martes, 31 de mayo de 2022
Crónica del #PleGramenet de Mayo. Detente.
lunes, 30 de mayo de 2022
Estamos hablando del Blues
Estamos hablando del Blues. Antes como persona, ahora como afectado. Ante una nueva edición del Festival de Blues Santako in Blues, he de decir que este año mi asistencia al festival ha sido más reducida que nunca y se ha limitado a tres eventos, uno en el Teatre Sagarra, una espectacular actuación de The Blues Prisoners en la Sisqueta y el apabullante recital de El Tolo en el Pir33. Por lo demás, me siguen asaltando las mismas preguntas y los mismos dilemas que acostumbro a tener en torno al Blues. Porque estamos hablando del Blues. Naturalmente, y como dijeron muchos de los que han ido participando en el festival, el Blues es la madre de buena parte de las músicas que escuchamos e interpretamos. Sin el Blues y todo su legado, no habría patatín y patatán. ¿Hay que seguir haciendo Blues? Esto es un país libre y más allá de faltarle el respeto a la gente, todo el mundo puede hacer y practicar el estilo de música que le de la gana. Pero estamos hablando de Blues. ¿Qué blues? Vuelvo otra vez a lo mismo. ¿Qué es el blues? Digo lo mismo como si lo hubiera dicho antes. El blues que me gusta es ese blues que hicieron The Blues Prisoners y que entiendo que no es lo que tocó El Tolo porque hizo otra cosa, genial, pero otra cosa. Y qué es el blues... para mí. Incluso en estos momentos en los que nos hemos adentrado por la procelosa senda de intentar imitar a las bandas que nos gustan, con nuestros simples y torpes conocimientos técnicos sobre la cosa, diría que el blues que me gusta y el que me gusta hacer, se parecen bastante. No me gusta el blues que vaya a sonar limpio, que suene bien, que demuestre que se domina, que haga a la gente bailar... no. Ese no. Por casualidad he escuchado un disco de los Black Keys, el Kream nosequé, de versiones. Eso es lo que me gusta. Una cosa sencilla, simple. Sucia. Estamos hablando del Blues. Un género que no se muere por más que nos esforcemos en replicarlo una y otra vez con lo que debería cansar y debería aburrir tantas veces lo mismo, los mismos giros, los mismos acordes, los mismos elementos, la misma combinación y sin embargo algo tiene que yo que sé y que qué se yo. El blues, no me gusta. No me gusta en una buena parte de sus representaciones tal y como las vamos descubriendo. Solo me gustan unas pocas. Y solo sabría desarrollar unas pocas menos todavía. El blues y la historia del blues. Vamos a hacer un disco de blues, en el 2022 y cómo lo hacemos. Qué es lo que tendríamos que hacer. Qué queremos hacer. Qué queremos ser que no haya sido ya. Qué queremos hacer que no parezca una nueva repetición de lo mismo pero tocado por nosotros. No sabemos tocar, hagámoslo deliberadamente esquelético, quitémosle al blues... ojo, creo que voy a acabar ya aquí. Quitémosle al blues la música.
viernes, 27 de mayo de 2022
Desea pienso
Venga, piensa un deseo. Venga, concéntrate, descarta todo lo que sea superfulo, digo, supérfluo, descarta lo que ya esté más que deseado, no hagas otra vez lo de la paz y la amistad, no pienses otra vez en los bienes materiales que está feísimo, piensa, piensa rápido, piensa mientras estás soplando, concéntrate en algo bueno, algo que te haga mejor persona a ti pero que haga también mejores a los demás, ojo, que no estoy diciendo que los demás sean peores y necesiten mejorar, qué va, no va de eso, digo que ya que uno va a pedir algo pues que sea así como a nivel colectivo, digo yo, porque no me considero una persona egoísta, o quizás sí, porque al final estoy pensando un deseo y claro, eso significa que tengo deseos y esa es la primera de las bases para el fomento del egoísmo, la maldad y me cago en la puta ya, venga, piensa un deseo, un deseo, algo que sea así como que lo tienes claro, que la gente lo tiene claro, que en cuanto le dicen piensa un deseo hacen bufff soplan y lo tienen todo pensado, porque la gente tiene claro qué es lo que desea y va a por ello y por eso viven y por eso consumen y por eso gastan y por eso trabajan y por eso respiran y por eso se sacrifican en pos de sus deseos y tú qué, qué, que estás concentrado y estás soplando y ni siquiera sabes qué narices estás deseando, por favor, venga, vamos, algo, algo que sabes lo que es pero es que todo va tan deprisa que aunque tengas el significado te falta el significante, mierda, al revés, no, es así, yo que sé, el tiempo va pasando inexorablemente, lentamente, rápidamente, dando vueltas sobre sí mismo, el puto tiempo, hace nada yo tenía yo que sé, pon que 13 o 14 años y estaba sentado en un pupitre y me sentaba así con el banco por medio de las piernas y localizaba al maño o al edu y me ponía a hablar con ellos, que era lo que me interesaba a mí y no lo que pudiera venir y un poco así seguimos más o menos, no atendiendo y buscando a ver con quién pegar la hebra, con la diferencia de que ahora tienes 47 años y va urgiendo que sepas un poco al menos por qué soplas las velas, a no ser que soples las velas, ojo, que soples las velas y que no hayas deseado nada y que sigas con el balón a la grada y que ya si eso, lo vamos viendo, que igual después del 47 viene el 48 y así pim pam, te plantas yo que sé en los 74 y catapum chimpum, ¿no? no, joder, es broma, cómo voy a pensar así, no os preocupéis que sí que he deseado algo, joder, que todo nos lo tomamos a la tremenda.
miércoles, 25 de mayo de 2022
El perro
Me dijo que tenía perro y no lo podía creer. Desde que lo conocí en los tiempos del Instituto siempre me había dicho que si había algo que detestaba era a la gente que sustituía los afectos personales por la compañía del animal. Ya entonces era así, muy tajante. De hecho alguna vez le llegué a decir que él no detestaba a tal o a cual tipo de gente, él detestaba a la gente. Y que por ende, se detestaba a él mismo. Yo también iba para psicólogo. El caso es que el día que me dijo que tenía perro estábamos tomando algo, en una de esas cenas que se organizan para recordar que seguimos siendo amigos. Hablando de su nueva vida, que estaba trabajando en una empresa en nosedónde, que se había dejado una de esas perillas lamentables de esas que solo puedes estar mirando la perilla y pensar cómo hay gente que todavía se deja perilla y más ese tipo de perilla, que vivía con una chica que había conocido en la empresa y que se habían pillado un perro. ¿Un perro? Un pomeranio. ¿Un pomeranio? Sí, la verdad es que estamos encantados con él. ¿Pero un pomeranio debe ser un perraco no? Pregunté como para disimular mi sorpresa, qué digo, mi enojo ante aquel cambio de parecer que demostraba nuevamente que no queda nadie a quien la vida no le haya cambiado y que todo eso de que las personas somos y ya somos y así somos y jamás cambiamos por más que tal, se derrumbaba una vez más. Pregunté desde el desconocimiento y desde la asociación de ideas. Nada que pueda ser pomeranio me puede parecer pequeño. Y me enseñó una foto, ya en el colmo de la desfachatez, una foto del tal pomeranio. Ciertamente era un perro pequeño y no parecía que por su aspecto contribuyera a la tranquilidad familiar. Perro pequeño y nervioso, pensé. Lo pensé en voz alta. Y entonces se puso a explicarme que no, que era muy bueno, lo que pasa es que es muy inquieto. Son perros acostumbrados a... desconecté. Creo que le aguanté la charla un poco más y me puse a hablar con otra persona. La típica persona con la que no hablabas y que cuando hablas con ella te certificas en tu credo. Si no hablaba con ella, por algo era. Esta me explicaba que me veía mucho por las redes, siempre haciendo cosas, pero cosas que no eran trabajar. Es que me pagan por ello, le dije. Y me clavó una chapa sobre que qué suerte porque él tenía que nosequé y que tal y que nosequé más. Al menos no me enseñó fotos de su perro. Me enseñó fotos de una casita que se estaba haciendo en su pueblo. Con piscina. Me enseñó la piscina. Yo había agotado la batería de mi móvil durante el viaje de ida al lugar, mirando el twitter, y ahora no podía enseñarle fotos a nadie. Ni de mi perro, un alsaciano, ni de mi piscina.
