sí que había ocurrido, porque la ruptura se produjo sin que hubiera mediado relación, y como mezclaba lo que había pasado de verdad con lo que me hubiera gustado que ocurriera así como también me atrevía a meterme en la cabeza de la señorita Wilkowski, -a la que cambié el nombre, claro, pasando a llamarse señorita Brazienska- y aventurar qué es lo que ella pensaba de lo que no pasó, de lo que pasó y demás.
Vamos. Cuando lo tuve todo terminado, no dejé de pensar que en realidad todo eso de contar lo que le pasa a uno con respecto a otro, no dejaba de ser un poco aburrido, porque a fin de cuentas, todo es lo mismo y siempre se acaba de la misma manera. De dos maneras. Bien o mal. Así que llamé al libro Aburrición. El libro se presentó esta vez en el Hotel Pintoret y según me dijeron, el mismísimo Duparten se encontraba entre el público, pero no se quedó a saludarme porque tenía compromisos.
Y ya se sabe que nunca se acierta cuando uno quiera, que si se está expuesto al favor del público este puede ser cambiante y mudable y que si no se cuenta con una maquinaria de promoción de la que yo todavía no disponía, algo podía fallar. El libro no funcionó en cuanto a ventas. Algunos críticos me pusieron por las nubes, considerando el trabajo mucho mejor que el de Involución y otros, como Saint Pepet en Le Griffeau Enchainé dijeron que 'al menos había sido decente a la hora de titular'. Incluso hubo una psicóloga británica, Mary Jennings, que dio una conferencia en el Café Battiston tan sólo para cargar contra mi libro y mi presunción.
Y lo peor de todo. Para sorpresa mía, los miembros del círculo me recibieron con abierta hostilidad. Un día llegué al café donde estaban reunidos y uno de ellos, Flaubert -nada que ver con el afamado novelista- me dijo que qué poca vergüenza había tenido. Que todo el mundo había visto en esas páginas que la señorita Wilkowski estaba reflejada, y que dejase de hacerle daño. Aluciné.
Durante un tiempo me aparté del mundanal ruido. Dejé de acudir al café e intenté preparar en solitario un libro sobre la historia de los bogomilos que no llegaría a publicarse, porque entonces conocí a Grigoriev.
Yo no sabía hacia donde podría tirar, cuál podría ser el próximo libro. Empezaba a vivir algo más holgadamente y el dinero del primer libro me había servido para saldar deudas. El señor Tresmondi me instaba a que escribiera un nuevo libro ahora que el público estaba caliente. Así que decidí tirar por la calle de en medio y fabulé acerca de mi posible e imposible relación con la señorita Wilkowski. Como era algo que no había ocurrido, pero que en cierto modo sí que había ocurrido, porque la ruptura se produjo sin que hubiera mediado relación, y como mezclaba lo que había pasado de verdad con lo que me hubiera gustado que ocurriera así como también me atrevía a meterme en la cabeza de la señorita Wilkowski, -a la que cambié el nombre, claro, pasando a llamarse señorita Brazienska- y aventurar qué es lo que ella pensaba de lo que no pasó, de lo que pasó y demás.
Vamos. Cuando lo tuve todo terminado, no dejé de pensar que en realidad todo eso de contar lo que le pasa a uno con respecto a otro, no dejaba de ser un poco aburrido, porque a fin de cuentas, todo es lo mismo y siempre se acaba de la misma manera. De dos maneras. Bien o mal. Así que llamé al libro Aburrición. El libro se presentó esta vez en el Hotel Pintoret y según me dijeron, el mismísimo Duparten se encontraba entre el público, pero no se quedó a saludarme porque tenía compromisos.
Y ya se sabe que nunca se acierta cuando uno quiera, que si se está expuesto al favor del público este puede ser cambiante y mudable y que si no se cuenta con una maquinaria de promoción de la que yo todavía no disponía, algo podía fallar. El libro no funcionó en cuanto a ventas. Algunos críticos me pusieron por las nubes, considerando el trabajo mucho mejor que el de Involución y otros, como Saint Pepet en Le Griffeau Enchainé dijeron que 'al menos había sido decente a la hora de titular'. Incluso hubo una psicóloga británica, Mary Jennings, que dio una conferencia en el Café Battiston tan sólo para cargar contra mi libro y mi presunción.
Y lo peor de todo. Para sorpresa mía, los miembros del círculo me recibieron con abierta hostilidad. Un día llegué al café donde estaban reunidos y uno de ellos, Flaubert -nada que ver con el afamado novelista- me dijo que qué poca vergüenza había tenido. Que todo el mundo había visto en esas páginas que la señorita Wilkowski estaba reflejada, y que dejase de hacerle daño. Aluciné.
Durante un tiempo me aparté del mundanal ruido. Dejé de acudir al café e intenté preparar en solitario un libro sobre la historia de los bogomilos que no llegaría a publicarse, porque entonces conocí a Grigoriev.
martes, 10 de julio de 2012
Involución
Yo les veía que hablaban entre ellos y que comentaban cosas que habían hecho cuando se habían reunido, cuándo fueron y cuando vinieron. Cuando presentaron aquel congreso sobre escritores de novela social, cuando montaron el concurso de literatura policíaca, los actos en los que homenajearon al poeta Ribadró... y aunque me sentaba con ellos, la verdad es que me sentía un poco fuera de lugar. Y todo tenía un porqué, una explicación. Aunque me constaba que ellos hacía tiempo que tampoco escribían nada reseñable, nada sustancioso, artículos en revistas que se editaban ellos mismos, panfletos sobre esto y aquello, colaboraciones con seudónimo en diarios de dudosa catadura y demás, yo estaba peor.
Me dí cuenta de que yo no hacía nada. Iba con ellos, me citaban para asistir a sus reuniones, pero no tenía nada que aportar. Menos que ellos aún. Hacía tiempo que había dejado de escribir, pero no era consciente de ello. De vez en cuando me plantaba ante el folio en blanco y escribía unas líneas, pero me interrumpía yo mismo para hacer cualquier otra cosa antes que lo que tenía en mente. Escribir se había convertido en una excusa, en algo que yo pensaba que hacía y que decía que hacía, pero que no dejaba de ser una fachada. Y aún así, en mi fuero interno, cuando estaba con aquella gente, sentado a su lado, escuchándoles, pensaba que yo era mejor que ellos. Que lo que hablaban y las cosas que se contaban carecían de interés. Que no me hacían gracia, que les tenía que soportar porque así estaba 'en el círculo', pero es que, la verdad ¿para qué?
