Ingo Parsson se dirigió al estrado y comenzó dando las gracias por el premio recibido. Los asistentes, otros escritores y miembros de la oficialidad institucional, escuchaban con atención las palabras de uno de los más reconocidos literatos del país. Tras los agradecimientos, Ingo Parsson hizo una breve introducción a su obra y recordó lo duros que habían sido sus inicios. Tuvo un especial recuerdo para 'Lingotes de oro', la novela que le dio a conocer y que significó un paso adelante en su forma de ver la literatura, ya no como una distracción sino como un trabajo. Después de unos minutos reivindicando el oficio de escritor, anunció la que sería su próxima novela, que ya tenía título y que se llamaría 'Lingotes de zinc' y comunicó su intención de retirarse de la literatura para iniciar una nueva andadura como tendero. 'Voy a retirarme y montar una mercería, que es la ilusión de mi vida'. Ärvo Rippmannen sacó en ese momento un papel y apuntó 'la nueva andadura número 69 de Ingo Parsson'. Hasta ese día había anunciado su retirada tantas veces para dedicarse a ser cochero, palafrenero, marinero, torero, cartero, policía, mecánico, mayordomo, campesino, tornero, cantante melódico, ilustrador, político... en fin.
Llevaba ya bastante tiempo tonteando con la poesía y no se atrevía a publicar lo que tenía escrito. Augusto Seledrín ejercía como subsecretario de la Corporación Autónoma de Aldeas Semidispersas y era un especialista en ordenación del territorio, administración de pueblos y gentes, así como distribución de asuntos. Sus trabajos ensayísticos en la materia se estudiaban incluso en las Universidades de la capital como referencia para los nuevos funcionarios llamados a engrosar los cuerpos administrativos que regían el Estado. Pero a Augusto Seledrín le había picado desde hacía tiempo el gusanillo de la lírica y, durante las tardes en las que no pasaba por la oficina, se dedicaba a apuntar en un papel, versos que le surgían él decía que 'de no sabía dónde', quizás ya tocado por la vara de Eo (¿?). Consultó con su esposa qué debía hacer y tras contar con su aprobación, se decidió a pagarse una edición de unos cuantos ejemplares para probar a ver qué opinaba un público selecto. El poemario lo tituló 'En la tierra do moro'. Contenía versos tan bonitos como 'en los palacios de tu cuerpo siembro mi esperanza', 'el espacio que cuenta tu ingle sacia mi sed de vida', 'la selva de tu cabello contiene la madera para la barca del futuro', 'vemos un río, vemos el mar, vemos el campo, no nos vemos'. Para su desesperanza, el poemario cayó en manos de personal universitario que, inmediatamente, lo adjuntaron en el corpus de obras de Seledrín, calificándolo como 'una visión diferente, lírica, de la administración, un avance más de Seledrín en la política de...'. Seledrín dejó la lírica por tiempo indefinido.
Como muchos otros hicieron antes y muchos otros harán después, el escritor Davide Leopardini decidió dar el salto a la arena política. Davide Leopardini, un bohemio de tomo y lomo que había hecho carrera contando vividas en el inframundo de tascas y garitos cochambrosos, que se había relacionado con el lumpen más malcarado, que había rozado todas y cada una de la líneas rojas de la inmoralidad, que había cohabitado con mujeres y hombres de dudosísima reputación, que había contravenido mil y una normas de toda índole, alcanzaba el poder de su región al presentarse en una candidatura que prometía una subversión total de los valores y principio básicos de vida y costumbres. El primer día que llegó a asumir el cargo, se dispuso a revisar papeles y notas con la intención de definir las líneas maestras de actuación de su mandato. A eso de las dos de la tarde, llamó a un subalterno para solicitarle una copia de un... nadie contestó. '¿Es que aquí no trabaja nadie o qué?'