martes, 24 de mayo de 2022
Talas
Minutos antes de que la batalla se conformara, le dije que nos escapáramos. Se lo propuse de una manera completamente espontánea, no lo tenía ni medio preparado, surgió así. Y me dijo que no. Que le daba miedo. Pero qué miedo, si estamos a punto de morir todos en esta batalla que promete ser una carnicería. No sé. Prefiero tener claro que voy a morir aquí que la incertidumbre de no saber a dónde me llevas y porqué. Pero, le dije, qué incertidumbre puede ser peor que estar muerto. Pues la incertidumbre, ir los dos solos por ahí, precisamente por estas tierras que no conocemos y que no sabemos qué encierran y que tampoco me fío de ti. Pero bueno, si nos conocemos desde hace ya por lo menos... y hemos guerreado y hemos atravesado un poco de todo. ¿Cómo es que no te fías de mí? Pues no me fío de ti porque no me fío de quien está siempre tramando cosas, maquinando planes, pensando en una cosa cuando todavía no hemos concluido otra, sin disfrutar del momento, o simplemente parar y considerar que quizás, está todo. No me lo puedo creer, compañero, pero si juntos hemos ido de punta a punta del mundo, si juntos hemos bebido sangre de caballo y hemos comido tierra, si juntos casi nos quedamos ciegos mirando al sol y perdemos la fe al borde de una selva cuando nos volvimos locos. Pero cómo no te vas a fiar de mi. Pues precisamente por eso. La batalla comenzó y dicen que la perdimos. Yo ya me había ido. No le volví a ver. Tampoco he vuelto a ver a tanta gente. Me perdí en un desierto, encontré una aldea, me obligaron a tirar de un carro, me sacaron un ojo que se comieron delante de mí, me enamoré, viví con ella en una cabaña, le recé a dios y no sé qué más. Me paré un momento y me sentí morir.
lunes, 23 de mayo de 2022
Un año menos de Athletic Club
Este chico se llama Oihan Sancet. Ustedes posiblemente no sepan de qué juega Sancet en el Athletic Club. Lo más grave es que yo tampoco. Un año entero pero que no ha sido un año, porque en realidad este muchacho ha jugado bastante poco al final, esperando a saber realmente qué y no. No he podido desentrañar en qué posición este joven prometedor puede ser tan bueno. Detrás de él, en esta foto, está Jon Morcillo, que cuando salió parecía que iba a ser el dominador de su banda durante décadas. De repente, un día vimos que 'no tomaba buenas decisiones'. Perdió el disparo, ya no centraba, se fue cedido al Valladolid, creo que no juega. Se acaba pues la temporada del Athletic Club y la verdad, un año menos. Un año menos que los seguidores del Athletic Club tenemos de tiempo para contemplar algún éxito de nuestro equipo. Un año menos que se descuenta para llevarnos cualquier tipo de alegría. Un año más viendo partidos, cada vez menos, en los que el Athletic Club amaga pero no da. Un año más de ver salir a jugadores, ilusionarte mucho, mantener esa ilusión pese a que no llegan los grandes logros, y un día darte cuenta de que esos jugadores con los que te ilusionas ya te cansan, se cansan, puede que se vayan y nunca más volverás a oír hablar de ellos. Un año menos para seguir calentándonos la cabeza con el Athletic Club. De qué juega Sancet. Realmente cuándo va a darnos un partido glorioso de verdad Nico Williams. Cuánto tiempo vamos a seguir fiándolo todo a un delantero que no marca goles como el otro Williams. Cuánto tiempo más vamos a seguir aguantando centros del campo que son incapaces de manejar un balón, destruir, yo que sé. Cuántas promesas más se van a malograr. Cuántos jugadores van a estar tiempo en Bilbao y cuando se mudan a otra ciudad desaparecen como un azucarillo. Cuántas veces un jugador que está para retirarse, por hacer un partido medio decente, va a ser renovado y así perpetuar carreras que ya hace años que no aportan nada. Cuántos años más nos quedan de Athletic Club. Este año ha sido una milonga. Una milonga que ha oscilado entre el 'es lo que hay' de otros tiempos y el 'lo damos todo', y el 'somos competitivos' y el 'estoy contento'. Pero al final, en cada partido en el que había que, nada. En cada partido en que podíamos ir, no hemos ido. Y hemos perpetrado atrocidades manifiestas como los días del Alavés o el Mallorca fuera de casa. O el del Celta dentro. No me voy a complicar. Un año menos de fútbol. Una cosa hecha. Solo falta saber quién va a ser el presidente para el próximo lustro y saber qué entrenador es el que va a venir y qué piensa hacer. Si es que hay algo que hacer o todo se limita a ir siendo esto y ya si eso lo vamos viendo. Un año menos.
jueves, 19 de mayo de 2022
Sumar
Entonces. Una cosa menos. O al menos una cosa más. Los procesos ahora son de una manera a como tú los recuerdas. Sumar. Un nuevo nombre para un nuevo tiempo. Un tiempo diferente para una situación concreta. El instrumento es lo importante y no tanto el cuándo o de qué manera se. Yo ahora creo que. Estamos en ese trance. Es ahora o cuando se vaya pudiendo, pero dejando claro qué. El qué es importante y con quién. Con quién es muy importante. Te extrañará que no con todo el mundo sea posible. Sumar es el objetivo. Pero sumar. Sumar y no aglutinar. Sumar y no pegar. Sumar y no estar con gente con la que no irías ni a votar por la República. Estar por estar. Por que toca estar. Estar no es ser. Ser, estar o parecer. Complejo. Simple. Eso es así. Una propuesta política que supere. Pero que supere. Que supere y no que supure. Que no sea otra vez lo que ya conocemos y que no tengamos que dejarnos la vida por los números, las correlaciones, los logos, las cuotas, las sensibilidades, el respeto a las organizaciones, todo eso de lo que han estado viviendo tantos. Algunos. Algunos. Yo soy esos algunos. Yo soy esos algunos de los que tanto se habla. Algunos piensan. Algunos no hicieron. Algunos consideraron. Yo soy. Sí soy. Sumar. Un proyecto nuevo que se anuncia el día de antes de que Ada Colau afirme que se vuelve a presentar para un tercer mandato. La estrategia es clara. Sumar. Sumar y referenciarse. En Yolanda Díaz, en Ada Colau. Es ilusionante y es al mismo tiempo una prueba más de que es posible pensar en hacer algo diferente. Pensar en hacer algo diferente. Por ahora lo voy a dejar aquí. Pensando en hacer algo diferente. Algo donde estemos y pueda caber más gente. Pero tú no. Tú ya no. Nunca más. Contra nadie más. En ningún sitio. Menos, aquí.
miércoles, 18 de mayo de 2022
Baal
- Te repites, mortal. Vuelves a contar una y otra vez la historia de nuestro encuentro cuando ese encuentro ya lo has contado, cuando todo lo has vivido ya, cuando sabes que no voy a hacer caso de tus demandas, de tus lloriqueos, de tus peticiones. Te repites, mortal, y me resultas cansino, molesto, insoportable. Y me da igual.