Así las cosas, metido en un pequeño conflicto interior que era tan grave como para no dejar de seguir con el mismo rollo, decidí que iba a contar lo que me ocurría en un libro. No era una idea muy original, eso ya lo sabía, pero pensé que me serviría para contar de verdad una historia que me interesaba. Quería contar una historia de gente que escribía sin escribir, de intelectuales que no reflexionaban auténticamente sobre nada, de literatos como yo a los que les era imposible esforzarse en nada relacionado con la escritura. Quería plasmar una realidad que conocía, sin hacer sangre, solo retratando la inanidad, lo aburrido que era todo, lo inútil de nuestra pretensión.
Durante tres meses, todas las mañanas trabajaba cinco horas en una novela que salía sola. Sólo tenía que sentarme, recordar, hilar anécdotas, situaciones, ambientes, cosas que había visto, oído, sentido y vivido en mi propia carne. Yo mismo era un personaje de la historia, secundario, accesorio, no quería darme importancia. Siempre con nombres falsos, localizaciones inventadas, no quería hacer un documental, quería simplemente contar una historia. No quería hacer daño. A lo largo de esos meses, las cosas en el círculo seguían igual. Alguien presentó una colección de poemas de otro, uno hizo una conferencia en el Café sobre la muerte del ensayo, un espabilado quiso contar con unos calcetines en la mano a los que había cosido dos ojos la Iliada... y no le quedó del todo mal. Todo como siempre.
El libro se publicó una calurosa mañana de junio en la Galería Kremenstein. 'Involución', lo titulé. No sé porqué. No tengo un motivo claro. Lo presentó el dueño de la editorial que me hizo el favor de publicar el libro, el señor Tresmondi. Le llevé el original, se lo leyó y dijo que se había reído mucho. Y yo no quería hacer reír pero me dio igual. Quería que me lo publicaran y se acabó. A la presentación acudieron todos mis compañeros del círculo. Recibieron las invitaciones personalmente de mi mano y se sorprendieron porque no sabían que había estado escribiendo.
Un mes después el libro era un éxito. 'Involución', apareció reseñado en Le Pompe y el crítico Poulin de Frebe dijo que 'después de esto, quien se siente en un café y adopte una mirada melancólica, pontifique sobre la muerte de la educación, o se atreva a versificar deberá ser multado'.
Mis compañeros del círculo no se sintieron reflejados en el libro. Todos siguieron tratándome e incluso muchos de ellos se referían a mí con admiración. Yo lo había conseguido. Era un escritor de éxito y me preguntaban en qué estaba trabajando y si se podía saber.
Todos no me preguntaban. La señorita Wilkowski, me retiró la palabra para siempre. Precisamente, de todos ellos, la señorita Wilkowski era la que más me gustaba. Y fue ella la que me dio pie para mi siguiente trabajo.
Me dí cuenta de que yo no hacía nada. Iba con ellos, me citaban para asistir a sus reuniones, pero no tenía nada que aportar. Menos que ellos aún. Hacía tiempo que había dejado de escribir, pero no era consciente de ello. De vez en cuando me plantaba ante el folio en blanco y escribía unas líneas, pero me interrumpía yo mismo para hacer cualquier otra cosa antes que lo que tenía en mente. Escribir se había convertido en una excusa, en algo que yo pensaba que hacía y que decía que hacía, pero que no dejaba de ser una fachada. Y aún así, en mi fuero interno, cuando estaba con aquella gente, sentado a su lado, escuchándoles, pensaba que yo era mejor que ellos. Que lo que hablaban y las cosas que se contaban carecían de interés. Que no me hacían gracia, que les tenía que soportar porque así estaba 'en el círculo', pero es que, la verdad ¿para qué?
Así las cosas, metido en un pequeño conflicto interior que era tan grave como para no dejar de seguir con el mismo rollo, decidí que iba a contar lo que me ocurría en un libro. No era una idea muy original, eso ya lo sabía, pero pensé que me serviría para contar de verdad una historia que me interesaba. Quería contar una historia de gente que escribía sin escribir, de intelectuales que no reflexionaban auténticamente sobre nada, de literatos como yo a los que les era imposible esforzarse en nada relacionado con la escritura. Quería plasmar una realidad que conocía, sin hacer sangre, solo retratando la inanidad, lo aburrido que era todo, lo inútil de nuestra pretensión.
Durante tres meses, todas las mañanas trabajaba cinco horas en una novela que salía sola. Sólo tenía que sentarme, recordar, hilar anécdotas, situaciones, ambientes, cosas que había visto, oído, sentido y vivido en mi propia carne. Yo mismo era un personaje de la historia, secundario, accesorio, no quería darme importancia. Siempre con nombres falsos, localizaciones inventadas, no quería hacer un documental, quería simplemente contar una historia. No quería hacer daño. A lo largo de esos meses, las cosas en el círculo seguían igual. Alguien presentó una colección de poemas de otro, uno hizo una conferencia en el Café sobre la muerte del ensayo, un espabilado quiso contar con unos calcetines en la mano a los que había cosido dos ojos la Iliada... y no le quedó del todo mal. Todo como siempre.
El libro se publicó una calurosa mañana de junio en la Galería Kremenstein. 'Involución', lo titulé. No sé porqué. No tengo un motivo claro. Lo presentó el dueño de la editorial que me hizo el favor de publicar el libro, el señor Tresmondi. Le llevé el original, se lo leyó y dijo que se había reído mucho. Y yo no quería hacer reír pero me dio igual. Quería que me lo publicaran y se acabó. A la presentación acudieron todos mis compañeros del círculo. Recibieron las invitaciones personalmente de mi mano y se sorprendieron porque no sabían que había estado escribiendo.
Un mes después el libro era un éxito. 'Involución', apareció reseñado en Le Pompe y el crítico Poulin de Frebe dijo que 'después de esto, quien se siente en un café y adopte una mirada melancólica, pontifique sobre la muerte de la educación, o se atreva a versificar deberá ser multado'.
Mis compañeros del círculo no se sintieron reflejados en el libro. Todos siguieron tratándome e incluso muchos de ellos se referían a mí con admiración. Yo lo había conseguido. Era un escritor de éxito y me preguntaban en qué estaba trabajando y si se podía saber.