Labra Danzig nos presenta de nuevo un compendio de relatos sobre sus viajes a las casas de personajes famosos. Es el cuarto libro que publica con esta temática, en el que, la cronista bávara nos ilustra sobre cómo decoran y diseñan sus casas los personajes que rigen los destinos del mundo a nivel político, económico, deportivo y cultural. Especial interés muestra en este volumen la descripción de la casa del también escritor Weinstein Winstonmayer, que describe como 'un pasillo largo, pero todo lo largo que puede ser el pasillo de una casa de un escritor cuyas obras sólo se distribuyen adjuntas a diarios de tirada popular y que ha hecho fama como polemista en esos mismos medios que le promocionan, un pasillo corto, con habitaciones pequeñas, con pocos libros y mucha revista, con mucha lámina y poco cuadro, con mucha foto de sí mismo y pocas fotos de otros, con toda esa medianía de persona que escribe y no alcanza la cima de los grandes, con un pasillo corto y ancho por no saber con qué rellenar, un pasillo que lleva a un salón pequeño que parece el mismo pasillo algo dilatado, salón sin biblioteca, con libros puestos debajo de un televisor muy rimbombante, que denota qué es y qué hace y de qué vive realmente este buen señor'. Luego dice que Winstonmayer es muy simpático y que tiene muy buen gusto comprando pizzas por teléfono. Ah, el libro se llama 'Famosos en domicilio'. Se me pasaba.
Revisando mi última novela, mi amigo Evinaldo Dzeko me apuntó lo siguiente. 'He descubierto un pasaje de lo que me envías para revisar que se nota que no has escrito tú. Me ha sorprendido que, en un momento lado de la narración, sobre la página 37 hay toda una serie de páginas en las que no eres tú. Tú no has escrito eso que se lee. Es imposible. Por que toda la historia, lo que sigue a partir de esas páginas tan diferentes, es más tú, más como tú. Y esas páginas, que no son pocas, ojo, que son como unas cien páginas, son muy distintas. Hay como una luz en esas páginas, como una claridad, algo, que no aparece en nada de lo que hayas escrito. No me gusta, no me gustan esas cien páginas, no porque estén mal escritas, sino porque no son como tú. Tú eres otra cosa. Otra sensación. Un algo que no es eso tan limpio y tan libre. Eso no eres tú. Se nota muchísimo. Revisalo a ver.'. Me quedé preocupado. Miré fechas, esas páginas, las contrasté en el ordenador, la agenda del móvil. Efectivamente. Durante esos días, que fueron bastantes, fui feliz.
Sobre el 'De castis', de Shaul Sheimelbaum, nos quedamos con las palabras de su fiel amigo, el crítico Iakob Vredestein. 'Intriga saber que hay gente así como es Shaul, capaz de vivir amargado, consciente de su incapacidad para relacionarse con el mundo y con la sociedad, pero con la capacidad de amar, de sentir, de ser feliz. Conocer a Saúl es adentrarse en un mundo de penurias, de calamidades, de excusas, de tormentos, de incapacidades y me repito, para tratar de ser una persona aceptada por los demás. Y sin embargo, en De Castis, nos deja unas páginas de una belleza enternecedora, de amor por la humanidad, de fraternal comunión con el mundo. Con todo el mundo. De tal manera que no sabe uno si es todo impostado o qué ocurre aquí. Porque durante el año y medio que ha ocupado este trabajo al bueno de Saúl, nadie ha visto salir de él ni una sola manifestación de cariño o agrado hacia alguien. Y sin embargo, De Castis es tan amable, tan lindo. A veces pienso que, en realidad, las personas no somos como somos, sino como nos gustaría ser. Otras veces pienso que Shaul necesita dinero'.
Recogemos un brevísimo estracto de 'Una refrescante visión sobre la muerte', conversación entre Anton Tulipanov y Adam Barbatov, publicada recientemente: 'Apunto que no morimos, que lo que hacemos es activar un mecanismo en nuestro cerebro cuando se acerca la hora de la muerte física, para preparar un escenario en el que nuestra vida continúe de manera ficticia y mejor. Morir es mejor. Porque en ese nuevo universo creado por nuestro cerebro está sólo lo bueno, lo justo, lo sano y las gentes a las que queremos y nos quieren. No es el cielo religioso, quizás se parece, el cielo sería algo que nosotros inventamos. Allí estamos bien, no morimos', 'Pero sufren los que se quedan en la tierra, morir no es bueno, porque dejas atrás a gente que te quiere y sufre'. 'Mas sabiendo que en ese nuevo territorio creado, volverás a verlos cuando vengan porque se añadirán inmediatamente, no hay mayor problema'. Una alegría para las vacaciones que comienzan. Un acierto editorial.