¡Baal! Tu indiferencia es impostada, tu desapego no es verdad, sabemos que nos quieres y que nos cuidas desde la distancia. Sabemos y queremos, oh gran Baal, que nos ayudes en estos días en los que nos sentimos tan solos.
- Yo así no puedo.
martes, 17 de mayo de 2022
Karpov
No sé. De verdad que no sé qué hago haciendo estas cosas. No sé qué se me mete en la cabeza que cuando quiero darme cuenta estoy ahí metido y pensando pero hombre, pero hombre, pero qué haces, que tienes un prestigio, que hay gente que te admira por todo lo contrario de lo que estás haciendo, pero qué quieres que te diga. Son las ganas de agradar. Las ganas de hacer cosas para llamar la atención. Es un algo que me empuja a hacer cosas que provoquen el comentario. No sé qué comentario. Que hagan arquear una ceja, una cara de sorpresa. No sé. Eso. Y aquí estoy, jugándomela. Contra alguien que no sé quién es y en un espectáculo de televisión y con gente esperando a que el tipo este de la máscara me gane y continuar son su movida de querer triunfar poniendo como gancho que sabe jugar al ajedrez. Como yo. Triunfar. En la vida como en el deporte. En la vida. Triunfo. Ganar. O es otra cosa. Ganar no es lo más importante, lo más importante es que sepan que estás ahí. Ganando o estando. ¿Y si pierdo? ¿Y si pierdo contra una persona desconocida? Podría pasar, podría ser que en una de estas que hago finalmente meta la pata y todo el prestigio que un día tuve, lo pierda. También me podría preguntar qué prestigio es ese que tengo. He salido y me han aplaudido porque el regidor o regidora del programa ha dicho que aplauda la gente, pero no saben quién soy. Un señor mayor ruso que va a jugar una partida de ajedrez con un tipo que va enmascarado mientras estos dos pollos me están mirando poniendo cara de seriedad ya que el ajedrez es algo que se hace con la cara muy seria. Partida rápida, que la televisión no está para rollos. ¿Y si pierdo? ¿Y si me desconcentro con algo o yo que sé? Me hago mayor. Puede pasar. Los focos, la gente, el notas este con la cara tapada, los dos pollos mirando. ¿Y si por alguna razón me desconcentro y pierdo? ¿Qué será de mí? ¿Podré seguir siendo Karpov, ese paradigma de lo serio, de lo formal, de la divulgación del deporte a través de mi prestigio? ¿Podré? ¿Qué será de Karpov?
lunes, 16 de mayo de 2022
Décimo Aniversaurio de Les Tannines. Quieres ir a un lugar donde sepan tu nombre.
Hace cinco años escribí ya un texto sobre las Tannines. Creo que está casi todo dicho ya en ese texto, pero de cinco años a esta parte digamos que el bar, vinoteca o como le llamemos, ha crecido. A todo eso que ya tenía antes, le han sobrevenido muchas cosas. Le han sobrevenido en primer lugar a la propia Cristi, ideóloga del lugar que, como buena ideóloga, creo que ha visto como de su idea ha surgido otra o muchas otras y la gente ha hecho suyo ese espacio para cosas insospechadas. Una de esas cosas es estar a gusto. Sí, claro, los vinos, las recomendaciones, el espacio, la ubicación, todo eso. Pero lo importante es estar a gusto. Y en las Tannines se está a gusto. Punto primordial. Y además, algo que creo que ha cambiado en estos cinco años y que cada día se nota más por la respuesta de la gente, es que se trata de un lugar en el que está a gusto todo tipo de gente o, al menos, gente cada vez más diversa. Y es que todos tenemos nuestros lugares favoritos, espacios donde sentimos que estamos rodeados de 'los nuestros' o 'las nuestras', espacios en los que vemos las caras con las que compartimos o con las que creemos compartir unas realidades comunes o al menos pensamos que las compartimos. En Les Tannines de un tiempo a esta parte, convivimos y nos sentimos parte del todo gente que desemboca allí desde otros espacios y que han hecho suyo ese pequeño rincón ahora ampliado porque hay una terraza que nos permite una cierta expansión, en algo singular. Singular y común. Así, uno se encuentra hablando con gente a la que tiene vista desde hace años por el pueblo pero que, hasta hace poco jamás se hubiera permitido saludar por la calle y ahora parece que somos parte de algo. Ese algo son Les Tannines. Y lo mismo está feo hacer un canto a un espacio donde lo único que hacemos es beber, comer algo y evadirnos durante unos minutos o unas horas, de lo que hacemos y lo que somos durante el resto del día, en momentos en los que tanta gente no puede tomarse una cerveza, pero yo me alegro de poder decir que tengo un lugar donde conocen mi nombre. Esa cultura de bar que va más allá de un lugar donde comer o beber, sino en el que acabas compartiendo quién eres. O esa parte de quién eres que no puedes mostrar en otros espacios. Una cultura de bar en la que, en el bar, en el local, te permites hablar, desahogarte, preocuparte por cómo están los demás, o incluso, encerrarte en un espacio de confort cuando sabes que ahí afuera hay fieras que quieren destrozarte la vida. Hace cinco años escribí ya un texto sobre Les Tannines y hace cinco años mi vida era otra muy diferente y tenía a mi lado a menos personas, ahora tengo más, aunque falte mi padre, al que le gustaba también pasarse por allí para hacer su cervecita, pero queda mi madre, que es la emperatriz del lugar. Pero ahora hay más gente. Tanta gente que, como la ardilla que puede saltar de un árbol a otro sin tocar el suelo, puedes pasar de un grupo de gente a otro saludando a peña como si aquello fuera una boda. Y sí, es que hay momentos en que eso parece una boda, una fiesta, un disparate. O un lugar en el que refugiarte de tanta boda, tanta fiesta y tanto disparate.
De todas las fotos que hice, que hice tres, la bonita, la de la gente bailando en la calle, con la Cris y la Rosi en el centro, me salió mal. Así que he tenido que poner una de cada. La Cris y la Rosi, Alma y Máter no sé por qué orden, de este espacio. La Cris, poniéndole buena cara y sonriendo tolrato ante una vida que se empeña en tocarle las tetas. La prima Cristi, Sucristi, Molina, ha sido capaz de resistir un tiempo pésimo con el mejor ánimo, presencia y espíritu, siempre con un chiste o una broma que contarte y con buen humor, hacer que la militancia en Les Tannines sea un tributo a su forma de ser y una forma de reivindicar cómo se planta cara a las turbulencias. Y por su parte, la Rosi, suRosi, desde esa parte de atrás, aportando un toque. El toque Rosi que es difícil de explicar, pero que consistiría en estar y no estar. En estar y dejar estar. Aportando y sumando algo que es un intangible que pocos lugares tienen y que ni ella misma es consciente de que lo tiene. Pero está. Por eso lo de que hay un bar en la esquina al que solo van chicas, como canta la Pelae, tiene todo el sentido. Un espacio donde se nota que la mierda machirula de tonto de bar queda tan lejos que ni se contempla.