Todos no me preguntaban. La señorita Wilkowski, me retiró la palabra para siempre. Precisamente, de todos ellos, la señorita Wilkowski era la que más me gustaba. Y fue ella la que me dio pie para mi siguiente trabajo.
lunes, 9 de julio de 2012
Carmina o revienta
¿Qué sería de la vida si no pudiéramos decir de vez en cuando un sonoro 'hijo de la gran puta' para quedarnos más a gusto que Dios? Este y otros asuntos son los que hacen de 'Carmina o revienta' una película con la que te tienes que reír. Dirigida por Paco León, el Luisma de la serie de Aida o el que hizo que nos descojonáramos con su imitación de Raquel Revuelta, lo que puede ser que atraiga a mucho público o haga que la vean con prevención otros. Un actor, de comedia, de televisión, haciendo una peli, uy.
La peli la protagoniza su madre, que no es actriz profesional, y su hermana María, que tiene un Goya. La peli es un deshueve de reír. Y si no lo he dicho por aquí, lo digo aunque suene repetido. Esa misma historia, esos mismos personajes, hablando con otro acento, en un castellano normal, no tiene ni la mitad de gracia, pero solo oír lo que sale por esas boquitas, con ese acento que es de Sevilla pero no es de sevillanito, si no que es Parque Alcosa y más allá, te ríes como un piojo.
Carmina es una mujer que tiene un bar. También tiene un marido que es un bufas. Es el bufas que ya no bebe, el bufas que es como el del chiste aquel de 'no me haga palmas, sargento, que me conozco'. Y tiene una hija. La película está rodada como estos documentales de los grupos de música en los que pasan las cosas y el protagonista luego las va contando a cámara. La hija, María, se presenta en un monólogo a la cámara que ríete tú de los 'El diario' del mundo. Cuando dice lo de 'yo de chica, los muchachos na más, y el cigarrito chu chu chu'. La madre que la parió. La han echado del curro y ha vuelto al bar con su madre. Los diálogos entre ellas supongo que estarán guionizados, pero qué cosa. Ese llamarle 'hijaputa', 'cabrona', a la hija como se lo llama Carmina, de cachondeíto, bien, con gracia. Qué bueno, qué risor.
Habrá escenas más graciosas que otras, otras que no tienen ninguna gracia, y habrá quien quiera ver la película como una sucesión de gags, basados en qué graciosos son los andaluces cuándo hablan, pero a mí la película me ha gustado más que un tonto rascarse un sabañón. ¿Ven? Y es contagiosa, porque le hace a uno querer ser más gracioso de lo que es.
Nada, la película no tiene más historia que las que tiene que pasar Carmina para tirar adelante con el bar y con la vida. Con la hija que es un petardito todo el día hablando con la Susi (pronúnciese Susssi) y el marido embolingao y de charanguita todo el día. 'En las terapias', dice que está. Que si robos de jamones, que si problemas con el seguro, que si cosas de la salud... Hay un momento en el ambulatorio o donde sea, que una enfermera, después de enumerarse todo lo que se ha metido en el cuerpo la Carmina por equivocación, dice por lo bajini... 'está vacunada para ir a la India', en el que se salen. En fin. A uno que le hacen gracia estas cosas.
Supongo que a Carmina, la madre de Paco León, le darán más de un premio. O quizás ninguno. Y a la María. O nada. Y a Paco León, que no sale en la película, puede que también, pero da igual. Nada más que con el buen ratito que la peli te hace pasar, ya pagas la entrada. Que también dicen que la dan en su web y que está ya en DVD, pero qué leches, en el cine se ven las cosas de otra manera.
Y sales del cine con ganas de ir diciendo cada cinco minutos 'hija de la gran puta', sin qué ni porqué.
La peli la protagoniza su madre, que no es actriz profesional, y su hermana María, que tiene un Goya. La peli es un deshueve de reír. Y si no lo he dicho por aquí, lo digo aunque suene repetido. Esa misma historia, esos mismos personajes, hablando con otro acento, en un castellano normal, no tiene ni la mitad de gracia, pero solo oír lo que sale por esas boquitas, con ese acento que es de Sevilla pero no es de sevillanito, si no que es Parque Alcosa y más allá, te ríes como un piojo.
Carmina es una mujer que tiene un bar. También tiene un marido que es un bufas. Es el bufas que ya no bebe, el bufas que es como el del chiste aquel de 'no me haga palmas, sargento, que me conozco'. Y tiene una hija. La película está rodada como estos documentales de los grupos de música en los que pasan las cosas y el protagonista luego las va contando a cámara. La hija, María, se presenta en un monólogo a la cámara que ríete tú de los 'El diario' del mundo. Cuando dice lo de 'yo de chica, los muchachos na más, y el cigarrito chu chu chu'. La madre que la parió. La han echado del curro y ha vuelto al bar con su madre. Los diálogos entre ellas supongo que estarán guionizados, pero qué cosa. Ese llamarle 'hijaputa', 'cabrona', a la hija como se lo llama Carmina, de cachondeíto, bien, con gracia. Qué bueno, qué risor.
Habrá escenas más graciosas que otras, otras que no tienen ninguna gracia, y habrá quien quiera ver la película como una sucesión de gags, basados en qué graciosos son los andaluces cuándo hablan, pero a mí la película me ha gustado más que un tonto rascarse un sabañón. ¿Ven? Y es contagiosa, porque le hace a uno querer ser más gracioso de lo que es.
Nada, la película no tiene más historia que las que tiene que pasar Carmina para tirar adelante con el bar y con la vida. Con la hija que es un petardito todo el día hablando con la Susi (pronúnciese Susssi) y el marido embolingao y de charanguita todo el día. 'En las terapias', dice que está. Que si robos de jamones, que si problemas con el seguro, que si cosas de la salud... Hay un momento en el ambulatorio o donde sea, que una enfermera, después de enumerarse todo lo que se ha metido en el cuerpo la Carmina por equivocación, dice por lo bajini... 'está vacunada para ir a la India', en el que se salen. En fin. A uno que le hacen gracia estas cosas.
Supongo que a Carmina, la madre de Paco León, le darán más de un premio. O quizás ninguno. Y a la María. O nada. Y a Paco León, que no sale en la película, puede que también, pero da igual. Nada más que con el buen ratito que la peli te hace pasar, ya pagas la entrada. Que también dicen que la dan en su web y que está ya en DVD, pero qué leches, en el cine se ven las cosas de otra manera.
Y sales del cine con ganas de ir diciendo cada cinco minutos 'hija de la gran puta', sin qué ni porqué.
viernes, 6 de julio de 2012
Miscelánea
Vamos. Después de una semana llena de cremas y dificultades, por fin es viernes. Vamos. Arriba ahora. Vamos. Y lo vamos a celebrar yendo a ver a Iggy Pop. ¿Guay o no? Así, como el que no dice nada, sin darnos importancia. Con lo puesto. Sin alardes. En horario infantil, porque al parecer el muchacho toca a las nueve de la noche, que debe hacer todavía solete y todo. ¿Reproches a Iggy Pop? Por favor, ninguno. Menudo fiera. Sólo con que haga la mitad de lo que hizo la última vez que le vimos, en un Primavera hace... no sé, nos podemos dar con un canto en los dientes. Viene con los Stooges, no he mirado si tocarán el Raw Power o qué, pero aquí vamos a meter la cancioncita para que no se diga. Está grabada en un Fnac en Paris, que dirás, habrá vídeos mejores, pero y qué. ¿Qué pasa? Nos pondremos unos calcetinicos cortitos, nos beberemos unas cuantas birruquis y que le den viento al sistema, a la federación internacional, al organismo complementario y a la gobernanza. Ole ahí.
http://www.youtube.com/watch?v=h6Oyey4h_cc&feature=related
Y efectivamente, si hoy hacemos vendimia... mañana veremos a los Specials. Uno de los momentos estelares en la vida de quien escribe esto. De los que me faltan por ver, de los grandes, los Specials. Qué ganas. Qué ganas, qué ganas, qué ganas. Aunque no estoy en mi mejor momento, como se me haya puesto medio así la historia, me tienen delante gritando 'too much!! too much!!' y pidiendo a grito pelao que hagan un Enjoy yourself como dios manda. Mañana. Hoy bien, hoy de tranquis, pero mañana si que hay que ponerse las pilas. Specials. Aunque no venga el compositor de las canciones, pero bueno. Está el cantante mala sombra y el otro menda. Que bueno va a ser. Hace unos años, quizás el año pasado o el otro, vinieron al FIB y dieron el concierto por la radio. Fue buenísimo. Las clavaban todas. Oh, y como toquen la Sinfonía Skinhead... uy, uy, se me están yendo los pies ya. Nobody Else! Specials!!!!
http://www.youtube.com/watch?v=ZS11UGvX1aY
Uf. Qué subidón ya de buena mañana. Vamos a seguir con la onda musical de la buena con una de los White Stripes. Que tendría que aplicarme y escucharme el disco que sacó hace poco el Jack White, pues si. Pero es que, mira. No sé, me da miedo escucharlo y que no me guste y para qué quiero yo pasar malos ratos. No. Mejor nos quedamos con los clásicos. El otro día puse el White Blood Cells en casa mientras estaba haciendo nada y en plan, pongo la primera y... pues no pude quitarlo ya. Qué disco por el amor de dios, qué locurón, qué cosa. Tanto tiempo haciendo el chorra y descubres cosas nuevas que te gustaría saber hacer. Esto no tiene que ser difícil, pero seguro que cuesta un huevo. Esta es Aluminium, una instrumental, cortita, pero que es un desastrazo de canción de mucho cuidado.
http://www.youtube.com/watch?v=6x3NRrrXPBo
Venga, sigamos con la guaracha. Ya que hemos puesto una de los Specials, vamos a por un clásico de The Selecter, On the radio. Más gente trajeadita, con sus pantaloncicos arremangados para que se vean bien los calcetines blancos. Con esos zapatazos Martins. Yo tuve unos zapatos Martins. Zapatos zapatos, nada de aquellos zapatos que eran como las botas con la puntera de... nada. Zapaticos más chulos que todas las cosas... menos para mí, que no me gustaba llevar zapatos. Me los compré, me los ponía para las bodas y cosas así, y para de contar. Qué mala jugada. Fue comprarme los zapatos y meterme de lleno en los Pink Floyd y dejarme el pelo largo (en la medida de lo posible) y se acabaron los zapatos. Se quedaron arrinconados ahí en un rinconcillo y ya no me los volví a poner. Voy a preguntar a ver dónde pueden estar. Si mañana me pongo los zapatos ¿qué tal?
http://www.youtube.com/watch?v=VTGemShG6Q0
Oh! Tren, aléjame del campo, llévame de nuevo a la ciudad. Protégeme del sol, he intentado ser un amante de la naturaleza durante unas horas y mira cómo me he puesto. Oh, tren, devuélveme a casa. El Loaded de la Velvet Underground en un día de lluvia. El Fully Loaded, mejor dicho. He estado en el campo, bajo el sol, demasiado tiempo. Del segundo disco, el de las tomas raras, rescatamos este Train Round The Bend, que es una versión algo más larga que la versión que aparece en el disco normal. Esta canción, por ser de la Velvet, se la vamos a dedicar a nuestra Dama enmascarada, porque sí. Y no hay más que decir.
http://www.youtube.com/watch?v=0xJhBULogYg
Y nos vamos con una de Bryan Ferry que toca con los Roxy Music, porque esta canción en teoría sale en un disco en solitario de Ferry. En 'La Madeja' de Radio 3, ponen unos programazos de mucho cuidado. Enciclopedias de la música. Hicieron un especial sobre Bryan Ferry en solitario, y amigo, salen canciones muy chulas. Una de ellas es esta 'The in crowd', que casualmente aquí interpretan en el mismo sitio y con la misma gente que ese temascazo que alguna vez he puesto ya, el Out of the blue. Lo de siempre, gente que en teoría debes tener marcada como 'no recomendable' y que siempre te sorprende con cosas buenas. Ya pasa. Ese Ferry con bigotín...
http://www.youtube.com/watch?v=KJCy8zpFPTg
Pues nada. Que tengan un buen fin de semana y ya lo saben... Nobody Else!! Specials!!!