Y donde casualmente de un tiempo a esta parte se escucha una música que no te cuento.
Diez años, ya no es aniversario sino un aniversaurio. Qué mayores. Ayer celebraron y celebramos el décimo aniversario con una fiesta en la calle, con la gente tostántose al sol y celebrando la vida y que existe un espacio donde todos nos sentimos vivos y coleando. SuCristi, Surosi, la Yeka, la Ester y mi joven hemmano como incorporación estelar en los últimos tiempos, antes la Montse, la Lidia, la Lourdes... han conseguido que Les Tannines no solo estén más vivas que nunca diez años después de su inauguración, sino que sería un auténtico drama pensar que no vayan a cumplir diez años más. Una suerte tener un lugar donde sepan cómo te llamas.
jueves, 12 de mayo de 2022
Veo el futuro
Y en ese futuro no estás tú. Claro, cuando me dijo eso me puse algo nervioso. Estábamos tomando algo, dando un paseo de aquellos que solemos dar y que nos llevan a ninguna parte, excepto al final que acabamos siempre en el mismo bar. Allí paramos y no nos queremos dar cuenta de que realmente el paseo que damos sí que nos lleva a un lugar. Esto se lo dije mientras pedíamos una segunda cerveza. Y entonces fue cuando me lo dijo. Veo el futuro y en ese futuro no estás tú. Me puse nervioso. Estábamos tomando algo, tranquilamente, hablando de las cosas que han pasado y de las que pueden pasar y en ningún momento estaba yo pendiente de que hubiera riesgo de que todo pudiera saltar por los aires. Veo el futuro y en ese futuro no estás tú. Joder, a qué viene esto ahora, si parecía que estaba todo más o menos bien, si estábamos dando nuestro paseo regular para acabar como por casualidad en el mismo bar donde acabamos todas las veces en que esto está pasando. No había pasado nunca en cambio que me dijera algo así. Sobre el futuro, sobre ese futuro conmigo, o sin mí. Esto era absolutamente nuevo. Me cogió totalmente por sorpresa y creo que mi cara en principio fue la de miedo. Pero a ese miedo siguió una suerte de excitación. Ahora qué. Qué va a pasar. Si ve el futuro y en ese futuro no estoy yo, entonces qué. Entonces qué va a pasar conmigo y qué va a pasar con ella. Qué plan tendrá. ¿Y para mí? ¿Qué plan tiene para mí? ¿Se le ha ocurrido algo? Le pregunté. Me dijo que sí, que había hecho un esquema con lo que iba a ser ese futuro. Le pregunté entonces que para cuándo consideraba ella que ese futuro iba a ser. Me dijo que ya me lo diría. Que estuviese atento. La vida es maravillosa a su lado.
Lo de Andalucía
Es sencillo y no me entretendré mucho. Es lo que hay. Por ahora. Por Andalucía. Que tendría que ser de otra manera, pues naturalmente. Porque ya hablando de todo un poco, que mejor que no, porque es mejor no estar explicando cada uno como le va el cuento y sacando pecho sobre nada, pero si que creo que es relevante esto de los logos. La cosa de incluir logos. De que se vean los logos. O que solo haya un logo y una organización y palante. Este es el tema. Un logo, una organización, una mínima idea común. Mira, ya me ha salido la palabra. Común. Y a partir de ahí. En fin. Que Andalucía no está para hostias. Básicamente no está para irnos dando por la pala. He dicho que iba a ser breve y así será. Como dice la candidata, que me parece el mejor eslógan de campaña espontáneo en mucho tiempo, al lío.
martes, 10 de mayo de 2022
Crónica de un concierto de Ilegales. Tengo un problema.
¿Cómo no te van a gustar los Ilegales? Ilegales son una banda de Gijón, con un integrante básico, fundamental, insustituible, como es Jorge Martínez. Jorge Ilegal. Una banda cuyo primer disco data de 1982, el del señor pegándose un tiro. En ese disco se hallan buena parte de las canciones más conocidas de esta banda que tiene muchas y buenas canciones y una historia de perseverancia en lo suyo que los hace únicos e inimitables, pese a que uno piense que lo que hacen es tan sencillo y tan fácil y tan básico que bien pudiera ser, pero no, no lo es. En ese primer disco de Ilegales se encuentra una canción que, para mal, ha condicionado la percepción que muchos pudieran tener de este grupo y de todo su repertorio. Esa canción, no la tocaron el pasado sábado en Madrid. Esa canción la he visto interpretar en Barcelona hace unos cuantos años. Y la presencia de elementos indeseables levantando el bracito, joder, como que me impactó mucho. Así que ir a un concierto de Ilegales era una cosa que me inquietaba. He visto el documental de Mi vida entre las hormigas, yo no tengo dudas, pero... y el público. Decir que ir a un concierto de Ilegales, o de cualquier otra banda, después de haber vivido el día anterior una experiencia casi mística como lo que se vivió en el WiZink con Siniestro Total, era casi una temeridad. Una imprudencia que te impide disfrutar de un concierto por el exceso del otro. Pero se hizo, y hecho está. El concierto viene precedido de las observaciones que nos hace el Juanra que los ha visto en Barcelona recientemente, canciones del último disco que dice que son buenas y un muy buen concierto. Yo el último disco no lo he escuchado. De hecho, ver en las colaboraciones a gente como Dani Martín por ejemplo, sectario de mí, me hace mirarlo con algo de desconfianza. Pero bueno. Vamos. Así que el concierto consiste en el bueno de Jorge Martínez, que tiene nada menos que 67 años, tocando con su (in) separable Willy Vijande al bajo, personaje en sí mismo, y un batería incombustible que solo tiene que hacer que el ritmo más básico sea contundente. No me sé el nombre ni del batería ni del guitarra de acompañamiento y teclados. Lo siento. Y el público. Nos dedicamos buena parte del previo a identificar posibles fachas infiltrados. Creemos pillar a alguno. Durante el concierto no vemos que haya ademán de nada, no hay canciones a las que se puedan agarrar, todo funciona con una exquisita normalidad. Público otra vez de nuestra edad y más veterano que hoy ha salido a armarla. Gente que ha salido hoy a echarse un ratito bueno y que quiere de vez en cuando emular los pogos del pasado. Pues claro. Solo que nosotros no nos podemos mover. Van cayendo clásicos del repertorio y recuerdo con especial cariño nada menos que El Ángel exterminador, una de las primeras canciones de Ilegales que me llegaron a la patata y de qué manera. Caen canciones de la cinta aquella que tenía de 60 y que contenía auténticas barbaridades y otras canciones... es el Todos están muertos. Qué pedazo de disco. Caen esas canciones del nuevo disco que tienen el mismo tono y el mismo mensaje de siempre. Se nota que en algunas canciones hay un tono diferente. Incluso hay una en la que pide que le lleven a casa. Antes de comenzar el concierto, nos hemos quedado en el bar de delante. A La Riviera solo había ido una vez, a ver a los Queens of the Stone Age y no recuerdo cómo fui, pensaba que estaba más lejos y resulta que podíamos ir caminando. Vamos viendo llegar a la gente y vemos que el público aunque veterano es heterogéneo y hay desde punkismo, a algún rockero de rockear, polos fred perry, incluso alguna melena heavy y una camiseta de los Beastie Boys. A nuestro lado en el concierto, un fan comienza un bamboleo oscilante que, si dura el concierto media hora más, termina con el socio en la otra punta del local, simplemente arrastrado por su propia inercia. O no. Llegados a un punto del concierto, una proyección de la portada del primer disco me sorprende. Jorge Martínez dice que aunque duela el corazón por que ya han pasado 40 años, van a tocar canciones de este primer disco. Y se lo marcan yo creo que prácticamente enterito. Y es una barbaridad. Y antes han caído joyas como El norte está lleno de frío, que es una canción apabullante, seguida como siempre de enamorados de Varsovia. ¿O no fue así? Quizás siguen sonando en mi cabeza las canciones de su mítico directo, del cd que se llevaba mi padre para ponerse a pintar, y escucho las canciones justo en ese orden. Un concierto pues de rock, de muy buen rock, cañero, con la actitud inconfundible e inimitable de Jorge Martínez, que quizás hubiera merecido habernos encontrado en una forma física algo más notable. Pero se disfruta mucho. En un momento, suena Tengo un problema sexual. Y Jorge Martínez se marca el speech de la noche, diciendo que tener problemas está de puta madre, que no hay que esconder los problemas, que tener problemas es sinónimo de estar vivo y que no hay que tener miedo a decir que se tienen problemas. Me parece de las cosas más honestas y valientes en un mundo este en el que todos somos fuertes, tenemos un pollón, siempre tiramos para delante y somos la hostia. Pues no. Acaba el concierto y nos vamos pensando que vamos a tomarnos algo por ahí pero lo único que queremos es llegar al coche, volver a casa, descansar. Tenemos problemas.
lunes, 9 de mayo de 2022
Crónica del último concierto de Siniestro Total. La última de todas.
La última de todas, ya. La última de la vida. Luego nos vamos a subir todos a esa torre. Último penúltimo concierto de Siniestro Total de jamás nunca ya. En Madrid. Siniestro Total, vamos a evaluar su trascendencia, es mucho. No sé en qué momento llegó a mi vida, no sé si fue a través de los 40 principales cuando ponían música y escuchabas el Diga que le debo y decías, joder, qué es esto. No sé cuál fue el instante en el que decidí que si tenía mil pelas en el bolsillo, eran para comprarme vinilos de Siniestro. Pero fue. Y también sé en qué momento Siniestro dejó de ser mi grupo para ser... pero vamos al lío. Siniestro Total anuncia hace unos meses que se despiden de los escenarios y que lo hacen en Madrid, un solo día, con la presencia de miembros históricos de la banda sobre el escenario. Principalmente, la novedad es que vuelve Miguel Costas para tocar con ellos durante todo el concierto. Se tiene que ir y se va a ir. Claro que se tiene que acudir a ese concierto. Pocas veces se me ha visto disfrutar tanto, desbarrar tanto, gritar tanto, sacudirme tanto, como en un concierto de Siniestro. Siniestro fue mi primer concierto, en la Vall d'Hebron, en un festival en el que tocaban un día Siniestro, otro Loquillo (del que pasamos) y el último fue Rosendo. Fue en la gira del Made in Japan, 1993 sería. Julián llevaba un pelucón graciosísimo. Creo que me pasé el concierto gritándole calvo y que no sabía tocar, costumbre que no dejé de practicar en ninguno de los cinco conciertos siguientes. Recuerdo especialmente el del cierre del Garatge y no recuerdo el de Badalona y sí recuerdo el otro de Badalona cuando salieron después de Sonic Youth. Siempre me lo he pasado bien, incluso aquella vez en Viladecans o por ahí al que yo acudí mohino y pocho y me levantaron, como pudieron el ánimo. Les había visto dos veces con Costas y con Costas, creo, que Siniestro es más. Así que vamos al concierto, con Eledu y laRosi. Tenemos entrada en grada, pero queremos bajar abajo, a hacer el animal. Llegamos y solo ver el ambientazo de los bares alrededor del WiZink, antiguo palacio de los deportes, da alegría. Qué ambientazo. Qué bien nos lo vamos a pasar. Mucha gente con las camisetas de Ante todo Mucha Calma y nosotros con una camiseta autoeditada con esta frase: Para no llegar, mejor no comenzar. Es más fácil así. Es una frase de Demasiado lejos, una de esas canciones oscuras del Bailaré sobre tu Tumba. Queremos creer que la van a tocar en el concierto porque durante una entrevista Julián... queremos creer. Esta canción, para ser de Siniestro, tiene una letra que va más allá de lo jocoso o lo provocador y ha sido como una biblia para nuestro grupo de gente. Demasiado lejos habla de una actitud vital alejada de eso de asumir retos, superarse, luchar y pelear, todo eso que define al ser humano contemporáneo. Esta canción hablaba de no ir, de quedarse, de dejarlo pasar. Y nos hicimos esta camiseta. Y no la tocaron. Entramos en el recinto y nos hacemos un presunto lío Neymar con la ubicación de las entradas, finalmente asumimos que tenemos que quedarnos en nuestro asiento, pero desde ese asiento, formaremos el espectáculo. Había apuestas sobre cómo comenzarían, yo acerté. La sintonía de Corrupción en Miami, como en el Ante Todo mucha Calma y para comenzar esta de Todo esto es tan hermoso, del Made in Japan. Este disco fue el último con el que conecté. El último con Costas. Y no diré que es un disco que sitúe como el último que. Diría que el último qué fue el En Beneficio de Todos. Y me di cuenta durante el concierto del viernes que, de todas las canciones, las que peor creo que han envejecido son las de ese disco. Siempre he tenido ganas de meter esa frase. El concierto. El concierto es una oportunidad única de presenciar a una banda histórica tocando todos sus palos posibles, excepto el de la Historia del Blues, que claramente parece más un proyecto que con la marca de Siniestro Total, pretendía reconvertir la banda en algo que no terminó de ser por el peso de su propia historia previa. Quizás, si hubieran apostado por un cambio radical, otro nombre... como quedó demostrado el viernes, las canciones de la época Costas (aunque con letras de Hernández o interpretadas por el propio Hernández) eran las que a la gente le tocaban la patata. La gente. Gente de mi edad, un poco más vieja, un poco más joven. Algunos bastante más mayores, como una pareja que teníamos detrás que eran más o menos de la edad de mis padres. Cuarentones, cincuentones, mucho muchacho y menos chicas. En el Avlo, me encontré con un chavalito de unos 14 años que iba leyendo el Folla con él, el libro sobre las versiones de la banda que ha hecho Julián Hernández. Iba con su padre al concierto. Padres y madres con hijos con camisetas. El concierto continúa y diré que disfruto como un conejo en nosedonde. En el repertorio, insisto, hay canciones de todas las épocas, de todas las variables, desde el punk tremendo de Naturaleza y Oye nena yo soy un artista, a las proclamas de España bebe, España se droga, o Que follen a la paz mundial que nos sirven para descansar. Tocan muchas, no las tocan todas. Tocaron muchas que nos flipaban, las dos punkarradas citadas, pero