http://www.youtube.com/watch?v=h6Oyey4h_cc&feature=related
Y efectivamente, si hoy hacemos vendimia... mañana veremos a los Specials. Uno de los momentos estelares en la vida de quien escribe esto. De los que me faltan por ver, de los grandes, los Specials. Qué ganas. Qué ganas, qué ganas, qué ganas. Aunque no estoy en mi mejor momento, como se me haya puesto medio así la historia, me tienen delante gritando 'too much!! too much!!' y pidiendo a grito pelao que hagan un Enjoy yourself como dios manda. Mañana. Hoy bien, hoy de tranquis, pero mañana si que hay que ponerse las pilas. Specials. Aunque no venga el compositor de las canciones, pero bueno. Está el cantante mala sombra y el otro menda. Que bueno va a ser. Hace unos años, quizás el año pasado o el otro, vinieron al FIB y dieron el concierto por la radio. Fue buenísimo. Las clavaban todas. Oh, y como toquen la Sinfonía Skinhead... uy, uy, se me están yendo los pies ya. Nobody Else! Specials!!!!
http://www.youtube.com/watch?v=ZS11UGvX1aY
Uf. Qué subidón ya de buena mañana. Vamos a seguir con la onda musical de la buena con una de los White Stripes. Que tendría que aplicarme y escucharme el disco que sacó hace poco el Jack White, pues si. Pero es que, mira. No sé, me da miedo escucharlo y que no me guste y para qué quiero yo pasar malos ratos. No. Mejor nos quedamos con los clásicos. El otro día puse el White Blood Cells en casa mientras estaba haciendo nada y en plan, pongo la primera y... pues no pude quitarlo ya. Qué disco por el amor de dios, qué locurón, qué cosa. Tanto tiempo haciendo el chorra y descubres cosas nuevas que te gustaría saber hacer. Esto no tiene que ser difícil, pero seguro que cuesta un huevo. Esta es Aluminium, una instrumental, cortita, pero que es un desastrazo de canción de mucho cuidado.
http://www.youtube.com/watch?v=6x3NRrrXPBo
Venga, sigamos con la guaracha. Ya que hemos puesto una de los Specials, vamos a por un clásico de The Selecter, On the radio. Más gente trajeadita, con sus pantaloncicos arremangados para que se vean bien los calcetines blancos. Con esos zapatazos Martins. Yo tuve unos zapatos Martins. Zapatos zapatos, nada de aquellos zapatos que eran como las botas con la puntera de... nada. Zapaticos más chulos que todas las cosas... menos para mí, que no me gustaba llevar zapatos. Me los compré, me los ponía para las bodas y cosas así, y para de contar. Qué mala jugada. Fue comprarme los zapatos y meterme de lleno en los Pink Floyd y dejarme el pelo largo (en la medida de lo posible) y se acabaron los zapatos. Se quedaron arrinconados ahí en un rinconcillo y ya no me los volví a poner. Voy a preguntar a ver dónde pueden estar. Si mañana me pongo los zapatos ¿qué tal?
http://www.youtube.com/watch?v=VTGemShG6Q0
Oh! Tren, aléjame del campo, llévame de nuevo a la ciudad. Protégeme del sol, he intentado ser un amante de la naturaleza durante unas horas y mira cómo me he puesto. Oh, tren, devuélveme a casa. El Loaded de la Velvet Underground en un día de lluvia. El Fully Loaded, mejor dicho. He estado en el campo, bajo el sol, demasiado tiempo. Del segundo disco, el de las tomas raras, rescatamos este Train Round The Bend, que es una versión algo más larga que la versión que aparece en el disco normal. Esta canción, por ser de la Velvet, se la vamos a dedicar a nuestra Dama enmascarada, porque sí. Y no hay más que decir.
http://www.youtube.com/watch?v=0xJhBULogYg
Y nos vamos con una de Bryan Ferry que toca con los Roxy Music, porque esta canción en teoría sale en un disco en solitario de Ferry. En 'La Madeja' de Radio 3, ponen unos programazos de mucho cuidado. Enciclopedias de la música. Hicieron un especial sobre Bryan Ferry en solitario, y amigo, salen canciones muy chulas. Una de ellas es esta 'The in crowd', que casualmente aquí interpretan en el mismo sitio y con la misma gente que ese temascazo que alguna vez he puesto ya, el Out of the blue. Lo de siempre, gente que en teoría debes tener marcada como 'no recomendable' y que siempre te sorprende con cosas buenas. Ya pasa. Ese Ferry con bigotín...
http://www.youtube.com/watch?v=KJCy8zpFPTg
Pues nada. Que tengan un buen fin de semana y ya lo saben... Nobody Else!! Specials!!!
jueves, 5 de julio de 2012
Dijo la voz popular
Me voy a cambiar la habitación por que estoy ya cansada de verla. No sé los años que hace que la puse, y ya estoy harta, de verdad. No, al final no subieron el domingo. La niña, con el teléfono ese que se ha comprado, se ve que miró y le salió que el domingo no iba a hacer buen día y ya pensaron en no venir. Avisaron y me quedé con la mesa casi puesta. Menos mal que vinieron los consuegros, al menos, que pensaron en venir a ver a los nietos y a tomar el aperitivo, pero ya se quedaron a comer. Y yo le había comprado a la pequeña un bañador monísimo, y bueno, pues ya se lo daré cuando suban otro día. Porque es que entre semana, la Moni va tan liada que no podemos vernos, y la chica se queda casi toda la semana con los consuegros, que viven al lado. La dejan allí y ya está. Pues es que no me encuentro muy allá. No está haciendo calor este verano. Ha hecho un día solo de calor. Uno. Dos como mucho, aquellas dos noches que no se pudo dormir. Qué calor hizo. Un calor horroroso, pero para la fecha que estamos, no está haciendo nada de calor. Si por las noches me tengo que echar una sabanita o algo por encima porque de madrugada me despierto helada, de verdad. Así que me parece que me he constipado. O que cogí frío en la torre este fin de semana, no sé. Ya ves, este invierno no ha hecho frío y este verano no va a hacer calor. El tiempo está loco. No me bañé, no, si estuvo todo el domingo nublado y chispeando. Y mi marido que había comprado la carne y todo para asar y eso, pues nada. Se llevó un disgusto. Se había comprado unas tenazas nuevas y todo para coger la carne y estaba más contento. Pero bueno, nada. No, él no va a la playa. Se quema enseguida. Es muy blanquito de piel y se quema. Pero vamos, se pone rojo rojo rojo, y luego está toda la semana renegando. A él dale carne unas brasas y lo tienes todo el día dándole vueltas a la butifarra más contento que un pepe. Bueno, pues ella está bien, pero claro, ahora está un poco preocupadilla porque el marido se ha quedado en el paro y está un poco así. Porque claro, querían irse de vacaciones y ahora no sabe si van a poder irse o no. El marido dice que si, mi yerno, pero ella dice que no sabe, que le ve apagadillo y que no le ve con ganas, pero él que si y que si. Así que se irán igualmente. No sé, creo que se van una semana a Menorca y luego otra semana a un apartamento en la playa, en Cádiz. A Menorca se van solos, y a Cádiz con una pareja de amigos, que van también con los críos y eso. Pero claro, si les hace estos días, no sé qué playa van a tener. Ay, si, me estuvo enseñando mi consuegra las fotos que le habían sacado a la chica con la camiseta de España en el partido. Qué graciosa está. Ahora está ya hablando con la media lengua y está para comérsela. 'Bela, bela', me llama. A la otra la llama yaya. Y yo soy la bela. De verdad, está preciosa. Querían ir a por otro, pero no sé ahora con el yerno en el paro si se van a lanzar. Pero yo les digo que no se preocupen y que tiren que nosotros estamos para eso y que ya pasará. Pero que no saben. Ahora cuando salga de aquí si me da tiempo voy a pasarme por el Mercadona y voy a comprar algo de fruta y unos helados para la chica por si vienen este sábado a la torre, porque mi marido no ha comprado nada, seguro.
miércoles, 4 de julio de 2012
Karpov
¿Todas estas partidas las he jugado yo? ¿Y yo he movido eso? ¿Eso lo he puesto yo ahí? Aquí dice que si, que son partidas históricas mías, que esta posición reproduce un momento de la partida contra aquel y esta contra el otro, pero es que no me acuerdo. Voy a volver a ponerme al principio de la mesa, porque no me aclaro. Si yo hago siempre más o menos lo mismo. Salgo, espero, espero, espero, voy enredando, me fijo más en lo que tengo atrás que delante, sin hacer otra cosa que esperar a ver qué pasa, esperando a ver qué hace el otro, cómo viene la cosa y actuar, pero sin desviarme del camino. Y he de decir que casi siempre me ha salido bien. Vamos, no he llegado a donde estoy haciendo otra cosa. Pero ahora, viendo estas partidas... no sé. Yo creo que me acuerdo de casi todo lo que he hecho. Se supone que una de las claves del éxito del ajedrecista estriba en conocer muchas partidas, variantes, excepciones, momentos, planificarlo todo, y dejar un poco, en mi caso, un poco nada más de espacio para la improvisación. Y estoy viendo que o bien, estos de la organización son unos cabrones y han querido seleccionar las partidas en las que más tonterías he hecho, o bien, es que hago más tonterías que las que me reconozco. No sé. Qué pinta ese peón ahí, qué hacen esas torres una en Kazán y la otra en Riazán, dónde va esa reina de excursión, qué pelotas estaba yo pensando cuando he cambiado ese caballo por dos peones... No sé. Deben ser partidas de cuando yo era muy joven. ¿No? Igual cuando era joven y no tenía todavía el estilo formado. Yo que sé. Pero esas locuras, esas estridencias, es que las veo y no me reconozco. A ver la fecha de esta... esta no es de hace tanto. Y esta tampoco. Estoy flipando. Adios, mira esta. El rey de paseo. Pero de paseo. ¿Y esto de cuándo pone que es? ¡No puede ser! Esto tiene que estar equivocado porque yo jamás, jamás nunca he jugado en este sitio que pone y aquí dice que si. Y ese rey de paseo, buscando setas en el centro del tablero, vamos, prefiero antes que se me pase el tiempo a hacer eso. ¿Yo sacando el rey? Pero eso dónde se ha visto. Ahora mismo llamo al encargado de esto y le digo que de qué vamos. ¿Yo sacando el rey a pasear?
martes, 3 de julio de 2012
Impresiones desde Lieja
En su apasionante libro de viajes 'Impresiones desde Lieja', el inglés más británico del Reino Unido, Tofol Pettigrew nos sobrecoge con un nimio detalle que observó en una calle de la ciudad belga en la que vivió durante 35 años.
'Lieja es una ciudad que tiene sus cosas. A lo largo de este libro hemos visto como sus gentes, si en un primer momento parecen hoscas, a lo largo de los años se mantienen en este nivel. Así como en otros lugares, siempre se alega que lo que es en un principio visible en la superficie, cuando se rasca se torna, aquí no. Lo que es, es. No hay más. Gente intratable, de poco conversar, de ningún cariño, y nula empatía hacia los demás. Me encanta. No hace mucho encontré una calle cortada al tráfico por parte de una cadena de policías. Sorpréndase, amable lector, si le digo que aquel no había llovido, sino que siguió recogiendo el agua que venía cayendo desde hacía tres. Las calles estaban resbaladizas, chorreantes, las aceras húmedas, la pavimentación adoquinizada era una tortura para los tobillos sensibles como los míos.
Allí, cerca de una plaza cuyo nombre nunca conseguí memorizar, una barrera humana de policías cortaba el tráfico y no dejaba que transeúnte, coche, bicicleta o ser vivo cualquiera atravesase su dispositivo. Seis hombres y un superior. El superior vigilaba que no hubiese ningún problema por un lado, mientras los otros seis lo hacían por el otro. Ante esa desproporción de fuerzas, alburé que quizás en el otro extremo de la calle hubiese algún tipo de manifestación vindicando algo que se le debiera a una parte descontenta de la población. Así que, sin gran cosa a la que dedicarme ese día como otros, decidí plantarme delante del superior y esperar a ver qué podía estar pasando.
Naturalmente, el superior no me prestó mayor atención, y allí pude estar so pena de estar calándome con la humedad reinante y cogiendo un poco de frío porque, lamentablemente, había salido con poca ropa. En la calle estábamos ellos y yo, porque nadie más se había puesto a curiosear. Simplemente veían la calle cortada y pasaban a otra cosa. Yo no. Necesitaba fijarme en ese apunte extraño, en ese toque pintoresco, quizás de ahí podría extraer alguna conclusión que me ayudase a catalogar a los liejenses como una población singular y merecedora de un reconocimiento mayor por parte de las demás poblaciones que, a juicio de las personas liberales y civilizadas de mi tierra de origen, saben que todo lugar merece consideración mayor que el pueblo del vecino.