también Mario, Yeah, Yeah, Emilio Cao, Todos los ahorcados, Menea el bullarengue (con fallos en la letra pero a quién le importa...), Sobre ti, Diga que le Debo, tocan todas y les faltan muchas. Hay algunas que me sobran, pero son dos horas y cuarto o más. El sonido a veces es un poco un batiburrillo de cosas, pero a quién le importa. Sale Alberto Torrado y canta Tumbado a la bartola, no puedo ser más feliz. Tocan Nocilla que merendilla y por poco me muero. Por poco me muero muchas veces. Tocan Cuanta Puta y yo que viejo y casi entro en colapso. Qué les faltó. Demasiado lejos, les faltó. En su segunda canción ya apretaron con Rock en Samil, donde ya dejé claro y dejamos claro que nosotros no habíamos ido al concierto a hacer prisioneros. A mi lado, un tipo que me sacaba varios cuerpos, voluminoso, me hizo sufrir en los minutos iniciales por si era de natural bullanguero, pero creo que el que tuvo que sufrir fue él. Al final del concierto le abracé. No sé qué decir. Durante el concierto vemos a Costas tocando, acercándose al bajista, haciendo coreografías con el Soto, a veces tienes la impresión de que hay canciones donde no está tocando, lo mismo me pasa mucho con Hernández. En la de Somos Siniestro Total, Costas se despista y cuando vuelve a tocar, es como que se nota mucho que ha habido mucho rato donde no estaba. Son muchas canciones y por mucho ensayo que haya... qué más da. Era una sensación de final y de cierre ya no de una época, que eso hace mil que ya pasó, sino de una banda que merecía un final así, con todos sus miembros vivos en el escenario, mal que se lleven o bien que se lleven, tocando las canciones que han hecho felices a tantos miles de personas, con las que hemos bailado, nos hemos reído, hemos aprendido... sí, hemos aprendido. Siempre lo he dicho, pero para mí el disco El Regreso es como un manual de vida. De actitud. De caminar por el mundo. De reírse de todo, de utilizar la ironía o la provocación para lanzar un mensaje quizás más profundo de lo que parece, yo que sé. Más punk que el Cuándo se come aqui. Supongo que ellos no pensaron nada de eso cuando compusieron todo ese disco, pero a mí, me parece el disco de punk rock más divertido y con más aristas de la producción estatal. De ahí al power pop ramoniano del Menos mal que nos queda Portugal, el potipoti de cosas de Bailaré sobre tu Tumba y de ahí al bizarrismo de De hoy no pasa o los comienzos del salto al Rythm'n'Blues con Me gusta como andas. Un concierto para despedirnos y para decir que nosotros estuvimos ahí. Que no tocaron La pista búlgaar, que no tocaron Purdey, que no tocaron el Síndrome de Estocolmo (para que veas, Julián, que no es nada personal), no tocaron... tocaron Fuimos un Grupo vigués y la cantó el abuelo Soto, el músico de la banda, siempre en un discreto segundo plano. El concierto iba avanzando, con ese momento de las cuatro canciones que casi nos cuestan la salud y que todavía recuerdo en mis omóplatos. Oye, nena, yo soy un artista. Geniales. Y se van despidiendo y van cayendo Bailaré sobre tu tumba, Miña terra Galega, Quiénes somos de dónde venimos a dónde vamos... sorpresa porque las canta Julián, las dos últimas, pero es que son suyas, aunque todos las recordamos con la voz de Costas. Y se despiden todos sobre el escenario, con Grandío y con el batería Ángel González, con Torrado. Durante el concierto tienen el consabido recuerdo a Coppini cantando Has perdido eso... No pisan la Audiencia Nacional pero hay miles de letras que hoy parecen auténticas animaladas. Y sin embargo, ahí están. Se despiden de todo y lo hacen con el Que les corten los huevos al final y con el símbolo ese que todos hacíamos después de cada concierto, delante de ellos. Después de haberles insultado, de haberles masacrado, de habernos machacado a hostias en el concierto, después de todo, la despedida y el agradecimiento por hacernos pasar dos horacas y pico de musicón, de descarga, de todo. Porque durante esas dos horas y pico pasó de todo. Y por habernos servido de referencia para tantas cosas. Que nos sabíamos hasta los comentarios de las carátulas de los discos, joder. Los días previos al concierto, al decir que iba a ver la despedida de Siniestro, entre alguna gente caras como de ¿y? Siniestro no es un grupo de la movida, no es un grupo a reivindicar al parecer, pero todavía no ha salido ninguno de ellos que yo sepa a decir sandeces como Evaristo, santo patrón de lo que debe ser o no. En cambio sí que me he encontrado con sorpresas de gente que, desde una perspectiva garajera, reconocen a la banda. Esa fama de 'tuna con guitarras eléctricas' que en muchos casos les ha precedido, no les ha hecho bien, tampoco creo que les hizo bien querer ponerse serios. Ya lo eran sin hacerlo explícito. Ya está todo hecho. Al salir, emoción, satisfacción, consenso en la valoración. Todo ha ido como tenía que ir, tocaron muchas buenas, se dejaron otras, hubo que contentar las diferentes sensibilidades... la última de todas ya, la última de la vida. Salgo del concierto sudando como un pollo, con la voz fuera de mí mismo, casi no puedo caminar. Pero y tanto que merece la pena. Yo ya fui a ver el concierto de despedida de Siniestro Total. Espero no tener que volver a verles nunca más y que no vuelva a ocurrir. En beneficio de todos.
miércoles, 4 de mayo de 2022
Un desastre colomense
No les entretendré demasiado. A estas horas, en el día de hoy tres personas, tres vecinos nuestros, personas que vivían aquí, o que estaban viendo aquí, con las que me he cruzado yo o le se ha cruzado usted mismo, esas tres personas han muerto víctimas de un incendio. Otras cuatro personas han resultado heridas, una de ellas de gravedad. Tres personas han muerto en un incendio cuyas causas no podemos saber. Ni siquiera podemos conjeturar cómo ha podido ser, porque conjeturar, pensar o hacer caso a las especulaciones, significaría algo. Algo que no queremos ver. Preferimos pensar que todo es fruto de una infausta desgracia, la casualidad, un accidente. Y así no nos entretenemos demasiado. No. En realidad, nada de lo que ha pasado tiene que ver con eso que puede que hayan pensado. La miseria, la pobreza, la lucha por la vivienda. La vivienda. La miseria. La pobreza. Aquí mismo. No en uno de esos barrios que tenemos estigmatizados, no. Aquí mismo, pared con pared con el Teatre Sagarra, a la vuelta de la esquina de la Ciba, a solo dos minutos del metro santa Coloma y del Ajuntament. Muy bien comunicado. No lo verán en Idealista. En nuestra cara. Pero no sabíamos nada, no lo conocíamos, no teníamos constancia, no estaba en los registros, nunca habían ido a ningún sitio, ya estaban todos regularizados, pagaban religiosamente. Pagaban religiosamente. Eso es lo que nos define. Paga religiosamente. No nos entretendremos demasiado. ¿A qué le tenemos miedo en esta ciudad más que a cualesquiera cosa? A la mala publicidad. Santa Coloma otra vez, oh no. Otra vez. Una mala noticia. Pero no es tan mala, de hecho no es mala, de hecho no es noticia. Ha pasado sin que mediara ninguna cosa extraña o incidencia ni siquiera ya te digo, es que no lo conocíamos. Quién iba a pensar. Esto es que ha sido pues una cosa. Tres muertos. Tres personas muertas. Que no hay que especular y pensar que esto pudiera haber tenido de alguna manera alguien alguna responsabilidad. Jamás. Estaban regularizados, podían pagar y pagaban. En Santa Coloma de Gramenet hoy nos hemos levantado con una noticia que es un desastre. Esta mañana a las cinco de la mañana las sirenas sonaban por la calle Sant Joaquim, mi calle. Jamás pensé y lo pensé. Pensé que no iban allí, que podrían ir a otro sitio. Pero no quise pensar. Y cuando me desperté ya estaba el drama allí. Y la gente allí. Y cada vez más prensa. Y el pavo ese de telecinco. Y es en mi calle, joder, en la Sant Joaquim, joder. Y cada vez más rumorología y cada vez más alternativas a una historia que ya la sabemos todos, salvo si quieres contar otra historia que es la que quieres vender y que servirá para que pase menos de lo que pasa y que bueno. Bueno. No podemos decir nada, porque claro. Es que no se puede decir ni se puede saber. Quién iba a pensar, quién podía decir. Este texto ya se va a acabar. Triste. Pero muy triste. Y avergonzado. Pero bastante más triste. Porque no vamos a mejor. Por mucho que.
martes, 3 de mayo de 2022
Polonia
Ese minuto y medio o dos minutos o treinta segundos o yo que sé que ayer perpetró Ayuso. Ese pequeño discurso, esa calculada manifestación de desprecio hacia la historia, hacia toda la historia, hacia la gente, hacia toda la gente. Esa calculada parrafada de absoluta extrema derecha nacional, ese nacionalismo absolutamente invent. Esa españolidad que ya creíamos que nunca más porque éramos modernos con Almodóvar y la movida madrileña y los juegos olímpicos y la Expo y Barceló y Freddy Mercury cantando Barcelona. Todo eso que habíamos dejado atrás, se nos viene encima como si fuera un juego, como una puta broma de la que tenemos que sacar un comentario ingenioso para que se note que estamos por encima. Polonia. Nos vamos a convertir en Polonia. No sé si dentro de dos años. Dentro de cinco o dentro de diez. Pero o de verdad hay un polo mínimamente progresista que pueda plantar cara a lo que se viene encima en forma de barbaridad y desacomplejamiento o seremos los polacos. Un país occidental mucho occidental, extremadamente católico y ritualmente católico y genéticamente católico sea eso lo que sea, tradicional, conservador, orgulloso de su tradicionalidad, de su conservadurismo, de su catetismo disfrazado de iconoclastia, de su espíritu reaccionario disfrazado de ir a la contra de los tiempos. Polonia. Hungría. Esos países que han decidido reescribir su historia una vez más para que les encaje en un relato donde sean los muy mejores, los más mejores. Esos dos minutos de la Ayuso ayer despachando toda la historia de España, del estado español, de lo que quieran ustedes, con toda una suerte de barbaridades que dejarían temblando al historiador más ecuánime. Y ahí la tenemos, diciendo eso para que digamos que dice eso y mañana dirá otra y mientras tanto, parece que hay algo que se está pudriendo en la cabeza del pescado. Los espían. Se están espiando unos a otros. Alguien está espiándonos a todos. El partido mayoritario de la coalición de gobierno está siendo espiado en la figura del presidente del gobierno y no hacen nada por investigarlo. No pasa nada. Se investiga, se espía, no pasa nada. Hay quién sale al estrado parlamentario para decir que se espía poco y que cuando ellos gobiernen se espiará más. Porque sí. Porque España va a ser eso. Y parece que no es posible, vemos los vídeos de Macarena Olona y nos parece imposible que semejante odio con piernas pueda llegar un día a tener influencia en la vida material de nadie. Pero puede que dentro de dos meses, las vidas de mis familiares en Andalucía dependan de lo que se le antoje a tamaña ultra, capaz de justificar torturas y reírse de ellas. De repente, pienso en qué deben andar haciendo los polacos que no sean como nos dicen que votan los polacos. Si habrá polacos que sean progresistas, si quedará alguien. O se limitarán a quejarse amargamente, o a disfrutar de la vida sin que les importe ya de qué color es el gobierno porque total, ya está bien. Nosotros somos los polacos ahora.
lunes, 2 de mayo de 2022
Last days here - Don Argott & Demian Penton
No. En mi vida había escuchado a Pentagram y no, posiblemente nunca escucharé a Pentagram. Aunque la música que suena durante todo el documental no está mal y en ocasiones me quiere recordar a unos Black Sabbath, de alguna manera. No, no se me pasa por la cabeza. ¿Por qué he visto este documental de 2011 si no he escuchado ni escuchará a esta banda de metal? Porque en la sinopsis contaban que se hacía un retrato de la vida del cantante de esta banda de los 70, Bobby Liebling, que vivía en el subsótano de la casa de sus padres, sin moverse del sofá y poniéndose tibio de crack y demás sustancias. En su momento pudieron dar el salto, ser importantes, pero todo salió mal. El documental narra el esfuerzo de un fan, Sean Pelletier, por recuperar a este cantante para la causa de la música, jugándose su dinero, nervios y autoestima. El documental no se ahorra nada. De hecho, lo único malo del documental es que no llega a nuestros días y no cuenta quién es hoy Bobby Liebling y cómo sigue su vida. Porque el final es demoledor.
El documental nos cuenta cómo Liebling vive hecho una auténtica mierda en casa de sus padres. Cómo sus padres lo cuidan como pueden, mientras él delira, vive en un constante estado de paranoia, se arranca la piel a tiras, un auténtico desastre. Pero de alguna inexplicable manera, tiene fans. Fans que le consideran un genio y que harán lo que sea por ayudarle y verle de nuevo sobre los escenarios. Y de eso va la cosa. Los fans. Una fan, una chica que conecta con Liebling por internet y que conecta con él, le sirve a Liebling de pequeño motor para salir del estado de cochambre en el que vive. Se obsesiona, mal. Cuando la chica se echa para atrás. Liebling vuelve para atrás. Así hasta que finalmente, redención (no), salida a los escenarios, la chica vuelve, tiene un hijo (¡1) y el plano final de la chica sentada junto al cantante anunciando que van a tener un niño es tan atroz como todo el documental.
Es un esfuerzo de contar la clásica historia de retorno, de personaje olvido al que se quiere recuperar, pero con trasfondo chungo. Todo es chungo en Liebling. Leo que todavía hace giras, incluso llegó a tocar en un festival en España, creo que el BBK. Nadie hubiera dado un duro por eso viendo los primeros minutos de este documental donde lo único que deseas es que no se te quiten las ganas de comer. Los planos de los brazos. Esos ojos.
Los fans. Ese Pellet diciendo que ha querido reír y llorar cuando lo vuelve a ver sobre un escenario. Los heavys. El otro día escuchando un programa en radio 3 sobre metal lo comentábamos. En qué momento decides que vas a ser heavy, en qué momento bifurcas.