Pasada una media hora, allí nada ocurría. Lo mismo que la media hora siguiente. Me entró hambre y en un puesto de salchichas pedí una idem y me la comí delante del superior. Mi vista no me llevaría a ganar un concurso en la feria del ganado si en éste se valorase la vista, pero puedo decir que al otro lado de la calle, nada ocurría. Y nada ocurrió. Sonaban las campanas que daban las siete de la tarde y empezaba a ser noche cerrada, cuando el dispositivo se desarmó. Rompieron filas, mientras el superior se dirigía a mí y me pedía la filiación. 'Soy súbdito británico, caballero', le respondí en un perfectísimo inglés, que es el único idioma con el que me relaciono de una manera franca y sincera. El superior escupió en el suelo, me pegó un empujón y en un flamenco que poco a poco, después de tantos años, iba entendiendo logré entender que me decía 'hay que ser gilipollas'. El grupo de siete policías avanzó hasta el final de la calle, dobló la esquina y ahí terminó la escena.
Conclusión: el trabajo del viajero observador está sujeto a todo tipo de peligros y de vez en cuando hay que jugarse el tipo, pero merece la pena no dejar de aprender nunca.'
¿Bien o no? Pues el resto del libro, por el estilo.
'Lieja es una ciudad que tiene sus cosas. A lo largo de este libro hemos visto como sus gentes, si en un primer momento parecen hoscas, a lo largo de los años se mantienen en este nivel. Así como en otros lugares, siempre se alega que lo que es en un principio visible en la superficie, cuando se rasca se torna, aquí no. Lo que es, es. No hay más. Gente intratable, de poco conversar, de ningún cariño, y nula empatía hacia los demás. Me encanta. No hace mucho encontré una calle cortada al tráfico por parte de una cadena de policías. Sorpréndase, amable lector, si le digo que aquel no había llovido, sino que siguió recogiendo el agua que venía cayendo desde hacía tres. Las calles estaban resbaladizas, chorreantes, las aceras húmedas, la pavimentación adoquinizada era una tortura para los tobillos sensibles como los míos.
Allí, cerca de una plaza cuyo nombre nunca conseguí memorizar, una barrera humana de policías cortaba el tráfico y no dejaba que transeúnte, coche, bicicleta o ser vivo cualquiera atravesase su dispositivo. Seis hombres y un superior. El superior vigilaba que no hubiese ningún problema por un lado, mientras los otros seis lo hacían por el otro. Ante esa desproporción de fuerzas, alburé que quizás en el otro extremo de la calle hubiese algún tipo de manifestación vindicando algo que se le debiera a una parte descontenta de la población. Así que, sin gran cosa a la que dedicarme ese día como otros, decidí plantarme delante del superior y esperar a ver qué podía estar pasando.
Naturalmente, el superior no me prestó mayor atención, y allí pude estar so pena de estar calándome con la humedad reinante y cogiendo un poco de frío porque, lamentablemente, había salido con poca ropa. En la calle estábamos ellos y yo, porque nadie más se había puesto a curiosear. Simplemente veían la calle cortada y pasaban a otra cosa. Yo no. Necesitaba fijarme en ese apunte extraño, en ese toque pintoresco, quizás de ahí podría extraer alguna conclusión que me ayudase a catalogar a los liejenses como una población singular y merecedora de un reconocimiento mayor por parte de las demás poblaciones que, a juicio de las personas liberales y civilizadas de mi tierra de origen, saben que todo lugar merece consideración mayor que el pueblo del vecino.
Pasada una media hora, allí nada ocurría. Lo mismo que la media hora siguiente. Me entró hambre y en un puesto de salchichas pedí una idem y me la comí delante del superior. Mi vista no me llevaría a ganar un concurso en la feria del ganado si en éste se valorase la vista, pero puedo decir que al otro lado de la calle, nada ocurría. Y nada ocurrió. Sonaban las campanas que daban las siete de la tarde y empezaba a ser noche cerrada, cuando el dispositivo se desarmó. Rompieron filas, mientras el superior se dirigía a mí y me pedía la filiación. 'Soy súbdito británico, caballero', le respondí en un perfectísimo inglés, que es el único idioma con el que me relaciono de una manera franca y sincera. El superior escupió en el suelo, me pegó un empujón y en un flamenco que poco a poco, después de tantos años, iba entendiendo logré entender que me decía 'hay que ser gilipollas'. El grupo de siete policías avanzó hasta el final de la calle, dobló la esquina y ahí terminó la escena.
Conclusión: el trabajo del viajero observador está sujeto a todo tipo de peligros y de vez en cuando hay que jugarse el tipo, pero merece la pena no dejar de aprender nunca.'
¿Bien o no? Pues el resto del libro, por el estilo.
lunes, 2 de julio de 2012
Eduardo Mendoza. Riña de gatos.
José Antonio Primo de Rivera como si fuera un galán de cine. Te vas de farra con José Antonio Primo de Rivera. Te vas de juerga con José Antonio Primo de Rivera. José Antonio Primo de Rivera hablando de literatura, mujeres, la vida, mientras se baja una botella de whisky contigo. José Antonio Primo de Rivera te rescata a bordo de su Chevrolet en medio de un tiroteo. José Antonio Primo de Rivera, un gentleman que vive entre dos pasiones.
Riña de Gatos es el libro con el que Eduardo Mendoza gana el premio Planeta en 2010, pero yo me lo leí la semana pasada. Soy muy fan de Eduardo Mendoza. Menos los últimos libros, los del viaje de Horacio Dos y algún otro, creo que me leído buena parte de su obra. En este libro se reconocen muchos de los puntos que hacen de Mendoza un crack. ¿Es bueno? ¿Es malo? Es un libro entretenido, muy entretenido, en el que al final... pues nada.
El libro nos cuenta la llegada de un inglés un tanto bobete, como algunos de los protagonistas de los libros de Mendoza, que viene a España en marzo del 36 a tasar un cuadro. Se verá inmerso en una trama de tres pares de narices, porque al parecer el cuadro que va a tasar y el dinero que se consiga, servirán para financiar a la Falange, que quiere montarla parda. El inglés, que tiene por costumbre no meterse en política, sabe mucho de Velázquez, pero parece que sabe poco de la España actual (del 36), ya que cada dos por tres le tienen que ir contando cómo está la película aquí, quiénes son los de la Falange, estos, los otros, y los de más allá.