Un documental desgarrador, con final pretendidamente feliz, que te deja una cosa en el estómago mala de verdad. Y tiene 10 años ya el docu, solo hay que consultar la web cómo sigue Liebling por la vida para ver que ese regustazo agrio, tiene sentido.
domingo, 1 de mayo de 2022
Maoísmo. Una historia global - Julia Lovell
Bien. ¿A quién le puede interesar un libro sobre maoísmo hoy, en 2022? Supongo que conocéis un país llamado China. La República Popular China. Habréis oído hablar de él. En 2022 es uno de esos países que tienen cierto peso o bastante peso en muchas de nuestras actividades diarias. Influencia. Lo que sea. Hoy en día, la República Popular China no es un país maoísta, pero la influencia del pensamiento y la forma de entender la política de Mao tienen aún un qué. De ninguna manera la China de hoy es maoísta. Pero. Ni siquiera el Pero es claro. Nada tiene porqué ser claro. Lo importante es otra cosa. Esa cosa es el poder, la organización del poder, mantenerlo, avanzar o retroceder, amoldarse, adaptarse, crecer, avanzar. Cómo se hace. Cómo no se hace. Qué es lo que no hay que hacer. Ensayo, error, miles y miles de muertos. Miles y miles de decisiones arbitrarias, dogmáticas, alejadas de la realidad, alejadas de la vida real, ilusorias, ficticias. Por todas partes.
De qué va este libro. Es simple, de la influencia del maoísmo en distintas partes del planeta a lo largo de distintas etapas. Primero nos explica qué es eso del maoísmo. Yo me leía la biografía de Phillip Short 'Mao. Una biografía', que me impactó bastante y que, en teoría, me debería haber enseñado qué es el maoísmo. En China, al menos. El pensamiento de Mao y sus influencias, sus idas de pelota, sus estrategias para deshacerse de la influencia soviética, de la influencia de quién Mao considerase. Qué es el maoísmo. Una variante del socialismo entendido a la manera de Mao tal y como él entendía que debería aplicarse en un país como China. ¿Explica eso algo? Para mucha gente a lo largo y ancho del planeta, parece que sí. Sí. Incluso aquí. Incluso hoy, en carteles colgados más cerca de lo que crees, ves la influencia del maoísmo. Atreverse, atreverse, atreverse.
Como digo, el libro nos explica cómo el maoísmo se labró una imagen de movimiento liberador, sin componendas, sin coexistencias, sin límites. Una revolución que no deja a nadie vivir. Porque no se trata de vivir, se trata de la revolución. La revolución como todo. A veces sin más. Sin entender ni siquiera a quién tienes que liberar o que revolucionar. El maoísmo se construye un relato. Ese relato es exagerado. Pero siempre hay alguien que te lo compra. Y te lo pueden comprar dos clases de público. Quienes creen que en sus propios países ese relato puede cuajar. Y quienes quieren creer que esa amenaza para el orden global, esa revolución global, esa chispa que enciende la pradera es real. Así a lo largo del planeta nos encontramos con quienes hacen caso de los planteamientos de Mao, los llevan a sus países y fracasan. No tienen en cuenta ni porqué triunfó Mao ni porqué ellos no van a poder hacerlo. Y tenemos masacres como la de Indonesia. Horror de los horrores. Cuando crees que todo irá bien porque Mao en sus libros lo dice. Y no es que vaya mal, es que ya no irá más. Y tienes el caso de Vietnam, cuando comprueban que lo que dice Mao, quizás no es lo que más conviene. O más horrores como el de Camboya, cuando todo puede ser interpretado de una manera que deja corta cualquier barrera para la imaginación. O en diversos países de África, donde se aprovecha la influencia, la ayuda, la solidaridad internacional revolucionaria para... para nada. Para que cada uno haga lo que pueda con lo que tiene y lo que sepa o lo que alcance o lo que menos problemas de y, si de ti saco esto, de otro sacaré otra cosa.
Historias absurdas como Sendero Luminoso en Perú. Queriendo ser Mao en un país que no puede ser China. Con una sociedad que ya no es la que tú tienes en la cabeza. Y que sin embargo avanza, crece, porque nadie sabe en qué momento esa puede ser una salida plausible. Y el esquema se repite. Profesores, intelectuales, universitarios, gente bien, salvando al proletariado, al campesinado, a los más humildes, a través del sacrificio de tanta gente. Exigiendo firmeza, disciplina, entrega absoluta. El capítulo dedicado a Sendero Luminoso es apabullante.
No todo va mal. Puede ir regular. En Nepal se consigue alcanzar el poder, con tácticas guerrilleras pero también aprovechando la carambola democrática. Y luego ya veremos cómo gobernamos y en qué nos transformamos. Pero ya está hecho.
El libro, con momentos densos, como el dedicado al maoísmo en Europa y Estados Unidos, es fascinante y demoledor. Me gustaría conocer más sobre el maoísmo en nuestro país, tengo idea de qué organizaciones fueron más o menos maoístas, pero se me contradicen las fuentes. El libro no lo toca, habla de Alemania, de Francia, de Italia, de una escuela en Escocia donde pidieron centenares de libros rojos a través de un estudiante... nos cuenta como ese maoísmo que no es capaz de articular alternativas potentes en los países occidentales, sí que será importante para impulsar el feminismo o el ecologismo por ejemplo.
El maoísmo es alcanzar el socialismo según Mao. Su pensamiento. Por no alargarme, contaré la anécdota que relata el libro en la que en una reunión de los responsables de los partidos comunistas, se debate el conflicto nuclear. Los soviéticos y los partidos europeos están por la coexistencia pacífica. Los chinos quieren desligarse de la influencia soviética y Mao juega fuerte. Y se lanza. A grosso modo dice que 'si hay un conflicto nuclear, desaparecerá la mitad de la población, de esa mitad de la población que quede, la mitad serán chinos, así que el triunfo del socialismo está asegurado'. Palmiro Togliatti, del PCI, le espeta que 'eso significaría la desaparición de países como Italia o Checoslovaquia'. A lo que Mao responde 'quién dice que Italia deba sobrevivir'. No hay más preguntas.
Hoy China ya no es un país maoísta. Cuando muere Mao en 1976, al cabo de pocos años, Deng Xiao Ping termina con la política tal y como la entendía Mao y tal y como se plasmó en el tardomaoísmo con la jarana extrema (jarana violenta, dramática), que fue la Revolución Cultural, y rectifica la línea. Pero la rectifica con un objeto, pervivir. Y eso, pervivir, sobrevivir, que se mantenga el poder del Partido, es lo importante. Y lo demás es accesorio. Contradictorio. Como sea. Pero lo importante es estar. Avanzar, largarse, mantener, arriesgarse, siempre. Hoy China ya no sé si es ni siquiera un país socialista. Ya no sé por decirlo de una manera ingenua. Lo sé. No lo es. Nos cuenta el libro que Xi Jinping quiere recuperar una suerte de maoísmo folclórico que le sirva para mantenerse en el poder a perpetuidad. Y lo consigue.
El folclorismo como agarradero. La parafernalia, la parafilia, la imaginería.
Un libro para aprender, para seguir sabiendo, para entender que nada está tan lejos y que, en buena medida, nada nos es ajeno. Y que viva Italia.