El cuadro que va a tasar es propiedad de una familia de rancio abolengo. Tienen cuatro hijos, pero solo salen tres a escena. La hija mayor, Paquita, está enamorada de José Antonio Primo de Rivera. La pequeña, Lilí, se enamora del inglés. El joven Guillermo es falangista. El inglés se enamora de Paquita, claro. Una chica dispuesta, liberada o así lo parece, racial. Pero que quiere a otro.
Aunque parece una misión secreta, todo el mundo sabe qué hace el inglés en Madrid. La Dirección General de Seguridad, con el teniente coronel Marranón, lo sabe, la Embajada inglesa, lo sabe. Hasta los comunistas lo saben. Un agente comunista, llamado Higinio Zamora Zamorano pretende que el inglés se lleve a Inglaterra a la hija de una compañera que ha tenido que dedicarse 'al oficio', la Toñina. No sé porqué pero esta Toñina me recuerda a otros personajes de Mendoza. Todo ello en un clima de tensión, porque sabemos que hay tensión, y de normalidad. Con la gente yendo a las cafeterías, comiendo churros, esto y lo otro.
El libro va avanzando en la trama y al final nada. Van apareciendo personajes históricos, como Azaña, Ramiro Ledesma, Sánchez Mazas, Queipo de Llano, Mola y... Franco. Glups. Ya sabemos como termina todo, al final nada. Eduardo Mendoza medio insinúa que José Antonio Primo de Rivera ya sabía que los militares se la iban a jugar, que sólo le quedaba la desesperada, que ni él se creía lo que decía, que se había aburrido del personaje, pero que no le quedaba otra que seguir con la broma hasta el final. José Antonio.
Sabiendo, como sabemos, la de tropelías, infamias y sufrimientos que se infligieron a la población 'no afecta', en nombre de José Antonio, se nos saltan un poco los puntos con este tratamiento tan 'normal' de su figura. Y como siempre, Mendoza lo cuenta todo con ese sentido del humor que hace parecer chusco y grotesco lo más triste, pues tampoco sabemos si lo que nos dice, lo dice o nos toma el pelo. Quién sabe. Hasta el inglés aventura que podría tratarse de un agente soviético. Nada menos.
El inglés viene y se va no como ha venido, pero sí con una historia que contarle a sus nietos y sus nietos. Ya sabe algo más de ese país tan extraño, tan salvaje y tan encantador al mismo tiempo, España, que en unos días se meterá en una guerra que no dejará piedra sobre piedra. Bueno, dejará algunas piedras, pero para qué.
Riña de Gatos es el libro con el que Eduardo Mendoza gana el premio Planeta en 2010, pero yo me lo leí la semana pasada. Soy muy fan de Eduardo Mendoza. Menos los últimos libros, los del viaje de Horacio Dos y algún otro, creo que me leído buena parte de su obra. En este libro se reconocen muchos de los puntos que hacen de Mendoza un crack. ¿Es bueno? ¿Es malo? Es un libro entretenido, muy entretenido, en el que al final... pues nada.
El libro nos cuenta la llegada de un inglés un tanto bobete, como algunos de los protagonistas de los libros de Mendoza, que viene a España en marzo del 36 a tasar un cuadro. Se verá inmerso en una trama de tres pares de narices, porque al parecer el cuadro que va a tasar y el dinero que se consiga, servirán para financiar a la Falange, que quiere montarla parda. El inglés, que tiene por costumbre no meterse en política, sabe mucho de Velázquez, pero parece que sabe poco de la España actual (del 36), ya que cada dos por tres le tienen que ir contando cómo está la película aquí, quiénes son los de la Falange, estos, los otros, y los de más allá.
El cuadro que va a tasar es propiedad de una familia de rancio abolengo. Tienen cuatro hijos, pero solo salen tres a escena. La hija mayor, Paquita, está enamorada de José Antonio Primo de Rivera. La pequeña, Lilí, se enamora del inglés. El joven Guillermo es falangista. El inglés se enamora de Paquita, claro. Una chica dispuesta, liberada o así lo parece, racial. Pero que quiere a otro.
Aunque parece una misión secreta, todo el mundo sabe qué hace el inglés en Madrid. La Dirección General de Seguridad, con el teniente coronel Marranón, lo sabe, la Embajada inglesa, lo sabe. Hasta los comunistas lo saben. Un agente comunista, llamado Higinio Zamora Zamorano pretende que el inglés se lleve a Inglaterra a la hija de una compañera que ha tenido que dedicarse 'al oficio', la Toñina. No sé porqué pero esta Toñina me recuerda a otros personajes de Mendoza. Todo ello en un clima de tensión, porque sabemos que hay tensión, y de normalidad. Con la gente yendo a las cafeterías, comiendo churros, esto y lo otro.
El libro va avanzando en la trama y al final nada. Van apareciendo personajes históricos, como Azaña, Ramiro Ledesma, Sánchez Mazas, Queipo de Llano, Mola y... Franco. Glups. Ya sabemos como termina todo, al final nada. Eduardo Mendoza medio insinúa que José Antonio Primo de Rivera ya sabía que los militares se la iban a jugar, que sólo le quedaba la desesperada, que ni él se creía lo que decía, que se había aburrido del personaje, pero que no le quedaba otra que seguir con la broma hasta el final. José Antonio.
Sabiendo, como sabemos, la de tropelías, infamias y sufrimientos que se infligieron a la población 'no afecta', en nombre de José Antonio, se nos saltan un poco los puntos con este tratamiento tan 'normal' de su figura. Y como siempre, Mendoza lo cuenta todo con ese sentido del humor que hace parecer chusco y grotesco lo más triste, pues tampoco sabemos si lo que nos dice, lo dice o nos toma el pelo. Quién sabe. Hasta el inglés aventura que podría tratarse de un agente soviético. Nada menos.
El inglés viene y se va no como ha venido, pero sí con una historia que contarle a sus nietos y sus nietos. Ya sabe algo más de ese país tan extraño, tan salvaje y tan encantador al mismo tiempo, España, que en unos días se meterá en una guerra que no dejará piedra sobre piedra. Bueno, dejará algunas piedras, pero para qué.